Por Emanuel Suárez y Gerardo Ramos Minor / San Luis de la Paz, Gto. / Enviados
A casi cuatro años de promesas incumplidas, desinterés de autoridades, viajes improductivos y cambios radicales en su rutina diaria, en las comunidades rurales de San Luis de la Paz, Guanajuato, todo sigue igual: no hay indicios del paradero de sus 23 hijos que el 21 de marzo de 2011 salieron rumbo a Estados Unidos y desaparecieron en su trayecto por las carreteras del norte de México.
Poco ha cambiado desde el día en el que los padres, hijos, hermanos, esposos y demás miembros de familias abandonaron el terruño para buscar un mejor trabajo en la Unión Americana y saciar el hambre que los abandonados campos y las pocas fuentes de empleo de la localidad no pueden saciar.
En la brisa de la pequeña ciudad, localizada al norte de Guanajuato, aún se respira tristeza, pero aderezada con una pizca de resignación obligada.
De hecho cuando recuerdan a sus desaparecidos, las madres, esposas y hermanas ya no derraman ni una sola lágrima, como si a casi cuatro años de los hechos se han gastado todas las que tenían disponibles para una vida entera.
Los días transcurren lentamente y en el sentir de sus habitantes, con excepción de los familiares de los desaparecidos, no hay ausencia que pese, finalmente en las comunidades del bajío es casi una tradición emigrar a Estados Unidos, a pesar de los riesgos que el traslado implique.
Apenas en abril de 2011, Hugo Guzmán, un joven de la comunidad Las Quince Letras, de San Luis de la Paz, se embarcó en un viaje a Matamoros, Tamaulipas para conocer si entre los cuerpos encontrados en las fosas clandestinas de San Fernando se encontraba el de su hermano, Fernando Guzmán Ramírez.
En el viaje, el joven de piel trigueña atestiguó la violencia e inseguridad que privaba –y que continúa privando– las carreteras del norte de México.
Aún así, en menos de cuatro años, Guzmán Ramírez se aventuró a cruzar la frontera en tres ocasiones: las dos primeras con éxito a medias, pues fue detenido por autoridades de migración americana y la última es la que aún lo mantiene en territorio estadounidense.
“Hugo se fue para Estados Unidos. La primera vez duró tres meses, la segunda vez duró seis meses. Luego se metió a una fábrica aquí (en San Luis de la Paz). Entonces, dejó de trabajar y esa misma semana se fue.
“Me dijo que se tenía que ir porque tenía que trabajar, que porque con lo que ganaba aquí no le alcanzaba. Ahorita está allá”, dijo doña Albina Ramírez, madre de Hugo, Fernando y nueve hijos más.
El último intento de Hugo por alcanzar el “sueño americano” llegó en enero, cuando el miedo a la inseguridad se convirtió en valor para intentarlo una vez más. Y en esta ocasión, no sólo sería por él, sino también por su hermano Fernando.
“Y Hugo me dijo, con más razón por lo que le pasó a mi hermano quiero ir”, comentó doña Albina.
Y es que cuando el hambre cala, el miedo desaparece y se agarra valor del estómago vacío.
Hugo Coronilla, uno de los cuatro enviados del pueblo a la ciudad de Matamoros, para buscar algún indicio de que sus desaparecidos estaban entre las personas encontradas en las fosas clandestinas de San Fernando, sabe de los peligros de viajar a la frontera pero poco a poco ha ido perdiendo el miedo.
A casi cuatro años de su viaje a Tamaulipas, Hugo parece ausente y apenas recuerda a los reporteros que lo acompañaron en su triste odisea.
Asegura que ha intentado salir adelante ejerciendo su oficio de albañil, pero cada vez el trabajo es más escaso, por lo que no descarta la posibilidad de emigrar al norte.
Sin embargo, y ante los peligros que tiene la ruta, está dispuesto a pedir prestados a algún amigo los casi 5 mil dólares que se requieren para pagar al “coyote” que le promete pasarlo la frontera de manera segura.
