
Por Paola Almaraz Ochoa y Arely Ramos
Islas Canarias, España
Hace cuatro años Anabel Rocha García, residente de Reynosa, Tamaulipas en México y Víctor Oliver Ríos Viera, nacido en Las Palmas de Gran Canaria, Islas Canarias en España, se conocieron mediante un juego en línea de cartas llamado “Texas HoldEm Poker”.
“La bendita tecnología que me unió al amor de mi vida. Iniciamos comunicación en marzo del 2011, recuerdo que fue en un tiempo que me dio la locura de aprender a jugar póker, investigué y leí para prepararme con el objetivo de lanzarme a la práctica y en ese juego nos contactamos”, compartió Anabel.
La joven recordó que pasaba horas por la noche tratando de aprender a jugar y fue donde encontró a Oliver, ya que en esa página tiene la opción de hacer amigos y hablar por mensajes mientras participas.
“Tanto tiempo pasábamos en nuestro hobby que después de varios días era divertido competir para ver quién ganaba más fichas en las mesas. Fue el 15 de mayo del 2011 -recuerdo exactamente el día-, que nos vimos por primera vez vía Skype. La verdad que al iniciar la charla no me imaginaba que dos horas después me sentiría algo ‘rara’ y menos que ese día cambiaría mi vida por completo ya que 4 años más tarde seria mi esposo y el padre de mis hijos”, refirió.
Más de ocho mil kilómetros de distancia los separaban, pero las charlas por vía Skype se fueron alargando y la amistad fue creciendo para convertirse en una relación de noviazgo virtual.
“Me acompañaba por horas a la distancia al grado de quedarse dormido frente a la cámara. En ese entonces para mi eran las 8 o 10 de la noche, obviamente después de terminar mi trabajo era buena la hora para empezar a hablar, pero para él ya era de madrugada por la diferencia de horarios.
“Pasan las horas y hablábamos de todo, pero también soñábamos mucho. Nos imaginábamos estando juntos, no obstante la distancia empezaba a pesar y la relación virtual empezaba a enfriarse por lo que dejamos de luchar cortando la comunicación por más de cinco meses”, mencionó.
Este distanciamiento provocó que Anabel haya decidido no intentar conocer personalmente a su amigo, no obstante por su profesión de reportera, haya hecho un viaje a Marruecos para asistir a una convención internacional de periodistas.
“Quién lo diría, era la primera vez que estaba tan cerca de él, pero al perder la comunicación por un tiempo también se fue la ocasión de vernos”, recordó.
Luego de medio año reiniciaron las conversaciones y era tanto su deseo de estar juntos a pesar de la distancia, que reanudaron su relación pero esta vez el plan fue más serio.
“Queríamos vernos de una vez por todas para hacer realidad esa relación a distancia. Aunque implicara arriesgarnos, había ese click entre los dos por lo que teníamos que ir hacia adelante para unirnos y no separarnos jamás. Así decíamos, claro que ahora me suena a cuento de locos pero eso fue justo lo que sucedió”, compartió.
En septiembre de 2012, Oliver, viajó de las Islas Canarias a la Ciudad de México para después de un año con seis meses conocer a quien ahora es su esposa.
Anabel se trasladó de Reynosa al Aeropuerto Internacional “Benito Juárez” para por fin ver en persona al hombre que se ha convertido en el amor de su vida.
“Fue de los últimos en salir del anden, mientras que yo me moría de nervios porque todo mundo llegaba menos él. Obviamente tenía sentimientos encontrados, temía no sentir nada al verlo, pero al observarlo a lo lejos fue como si ya nos conociéramos y estuviera regresando de viaje. Mi tensión desapareció al hablarnos, reírnos e hicirnos bromas. Le decía que si no venía en ese avión y resultaba que era una mentira iba a agarrar a otro pasajero de los que llegaban para no regresar a Reynosa con las manos vacías.
