Más allá del mensaje político, cada vez que Andrés Manuel López Obrador, dirigente moral del Frente Amplio Progresista (FAP), visita la frontera, el evento se convierte en una verbena popular, una especie de “pejefiesta”.
Y es que éste, uno de los políticos más controvertidos y carismáticos del país, provoca un efecto entre la población que muy pocos pueden presumir.
Es cierto, la popularidad del autollamado “presidente legítimo” de México ya no es la misma, y esto se comprueba con la cantidad de personas que acuden a su convocatoria para conocer los detalles de las jornadas en contra de la reforma energética propuesta por el gobierno federal.
Hoy, el ex candidato presidencial por el PRD apenas y logró reunir a poco menos de 300 personas que se aglutinaron en el recinto sindical de los telefonistas, una cifra que se ve muy lejana a los miles de reynosenses que abarrotaron la plaza principal hace un par de años, durante la pasada campaña presidencial.
Aunque pocos, los seguidores del “Peje” López Obrador son fieles y completamente dedicados a su líder, por quien se disfrazan de charros, “adelitas” y elaboran agresivas mantas de de condena a lo que consideran el intento del presidente Felipe Calderón por vender Petróleos Mexicanos.
Estos “soldados del Peje” –quienes sin empacho gritan a los cuatro vientos: “es un honor estar con Obrador”– gozan cada minuto a lado de su líder moral quien, fiel a su estilo, fustiga con adjetivos tanto al presidente de la República (lo llama “espurio”, “inútil”, “bueno para nada”), como al secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño (a quien califica como un “delincuente confeso”).
Cada una de estas arremetidas son la delicia de los “soldados del Peje”, quienes celebran con porras, aplausos y alaridos las ocurrencias del político, inmortalizadas por los medios de comunicación, quienes tampoco se salvaron del latigazo de la lengua del tabasqueño (“chayoteros”, les dijo).
Y aunque apenas estuvo en la ciudad 90 minutos, esta visita de López Obrador fue suficiente para que cada uno de sus seguidores renovara sus esperanzas de que van a poder detener la intentona privatizadora del gobierno federal con su estrategia de visitar 50 casas en 15 días, para “informarles” sobre lo que realmente pasará con Pemex en caso de que llegue a aprobarse la reforma energética.
UNA ROMERIA
Cuando todavía falta más de una hora para el arribo del líder moral del FAP, las inmediaciones del casino de los telefonistas –sede de su encuentro con sus seguidores– están convertidas en una romería.
Sobre la calle, un militante del PRD reparte entre los automovilistas banderines amarillos con las siglas del sol azteca, que le son literalmente arrebatados de sus manos por muchos de los que pasan por el lugar y quienes, seguramente, no tienen ni idea de lo que va a suceder ahí.
Alrededor del inmueble, vendedores de refrescos, agua embotellada, tacos, nieves, raspados, elotes y fruta ya están listos para mitigar la sed o el hambre de los “soldados del Peje”.
Sin embargo un puesto sobresale del resto. Esta sencilla mesa, sin más adornos que una grabadora que por igual toca “el corrido de la adelita” que la trova de protesta de Silvio Rodríguez, ofrece todo tipo de productos relacionados con la lucha de López Obrador.
Camisetas, pegotes con el águila juarista (símbolo del autollamado “gobierno legítimo”), videos, libros, revistas y hasta un dije que en su interior contiene un poco de petróleo crudo (que aunque se cotiza en 15 pesos, se supone simboliza el rechazo a la “venta del petróleo”… ironías de la vida), se ofrecen para los seguidores de ex candidato presidencial.
El dueño de toda esta “pejedotecnia” es Antonio Ortiz, un artesano originario del Distrito Federal quien ha recorrido toda la República acompañando a López Obrador y ofreciendo sus productos.
“Seguimos a Andrés Manuel como una brigada de promoción al movimiento. Ya recorrimos de Cancún hasta Tijuana”, expresó.
Para este hombre moreno y curtido por el sol que quema en los miles de mítines que el ex candidato presidencial ha encabezado en México, este trabajo se ha convertido en un modo de vida que tiene años realizando.
“Lo vengo siguiendo desde la campaña de 2005 pero esto lo he hecho desde 1998 desde entonces ando vendiendo toda esta publicidad. Empecé en la campaña del ingeniero (Cuauhtémoc) Cárdenas, luego seguí con (el subcomandante) Marcos y ahora con Andrés Manuel”, explicó.
De hecho, en el rating de ventas de este puestero, López Obrador no ocupa el primer lugar.
“Vendió más el ingeniero (Cárdenas) en 1988, vendió muchísimo más, fue por el carisma y el movimiento tan fuerte del 88 y hoy la situación económica hace que las ventas se reduzcan”, confesó.
Ortiz, quien aseguró que sus ventas “apenas dan para sobrevivir”, está seguro que su labor es muy importante para el movimiento del Frente Amplio Progresista.
“Definitivamente todo lo que vendo fortalece la idea de lo que es el movimiento, ilustran más, profundizan más y como es material gráfico y video grabado son más fáciles de entender que un libro o una revista”, apuntó.
Sin embargo, entre todos los videos, revistas, pegotes y recuerdos, existe un artículo que parece estar fuera de lugar: una edición de bolsillo, pero ilustrada, del Kama Sutra, el legendario libro hindú que muestra las técnicas del sexo y el amor.