Para este hombre, a quien hace cuatro años le sorprendió la forma en la que son deportados los migrantes de la Unión Americana, la necesidad de llevar un sustento a su familia es mucho más fuerte que el miedo de sufrir el mismo destino que sus primos y hermanos, desaparecidos desde hace años.
LA VIDA TRISTEMENTE SIGUE
En casa de la familia Pérez Guerrero, ubicada en la comunidad de Toreador de Abajo, cada vez se cuentan más integrantes. Las sonrisas de nuevos niños inundan el hogar, que también fue ampliado en menos de cuatro años.
“Yo hice todos los cuartos de arriba. Son de mi hijo, él puso todo el material, yo nada más le eché la mano para construir”, platica Raúl Pérez, quien ha aprovechado la remodelación de su casa para mantener su mente alejada del triste recuerdo de su hijo, José Manuel Pérez Guerrero, mejor conocido como “Meme”, uno de los 23 desaparecidos.
No obstante, la terquedad de algunos de sus otros hijos de querer emigrar a Estados Unidos, a pesar de la desfortuna de su hermano, lo retornan a él y a su esposa a esa incertidumbre que los carcome desde hace casi cuatro años.
“Si andan que se quieren ir (sus otros hijos), pero ya ni los queremos dejar ir también por lo mismo. Uno de los chiquillos se quiere ir, pero les digo que está bien difícil. (El que se quiere ir) va a cumplir 18 años”, mencionó doña Carmen, madre de Meme.
Para esta mujer los años de espera por el regreso de su “Meme” no han sido sencillos. Durante los primeros meses de espera su salud se fue minando al grado que continuamente necesitaba acudir al doctor.
Con el paso de los años la situación es la misma, y sus dolencias no han desaparecido pues, todos saben en su casa, la tristeza está acabando con su vida.
A menos de un kilómetro de distancia de Toreador de Abajo, una historia similar se reescribió en la comunidad de Los Dolores.
Como si se tratara de un “deja vú” en la familia Hernández Guzmán una despedida a causa de la migración por poco terminó en ausencia indefinida.
Hace más de tres años el calvario de Minerva comenzó con la desaparición de su esposo, Ricardo Salazar Sánchez, de quien aún no se tiene rastro.
Para la joven madre de una preciosa niña que ahora tiene siete años, los días de lucha por encontrar respuestas, que la llevaron a la Ciudad de México a exigirle a la PGR, Policía Federal y Senado de la República que la ayudaran a encontrar a su marido se han terminado.
De hecho, cuando le mencionan el tema Minerva prefiere evadirlo, es quizás por ello que no le ha explicado a su hija qué es lo que le pasó a su padre, aprovechando que la niña no ha preguntado nada.
Pero como si la pérdida del joven no fuera suficiente para la familia, meses después, el novio de María del Carmen, hermana de Minerva, también buscó cruzar hacia Estados Unidos y en el trayecto se le perdió el rastro… por diez días.
“Mi novio también me dio un susto, casi como el esposo de mi hermana. También se fue a Estados Unidos, pero se quedó sin hablarme como por diez días.
“Entonces yo empecé a preguntar con su familia y nadie sabía nada, yo pensé que le había pasado lo mismo que Ricardo, hasta que por fin se comunicó. Resulta que ‘el coyote’ los abandonó del otro lado y estos tuvieron que caminar mucho para poder llegar”, indicó María del Carmen.
LA BURLA DE LAS AUTORIDADES
La indiferencia de las autoridades se convirtió en burla con el paso de los meses. Si al inicio del ‘viacrucis’ llamado “¿en dónde están nuestros desaparecidos?” las puertas del municipio, estado y federación fueron cerradas, ahora los familiares de los ausentes ya ni quieren acercase.
Las promesas de los políticos, sin distinción de partido, se quedaron en eso, en promesas lanzadas al aire y olvidadas a las pocas horas.
En el baúl del desinterés quedaron los apoyos a los hijos y esposas de los ausentes, quienes han tenido que sobrevivir a base de trabajos improvisados.