“Desde el primer momento lo supimos, después de tantas horas, días y meses de hablar a través de una pantalla ahora era realidad. Nos temblaban las manos, pero vernos y conversar frente a frente era mejor de lo que habíamos pensado. Por fin podíamos caminar, comer juntos, tomarnos las manos y darnos nuestro primer beso”, relató.
El convivir, por fin, frente a frente convirtió la visita de Oliver de tres meses a seis meses en Reynosa.
“Mi familia y la suya estaban sorprendidas, si bien ya habíamos conversado muchas veces y me había presentado a la mayoría de ellos, el verlo arriesgarse y viajar a México les parecía increíble”, recordó.
Sin pensarlo más tiempo, Oliver y Anabel decidieron casarse en Reynosa para iniciar una vida juntos y planear su futuro.
“Todo pasa cuando tiene que pasar, ni antes ni después. La boda express les sorprendió mucho más, pero nuestras familias sabían que teníamos decidido avanzar sin perder más tiempo y que queríamos estar juntos, formar la familia que infinidad de veces habíamos hablado y esperar ya no era opción”, relató.
Esta pareja que fue unida por un juego de azar en línea los unió, y como en toda competencia se arriesgaron con la firme idea de ganar.
“Tuvimos suerte de encontrarnos en ese juego, pero más suerte en arriesgarlo todo y logramos que nuestra aventura valiera la pena”, mencionó.
Después de unos meses Anabel y Oliver se mudaron a Las Palmas de Gran Canaria de España donde han logrado conformar su familia con dos hijos: Raúl de dos años y Miranda de ocho meses.
“Si bien como en cualquier matrimonio se tienen sus diferencias, algunas veces pesa el cambio de culturas, dejar mi profesión y adaptarme a otro país. Afortunadamente en este lugar tienen un gran cariño por los mexicanos y es algo que me sorprende gratamente. Es cierto que extraño a mi familia, amigos, trabajo y todo lo que sólo mi país me puede dar pero ha valido el esfuerzo por que hoy tengo la familia que siempre soñé”, dijo.
Y añadió: “No sé si después de varios años la comunicación por Internet ha cambiado o hacen mal uso de ella, no sé si hoy en día me arriesgaría a hablar con un desconocido. Nosotros tuvimos suerte de ser personas sinceras y honestas, por ello ahora somos una familia”.
Algunas noches cuando sus niños se duermen, Oliver y Anabel, hacen una partida de póker para recordar como se unieron sus vidas mediante un juego de azar.
“Hay quienes dicen sólo basta que dos personas abran sus corazones y muestren sus sentimientos para que las probabilidades de que surja el amor se multipliquen ya sea cerca o a miles de kilómetros. Nosotros somos una prueba de que esta fórmula es infalible”, concluyó.
Se vieron cinco veces
Gante, Belgica
Un océano los separaba; siete horas de diferencia los mantenían en distintas zonas horarias pero el Internet -a través de las redes sociales-, les permitieron romper la barrera de la distancia.
La computadora y el celular fueron los medios con los que durante once meses, Julio Eduardo Tristán Posada y Arely Elizabeth Ramos Flores se veían y escuchaban.
Facebook, Skype y el Whatsapp fueron los testigos de una historia de amor, que sin haberla buscado, se empezó a escribir.
Fue el 3 de mayo de 2014, durante la boda del hermano de Julio, cuando este joven vio por primera vez a quien se convertiría en su esposa.
El viajó a Monclova, Coahuila procedente de Gante, Bélgica -donde reside- para acompañar a su hermano en esta fecha. Ella viajó de Monterrey, Nuevo León, para estar con su amiga en un momento tan importante.
“Al llegar al lugar de la ceremonia y entre tantos invitados vi a un chico alto y moreno que me impactó. Su sonrisa y la elegancia con que portaba el smoking; me tenía hechizada”, recordó Arely.
“Yo vi pasar a dos muchachas con una señora y la chica con el vestido rojo (Arely) me llamó la atención. Su intensa mirada y caminar inigualable me cautivaron”, expresó Julio.