Para el artesano, la presencia de este libro en su puesto es sencilla. “Hay que darle educación sexual al pueblo a medida de su alcance, el Kama Sutra en las librerías vale 300 pesos y aquí lo tenemos a 20 pesitos”. El argumento es tan lógico como irrefutable.
Mientras Antonio ofrece sus productos, la pequeña Frida Alejandra se esfuerza por alcanzar a ver todo lo que el puesto ofrece. La niña, de apenas tres años, es tan pequeña que necesita apoyar sus manos en la mesa para poder levantar sus talones y así alcanzar a ver todo lo que está en venta.
Junto a la menor, cuidándola, se encuentra su abuelita “Panchita” Segura, una de las fundadoras del FAP en San Fernando, Tamaulipas y quien presume: “la niña es la fan más pequeña de López Obrador”.
Cuando Frida se da cuenta que le han tomado una foto no oculta su disgusto. Sus pequeños ojos cafés claros miran con una expresión que asustarían a cualquiera si no fuera porque vienen de una menor de menos de un metro de estatura.
Sin embargo el enojo desaparece cuando su abuelita pone en sus manos un banderín color amarillo con las siglas del PRD. Entonces la niña no sólo se pone contenta, sino que acepta posar para las fotografías.
LA CALLE SE PINTO DE FIESTA
A las 13:30 horas en punto, a bordo de una Suburban color arena conducida por su inseparable escudero Nico, López Obrador hace su arribo al casino de los telefonistas.
Apenas pone un pie en el pavimento, el ex candidato presidencial es rodeado por una nube de reporteros quienes le exigen una declaración. Amablemente, intenta zafarse del grupo a quienes les promete la entrevista al finalizar el encuentro con sus seguidores.
Sin embargo ningún comunicador está dispuesto a dejarlo ir por lo que lo bombardean con preguntas sobre la reforma energética, los foros organizados por el senado para consultar sobre este tema y hasta la situación del PRD en Tamaulipas, una pregunta que evade contestar pues, alega, sólo viene a “hablar del petróleo”.
Fiel a su discurso, López Obrador se lanza contra todas las acciones realizadas por el gobierno federal y aseguró que el FAP y todos los que están en contra de la reforma energética han ganado los foros organizados por el Senado de la República para discutir este tema.
“Hemos ganado todos los foros, los que quieren la privatización no tienen argumentos porque se trata de un atraco, de un robo que quieren prometer al pueblo de México”, indicó.
El ex candidato presidencial, denunció que la participación de empresas privadas en la explotación de la llamada Cuenca de Burgos, que se encuentra entre los Estados de Nuevo León, Coahuila y Tamaulipas y es uno de los más grandes yacimientos de gas natural en el mundo, es el más claro ejemplo de lo que el gobierno federal pretende realizar con toda la actividad petrolera del país.
“Aquí esta el antecedente porque en 2003, siendo secretario de Energía (Felipe) Calderón, le entregó un contrato a la empresa española Repsol por 2 mil 600 millones de dólares para extraer el gas de esta región del país y es lo mismo que desean hacer ahora”, señaló.
Ante sus seguidores, López Obrador hace una extensa explicación de la catástrofe que, asegura, vivirá el país en caso de que se logre la privatización de Pemex.
“Si se introduce agua potable, si se introduce alumbrado público, si se construye una escuela, si se construye un hospital, la mitad se paga con los ingresos del petróleo. La mitad de los sueldos para los maestros, la mitad de los sueldos de los médicos, de las enfermeras, la mitad de las pensiones de los jubilados se pueden financiar con los ingresos del petróleo, si se entrega el petróleo a extranjeros, si privatiza ¿de dónde va a salir el dinero? ¿Cómo vamos a financiar el desarrollo del país?”, preguntó.
López Obrador, pidió a los presentes a que se integren a las redes de brigadistas que pretende crear en todas las regiones del país y quienes tendrán como tarea exclusiva, visitar los domicilios de los mexicanos en tareas informativas.
“Si no se va a aprobar ninguna reforma, que se aproveche este tiempo para informarle a la gente, por eso vamos a formar 200 mil brigadistas quienes van a informar a la gente sobre la realidad de esta reforma”, expresó.
Por último, el ex candidato presidencial demandó que la opinión de los mexicanos sea tomada en cuenta en una consulta pública que decida el destino de la reforma energética.
“No quieren pero el pueblo es el que decide, el pueblo es el que manda, no pueden cometer este abuso a espaldas de la gente, no hay confianza en la calidad representativa de los diputados, de los senadores, ellos deciden en nombre del pueblo, esa es la democracia representativa, pero también existe la democracia participativa, que se aplica en otros países del mundo y que contempla que se celebren referéndums, que haya consultas populares para todo, más cuando se trata de estos casos, que se pregunte a la gente”, finalizó.
Tras su discurso, López Obrador tuvo que abrirse paso entre un mar de manos y rostros que deseaban tocarlo o estar cerca de él para la foto del recuerdo. Y mientras se abría paso firmando pelotas de béisbol o vestidos con mensajes de condena a la venta de Pemex, el ex candidato presidencial se veía contento.
Sin embargo, quienes estaban más felices eran sus seguidores, aunque apenas estuvieron 90 minutos junto a su líder, supieron disfrutar su presencia, sus palabras y su lucha.