Aunado a la tecnología y al ritmo acelerado en el que viven las personas en la actualidad, algunos oficios –que antes eran mayormente solicitados–, en la actualidad podrían desaparecer.
Por Clarissa Grimaldo y Jaime Jiménez
La tecnología ha ido acabando con algunos oficios con el paso del tiempo; sin embargo, hay personas que a pesar de la modernidad y el ritmo acelerado de la vida contemporánea, siguen levantándose apenas iniciando el día para comenzar su jornada.
Hay quienes se dedican a la reparación y limpieza de zapatos, otros a coser ropa, mientras que algunos más ponen su alarma a las 7:00 de la mañana para comenzar a tejer figuras para salir a venderlas.
Aunque el mundo parece moverse cada vez más rápido y la demanda de estos oficios ha disminuido, aún hay quienes siguen apostando al ritmo pausado de los procesos tradicionales, incluso cuando la clientela no es tan alta como en tiempos pasados.
La llegada de la tecnología ha cambiado muchos aspectos de la vida cotidiana, desde la sustitución del reloj de mano por uno digital hasta el hecho de que muchos ahora consultan la hora directamente desde sus teléfonos móviles.
Un ejemplo claro de este fenómeno es el uso de relojes de pulsera, que, aunque siguen siendo populares como accesorios, ya no cumplen la función primordial para la cual fueron creados: indicar la hora del día.
La creciente dependencia de la tecnología ha alterado incluso el oficio de los reparadores de relojes, cuyo trabajo parece haberse desvanecido lentamente con el tiempo. Si bien los relojes de pulsera siguen siendo una opción en el mercado, ya no son esenciales, sino más bien un accesorio de estilo personal.
Otro ejemplo de este impacto tecnológico es el oficio fotográfico. En tiempos anteriores, cuando las cámaras análogas usaban rollos fotográficos, el proceso de revelado era lento y meticuloso, lo que le daba un toque especial a cada fotografía. Hoy en día, ese proceso ha sido reemplazado por la digitalización y también la inmediatez de los celulares, que permiten capturar y compartir imágenes al instante.
Otro oficio reconocido por los mexicanos es el de bolero. En el centro de Reynosa, caminando por la peatonal Hidalgo o en la plaza principal, es común encontrar a hombres ofreciendo sus servicios de limpieza de calzado. Estos boleros, como se les conoce en el país, han mantenido vivo un oficio que aunque parece en extinción, sigue siendo parte fundamental de la tradición y cultura mexicana.
El proceso de boleado lejos de ser simple, requiere paciencia y habilidad. Primero, el zapato es lavado y limpiado, luego se le aplica tinta, crema y grasa, utilizando una serie de movimientos precisos con trapos y cepillos, hasta conseguir ese brillo característico que destaca un buen par de zapatos bien boleados.
Este oficio fue muy popular en México durante los años de 1920 a 1930, y aunque en la actualidad no es tan demandado como antes, sigue siendo un símbolo cultural en las zonas céntricas de muchas ciudades en México, incluido Reynosa.
Para muchos, un par de zapatos boleados es considerado un detalle esencial de una buena vestimenta o como le dicen hoy en día, un buen “outfit”, por lo que los boleros continúan siendo reconocidos por quienes valoran la estética de un calzado reluciente.
Sin embargo, a pesar de la persistencia de este oficio en ciertas áreas, los boleros han visto mermada su clientela. El ritmo acelerado de la vida moderna y el impacto de la pandemia de COVID-19 han contribuido a la disminución de la demanda de este servicio, que en décadas pasadas solía ser mucho más frecuente.
ARTE EN ESTAMBRE
Gabriela Ayala, residente de Reynosa, es una artesana que se dedica a crear figuras tejidas a mano, conocidas como amigurumis. A pesar de que la demanda por artículos tejidos a mano ha disminuido debido al auge de la estética moderna, Gabriela sigue apostando por su negocio.
Se levanta cada mañana a las 8:00 para organizar su lote de ventas y, a partir de las 9:00 comienza a ofrecer sus coloridas figuras a las personas que transitan la calle peatonal en el centro de la ciudad.
Aunque tejer figuras no es una tarea sencilla, Gabriela se ha vuelto experta en el proceso, logrando aprender a hacerlo en menos de un año gracias a su pasión por este trabajo. A diario, se la puede ver tejiendo en su puesto, con su habitual sonrisa y disposición para ofrecer sus productos a quienes pasean por la zona.
Para ella, el hecho de poder transformar hilos en figuras llenas de vida le ha permitido mantener vivo un oficio que, aunque menos demandado, sigue siendo valorado por quienes buscan artículos únicos y hechos a mano.
La señora refiere que aprendió a darle forma a sus tejidos para transformarlos en figuras de animales y personajes ya que es la manera en la que logra captar la atención de futuros clientes, pues las prendas tejidas a mano, como gorros o suéteres son menos demandados.
‘¿GRASA, JOVEN?’
Erick Hernández Rivera ha continuado con un oficio que ha perdurado generación tras generación, que es el de ser zapatero.
A las 9:00 horas abre el negocio de reparación de calzado Rey-Mex.
En el taller hacen reparaciones de todo tipo de calzado, desde zapatos escolares, botas, zapatos de vestir, cambios de suela, y ajustes en cinturones y bolsas de mano.
“Hemos atendido desde militares, policías estatales y de Tránsito, también han venido entrenadores de box; incluso personas del Valle de Texas frecuentan este sitio para la reparación de su calzado”, explica Erick mientras pega la suela de un zapato.
Argumenta que después de la pandemia disminuyó la afluencia de clientes que solicitan una compostura de su calzado deteriorado, pero hay un poco más trabajo en Navidad y fin de año.
Los precios que manejan son accesibles y van dependiendo de las hechuras por lo que oscilan desde los 20 a 400 pesos.
Señala el zapatero que el trabajo que ellos realizan no es nada sencillo, aunque parece fácil, pero ha sido una fuente de ingresos para solventar los gastos de su familia.
Si tienen zapatos, cinturones, mochilas o bolsas de mano dañadas, pero quieren repararlas, pueden acudir al taller de reparación de calzado Rey-Mex, de lunes a sábado de 09:00 a 17:00 horas.
Cabe mencionar que el propietario de este taller no se encuentra en la ciudad de Reynosa, pero desde el Estado de Hidalgo está pendiente para que los clientes estén satisfechos con el trabajo de los zapateros.
EL IMPACTO DE LA TECNOLOGÍA
La digitalización ha simplificado y acelerado muchos procesos en la vida cotidiana. Desde la posibilidad de revisar la hora al instante en un teléfono móvil, hasta la rapidez con que ahora se pueden capturar imágenes mediante cámaras digitales.
Estos avances, si bien han facilitado ciertas tareas, también han generado el desaparecimiento de oficios tradicionales.
Y aunque todavía existen personas que aprecian el valor de lo hecho a mano o lo que implica un proceso más lento y artesanal, la inmediatez y la facilidad que ofrece la tecnología hacen que muchos de estos oficios corran el riesgo de caer en el olvido con el paso del tiempo.
La rapidez y la conveniencia de los métodos modernos han redefinido las costumbres, pero aún hay quienes se aferran a la tradición, manteniendo vivos oficios que, aunque sean menos demandados, siguen siendo un reflejo de la identidad y el patrimonio cultural de la sociedad mexicana.