“No hay interés de las autoridades. Nada más en el momento dicen que ayudan, pero no hacen nada. Ya no esperamos nada del municipio, ni del estado”, mencionó Raúl Pérez.
El cinismo de las autoridades fincó base en el municipio de San Luis de la Paz, en donde, acorde a los afectados, el Cabildo creó una comisión especial para atender a los familiares de los desaparecidos, una comisión que en las actas luce impecable, pero a la hora de dar ayuda simplemente no existe.
“Se supone que hay una comisión de regidores para darles el apoyo (a los familiares de desaparecidos). Según las hicieron para que nos atendieran”, comentó Minerva Hernández.
El descaro de las autoridades municipales ha sido tal, que incluso se ha culpado a los propios desaparecidos de su suerte.
“El presidente municipal no nos ha ayudado en nada. Un día fuimos a que nos apoyara con un autobús para ir a la Ciudad de México a hacer unas pruebas y dijo que sí nos apoyaría. Después regresamos y dijo que no había recursos.
“Entonces yo me molesté y le dije que él había prometido que nos iba a apoyar. Y al último lo que nos dijo me dolió mucho que yo ya nunca volví a pedir ayuda: nos dijo que si ellos desaparecieron fue por su gusto porque nadie los mandó que se fueran.
“Me enojé tanto que me paré y le dije que estaba de acuerdo en que nadie los mandó, pero que si se había ido había sido por necesidad porque aquí no hay trabajo, no hay vida para uno. Uno se tiene que ir fuera porque aquí no hay mucho de donde sacar dinero para sacar a la familia adelante”, mencionó Lidia Morales García, esposa de uno de los desaparecidos.
A contracorriente es como estas familias luchan diariamente por dar con el paradero de sus seres queridos, ya que sus peticiones ni siquiera han encontrado eco en las autoridades federales, quienes las han tachado de “locas”, de acuerdo a María del Carmen.
“Un día fuimos a la Ciudad de México a una reunión con el Procurador (Jesús Murillo Karam) y el secretario de Gobernación (Miguel Angel Osorio Chong) y me cayeron tan mal porque íbamos familiares de desaparecidos del todo el país.
“Nos comenzamos a presentar diciendo nuestros nombres y por quién íbamos y el secretario (Osorio Chong) dijo: ¿saben qué? paren, yo sé que han sufrido mucho y no quiero que revivan lo que están pasando. O sea, prácticamente diciéndonos que siguiéramos con lo demás”, indicó Hernández Guzmán.
Pero como cada período electoral, las tragedias son el escenario político perfecto para los partidos, que buscan sacar provecho del padecer de los pobladores y en San Luis de la Paz, estas prácticas no son la excepción.
El desfile de políticos interesados por apoyar a los familiares de desaparecidos, a cambio de votos y presencia mediática, no se ha hecho esperar en las comunidades rurales del municipio.
Lo que desconocen, los aspirantes a puestos de elección popular, es que en las rancherías son pocos los que aún confían en ellos.
“Ahorita ya empezaron, como el próximo año hay elecciones aquí, ya empezaron a arrimarse.
“El PRI ya vino a hablar con nosotros, pero ya no les creemos nada, todos son iguales”, mencionó María del Carmen.
Por ahora, los familiares de los ausentes, saben que el único apoyo real es el que han recibido de las asociaciones civiles y medios de comunicación que se han unido a dar voz a sus peticiones.
ESPERANZA DE ACERO
Los días transcurren y la espera se vuelve cada vez más cruel. Mientras que unos intentan reconstruir su vida, otros aún observan al horizonte en busca de una silueta conocida.
Con más de 70 años a cuestas, doña Albina Ramírez lucha por no desfallecer para que en el momento en el que su hijo Fernando regrese la encuentre de pie, con una sonrisa en el rostro y unos brazos hambrientos de un cálido abrazo.
