
Cruzada la banda presidencial al pecho, sobre el saco, Enrique Peña Nieto camina en el pasillo central del salón de sesiones, y bajo el candil de potente iluminación abraza a Manlio Fabio Beltrones, celebra con él la realización de la ceremonia de su toma de posesión como nuevo presidente de la República.
–Salió muy bien– dice el jefe del Ejecutivo federal.
–Gracias por la confianza– contesta el coordinador de los diputados del Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Legisladores de izquierda gritan en repudio a Peña Nieto y los priistas alzan la voz para acallar las quejas.
Un cerco de legisladores –mujeres y varones del tricolor– ha tenido a raya a esa ala radical, con la misión de mantener control y orden.
Una larga manta negra con letras blancas y cruces (“Imposición consumada; México de luto”) fue colgada del muro lateral izquierdo, ante el fracaso del primer plan, que era desplegarla en la cabecera del presídium, sobre las banderas monumentales. Ese hubiera sido el fondo de la escena de Peña Nieto, la banda, Felipe Calderón de retirada, el PRI de vuelta.
Se ha cebado esa intentona, como también la de esparcir cenizas, como acto dramático de un grupo de legisladoras de los partidos de la Revolución Democrática (PRD), del Trabajo (PT) y Movimiento Ciudadano, conocidas como Las Plañideras. Ellas han cargado cruces, varias de ellas formadas con tubos. Arma blanca disfrazada de negro.
Diputadas priistas que se identifican con chalinas rojas tienen bloqueada la escalera de la tribuna del lado izquierdo. Legisladores del mismo partido, de corbata roja, completan la obstrucción.
José Manzur Quiroga, coordinador de la bancada mexiquense, y el diputado veracruzano Alejandro Montano, desde que abrió el salón, han ido de un lado a otro, y articulan en tiempo real la contraofensiva ante acciones del Movimiento Ciudadano y PT, principalmente.
Las cartulinas con leyendas del caso Monex; de denuncia por los muertos por violencia habidos en el sexenio; que señalan que Peña compró la Presidencia, estarán, sin embargo, en el lado izquierdo del salón de sesiones.
Ha habido, con todo, condiciones para el ingreso de Felipe Calderón al pleno de San Lázaro por la puerta grande. Pero saldrá por el costado derecho del recinto, rodeado de panistas.
Ha sido ruidoso el repudio del PRD, PT y Movimiento Ciudadano, y todavía no llega el ex presidente a la parte alta de la tribuna, donde entregará la banda que lleva puesta, como dicta la tradición, cuando aclaman la llegada de Enrique Peña. La política ficción es superada, otra vez, por la realidad: el PRI vuelve al poder, y están por llegar sus cinco minutos de ritual.
Los gritos por Calderón: “Felipe, Felipe”, “asesino, asesino”, se mezclan con las voces que despierta Peña; “¡Enrique! ¡Enrique! ¡Pre-si-den-te!”.
Y cuando el mandatario entrante se aproxima a la tribuna, vuelan papeles a semejanza de billetes. Es así como la senadora Layda Sansores (Movimiento Ciudadano), denuncia que la Presidencia fue comprada.
Esa es la alegoría mayor que se da en el salón. Mucho ruido, pero ningún empujón. Por eso el gusto de Peña.
CAMBIO DE BANDA
Jesús Murillo Karam, presidente del Congreso, conduce la sesión y le corresponde tomar la banda presidencial que se quita Calderón, no sin antes doblarla y besarla para luego entregarla.
El nuevo presidente vive el leve enredo de acomodarla. Su jefe de Estado Mayor, Roberto Miranda Moreno, lo apoya en ese acto de confección.
Son testigos del rito sexenal, uno que se quedó en el camino, Ernesto Cordero, del Partido Acción Nacional (PAN), presidente del Senado, y Francisco Arroyo (PRI), quien se perfila como presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados.
Otro testigo de este rito, de estridencias y aclamaciones es el jefe del Estado Mayor Presidencial de Calderón, Jesús Castillo, quien hace seis años vivió una estancia en tribuna caótica y violenta. Hoy es de orden y control.
En el vestíbulo de la Cámara de Diputados presencian la salida del presidente cientos de periodistas y decenas de comentaristas de televisión.
Esa retirada hacia la realidad, como no se había hecho desde hace siete años, cuando el Congreso dio portazo a Vicente Fox en su último informe, es registrada por una batería de equipos de video y foto, como antes no hubo en San Lázaro.
Enrique Peña Nieto va a Palacio Nacional, donde toma protesta a su gabinete. Hay una sonrisa tan grande que sale de cuadro: la de Emilio Chuayffet, titular de Educación, aunque ello lo enfrente con la lideresa ex priista, Elba Esther Gordillo, antagonista de peleas muy anteriores.
En el Patio Central de Palacio Nacional están reunidos los invitados.
En primera fila, el Príncipe de Asturias. Las hijas de Peña lo saludan.
El heredero del reino de España se levanta, da la mano, se sienta de nuevo, cuando las jovencitas todavía hablan con él y con el vice presidente de Estados Unidos, Joe Biden.
También está Josefina Vázquez Mota, vestida de traje sastre blanco. Reaparece con sonrisa amplia. Contendió en la elección presidencial que ganó Peña, y allí está, en la ceremonia en Palacio Nacional, en el primer mensaje del vencedor. Ello no ocurrió antes, con Francisco Labastida y Roberto Madrazo. Cuidados presidenciales en busca de sumar fuerzas.
