La moneda nacional ha mostrado signos francos de recuperación frente al denominado “Billete Verde”, regresando a la barrera de las 17 unidades por cada dólar y apunta con mejorar su rendimiento antes que concluya el sexenio obradorista.
La transición gubernamental que en 2018 se produjo en México supuso cambios significativos. Por primera vez una fuerza de izquierda asumía el control de este país; no obstante, el arranque de la presente administración no fue del todo terso:
El sector empresarial tomó con cierto recelo las políticas económicas-monetarias del presidente, Andrés Manuel López Obrador, mientras el 66 por ciento de la opinión pública las aprobaba. Al mismo tiempo los mercados internacionales miraban con lupa a una democracia que algunos analistas calificaron como la nueva Venezuela, pero que con el transcurso de los meses se fue ganando la confianza de los inversionistas.
Para finales de 2019 en la República Mexicana comenzó a predominar un clima de optimismo nacional. Los programas sociales transitaron exitosamente y las emblemáticas obras eran empezadas, aunque del otro lado del mundo el amenazante rumor de una pandemia cimbró rápidamente la economía de este planeta.
Justo cuando el país empezaba a tomar su ritmo de crecimiento, la economía se desaceleró bruscamente con la llegada en 2020 de los primeros contagios de coronavirus. Más de siete millones y medio de ciudadanos contrajeron el virus del SARS-CoV-2 y un número superior a los 334 mil perdieron la vida. Éste, al igual que el resto de los países, era un cementerio.
La emergencia sanitaria caló hondo en el ánimo nacional y también en sus finanzas públicas. El Peso se depreció hasta las 24 unidades para el segundo trimestre de ese año.
A partir de entonces empezaría difícil camino a una recuperación lenta, pero sostenida. La opacidad del régimen chino sobre el origen de la Covid-19 fracturó las relaciones con los Estados Unidos y México pasó a convertirse en el mayor socio comercial de su poderoso vecino.
POSITIVA RACHA
De forma paulatina la divisa azteca empezó a ganar terreno. En el 2021 el flujo de remesas mexicanas provenientes del extranjero rompió récord, en el 2022 también (con más de 60 mil millones de dólares) y en el 2023 todo parece indicar que van por el mismo camino. El envío de dinero de paisanos a territorio nacional ha incluso llegado a representar en algún momento una suma más importante que los ingresos petroleros.
Aunado a esto, la construcción de la planta de autos eléctricos de Tesla en Nuevo León, la relocalización de las cadenas del suministro por el fenómeno del denominado ‘Nearshoring’, las exportaciones históricas de productos agrícolas, así como la reactivación de los trabajos de producción en las reservas energéticas –con apoyo de la iniciativa privada– han generado un clima de certidumbre.
Esa estabilidad se refleja en el que ya es llamado ‘súper Peso’. La economía mexicana muestra signos de recuperación y uno de los principales puntos de referencia es la paridad de su moneda frente a la divisa estadounidense.
En ocho años la moneda ha sido capaz de revertir una tendencia negativa del 12 por ciento, cuando a principios del mes de julio cotizó debajo de los 17 pesos, algo que no se observaba desde el año 2015.
Es por esto que está de moda en el mundo financiero, aunado a que el Banco de México (Banxico) ha podido mantener estable una tasa de interés que ahora se ubica en 11.25 por ciento.
Los economistas, que al comienzo se mantenían escépticos por el desempeño de este gobierno, ahora estiman que el Peso podría seguir ganando terreno, quizás por debajo de los 16.50 unidades por cada dólar. El pronóstico dependería también de los cambios que implemente la Reserva Federal en Estados Unidos (FED).