“Nosotros todavía estamos esperando. Yo a veces pienso que ya mero llegan. Como ahorita que los vi, llegué a pensar que era mi hijo.
“Yo estoy bien preocupada por mi hijo. Hay días como que mis otros hijos me dan ánimos y me dicen que le ponga ganas porque él va a llegar y no me va a encontrar, pero siento a veces que ya no puedo más. Quiero saber qué fue lo que pasó con él”, comentó doña Albina, moradora de Las Quince Letras.
Raúl Pérez, es otro que como padre no puede dejar de pensar en la fortuna de su hijo. Las incógnitas en relación a su paradero lo atormentan diariamente, pero al final del día, cuando el panorama es más sombrío, de su interior una voz le dice que Meme va a regresar.
“Para mí no ha cambiado nada porque yo sigo con la fe y la esperanza de ellos. No se olvida, es una cosa muy triste, que no puede uno enfocarse en otras cosas porque como quiera uno trae el pensamiento en la cabeza, siempre se acuerda de ellos, como que uno no vive centrado en algo”, comentó Raúl Pérez.
La esperanza de poder localizar a sus desaparecidos no sólo los tiene despiertos, también en los sueños la escena de que regresarán se dibuja en la mente de Hugo Coronilla, primo de uno de los ausentes.
“Yo todavía pienso que están vivos. Es más los he sonado a ellos, sueño que llegan y que andan aquí conmigo. Para mí todavía no están muertos, para mí todavía están bien”, expresó confiado Hugo.
Dicen que la esperanza muere al último y en San Luis de la Paz la esperanza es lo único que mantiene con vida a muchos.
A casi cuatro años de la partida de 23 pobladores, nada ha cambiado en ese municipio de Guanajuato y lo único que esperan los familiares de los desaparecidos es que la sociedad no cometa el mismo error de las autoridades y olvide a sus seres queridos.
Por eso, los afectados no se despiden con un “hasta luego” sino con un “nunca nos olviden”.
‘Las Fosas’, Selección Oficial en Festival de Nueva York
Por Gerardo Ramos Minor
El documental de Hora Cero “Las Fosas”, que cuenta el peregrinar de las familias de 23 hombres originarios de San Luis de la Paz, Guanajuato, quienes desaparecieron en su ruta a la frontera con Estados Unidos, fue seleccionado para participar en las proyecciones de Otoño del Festival NewFilmakers de Nueva York.
El trabajo fílmico, de 66 minutos de duración, fue la presentación principal del ciclo de proyecciones del 15 de octubre en el Teatro Deren de la ciudad de Nueva York.
Este trabajo cuenta una historia que inició en marzo de 2011, cuando 23 hombres originarios de Guanajuato, viajaron con destino a la frontera de Estados Unidos, pero en alguna parte de su viaje desaparecieron sin dejar rastro.
Fue entonces cuando sus familiares comenzaron un largo peregrinar para tratar de encontrarlos. Cuatro hombres y cuatro mujeres se trasladaron miles de kilómetros de Guanajuato a Tamaulipas y la Ciudad de México, sin más equipaje que sus esperanzas y sueños.
‘Las Fosas’ es una historia que el gobierno mexicano no quería que la gente conociera, es la historia de cómo miles de familias sufren cada día, esperando el regreso de sus seres queridos.
Este trabajo cuenta con la participación de Heriberto Deándar Robinson como productor ejecutivo; Héctor Hugo Jiménez como director; Gerardo Ramos Minor como asistente de dirección; Emanuel Coronado como editor; Paola Almaraz, Andrea Jiménez y Emanuel Suárez como reporteros.
La música original fue realizada por la reynosense Perla Ramos, mientras que la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la UANL y Hora Cero Films son los productores asociados.
Otros de los proyectos realizados por Hora Cero Films son ‘Una Ruta Nada Santa’ (Selección Oficial en el Festival de Cine de Oaxaca), ‘Con las Manos Vacías’, ‘Un Cantante con Sangre Mexicana’ y ‘Plataforma Bicentenario. El Coloso del Mar’.