
Libia Inés Vargas Garza, nacida en Santa Fe de Bogotá, Colombia, pero radicada desde hace más de diez años en Reynosa, narró a Hora Cero los minutos previos a los hechos del pasado 17 de agosto cuando alrededor de las 17:30 horas fue baleada por militares.
“¡Es una civil, es una civil!”, alcanzó a escuchar de sus agresores cuando salió herida y sangrante de su camioneta. Segundos antes su Lincoln Aviator 2008 recibió varios impactos de bala, calibre militar, cuando circulaba por la carretera Ribereña, a poca distancia de llegar a su casa para reunirse con sus hijos después de una jornada laboral.
La afectada, en la cama de un hospital privado donde estuvo hasta el 7 de septiembre, narró cuando elementos de la Secretaría de la Defensa Nacional, en funciones de policías militares de Seguridad Pública, dispararon contra ella sin saber quién iba al volante.
La médica general y especialista estética de 48 años de edad, luchó por salvar su vida durante 21 días y salió adelante gracias a los cirujanos que la atendieron en el Hospital Muguerza, a su fe en Dios y a las ganas de vivir.
Como días y noches de calvario describió Libia Inés todo lo que ha pasado después del incidente.
“No ha habido un minuto en que no haya sentido dolor a causa de las cirugías”, señaló.
Como consecuencia perdió parte de los intestinos, el riñón y el bazo, además de afectaciones en pulmones, hígado y páncreas.
“ME VOY A MORIR…”
> Libia ¿cómo inició ese día del incidente?
–Maravilloso, con mi rutina diaria, llevando a mi hijo menor Daniel Eduardo al colegio para que tomara sus clases; después fui a mi consultorio, estuve atendiendo a varios pacientes y aproximadamente a las cinco de la tarde salí del lugar para dirigirme a mi casa. Tenía una cita con un paciente pero no llegó.
Deseaba llegar a mi hogar para ayudarle a mi hijo con su tarea de inglés con la que estaba batallando –recordó con tristeza–.
> ¿Qué sucedió la tarde del 17 de agosto?
–Me dirigía a mi domicilio por la carretera Ribereña alrededor de las cinco y media de la tarde. Conducía mi camioneta pero en una de las curvas había un retén de soldados que prácticamente me querían parar en seco. Traté de frenar lo más que pude pero ellos comenzaron a disparar antes de que detuviese el vehículo.
Nunca choque con ellos, hice todo por pararme, frené con mucha fuerza pero la camioneta se me descontroló; fue en ese momento que dispararon pero jamás me impacté con ellos.
Recuerdo que bajé de la camioneta gritando, con la herida de bala que me estaba provocando una hemorragia. Solamente les pedía que me llevaran a un hospital. Les gritaba “¡me voy a morir, tengo dos hijos llévenme a un hospital!”. Como respuesta los militares decían entre ellos “¡es una civil, una civil, es una civil!”.
Ellos me trajeron hasta el Hospital Muguerza y sólo recuerdo que cuando ingresé alcancé a ver al doctor Ricardo Peña y eso me tranquilizó, porque sabía que estaría en buenas manos.
> ¿Qué pasó por tu mente en ese momento?
–Tenía mucho miedo, nunca había tenido tanto miedo en mi vida, solamente pensaba en mis niños. Y era lo que les decía a ellos (a los soldados), que tenía dos hijos chiquitos.
Antes nunca había experimentado ese sentimiento tan grande, siempre he sido muy valiente y espero seguirlo siendo.
Desde que los observé parados en la curvita, precisamente poco antes del hospital, comencé a sentirlo (el miedo), porque ya no podía frenar y desconocía qué iba a pasar.
> ¿Cuánto tiempo estuviste inconsciente?
–Pasaron cuatro días para que regresara, estuve dormida prácticamente desde que ingresé al centro médico.
Incluso me dice uno de los médicos que soy consentida por Dios, ya que en los días donde estaban más acentuados los dolores por la cirugía permanecí dormida de forma natural, sin ser inducida por medicamentos.