Tras ese fugaz encuentro cada quien tomó su rumbo. Ella fue con sus amigas a la mesa que le asignaron y él coordinaba los detalles de la recepción.
La fiesta continuó. Durante el resto de la noche sólo hablaron una vez y fue un encuentro inesperado, ya que mientras ella esperaba a que una amiga saliera del tocador, él se le acercó.
La conversación fue breve porque de pronto Arely, entusiasta, atendió al llamado para la “víbora de la mar”. Después de ese momento no volvieron a tener ningún acercamiento pues la fiesta terminó.
“Algo tan simple como un cruce de miradas y palabras cambió nuestras vidas para siempre”, aseguró Arely, al resumir lo que fue el inicio de su relación.
Al día siguiente, durante la “tornaboda”, la futura pareja volvió a encontrarse.
“Mi estancia en la reunión se extendió más de lo planeado; compartimos mesa junto a unos amigos, comimos, cantamos con el mariachi y charlamos por largo tiempo”, expresó Arely.
“Fue una plática muy amena en la que hablamos de su posible visita a Bélgica- dónde yo vivo- y le dije que si me confirmaba su ida, yo pedía vacaciones para pasarla con ella”, dijo Julio.
Ante el interés que se dejó entrever por ambos durante la conversación, decidieron agregarse en Facebook para seguir en contacto.
AMOR A TRAVES DE LA PANTALLA
“Yo no pensé que siguiéramos en comunicación, pero esa misma noche, llegó el primer mensaje por Facebook. ‘¿Cómo les fue de viaje?’, me preguntó Julio”, recordó Arely.
A partir de entonces la pareja siguió en contacto por Facebook. Quedaron de verse en cuanto él llegara a Monterrey, ya que de ahí tomaría su vuelo a Bélgica. El jueves por la noche se vieron por segunda vez.
“Yo estaba muy nerviosa, literal, sentí mariposas en el estómago, pero traté de disimularlo en cuanto lo tuve frente a mí. Al principio los dos nos mostramos tímidos pero poco a poco eso quedó atrás”, indicó Arely.
“Comenzamos a platicar de nuestros hobbys, la familia, el trabajo, perfil para el chico o chica ideal y poco a poco fue creciendo el interés del uno por el otro”, dijo ella.
Las horas pasaron rápido y llegó el momento de despedirse. El viernes Julio tomaría su vuelo de regreso a Europa.
Aquella despedida fue en vano. En cuánto llegó a Gante Julio le escribió a Arely para pedirle que se vieran por Skype. “Ya no era suficiente leernos, necesitábamos vernos y oírnos”, argumentó él.
Comenzaron sus citas virtuales y esa herramienta tecnológica se volvió su intermediario durante los primeros cinco meses.
“A las 5:00 horas- tiempo de Bélgica- y 22:00 horas -tiempo de México- nos veíamos casi todos los días. Era interesante y emocionante conocernos poco a poco”, evocó Arely.
Al paso de un mes se hicieron novios y le apostaron a la relación a distancia.
“La honestidad -acordamos- sería el soporte principal y así lo demostramos día con día”, agregó Julio.
“Mientras él desayunaba, yo cenaba. Mientras él se alistaba para ir al trabajo, conversábamos de cómo fue nuestro día. Los fines de semana veíamos películas juntos o nos presentábamos a los amigos y familiares en alguna reunión”, detalló.
“Nunca voy a olvidar la serenata que me dió. Nos conectamos por Skype y en cuanto apareció en la pantalla me dijo que lo esperara un momento y vaya sorpresa, comenzó a cantarme canciones de rondalla con una guitarra”, describió Arely.
“En general -intervino él- conocimos el lugar donde vivíamos, nos fuimos familiarizando con nuestros entornos y forma de vida”.
“Tengo la certeza que el amor, la paciencia, la creatividad, la honestidad y la confianza, fueron los aspectos fundamentales para que la relación perdurara al paso de los meses”, aseveró ella.
