“El agua reclama lo que es suyo”, es una frase trillada que todos utilizan cuando vienen las inundaciones, pero parece que las amargas experiencias que históricamente nos ha dejado la lluvia han hecho reflexionar respecto a la necesidad de respetar la naturaleza.
Aún siguen vivos en la mente de los nuevoleoneses los recuerdos de las embravecidas aguas del río Santa Catarina arrasando todo a su paso; los puentes caídos, las calles y avenidas destruidas y los objetos que por muy fuertes que parecieran, eran endebles ante la furia del río que tomó su vocación: transportar agua.
Hoy, 20 años después, los avances en proyectos urbanísticos y el reacomodo de la mancha urbana han convertido a Monterrey en una plancha de concreto que le ha quitado el cauce a sus ríos y arroyos.
Sin embargo, bien dicen que la naturaleza es sabia, y a pesar de que sus caminos han sido modificados, no tarda en encontrarlos, tal y como ya lo ha hecho en otras ocasiones.
Históricamente el río que divide nuestra área metropolitana y que nace en la Sierra Madre, ha resguardado los torrentes de agua que han inundado parte de la zona metropolitana desde 1604 hasta 1988, pasando de siglo en siglo sin fallar.
El texto “Panorama Histórico de Nuestro Pueblo Santa Catarina, Nuevo León”, de Antonio Guerrero Aguilar, cronista de dicho municipio, lo explica a detalle.
El historiador dice que existen documentos que señalan en diferentes épocas cómo el río Santa Catarina ha sido punto de atención a lo largo del tiempo.
“En 1919, cuando ocurrió el milagro de la Purísima, se dice que llovió 40 días y 40 noches, hasta que una india tlaxcalteca llamada Antonia agarró a una virgen chiquita y tocó las aguas del río y estas se calmaron”, expresó Guerrero Aguilar.
Posteriormente el agua vuleve a emerger en un lugar que era conocido como Morteros, donde hoy están las avenidas de Morones Prieto y Gonzalitos.
“El agua todavía está ahí, a partir de Gonzalitos hasta Guadalupe ustedes podrán ver que hay riachuelos que emergen de vez en cuando, son escurrimientos naturales”, subrayó el cronista.
El estar ubicados en medio de montañas, nos hace un recolector natural de todo lo que hay a nuestro alrededor, las aguas del río Santa Catarina se van formando a través de los deshielos que se dan en la sierra de Arteaga, además de que profundamente, hay corrientes de agua.
“Estamos debajo del mar, hay mantos freáticos muy antiguos que se dieron cuenta cuando iban a hacer una presa como la Rompepicos –antes de lo que hoy es la explanada de la Huasteca–, pero se dieron cuenta que por la fuerza podía romperse y provocar una inundación peor, entonces decidieron que lo más idóneo era hacer pozos profundos y filtrar el agua.
“El río Santa Catarina es un afluente del San Juan y allá en las adjuntas Cadereyta, se junta el río San Juan y todo termina en el río Bravo”, mencionó.
De esta forma, no resulta descabellada la idea de volver a ver las aguas embravecidas circulando por el río Santa Catarina.
“Las estadísticas nos dicen que cada 20 ó 30 años esto se inunda, se nos olvida que el río es un paso natural, toda la zona metropolitana es un cuenca hidrológica, son cañones entre la Sierra de las Mitras, la Sierra Madre y la Sierra de la Silla, todos los arroyos y todos los canales fueron taponeados para hacer la ciudad.
“Todo lo que llueve en el cerro de las Mitras viene a caer en el arroyo el obispo y juntándose con el río Santa Catarina es completa destrucción, dicen que la cortina Rompepicos va a detener el agua, pero lo que va a crear es un tapón”, explicó.
Guerrero Aguilar menciona que hace 25 años el historiador José Saldaña dijo:
“No construyan nada en el río Santa Catarina porque es muy peligroso, el río despierta”, y aunque el cronista no debe ser profeta, se cumplió.
“Ahí es donde la historia sirve, pero desgraciadamente no aprendemos del pasado, ya no están los juegos infantiles Manzo, pero ahora hay pistas de carrera, golf y canchas deportivas”, expresó con cierta resignación el escritor.
Ciudades europeas han dado muestra de lo que es tener respeto a la naturaleza, cuidando los ríos y utilizándolos como punto de comunicación y sobrevivencia, mientras tanto, al menos en Nuevo León, hemos querido despistarlos colocando concreto.
La historia dice que el río puede despertar… ¿tardará mucho en hacerlo?
GILBERTO EN NUMEROS
:: Comenzó como una tormenta tropical en el Atlántico. Fue el 12 de septiembre de 1988.
:: Era el tercer huracán de la temporada en el Atlántico. Las cálidas aguas del Mar Caribe lo fortalecieron. Llegó a categoría 3, con esa fuerza golpeó Haití, Jamaica e Islas Caimán.
:: Dos días después, el 14 de septiembre de 1988, el huracán, de categoría 5 con vientos de 270 kilómetros por hora, se enfiló sobre la península de Yucatán. Cancún era el punto de colisión.
:: Durante ocho horas, “Gilberto” golpeó con toda su fuerza. Cerca de 5 mil personas resultaron damnificadas.
:: El 17 de septiembre “Gilberto” culminó su recorrido en el Cerro de la Silla, justo sobre la zona metropolitana de Monterrey: una región donde los huracanes nunca llegan.
:: El río Santa Catarina, que atraviesa la capital noeleonesa, y otros ríos se desbordaron.
:: Dejó pérdidas de 880 millones de pesos en México.
:: Fueron cinco días de tormenta. Cinco naciones afectadas en las que 316 personas perdieron la vida.