Mientras estaba inconsciente recuerdo que escuchaba música muy bonita y veía muchas imágenes como de capillas y colores, que poco a poco fueron disminuyendo. De pronto solamente empecé a escuchar a mis padres que me hablaban muy lejos, fue como desperté y lo primero que observé fue a ellos y a mi hermano Jorge Eliezer, que estaban junto conmigo.
> ¿Qué es lo primero que recuerdas cuando despiertas?
–Desperté con mucha alegría de ver a mis papás. Creo que fue eso lo que me jaló para regresar y despertar aquel domingo.
Aunque no comprendía por qué estaban en México y no en Colombia. Además, no recordaba qué hacía yo en el hospital.
> ¿Cómo te marca este hecho en tu persona?
–Pienso que todo es cíclico, de que detrás de algo malo siempre viene algo bueno, algo mejor. Dios quiere que supere esta prueba y tengo mucha fe de que todo saldrá positivamente.
> ¿Qué enseñanza te deja?
–Que Dios algo me quiere enseñar con esto. Estoy en búsqueda del aprendizaje que desea dejarme; quiero saber porque me eligió a mí para pasar por todo este calvario, por ello le he preguntado a Dios constantemente: qué quiere mostrarme y qué debo hacer.
> ¿Qué tan difícil ha sido la experiencia?
–Es muy difícil, porque no hay un minuto en el que no haya sentido dolor, sin embargo, lo importante es que estoy bien, estoy viva; lo mejor es que tengo a mis niños, a mi familia que no se ha despegado en ningún momento; a mis amigos y a todas las personas que no me conocían pero que han estado haciendo oración por mi recuperación. Y a todos les agradezco mucho sus buenos deseos y pensamientos.
> ¿Qué te decían los médicos?
–Que Dios los ayudó a que me mantuvieran con vida. Que es impresionante mi recuperación y progreso tan rápido. Dicen que a pesar de dos infartos que me dieron durante la intervención quirúrgica sigo aquí, viva y en espera de recuperarme totalmente.
> ¿Cómo empiezas a comprender todo lo ocurrido?
–Aunque suene raro, por todo el lamentable hecho, lo asimilé con mucha alegría de que estoy aquí con mi familia. Aunque a la vez comencé a aterrarme de todo lo que me han contado de cómo se desarrollaron las cosas en ese momento. Pero nada de eso opaca la felicidad inmensa que invade mi corazón de estar viva y de saber que puedo seguir adelante.
Nunca me sentí mal para decir que soy víctima, y que me hicieron tal o cual cosa, preferí darle las gracias a Dios a cada segundo y decirles estoy aquí para continuar.
> ¿Cómo cambia tu vida?
–Me he vuelto más sensible y perceptiva a todo, con mis sentidos y espiritualmente. Siento que vengo diferente, no soy la misma, me siento como si fuera otra Libia. Ahora estoy más segura de las cosas; ya sé qué quiero y también sé que Dios tiene una misión para mí en este mundo.
Siento que soy más amorosa y que de ahora en adelante veré la vida de diferente manera.
> ¿Tus hijos cómo están?
–Maduraron ante todo lo sucedido. Me prometieron que estarán rezando el Rosario todas las noches conmigo y sus abuelitos, porque algunas veces no les gustaba (risa).
Mi hija Sara, de 14 años, maduró mucho con todo esto, porque peleaban mucho ella y su hermano de 11 años, y ya se dieron cuenta de que se tienen solamente ellos dos.
Esto ha movido mucho a mis hijos, sin embargo, también les ha dado mucha fortaleza e inmensa fe.
También me preguntan que por qué me pasó esto. Me dicen: ‘si tú rezas para todo mamá’. Y ahora dicen que rezarán conmigo siempre.
> ¿Cómo te sientes ante el apoyo de tus padres y de todas tus amistades?
–Mis padres que no se han despegado de mí ni un minutito, y con su amor y la semillita de la fe que pusieron en mi corazón desde pequeña, que afortunadamente creció como un árbol enorme, me siento muy fortalecida.
