Es lunes por la mañana y en Reynosa –una población que llegó a ser llamada: “la metrópoli industrial de Tamaulipas”–, la gente se prepara para iniciar la semana. El acelerado ritmo de la ciudad comienza a manifestarse y los más afortunados se dirigen a su fuente de trabajo, mientras que los menos (que cada vez son más), se disponen a buscarlo.
A consecuencia de la recesión que ha afectado la actividad económica a nivel mundial, el número de desempleados se ha incrementado en Reynosa. Aunque las autoridades municipales y líderes sindicales no se ponen de acuerdo respecto a las cifras del desempleo, todavía se muestren optimistas respecto a la crisis laboral que atraviesa la ciudad, lo cierto es que para las miles de personas sin trabajo la situación no pinta nada bien, pues a pesar de tocar varias puertas, simplemente no encuentran una vacante disponible.
Aunque la Ley Federal del Trabajo establece al momento que de terminar la relación laboral que la empresa debe pagar al trabajador una cantidad proporcional a su sueldo con lo cual pueda sostenerse por lo menos durante tres meses, en la realidad esto casi nunca sucede. Al menos así lo mencionan varias personas que perdieron su trabajo en el marco de los seis meses anteriores.
ENERO CON EL PIE IZQUIERDO
Si bien los descalabros económicos no son una situación nueva para los mexicanos, los efectos que provoca la peor recesión que se ha vivido en Estados Unidos pegan directamente a este país haciendo más difícil la cuesta de enero, sobre todo en esta ciudad fronteriza donde la disminución del empleo en el sector de las maquiladoras –uno de los motores de economía local– se hizo presente.
De pronto, miles de obreros salieron de las líneas de producción para sumarse a los desempleados. Este fue el caso de Jesús Andrés Lira quien desde el mes de octubre del año pasado se encuentra desempleado.
Lira tiene cuarenta años y es originario de Cosamaloapan, Veracruz. Sus estudios llegaron hasta la secundaria y eso había sido suficiente los últimos dieciséis años. Es casado y tiene dos niñas estudiando primaria. Años pasados había trabajado en un puesto de tacos y en una cocina económica, pero encontró una mejor oportunidad en la industria maquiladora en donde pensó que tendría un mejor futuro.
Sin embargo, las cosas no fueron como Lira esperaba, pues tras dos años de trabajar en una fábrica fue desocupado y comenzó 2009 como nunca hubiera querido: desempleado.
“Perdí el trabajo porque se enfermó mi hija y falté unos días. Cuando me presenté a hablar con el supervisor me dijo que ya me había dado de baja y ya no había nada que hacer. Fui a hablar con la licenciada de Recursos Humanos y hablé con ella pero me dijo que no se podía hacer nada porque ya me había dado de baja en el Seguro (Social), y ya no se podía hacer nada”, relata.
Su baja se dio cuando iniciaron los paros técnicos y las liquidaciones en el sector maquilador, algo de lo que Lira no estaba enterado pues hasta entonces se había dedicado sólo a su trabajo e incluso durante su turno nunca se había parado la producción. No fue hasta que comenzó a buscar empleo en otras empresas, cuando se dio cuenta que las empresas ya no estaban contratando personal.
“He ido como a cuatro fábricas y nos han dicho que no hay trabajo. En otras me dijeron que sólo contrataban a los que tuvieran preparatoria. Desde hace tres meses he buscado trabajo en los parques industriales y no ha habido”, se queja Jesús.
Aunque su salario como operador de línea en la maquiladora no era muy extenso (750 pesos semanales) las horas extras compensaban la economía familiar y ayudaban a pagar los gastos de escuela y alimentación de sus dos hijas y su esposa que no trabajaba. Pero cuando se encontró desempleado tuvieron que ajustarse a la situación, la primera medida fue ahorrar en todo lo posible hasta que encontrara otro trabajo. La lista de víveres se redujo a lo más indispensable: huevo, aceite, frijol a granel y verduras. Con un presupuesto de no más de 400 pesos a la semana, la carne desapareció definitivamente de la dieta de la familia.