En octubre de 2014 Arely viajó a Bélgica dónde se reencontraría con Julio por tercera vez.
Recordó que durante las 17 horas del viaje, los nervios se apoderaron de ella debido a la incertidumbre de cómo sería todo, pero prefirió dejar que las cosas fluyeran.
Después de cinco meses de verse por Skype, los novios finalmente tuvieron la oportunidad de convivir sin ningún intermediario.
De hecho, Arely indicó que este viaje fue muy especial.
“Durante mi estancia aprovechamos para viajar a París con motivo de mi cumpleaños y aquella conversación que algún día tuvimos sobre si nos casábamos, empezó a tomar forma”.
“En medio de mi festejo y mientras pasábamos por el Puente de las Artes de pronto Julio se arrodilló. Me entregó el anillo y me pidió matrimonio de la manera más romántica. No me lo esperaba pero tras asimilar la sorpresa, le dije que sí”, contó.
Tras 10 días de convivencia, Arely regresó a México. En cuanto se reunió con su familia, encendió la computadora y Skype fue el medio por el que anunciaron su compromiso a la familia.
“Les cayó como un balde de agua fría porque no creían posible que nos hubiéramos enamorado por Internet y tras vernos sólo cuatro veces, pero finalmente respetaron nuestra decisión y nos apoyaron en todo”, manifestó la pareja.
De inmediato iniciaron la organización de la boda y fijaron el 11 de abril de 2015 como la fecha.
UNA BODA POR SKYPE
Skype continuó como el medio de comunicación entre ese futuro matrimonio.
“Durante mis idas a Coahuila visité salones de eventos, florerías, iglesias, el Registro Civil para preguntar presupuestos y le enviaba o mostraba los lugares a Julio; siempre lo mantuve al tanto”, expuso Arely.
Por su parte, Julio refirió: “me causaba impotencia saber que no podía acompañarla pero fue una etapa muy bonita”.
Para ninguno de los dos fue fácil estar al día con los preparativos porque no estaban en el lugar donde sería el evento.
Poco a poco eligieron las cosas y con la ayuda de sus madres -a quienes también contactaron por Skype-, se hicieron los trámites para separar el servicio de los proveedores.
La tradicional pedida de mano no podía quedar fuera de esta historia, pues aunque Julio y su familia tienen 15 años viviendo en Bélgica, no han olvidado las costumbres mexicanas.
“En diciembre mi madre viajó para pedir la mano de mi prometida y aunque yo no estuve presente, me conecté por Skype para darle formalidad al trámite”, explicó Julio.
“Mi familia se negó en un principio a que fuera de esa manera, no daban crédito pero no había de otra y accedieron. Fue algo raro pero muy emotivo y no por eso dejó de ser un momento especial”, comentó Arely.
“En casa recibimos a mi nueva familia con una comida; hubo brindis y todos vestimos had doc al momento. Hubo aplausos, lágrimas y mensajes de nuestros respectivos padres y familiares”, puntualizó.
Durante los cuatro meses previos a la boda, los momentos de estrés parecían superar al romanticismo, sin embargo la pareja comprendió que esto era normal cuando se planeaba una boda, y más en condiciones tan especiales como éstas.
“El hecho de que estuviéramos a miles de kilómetros de distancia no impedía que viviéramos esos momentos de preocupación con el fin de no olvidar algún detalle” coincidieron.
El tiempo transcurrió más rápido y 15 días antes de la boda, Julio llegó a Coahuila. La familia de Arely y Julio se conocieron en persona. Finalmente, juntos, ultimaron los detalles de la boda.
Tras once meses de relación virtual, el quinto encuentro de la pareja fue para sellar su amor ante Dios y la ley.
Vencer el miedo
Madrid, España
Mayra García radicaba en Reynosa y para matar el tiempo ingresaba a una página de Internet que permite calificar las fotografías de varias personas.
Para su sorpresa, un día en la pantalla de su computadora apareció la imagen de un joven de nombre Jaime Ortiz de origen español y quien años después se convertiría en su marido.
