
Con la certeza de haber sobrevivido a lo peor, cientos de nuevoleoneses amanecieron el viernes 2 de julio enfrentando los remanentes de una tragedia que aún no termina.
Calles inundadas, comercios cerrados, ausencia de transporte público, clínicas inoperantes y sectores completos incomunicados fueron algunos de los recuerdos que dejó el huracán “Alex” a su paso por la zona metropolitana de Monterrey, en el noreste de México.
El meteoro se convirtió en la mayor catástrofe natural ocurrida en la época contemporánea de la entidad, sitio que tenía desde 1998 el huracán “Gilberto”.
Si bien las pérdidas humanas fueron sensiblemente menores a las acaecidas hace 22 años, los multimillonarios daños materiales aún esperan un recuento.
El desbordamiento sin precedentes destruyó carriles completos de las avenidas Constitución y Morones Prieto, instaladas a ambos lados del cauce del río Santa Catarina.
Impetuoso, el caudal también destruyó instalaciones de futbol, golf y go karts, los puestos del mercado bajo el puente del Papa, el parque lineal construido con motivo del Fórum de las Culturas y vados, puentes, calles y avenidas cercanas.
Y mientras aparecen las cuentas de lo perdido, la vuelta a la normalidad es otro reto a vencer para los ciudadanos.
Un ejemplo de ello es don Gregorio Ramírez, quien acudió a la clínica 7 del IMSS en Santa Catarina para un chequeo, pues padece un mal cardíaco, y la falta de camiones lo obligó a caminar más de tres horas de ida y vuelta entre el bochornoso sol. Y todo fue inútil, pues los doctores del centro médico no acudieron a laborar.
“Me iba a atender en la clínica 7 porque tengo una enfermedad del corazón. Venimos caminando desde el Puente Atirantado porque no encontramos camiones y venimos desde Apodaca… ya ando bien agitado y luego llegamos a la clínica y todo para que nos dijeran que no fueron los doctores”, comentó don Gregorio.
Un caso similar fue el de Mónica Ramírez, quien llevaba un bebé de brazos para atenderlo por una infección y tuvo que hacer dos transbordos de camiones en el centro de la ciudad.
“Desde las 8 de la mañana fuimos a la clínica 7, llevamos caminando una hora y 20 minutos y yo con el niño en brazos. No hay camiones, no hay taxis y ni modo que no llevara al niño pero ahora me salieron con que los médicos no fueron a trabajar y pues ya ni modo, lo voy a tener que llevar con un particular”, explicó Ramírez.
Al igual que don Gregorio y Mónica, cientos de pacientes, trabajadores y usuarios del transporte público en general tuvieron que caminar diferentes distancias, incluso con sus bebés en brazos, para llegar a su destino.
La noche del jueves 1 de julio fue larga y azarosa. Hubo quienes vieron en peligro su vida y destruido su patrimonio con el bronco oleaje que tomó por asalto el río Santa Catarina.
Los habitantes de las colonias aledañas al puente del Obispo, en los límites entre los municipios de San Pedro y Santa Catarina, vieron en cuestión de horas diluirse su patrimonio: bardas tiradas, paredes arrancadas y soportes de casas enteras socavados hasta los cimientos.
Mientras unas familias trataban de asimilar las pérdidas materiales, otras aprovecharon la histórica inundación para tomarse la fotografía del recuerdo o al menos llenarse los ojos con el embravecido y chocolatoso líquido que bajó bramando desde lo alto de la Huasteca.
Y parafraseando el famoso dicho: a río revuelto, ganancia de pepenadores, un grupo de estas personas acudió a buscar entre los desechos que arrojó el agua objetos útiles: zapatos, ropa, incluso alimentos en lata.
“Pues ahorita no hemos sacado mucho, algo de madera, una llanta en buen estado y algunas latitas de atún y de chiles, pero le vamos a seguir escarbando a ver si cae algo interesante”, explicó Rafael Ramos mientras le sacaba la vuelta al cadáver de un cerdo y revolvía los montones de desechos en busca de objetos valiosos.
Lo que fuera para no desaprovechar el regalo de la corriente que a veces se porta generosa.
Aunque lleva casi 24 horas sin ceder, la corriente que destruyó vados, puentes y avenidas al final de la jornada mostró respeto por algunos hogares, como el de don Prócuro Reyna.