Al tener el gasto contado y ahorrando lo más posible, la familia sobrevivió por un tiempo pero tras dos meses de intentos fallidos de encontrar trabajo, su esposa tuvo que salir a trabajar limpiando casas para salir adelante, mientras que Jesús trabaja limpiando terrenos o de ayudante en la construcción.
“Ahorita estoy trabajando en una construcción y mi esposa trabaja con una señora en una casa. No es muy alto el sueldo que gana pero la vamos pasando. Es muy difícil salir con los gastos con ese salario, por eso procuramos limitarnos, porque todavía hay deudas que tenemos bastante fuertes y estamos a la espera de que esto se componga”, dice esperanzado.
Los gastos más fuertes para la familia de Jesús son el alimento y transporte. Estos sumados al pago de la luz, el agua y otras erogaciones llegan a ser casi de 500 pesos que salen de los 800 que gana su esposa a la semana.
Por ello, Jesús intentó obtener ayuda del gobierno, misma que no pudo recibir por falta de documentos.
“Me enteré del seguro de desempleo y lo estoy tratando de conseguir. Creo que serán como mil 200 pesos y aunque no sea mucho, nos va ayudar para comprar algo de víveres.
“La situación es difícil porque cada vez se está poniendo peor. Ahorita ya aumentaron lo que es el pasaje y el salario del obrero, especialmente el de las maquilas, siempre ha sido el más bajo. Realmente se complica con lo poco que uno consigue, alimentar a una familia y además pagar estudios”, se lamenta el entrevistado.
Ya son cuatro meses que Lira está sin trabajo, su primera opción era una vacante en el sector manufacturero por cuestiones de horario, pero a la fecha se dice dispuesto a laborar en lo que sea.
“NO ALCANZA PARA LAS TRES COMIDAS”
Sagrario Valencia es habitante de la colonia Nuevo México y a su parecer el desempleo se ha extendido como una epidemia –por lo menos en su colonia–, donde ya son conocidas las casas donde viven las personas que comparten su triste situación, ya que desde hace cinco meses ella misma perdió su trabajo al ser liquidada de una fábrica.
La mala racha comenzó desde el año pasado, cuando en el mes de febrero la desocuparon y aunque dos meses después se colocó en otra maquila, volvió a perder puesto.
Con una niña de tres años y el crédito de una casa por pagar, Sagrario no se podía dar por vencida pues aunque su esposo trabaja, el sueldo de maquiladora no alcanza para mantener el hogar.
“Me piden que tenga experiencia en ventas o que tenga computación. En ventas trabajé en áreas comerciales pero esa no me la valen, dicen que ya pasó mucho tiempo de eso, quieren que el trabajo de ventas haya sido reciente, y mi último trabajo fue en las maquiladoras; pero ahorita allí ya no hay nada”, fustiga.
Cuenta que en el mes de noviembre la situación económica en su casa se volvió tan alarmante, que tuvo que solicitar el seguro de desempleo, con lo que su familia y ella pudieron ayudarse un poco más.
Con la preparatoria terminada, por un momento pensó que sería más fácil conseguir trabajo en alguna cadena comercial, pero para su decepción en los lugares donde ha buscado no sólo piden preparatoria, sino experiencia.
“Aún no he encontrado nada pero sigo buscando. Ayer fui a buscar a los Seven y no tienen vacantes, a veces hay algo pero están en colonias muy lejos y uno tiene que tomar dos peseras, pero sí a veces se batalla porque uno no puede pagar ni una, como en mi situación.
También fui a buscar de cajera en otra empresa pero me piden experiencia, ¿cómo piden experiencia si uno apenas va saliendo de maquiladora? A penas ven que soy reciente de maquiladora y rechazan mi solicitud”, relata angustiada.
El proceso para Sagrario no ha sido sencillo. En su hogar ha habido ajustes para enfrentar la situación económica, ahorrando en los gastos y comprando sólo lo que es necesario para sobrevivir.