“Cuando estaba aburrida me metía a ese portal, después de varias visitas me apareció su fotografía y aunque no es un galán, me llamó la atención su sonrisa. Pensé que el dueño de tan inocente sonrisa debía ser un buen chico así que le di la más alta calificación. Inmediatamente me apareció una pregunta en la pantalla: ¿deseas conocerlo? y acepté. A partir de ahí me cambió la vida”, relató.
Mayra y Jaime inmediatamente hicieron “click” comenzaron una amistad virtual. Entre charlas y juegos cibernéticos durante dos años se fueron conociendo a distancia.
“Los dos sabíamos que cualquier cosa que nos imagináramos sería imposible. Además en ese entonces ambos teníamos compromisos de noviazgo pero la amistad continuó”, recordó.
Meses más tarde cambió su residencia a Tánger, Marruecos por su trabajo lo que generó cierta complicación para seguirse comunicando y se dejaron de contactar un tiempo.
“Cuando regresó a Madrid, España me buscó de nuevo y empezamos un noviazgo en el 2010 mediante las redes cibernéticas de Hotmail, Facebook, juegos en línea para tener distracciones en común e incluso vía telefónica. Todo servía para mantener nuestra ilusión de que algún día cuando fuésemos ricos nos íbamos a conocer”, compartió.
Mayra recordó que la comunicación virtual provocó que sus sentimientos crecieran, por lo que llegaron a la conclusión de que tenían destinado un futuro juntos por lo que era necesario dar el siguiente paso.
“El me invitaba a Madrid y mis amigas decían: ‘No, que tal si pertenece a una banda de trata de mujeres y te está engañando’. Y por su lado sus amigos le decían: ‘No vayas a México, que tal si es una mentira y es un narcotraficante que te quiere secuestrar’. Por ambas partes había preocupación de la gente a nuestro alrededor pero no teníamos nada que esconder por lo que siempre que hablamos teníamos conversaciones por cámara web y eso generaba confianza”, relató.
Después de un tiempo, un buen amigo de su trabajo, de origen ecuatoriano, le aconsejó no tener miedo y venir de una vez por todas a México a conocerla.
“Se animó y comenzó hacer los trámites en su embajada, donde le entregaron una lista de ciudades que no tenía que pisar por ser consideradas peligrosas entre las que figuraba Reynosa. Le aconsejaron que llamase cada vez que cambiara de lugar para que supieran donde estaba, le pintaban un país altamente riesgoso pero aún así y sin conocer a nadie se animó a venir a mi
territorio”, recordó.
En mayo del 2011 visitó México por primera vez y por fin llegó el día de conocerse en persona para dejar de verse mediante una pantalla. Al momento sus sentimientos se desbordaron y reafirmaron que eran el uno para el otro. Ya en Reynosa conoció a la familia de Mayra y tuvo su primera mala experiencia con el picante, el calor, los mosquitos y además de las malas caras del suegro, pero pasó la prueba.
“Nuestra relación se formalizó con su visita y empezamos a planear nuestro futuro. En diciembre del 2011 fue mi turno y fui a España a conocer a su familia, amigos y vida. Todos me trataron muy bien afortunadamente. Los dos nos sentíamos a gusto por lo que decidimos no perder más tiempo y comenzar una vida juntos”, refirió.
Aunque para ambos fue complicado dar el paso, colocaron en la balanza los pros y los contras de cada país, desde condiciones laborales, sueldos, calidad de vida y México perdió en la evaluación.
Mayra y Jaime decidieron su
proyecto de vida y fue a finales del 2012 que ella se mudó a España, para casarse finalmente en el año 2013 en Chile.
“Me tocó a renunciar a mi trabajo, amigos, vida, familia y empezar de cero en un país lejano que aunque compartimos idioma, somos muy distintos. Reconozco que él hace todo lo posible por tenerme paciencia y levantar mi ánimo siempre, pero es una experiencia muy difícil, porque la distancia te muestra lo valioso que es tu hogar y lo lejos que te encuentras de tus padres para abrazarlos”, dijo con nostalgia.
