La misión del obispo regiomontano, Gustavo Rodríguez, será atender uno de los problemas importantes en la frontera norte del país: la población migrante. El pasado 8 de octubre fue nombrado por el Papa Benedicto XVI como obispo de Nuevo Laredo y el próximo 19 de noviembre tomará protesta.
Su trabajo como obispo de esta zona norte, no sólo consistirá en apoyar a los migrantes con hospedaje y alimento, sino también tratará de influir, para convencerlos de que se queden en su país, también intercambiará su opinión con obispos de Estados Unidos.
“Creo que la cosa se agrava mucho más todavía, porque la crisis económica de Estados Unidos va a repercutir en México donde van a bajar los empleos, los salarios y aumentan más las posibilidades de que haya más gente desesperada de la pobreza y quiera salir de México y va a entrar a un país que no los quiere; que los está rechazando y que ya no ofrece las mismas posibilidades de trabajo”.
“Los obispos de Estados Unidos también están preocupados de que se respeten los derechos de los migrantes para que no sean vistos como criminales, sino como seres humanos, desesperados por un trabajo, porque llegan buscando trabajo y no el desorden”, sentencia.
Algunas de las ciudades donde trabajará serán Mier, Miguel Alemán, Nueva Guerrero, Bustamante, Lampazos y Villaldama, entre otros.
MOMENTO DE DUDA
“Mamá yo quiero saber qué se siente estar donde ellos están”, recuerda Rodríguez, cuando en el interior de una iglesia, obser-vaba a los monaguillos en la misa, desde muy pequeño la curiosidad lo llevó poco a poco a afirmar su vocación.
Después de ser monaguillo, el siguiente paso que dio fue el de Acólito (es un ministerio en la iglesia católica que consiste en ayudar al sacerdote en las misas y en las actividades que realice) y observando al sacerdote que oficiaba la misa, la pregunta llegó a su mente: “yo quiero saber qué se siente estar donde ellos están”.
A temprana edad sentía el gusto por involucrarse en la iglesia, era un niño tímido afuera de su casa, creativo y bromista. Gustaba formar títeres de cartón para dar funciones a los niños y hacer piñatas.
Sin embargo, el obispo Gustavo Rodríguez explica que hubo un momento en su vida en que sintió duda en su llamado, cuando participó en un concurso de canto.
“Tuve una época de duda vocacional, en el verano de 1967, cuando había un programa infantil, de televisión, en Monterrey; mi mamá quería que yo fuera a participar a los 12 años y yo no quería porque eso era para niños y yo ya me sentía grande pero pues me lo pidió un 10 de mayo y yo le dije que sí.
“Gané el concurso, formé parte de una obra de teatro infantil y muy emocionado iba a los ensayos del teatro y entraba a los programas de televisión cuando les faltaba algún concursante, me fui involucrando y bueno, dije que no, nada más en el sacerdocio se puede servir al Señor”, explica el regiomontano.
Después, el programa en el que entusiasmado participaba, se canceló y en ese momento se preguntaba ¿qué había pasado? Al bajar del camión se encontró al párroco de su iglesia y le preguntó por qué no había ido.
“Le dije al sacerdote que iba a ir, y después encontré la respuesta a mi pregunta: andaba en un lugar que no era el mío. Así que le dije al Señor que iba a acudir a la iglesia como un seminarista, aunque me faltaran tres años”, apunta el religioso.
“NO HAY QUINTO MALO”
Ser sacerdote no siempre fue del agrado de toda su familia, sobre todo de su padre (Manuel Rodríguez Mora), pero a pesar de todo su determinación no flaqueó y logró cumplir su deseo.
“Mi papá no estaba de acuerdo que entrara al Seminario, primero quería que estudiara la secundaria y yo quería entrar en ese momento (cuanto tenía 12 años) pero estaban pidiendo la secundaria para ingresar y tuve que esperar; cuando terminé la secundaria, ni le pregunté a papá y fui a hacer solo todos mis trámites.
“Entré al Seminario a los 15 años, ahí estudié la preparatoria y continué hasta los 25 años, cuando fue mi ordenación sacerdotal”, explica el obispo de 53 años.
Para Gustavo Rodríguez, quien nació en la colonia Independencia, una de sus frases favoritas es “No hay quinto malo”, y es que por coincidencia en su vida el número cinco, ha jugado un papel importante: Es el quinto hijo de su familia, el quinto obispo auxiliar en Monterrey y nació en 1955.
EGOISMO: ORIGEN DE LOS MALES
El obispo Gustavo Rodríguez lamenta que actualmente existen problemas como la inseguridad, narcotráfico y violencia intrafamiliar. Todo esto lo atribuye al egoísmo de la sociedad.
“Se ha incrementado en el mundo y en particular en México, la violencia ha dado cabida cada vez más a la corrupción, se ha dado cabida a que el crimen se fortalezca y parece que estamos dominados por los capos en las diferentes bandas.
“Creo que en el fondo, la razón es la materialización, el egoísmo es actuar pensando sólo en mí mismo y poniéndome en primer lugar, sobre todo y todas las cosas. En el afán de riquezas a como dé lugar se hace cualquier cosa, y se va haciendo a un lado las reglas morales”, sentencia el también licenciado en Doctrina y Etica Social de la Iglesia, de la Universidad Gregoriana, Roma, Italia.
Uno de los factores, que influye –señala el sacerdote–, es el sentido individualista que se interpreta de una mala manera y sólo se considera a la persona como la más importante; sin embargo, para Gustavo Rodríguez, en la medida que el hombre se considera en un ser para otro, es más humano.
Obispo Gustavo Rodríguez Vega
:: Nació el 7 de marzo de 1955, en Monterrey.
:: Prefecto de Disciplina del Seminario de Monterrey de 1980 a 1982.
:: Capellán de Religiosas desde 1980 hasta 1986.
:: Cursó la licenciatura de Doctrina y Ética Social de la Iglesia, en la Universidad Gregoriana, Roma, Italia. (1986-1989).
:: Director Académico del Centro de Formación Teológica y Pastoral de 1990 a 1994.
:: Encargado de la Parroquia de Jesús el Buen Pastor de 1992 a 1994.
:: Rector del Seminario de Monterrey de 1995 a 2001.
:: Nombrado obispo auxiliar de Monterrey, por el Papa Juan Pablo II, el 27 junio de 2001. Recibiendo la Ordenación Episcopal el 14 de agosto de 2001, de manos del Cardenal Adolfo Suárez Rivera.
:: Actualmente es el presidente de la Comisión Episcopal para la Pastoral Social (2007 hasta 2009).