“Ahorita estamos con el sueldo de mi esposo que cobra 850 pesos pero le quedan libres 600 por que le descuentan de la casa de Infonavit. Con eso compramos lo que se más se necesita porque ahorita no alcanza para dar las tres comidas como se debe o comprar carne, porque hay que comprar también los pañales y la leche de la niña”, platica.
Sagrario no necesita ver las noticias de la crisis o los comentarios de analistas financieros, para ella no hay más que salir al frente de su casa y ver cómo la recesión ha golpeado a sus vecinos.
“Mis vecinos también están desempleados. Uno trabajaba en Nokia y otro en Black and Decker, también han batallado mucho para conseguir trabajo, ellos fueron quienes me dijeron que podía pedir un pequeño retiro de mi Afore y con eso irla pasando”, dice.
Aunque no tenga trabajo, Sagrario sigue buscando la forma de ayudar a su esposo en la manutención de los gastos cuidando niños en su casa, con lo que por lo menos logra sacar para la leche y pañales de su pequeña de tres años.
CAMBIO DE ROLES
Un efecto colateral de la recesión económica y los despidos masivos, es el aumento de las mujeres que salen a trabajar. A pesar que desde hace varias décadas la mujer se ha buscado un espacio en la vida laboral, a últimas fechas ya es casi necesario que el hombre y la mujer trabajen para el sostenimiento del hogar. Sin embargo, ahora luego de los despidos masivos se ha creado un cambio de roles.
Este es el caso de muchos desempleados como Alberto Rodríguez de 29 años, quien ahora se ocupa de cuidar a sus hijos mientras su esposa sale a trabajar, no porque así lo hayan planeado, sino porque desde el mes de octubre perdió su empleo.
“Estoy desempleado desde octubre, había trabajado en un corporativo de seguridad, luego en una carpintería, mi último empleo fue en el recarpeteo de calles. Se me ha hecho difícil encontrar un empleo, además que no hay vacantes en la maquiladora los horarios que he visto no se acoplan para poder cuidar a los niños. Ahorita mi esposa me está apoyando porque ella es la que trabaja, y yo me ocupo en empleos temporales, más que nada como ayudante, hago de todo un poco”, dice Alberto.
Sin embargo, un solo sueldo y los trabajos que Alberto logra realizar como ayudante no son suficientes para salir adelante con los gastos de la casa, por lo que desde hace unos meses solicitaron el seguro del desempleo como última opción en lo que él encontraba un trabajo permanente.
“Solicité el seguro de desempleo y me lo otorgaron, fueron como 900 pesos, pero no fue suficiente porque apenas alcanzó para pagar los pasajes en lo que uno sigue buscando algo mejor. Mi esposa y yo gastamos como 400 pesos en la comida y poco más de 100 pesos en pasajes, más los gastos que van surgiendo de la escuela de los niños. Sigo buscando empleo pero ahorita es mucha la demanda y poca la oferta”, se lamenta el entrevistado.
RECURSOS PARA EL DESEMPLEADO
Aunque apenas son las nueve de la mañana, las sillas de la sala de espera del Servicio Nacional del Empleo ya se encuentran llenas de aspirantes de todas las edades, quienes aguardan con paciencia una ficha para ser canalizados a una vacante.
Y es que luego de presentarse los paros técnicos y las liquidaciones masivas en la industria maquiladora, 350 personas acudieron a las instalaciones del Servicio Nacional del Empleo con la esperanza de encontrar un trabajo, como lo menciona el titular de esta dependencia, Felipe Alejandro Rodríguez.
“La demanda en esta oficina se ha incrementado cien por ciento. Unicamente del 8 al 29 de enero un promedio de 350 personas acudieron a entregar una solicitud de empleo de los cuales el 70 por ciento de los que vienen son aquellos que han sido liquidados de las maquiladoras y el resto son personas que vienen por primera vez porque apenas se incorporan al mundo laboral”, indicó Rodríguez.