A pesar de que Mayra disfruta mucho su relación y logró junto con Jaime hacer sus sueños realidad, se preocupa por sus padres, se hacen mayores y ella se encuentra lejos para cuidarlos.
“El mismo sentimiento comparto entre las mexicanas con las que me reúno aquí en Madrid. Su corazón está dividido entre su pareja y la familia que se ha quedado en México. Tengo una amiga de Monterrey que también se enamoró de un español, pero en su caso dice que es distinto ya que no le sobrevive familia y no tiene a quien extrañar del país”, señaló.
Mayra cuenta con el apoyo de su esposo y de sus padres. Su madre cada vez que la nota triste le dice que debe pensar en la nueva familia que está formando.
“No sé que sigue más adelante. No pienso en los cuentos de hadas y los ‘vivieron felices para siempre’, pero por lo pronto estoy segura que tener al lado al hombre que elegí a distancia, es una bendición y lo que necesita mi vida, mi carácter y mi paz. Es increíble lo que ha llegado a significar para mi en este tiempo y seguiremos juntos hasta dónde se pueda”, mencionó.
No obstante, es conocido que existen muchos beneficios pero también peligros al navegar en las redes, aunque el Internet acerca a las personas no es cien por ciento seguro saber quién se encuentra del otro lado de la pantalla.
“Lo que si quiero dejar bien claro es que no a todas nos va bien. El Internet puede ser un arma de dos filos si no se usa con las reservas adecuadas. Además que una relación a distancia termine en matrimonio es cuatro veces más difícil que un matrimonio normal con una relación de noviazgo cercana”, sentenció.
Difícil pero no imposible
Mediante un chat abierto inició el contacto de Norma Sánchez, nacida en Tamaulipas y Hugo Sepúlveda de la región del Maule-Chile, quienes al poco tiempo de conocerse se dieron cuenta que tenían muchas cosas en común por lo que decidieron continuar sus charlas en privado.
El le enviaba poemas de amor, que en un principio Norma creía le escribía inspirada en ella pero más tarde le confesó que eran letras de Gabriela Mistral, poetisa chilena.
No pasó mucho tiempo para que comenzaran a llamarse por teléfono e iniciar una relación a distancia y se enamoraran.
Tras un divorcio, él buscaba entablar una relación seria y formar una nueva familia, por lo que Hugo habló con su mamá, con quien vivía en ese entonces, y le comentó que sus planes eran viajar a México. Obviamente sus familiares no le creían hasta que vieron que había tramitado su pasaporte.
“Todo fue tan rápido que al mes y medio Hugo ya estaba viajando a México para reunirse conmigo y conocernos. Creo que no ha terminado de conocerme porque acá sigue”, compartió.
Sin embargo, al llegar a México
comenzó la odisea, ya que por el hecho de no conocer a nadie pasó por situaciones riesgosas. En la Ciudad de México le robaron su cartera con algunos documentos y como traía pocos recursos por economizar en el viaje tomó un autobús.
“En lugar de pedir el boleto a Ciudad Victoria, viajó a un pueblito con el mismo nombre en el Estado de México, de ahí tuvo que trasladarse San Luis de la Paz, Guanajuato, con la creencia de que se trataba de San Luis Potosí y finalmente logró enfilarse a Ciudad Victoria, donde residía en ese entonces”, relató.
Ya en la capital de Tamaulipas a lado de Norma decidieron vivir juntos y comenzar a conocerse para formar una familia.
“Como toda pareja hemos tenido altibajos, situaciones muy difíciles, pero que nos han unido más como familia, ya con dos hijos decidimos casarnos por la Iglesia hace seis años”, compartió.
Norma señaló que conforme pasa el tiempo y crecen las redes sociales mediante Internet son cada vez más las parejas que se conocen y se unen por una pantalla, aunque siempre tengan que arriesgarse, en un juego de azar.