Cristina Díaz, quien también viste de blanco, vuelve a ser responsable de la presidencia del PRI, por unos días, en tanto se designa sucesor de Pedro Joaquín Codwell. Tiene a su vez la tarea de procesar el dictamen de los cambios a secretarías en el gabinete, atorado en el Senado. Efectos de los triunfos de poder: más trabajo.
Está satisfecha de las trece medidas de gobierno anunciadas por el presidente.
Peña Nieto, ya pasado el rito de la protesta, frente al enfado y la aclamación del Congreso, se dirige al Campo Marte y recibe las manifestaciones de lealtad de las Fuerzas Armadas de México.
Campo Marte, que ha sido escenario para exequias de Estado, por la muerte de secretarios de Gobernación, ahora es un reducto militar en el Paseo de la Reforma, para que destacamentos castrenses simbolicen la subordinación a Peña Nieto, quien desde este sábado y hasta el fin de su mandato tendrá un edecán militar pasos adelante y otro a su espalda.
Ese acto simbólico tiene enemigo a la vista, y es el crimen organizado, uno de los desafíos mayores del Estado.
Así ocurre el primer día de la vuelta del PRI al poder presidencial, con escenas que rebasan la política ficción.
VANDALISMO FUE PLANEADO: PGJDF
Existió premeditación, un plan para “realizar actos violentos y atacar la paz pública de la ciudad”, confirmó Jesús Rodríguez Almeida, titular de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (Pgjdf), sobre el vandalismo que protagonizaron jóvenes que se presume son afiliados a grupos anarquistas y al Movimiento Yo Soy 132. Las evidencias, dijo, son las bombas “molotov”, cilindros de gas y una granada de fragmentación decomisadas.
A partir de que se cotejen los videos y fotografías tomadas durante los disturbios, se definirá este lunes la situación jurídica de 96 detenidos –65 hombres, 20 mujeres y 11 menores–, entre los que hay un extranjero de origen rumano y cinco personas con antecedentes penales por delitos como robo, daños a la propiedad y violencia familiar.
Manuel Mondragón, subsecretario de Planeación y Protección Institucional de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP), coincidió en que las agresiones y vandalismo fueron actos dirigidos. “Es un atentado contra todo, contra la Ciudad, la gente, los establecimientos, todo”, señaló. Por ello, informó que realiza la investigación para que los responsables a las lesiones de 12 policías federales no queden impunes.
El jefe de gobierno electo del Distrito Federal, Miguel Angel Mancera, condenó los hechos y sostuvo que “no compartimos el rebase de los límites de las líneas de la legalidad. Cuando se cometen actos vandálicos la ciudad tiene que reaccionar con toda la fuerza y con toda la firmeza”, destacó.
Algunos han dicho pertenecer a grupos como Bloque Negro Anarquista, Cruz Negra Anarquista y Coordinadora Estudiantil Anarquista, pero se recabarán más elementos.
Rodríguez Almeida detalló que en la Pgjdf han declarado varios de los agraviados, entre quienes están el corresponsal de una agencia de noticias inglesa, apoderados legales de cinco sucursales bancarias que resultaron con daños, y de la Secretaría de Seguridad Pública y de la Pgjdf, por las afectaciones a cuatro patrullas; además de los 20 policías lesionados de diversas corporaciones.
El procurador capitalino mencionó que las cinco averiguaciones previas se iniciaron por los hechos en los puntos: Eje Central y Madero, avenida Juárez, Eje 2 Norte y en la Glorieta de Colón en Paseo de la Reforma.
Juan de Dios Hernández Monge, abogado defensor de los detenidos manifestó que hubo 20 lesionados civiles y al menos dos fueron hospitalizados de gravedad. Uno es Francisco Kuykendall , miembro de La Otra Campaña del EZLN, con traumatismo craneoencefálico expuesto por una bomba de gas lacrimógeno que le pegó en la cabeza y Uriel Sandoval Díaz, estudiante de la UACM, plantel Del Valle, quien perdió un ojo al recibir un impacto por una bala de goma; están hospitalizados en la Cruz Roja de Polanco, al igual que Jorge Velázquez y José de Jesús González.
La Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (Cdhdf) condenó los actos vandálicos.
La mañana del lunes 3 de diciembre ingresaron al Reclusorio Norte 71 detenidos por los disturbios del sábado en el Centro Histórico, de los cuales 60 son hombres y 11 mujeres.
REPORTAN ESTABLE A MANIFESTANTE
Francisco Navarro, director del Hospital General de México, reportó como estable la salud de Juan Uriel Sandoval Díaz, quien resultó herido tras las manifestaciones que se realizaron durante la toma de posesión del presidente Enrique Peña Nieto.
Sin embargo, mencionó que muy probablemente esta persona pierda el ojo.
El directivo médico dijo que esta persona ingresó con un golpe en la cara y que fue atendido en el servicio de Urgencias.
“Se procedió a hacer una tomografía de la cara y del orbital”, dijo, a la vez que informó que tiene una fractura en la nariz y que le tuvieron que suturar el párpado superior, pero es tal la inflamación de la cara que decidieron esperar a que se desinflame la zona.
Esta persona, comentó, tiene 34 años de edad, no está en calidad de detenido, ya que él presentó una denuncia en contra de quienes lo agredieron.
(Agencia El Universal).