El funcionario admitió que el desempleo se ha incrementado en la ciudad e hizo énfasis que no es meramente la falta de oportunidades lo que impide a las personas encontrar trabajo.
“Vacantes siempre va a haber, el problema es empatar las vacantes con las personas que vienen a nuestras instalaciones”, aseguró.
Es por ello que la mencionada oficina cuenta con distintos programas para apoyar a las personas que por falta de conocimientos no encuentren trabajo, uno de ellos son los cursos de capacitación de práctica laboral que consiste en obtener experiencia en una empresa recibiendo una remuneración económica por parte del gobierno federal.
Afirmó que el SNE cuenta con ocho programas de ayuda a quienes se encuentran sin trabajo, como cursos de auto empleo y becas. Algunos de estos cursos son de manualidades, refrigeración, repostería y belleza.
El titular de la dependencia aclaró que por el momento solamente el curso de belleza está disponible y se espera que para la tercera semana de febrero se puedan abrir otros más.
Además de las capacitaciones, el funcionario mencionó otro programa mediante el cual los interesados pueden solicitar el financiamiento para comprar la herramienta o el paquete productivo para trabajar.
“Son paquetes de herramientas o paquetes productivos para aquellas personas que no cuenten con los recursos económicos y que deseen ser emprendedores. Nosotros les proporcionamos el equipo y herramienta siempre y cuando nos presenten un proyecto que venga de acuerdo a nuestra capacidad corporativa”, explicó.
Según comenta el funcionario, durante el año 2009 Reynosa será una de las ciudades que mayores beneficios recibirá a fin de combatir el desempleo. Entre estos apoyos se encuentra el “seguro de desempleo”, un sistema que puede ser solicitado por cualquier persona siempre y cuando cumpla con los requisitos.
“El apoyo económico muchas veces se piensa que es como en Estados Unidos. En realidad es un apoyo económico que va dirigido a que las personas tengan un recurso que les facilite la búsqueda de empleo. El trámite se solicita aquí y se hace por medio del Afore, para solicitarlo se requieren documentos personales y el certificado de baja del Seguro Social, es importante que cumplan con todos los requisitos pues sin ellos no se les podrá entregar el seguro”, explicó.
Felipe Alejandro Rodríguez aclaró que este apoyó sólo puede solicitarse una vez por año y por el momento son 33 personas quienes se encuentran en lista de espera para recibir la remuneración económica de tres mil pesos que será entregado en dos partes.
DE LAE A CARPINTERA
El titular de la oficina del Servicio Nacional del Empleo reconoce que no se tienen las suficientes vacantes para satisfacer las necesidades de empleo, para quienes se acercan después de haber sido despedidos de obreros, o para aquellas personas que tienen una carrera universitaria
“Ese es otro problema que se tiene a nivel nacional, son muchos egresados de las universidades y no hay un estudio realmente de lo que el mercado laboral está pidiendo y este año las circunstancias se van a poner peor para los profesionistas”, fustigó.
Por ello recomendó a los estudiantes visitar el portal de Internet www.empleo.gob.mx para conocer cuáles son las carreras que las empresas están demandando y de esta manera no enfrentarse al desempleo.
En ese sentido Felipe Rodríguez comentó que son pocas las veces que las personas con alguna profesión acuden a las oficinas, ya que la mayoría prefiere visitar la página de Internet en busca de oportunidades.
Y es que actualmente, una carrera universitaria no es ventaja para aquellos que buscan trabajo en tiempo de crisis.
Así lo experimentó Marisol Leal Rodríguez quien es licenciada en Administración de Empresas y va a cumplir poco más de seis meses desempleada. Luego de haber egresado de una universidad privada fue contratada en la empresa donde realizó las prácticas profesionales, pero reajustes de personal la hicieron quedar sin trabajo.
A partir de entonces no cesó de enviar currículos a todas las empresas donde solicitaban personal, a través de Internet, y personalmente acudió a los puestos ofertados, en donde ha recibido negativas.