El sexagenario hombre y su familia pasaron la noche en la azotea de su casa esperando lo peor, pues residen en la colonia de posesionarios Luis Echeverría, que se ubica a 20 metros de la ribera del río Santa Catarina, en la parte más pobre del municipio de San Pedro.
“Desde el “Gilberto” no veía algo así, ésto estuvo más fuere. Nosotros pasamos la noche arriba de la placa como las gallinas porque el agua se acercaba de repente. Todo el día estuvo muy feo, como a las tres ó cuatro de la mañana fue lo más feo, para la otra hay que salirnos con tiempo porque si no está uno con el miedo”, explicó Reyna.
Una vez que la lluvia empezó a ceder, los problemas comienzan a flotar poco a poco: familias que perdieron todo su patrimonio, casas arrancadas desde los cimientos, zonas incomunicadas donde no se puede entrar por la cantidad de piedras y lodo y cuyos habitantes claman por alimentos y agua.
El desabasto del vital líquido afecta a unos 130 mil habitantes de los municipios de Santa Catarina y García, y el riesgo de enfermedades gastrointestinales y un brote de dengue se encuentra latente. Las vialidades colapsadas y la rapiña que puede degenerar en delincuencia son otro de los obstáculos a salvar como parte de la devastación del huracán “Alex”.
Así, entre agentes de Tránsito que se pusieron a palear basura, choferes insensatos atascados con sus unidades y familias enteras buscando la mejor forma de sortear las calles convertidas en arroyos, el día después llegó a mostrarnos una ciudad muy diferente a la que teníamos el jueves por la tarde.
Y como en 1988 con el “Gilberto”, la lección de la naturaleza es la misma que en este 2010 con “Alex”: el agua siempre busca su cauce y el río tarde o temprano reclama su territorio.
Agua: El conflicto por su falta
Por Guadalupe Carranza
Mientras que en algunos sectores de Nuevo León el agua fue la principal causante de que lo perdieran todo, en otros lugares la añoran tanto como otros la odian.
Tras el paso del huracán “Alex” en la entidad, los estragos ocasionados por el vital líquido también ocasionaron que posteriormente éste faltara. Según cifras oficiales de Agua y Drenaje de Monterrey, al menos 140 mil usuarios resultaron afectados.
Aunque diversos municipios de la localidad sufrieron por su falta, Santa Catarina y García fueron sin duda los que han tenido un calvario mayor, ya que han completado una semana sin este servicio.
Los vecinos diariamente se encuentran a la expectativa de que una pipa llegue al lugar para abastecerlos. Armados con cubetas, garrafones o cualquier contenedor donde poder albergarla, esperan pacientes su turno de ser atendidos.
Esto ha traído consigo que los hábitos de la ciudadanía en la utilización del agua cambien, llegando incluso a aprovechar el agua de lluvia para efectuar su higiene personal.
“Ya casi vamos para ocho días sin agua, la pipa si esta retirada y pues no hay suficientes pipas, de hecho la gente que vive más arriba esta batallando por que tiene que bajar, y es batallar con tinas y tinas por que ni preparadas estábamos, tenemos pocos botes en donde juntarla”
“Esta agua la estamos usando para lavar, para el baño, para lo que se ocupe dentro de la casa. El acarrearla es lo más difícil y el bañarse, por que tratamos de economizar lo más que se pueda, gastamos poca ahorita que nos cuesta tanto traerla”, dijo doña Rosalinda Aparicio, vecina de la colonia Mártires de Cananea en Santa Catarina.
Sin despegar un momento sus manos de la manguera conectada a la pipa que conduce, Norberto Guajardo pone su granito de arena junto con su patrón, llevando agua hasta las colonias más afectadas por el paso del meteoro.
Apenas fueron transitables las vialidades de Santa Catarina,y el propietario de la pipa decidió apoyar a este sector de la ciudadanía con su vehículo, que puede contener hasta 20 mil litros de agua.
“Tenemos mucho trabajo ahorita, nos damos unas dos o tres vueltas diarias, hay mucha gente que necesita”, dijo el conductor de la pipa.
Aunque poco a poco los nuevoleoneses comienzan a recuperar el servicio del vital líquido, este no es proveído a la normalidad, la presión es mucho menor y por momentos se tienen que conformar con un líquido que no llega totalmente limpio.
