
Al sureste de Puerto Progreso y a 36 kilómetros de la capital de Yucatán, se sitúa un espectacular paraje que cada año atrae a miles de personas, pues se puede convivir con la vegetación y la fauna silvestre de una manera muy especial, sin tener que desembolsar mucho dinero.
La cuota de recuperación –de 20 pesos para adultos y 10 en niños– es un regalo comparado a lo que los visitantes de la reserva ecológica de El Corchito adquieren al disfrutar de sus bellezas y fascinates paisajes.
Además, aquí es muy sencillo olvidarse de la intranquilidad y el bullicio de las grandes ciudades, aunque con la ventaja de que se puede captar señal satelital y estar comunicado.
El acceso a este manglar es en barca, la cual debe abordarse en un atracadero localizado al final de la Pista Internacional de Remo y Canotaje, para posteriormente cruzar un canal de unos 180 metros que da entrada a un pasadizo rodeado de tupidos árboles. Es como adentrarse a un submundo tropical que hace del parque un espacio misterioso y encantador a la vez.
Debido a que éste se localiza en una ciénaga, es posible observar una amplia variedad de plantas y aves, como flamencos y gaviotas; además se puede nadar en sus cenotes, los cuales conectan ríos de agua dulce a la superficie.
Sin embargo, para convertir El Corchito en lo que es hoy en día (un importante sitio turístico de la Península de Yucatán), ha sido necesario invertir muchos años de esfuerzo por parte de un grupo de marineros, quienes –a comienzos de la década de los 90– encontraron en este lugar una oportunidad potencial para trabajar en temporadas que no hay pesca.
Es decir que, el parque no se encuentra protegido de manera oficial por las autoridades, sino que es cuidado y promovido por una cooperativa compuesta por 12 personas.
Según explica su administrador, José María Palomo, la reserva es tan basta que no opera en toda su capacidad.
De hecho, de 10 cenotes costeros que se tienen registrados, solamente cuatro están abiertos al público. Los demás se siguen preparando para abrirlos en el futuro.
Explica: “Este es un parque ecológico nacional. Eso quiere decir que es propiedad de todos los mexicanos. En esta época de vacaciones viene mucha gente, afortunadamente recibimos padres de familia, niños y familias completas; turismo extranjero y nacional.
“Hemos estado trabajando e investigando los recursos naturales que se tienen. Se necesita de un esfuerzo más para hacer los caminos y que tengamos los 10 cenotes completos. Incluso dos de ellos no son caminos, sino canales para navegar”.
SUPERFICIE PLANA
Don José, como es conocido este pescador, detalla que en esta zona de Yucatán no hay montañas y por ende el agua procede de debajo de la tierra, por lo tanto es dulce, cuenta con 24 grados de temperatura y 4.5 grados de densidad, completamente sin sales.
“El concepto de cenote costero es parecido a los que vemos en la televisión, donde las personas se bajan en unas escaleras de piedra para llegar al agua.
“El cenote costero está inundado porque se encuentra cerca del mar y en el techo del mismo hay un agujero. El agua no se derrama, sino que sube, haciendo el efecto contrario de la gravedad, a lo que nosotros llamamos ojo de agua. También se le dice cenote, los dos conceptos son correctos. Se alimentan por ríos subterráneos que vienen del centro de la Península buscando salir al mar”, indica.
Cabe mencionar que en la reserva ecológica no siempre se mantiene el mismo nivel de agua, pero este fenómeno no provoca afectaciones a su infraestructura.
“Esta sube y baja de acuerdo con el efecto de la luna y cuando se posa hacia un lado el agua sale, mientras que cuando hay luna nueva ésta regresa; una luna llena completamente a las 6:00 de la tarde hace que el agua suba, es un efecto muy natural, pero este lugar funciona de una manera normal, porque el agua, cuando alcanza a su más alto nivel, no llega a inundarlo”, asegura.
En tanto, los baños que se encuentran en el manglar funcionan bajo un sistema de fabricación alemán denominado hidrodigestor. Los desechos se procesan por medio de unos filtros y cuando salen para desecharse están convertidos en agua ya tratada.
En cuanto a los animales mamíferos que aquí pueden encontrarse están el mapache, el venado, el tejón, los jabalíes, el oso hormiguero y otros más. En ocasiones la gente puede alimentarlos, convirtiendo su visita en una grata experiencia.
“Aparte hay reptiles como el lagarto moreletii, que es manso; la boa, culebras de manglar, que también son inofensivas y otros tipos de lagartijas. Además, existen variadas especies de pájaros, es por eso que vienen muchos turistas de Estados Unidos, Canadá e incluso, Inglaterra para conocerlos”, agrega.
La mejor hora para ver a las aves es por las mañanas y tardes, pero hay que extremar los cuidados, porque si hay mucha gente se espantan con facilidad.
TRABAJO CON VISION Y UNIDAD
No es difícil notar que don José ama este sitio, pues en sus rincones ha permanecido muchas horas no solamente para que luzca limpio y bonito, sino para que otras personas lo disfruten y conozcan. Al igual que él, sus colegas han sacrificado gran parte de su tiempo en cuidarlo.
“La cooperativa es un grupo de pescadores ribereños que caña año se enfrentan a problemas naturales, con la llegada de fenómenos como la marea roja o los nortes, los cuales representan espacios inactivos que hacen que estemos hasta dos meses sin poder emplearnos.
“La idea es que ese tiempo lo podamos utilizar en otra actividad, sobre todo las personas que ya tienen más años en esto, es por eso que nos dimos a la tarea de fomentar el ecoturismo como fuente de trabajo alterna a la pesca, que ya está muy saturada”, afirma.
Los precios accesibles de El Corchito obedecen, según el entrevistado, a que se busca no perder el enfoque social.
“Por eso el cobro es muy módico. Un padre de familia común, trabajador de la zona puede pagar 20 pesos con sus niños, pero si le subimos le va a dañar su economía.
“Aquel que viene en crucero puede pagar más, pero estamos defendiendo al que tiene que pagar menos. Son 20 pesos por adulto y 10 por niño”, aclara.
Es válido decir que a parte de las 12 personas que trabajan de base en este lugar se generan más empleos indirectos. El Ayuntamiento de Progreso se ha encargado de captar turismo y las agencias de viaje también.
No obstante, la ayuda a este parque nacional es insuficiente para poderlo explotar sin que esto represente un riesgo para el ecosistema, el sustento de los pescadores y el bolsillo de los visitantes.
Incluso, existe cierto temor de sus guardianes de algún día ser desalojados por otros intereses.
“Sentimos que hace falta más apoyo en el área administrativa por parte de la Secretaría de Medio Ambiente (Semarnat). No es posible que nos dé un trabajo enorme conseguir un permiso federal para tener la seguridad de que no nos van a quitar de aquí después de haber trabajado 20 años.
“Entonces, no sentimos seguridad para el gran esfuerzo que ya hicimos”, dice.
Mientras tanto, don José y sus amigos seguirán luchando para que este bello espacio siga siendo uno de los favoritos del público en el sureste del país y que más personas aprendan a convivir con la naturaleza de una manera más cercana.