“He visitado muchas empresas y también he tenido muchísimas entrevistas de trabajo, pero en todas me dicen lo mismo ‘nosotros te llamamos’, de ningún lugar me han hablado. Algunos sí me han dicho que necesito un mayor porcentaje de inglés, a pesar que tengo un 50 por ciento”, comenta.
Marisol ha solicitado empleo en todos los niveles, desde dependiente de una tienda hasta vendedora de celulares y también como operadora de maquiladora, donde se decepcionó cuando no le dieron trabajo por tener una carrera universitaria.
“Fui a una maquiladora que solicitaba personal y estuvimos esperando la entrevista un promedio de dos horas. Después de ese tiempo a varios de los que solicitamos trabajo nos llevaron a otro cuarto donde nos dijeron que no nos iban a contratar, cuando pregunté por qué no, me dijeron que no empleaban a personas que tuvieran estudios universitarios. Fue una decepción”, fustiga.
Aunque no se ha resignado y sigue buscando trabajo por necesidad tuvo que entrar a laborar en la carpintería de su papá, donde hace prácticamente de todo e incluso ya oferta muebles elaborados por ella misma.
“Todos los días compro el periódico para ver si sale algo, mientras le ayudo a mi papá y hasta la fecha no me ha faltado nada, pero no quiero desperdiciar la carrera que estudie y sigo buscando trabajo”, finaliza.
En iguales circunstancias se encuentra Lisbeth García quien es licenciada en Administración de Empresas y pagó sus estudios como trabajadora de una empresa de financiamiento.
A finales de 2008 tuvo que salir de su antiguo empleo por recorte de personal, sin embargo, de manera optimista pensó que sería una buena oportunidad para terminar el último mes de su carrera y preparar su tesis. Pero las cosas no han salido como ella esperaba, pues entre los gastos de graduación y las fiestas navideñas la liquidación que la empresa le otorgó apenas le alcanzó para sobrevivir el mes de diciembre.
Ahora sigue en el trámite de su carta de pasante y se dispone a encontrar empleo, pero en el primer día de su búsqueda no empezó muy bien, pues al momento de haber llegado a la oficina regional del Servicio Nacional del Empleo, ya se habían distribuido las fichas por lo que tendrá que regresar otro día.
“Me dijeron que ya no hay entrevistas sólo hasta las diez de la mañana, aunque ya he visto algunos anuncios de empleos, piden mucha experiencia y el inglés es muy básico, además he visto que el sueldo es muy bajo, alrededor de unos dos mil quincenales”, comentó Lisbeth.
Pese a no haber comenzado con mucha suerte, la joven no se desanima y manifiesta que seguirá buscando en otras ofertas de empleo que aunque no tienen mucho que ver con la carrera que estudió, anuncian un buen sueldo que le permitirá salir adelante con sus gastos, por lo menos mientras encuentra algo mejor.
ULTIMO RECURSO
Durante los últimos meses de dos mil ocho y en el inicio de dos mil nueve, la bonanza económica de Reynosa se tornó en una grave recesión. Ya sean egresados de universidad, profesionistas desocupados u obreros que perdieron su trabajo en los despidos masivos de los últimos cuatro meses; el número de desempleados en edad productiva crece cada día más. Las opciones de vacantes escasean, poniendo en jaque a aquellos que tienen familias que mantener.
En la ciudad que se caracterizaba por la abundancia de trabajo y oportunidades para quienes migraban a esta frontera disminuyen cada vez más las vacantes de trabajo, mientras que los tianguis, la venta de comida y los puestos informales afuera de las casas de Infonavit se multiplican, como un último recurso para enfrentar la aguda crisis económica que se intensifica cada día más.
Tras los despidos, las manifestaciones
Dos mil nueve comenzó con el pie izquierdo para miles de trabajadores de maquiladora que fueron desocupados de sus puestos laborales. Los más afortunados disfrutaron de los beneficios que la Ley Federal del Trabajo les atribuye mientras que otros, tienen que recurrir a las protestas en busca de que se les liquide conforme a derecho.