‘El día más largo de mi vida’
Por Marilú Oviedo
La historia volvió a repetirse para María Concepción Balderas García y su familia 22 años después. La lluvia que arreciaba el pasado jueves 1 de julio, los hizo traer a sus mentes los estragos que les dejó el huracán “Gilberto”, tristemente no estaban tan errados.
Fue cuestión de horas para que la realidad remontara años atrás a los vecinos de la colonia Mártires de Cananea, en Santa Catarina. Como si se tratara de un fatídico dèjá vu, cada detalle regresaba al pie de la letra.
“Cuando fue el ‘Gilberto’ nos pescó a media noche, estábamos todos dormidos estuvo lloviendo pero cada vez fue más y más, nos despertamos en la madrugada por que sentimos que ya era demasiada el agua, nos pasamos por los techos y en la esquina había una tienda y ahí a todos nos dieron auxilio”, dijo la mujer que tiene 23 años de ser vecina en esta localidad.
Aquella noche “Gilberto” se llevó todo, al día siguiente la única escena que pudieron presenciar fue la casa llena de lodo y piedras, con los vidrios quebrados.
Poco a poco la mujer y su familia se fueron recuperando, un mes después de la tragedia regresaron al hogar en donde sólo tuvieron un colchón y una estufa para comenzar desde cero.
De manera pausada, y aún con incredulidad, Balderas García reseña cada uno de los momentos de esta nueva tragedia para su familia.
“Fue el día más largo de mi vida, que ni Dios lo quiera vuelva a pasar eso otra vez, que no se repita.El agua empezó temprano y poco a poco se sintió más fuerte, ya como a las siete que empezó a arreciar más el agua se nos empezó a meter a las casas y nos fuimos arriba (segundo piso) con mi hijo”, mencionó.
Además de ellos, otros vecinos se refugiaron en el pequeño cuarto que acaban de construir en la planta alta, para pasar la noche en vela y esperar que el nuevo día diera cuenta de los estragos.
“Abajo hay mucho lodo, necesitamos que llegue el agua para poder barrer bien y limpiar. Ahorita se nos echó a perder todo, hay que comprar ahorita colchones, más por mi nieta que todavía no tiene un año”, dijo.
Más de dos metros alcanzó el nivel del agua en su vivienda, mientras que tras la tormenta y la disminución de niveles de agua, el invitado incómodo que les quedó fue el lodo, alcanzando hasta 30 centímetros de altura sobre el piso.
A una semana de la tragedia, sus enlodadas pertenecias esperan afuera turno para poder ser limpiadas, mientras que en el interior el penetrante olor a humedad por momentos se vuelve insoportable.
De igual forma que hace 22 años, el agua reclamó su paso, sin importar que este ya tuviera propietario.
El caos después del caos
Por Guadalupe Carranza
Tras la tormenta la única calma que llegó fue que los niveles de precipitación disminuyeron, y es que en cada rincón de la ciudad al menos una pequeña huella del paso de “Alex”. Sin duda las vialidades fueron las más afectadas por el meteoro, y con ello, los automovilistas que a diario las transitan.
Aunque la zona metropolitana de Monterrey siempre ha sufrido por sus vialidades, el regreso a la nueva realidad de los nuevoleoneses solamente se pudo definir con una palabra: caos.
Las principales vialidades de la zona metropolitana quedaron inundadas por miles de automóviles, luego que los ejes principales que circulan de Oriente a Poniente, las avenidas Constitución y Morones Prieto, quedaron parcialmente destruidos a causa del meteoro que azotó la ciudad el pasado jueves 1 de julio.
Los 10 minutos que antes tomaba recorrer una distancia de tres kilómetros y medio en el poniente de la ciudad hoy se transitan en hasta tres horas. Esto significa una velocidad de casi un kilómetro por hora.
“El fin de semana estuvo pésimo, me tardé hasta una hora cuando normalmente me tardo unos diez minutos”, dijo la automovilista Margarita Avila.
En tanto trabajador del volante Israel Villarreal, mencionó que las horas pico son lo más complicado, por lo que sus clientes se desesperan pero comprenden que él nada puede hacer.
Aunque el Gobierno del Estado elaboró un plan vial de contingencia, no fue suficiente para el casi millón y medio de vehículos que circulan en la mancha urbana de Nuevo León.
A partir de ahora, la ciudadanía modificará sus costumbres debido a “Alex”, pues para llegar a los destinos se requiere del doble o más del tiempo normal y también practicar dos virtudes muy escasas en las grandes metrópolis: la tolerancia y la paciencia.