Con pancartas en mano, decenas de obreros que fueron despedidos de la maquiladora Nokia, del parque industrial Villa Florida, pusieron rostro a los miles de trabajadores que en los últimos meses han sufrido el efecto de los despidos masivos.
Para los trabajadores, no es sólo el hecho de perder el trabajo en un tiempo donde las plazas en las empresas maquiladoras ya no son tan generosas como años anteriores, la injusticia que reclaman es ser despedidos sin el pago justo de su liquidación, lo cual hace más crítica su condición de desempleados.
Para colmo poco más de una decena del grupo de inconformes son obreras embarazadas quienes aluden, fueron las primeras en ser desocupadas, pese a que en la empresa armadora de celulares, todavía había trabajo para ellas.
Este es el caso de Elsa Santes quien junto con sus compañeras ha acudido ya a dos manifestaciones: la primera en la Junta de Conciliación y Arbitraje, y la segunda en el parque industrial Villa Florida, donde se encontraba su centro de trabajo.
Para Elsa, quien tiene siete meses de gestación y una prescripción médica de reposo por un embarazo de alto riesgo, la noticia de su despido le cayó como balde de agua fría, pues en productividad igualaba al resto de sus compañeros y no podían quejarse de su desempeño como operadora.
Su desconcierto se tornó en enojo cuando le notificaron que la cantidad que le otorgarían como liquidación serían ochocientos pesos, una cantidad que no cubría más que una semana de trabajo, cuando la empleada tenía laborando en la empresa casi dos años.
En la misma situación se encontraron varias de sus compañeras despedidas, a quienes dieron de baja a pesar de que aun no terminaba su contrato laboral; documento que según las entrevistadas no tiene validez jurídica, aunque las obliguen a firmarlo si quieren trabajar para la empresa.
“El contrato es una engaño para todos los trabajadores. En él se contempla que es por obra determinada, se supone que cuando es por obra determinada tienen que dar el nombre del proyecto y ellos no tienen ningún nombre del proyecto. Además, según dicen los contratos colectivos son cada 28 días y no es así; había ocasiones en que nos juntaban de cinco a seis contratos y nos los daban todos a firmar el mismo día, todo tiene irregularidades”, se queja Elsa.
Según comentaron Elsa y sus compañeras, al momento de ser despedidas el departamento de Recursos Humanos argumentó que no había trabajo para ellas, sin embargo, a través de sus compañeros que aún siguen laborando en la misma planta maquiladora, se enteraron que no fue así.
“Estamos enteradas de que la semana que nos despidieron hubo tiempo extra, incluso entrando de vacaciones en enero hubo tiempo extra”, dice.
En los tres meses que tiene de haber sido despedida, ha sobrevivido gracias a que vive con compañeros de trabajo. Su condición de madre soltera la obliga a seguir buscando sustento para los gastos que enfrentará al momento en que nazca su hijo.
Es por eso que ha cambiado su rol de obrera, para encargarse del quehacer y el mantenimiento de la casa donde vive con cuatro compañeros de trabajo.
“Me estoy dedicando a echarle la mano a los muchachos, les hago el quehacer, les lavo la ropa y hago la comida, de ahí me estoy manteniendo, además cuido dos niños y así me ayudo un poco más”, comenta.
Lo que más preocupa a Elsa Santes es la falta de seguro médico. Aunque el Instituto Mexicano del Seguro Social, le concedió una prórroga hasta el nacimiento de su hijo, los doctores le han dicho que su podría ser un bebé prematuro, que necesitará permanecer en incubadora después del parto.
“Si mi niño llega a ser prematuro, no tengo atención médica para él y ese es el problema para mí. Mis compañeras y yo vamos a seguir en las protestas, queremos justicia y más que nada queremos atención médica hasta el parto y posterior, porque en mi caso en verdad lo necesito”, finalizó.