> Comentan los médicos que eres un milagro, ¿qué opinas?
–Dice una frase de Albert Einstein: “No hay sino dos cosas en qué pensar: que existen los milagros o saber que todo es un milagro”. Creo que en la vida cada segundo es un milagro y debemos disfrutarlo.
Además, con este equipo de trabajo de profesionales del Hospital Muguerza, tan maravilloso a quienes les agradezco infinitamente que me hayan salvado la vida, fueron como los ángeles que Dios envió para salvarme.
Estoy sorprendida con la solidaridad, amabilidad, dedicación y entrega de todos ellos, quienes fueron el medio que Dios me envió para que mantuvieran con bien y me tuvieran sana.
> ¿Qué enseñanza deseas que deje este hecho?
–Por mi parte estaré agradecida siempre con Dios que me dio una segunda oportunidad, volví a nacer de todo a todo. Ahora valoro más la vida, tomó en cuenta todo lo que antes había dejado de regocijarme.
Le digo a mis hijos miren el cielo, todo lo que la naturaleza nos regala, valoren su vida, no solamente lo material sino todo aquello que de pronto dejamos de considerar, los detalles más pequeños que no tomamos en cuenta son los que importan.
> ¿Qué aconsejarías a todas las personas?
–Que valoren la vida y que la disfruten. Creo que valoramos de nuevo las cosas cuando estamos a punto de ya no tenerlo, y todo lo tenemos a nuestro alrededor pero nadie quiere darse cuenta.
Malogramos la vida en su intensidad e inmensidad, nos dejamos llevar por la rutina y nos comenzamos a perder de disfrutar cada instante hermoso. Siento que recobré esa capacidad.
Hay una frase que dice: “El viento sacude a todos los árboles”, pero a mí me sacudieron brutal. Antes me dejaron hojitas, que ya están saliendo de nuevo.
> ¿Cómo observas ahora la vida?
–Con mucha luz, sin embargo, no nos damos cuenta de lo hermosa que es; nos la estamos perdiendo por no valorar cada instante. Comenzamos a vivir como robots con la rutina del trabajo, hogar y otras cosas que dejamos de ser seres humanos, de sentir y disfrutar todo lo que Dios nos regala.
Somos hijos de Dios llenos de divinidad y de amor, pero no nos percatamos que está dentro de nosotros mismos; no estamos conscientes de lo que en realidad somos.
“NO LES GUARDO RENCOR”
> ¿Libia, qué le pedirías a los soldados que dispararon contra ti?
–Que se toquen un poco más el corazón antes de actuar, que no intervenga solamente su mente. Ellos también tienen un corazón hermoso y grande, al que han olvidado o que no saben que todavía está ahí. Esta es una lucha donde inocentes como yo estamos padeciendo algo que no debería de ser, sin embargo, también quiero agradecerles todo el apoyo.
Todavía recuerdo sus rostros de confusión cuando me vieron bajar de la camioneta y les agradezco que me hayan traído al hospital. Cometieron un error pero inmediatamente trataron de enmendarlo llevándome al hospital para salvarme la vida. Por eso les agradezco con todo mi corazón y no les guardo ningún rencor… los quiero mucho.
Sin embargo, cuando una persona lleva una arma en su mano es porque tiene toda la capacidad para saberla manejar en el momento indicado; de eso depende una vida, y en este caso la vida de cada uno de nosotros como ciudadanos que confiamos en ellos (en los militares).
> ¿Cómo ves la inseguridad en Reynosa y en México?
–Antes había sentido la inseguridad como algo ajena. Los pacientes me llamaban de McAllen y me preguntaban: ¿está pasando algo en Reynosa? Y yo les respondía que nada, pero ahora me doy cuenta que la inseguridad es algo que nos está ganando.
Ha tomado mucha fuerza y no sé qué vamos a hacer, porque en Colombia pasó algo parecido y actualmente mi país natal está muy bien, por eso tengo fe de que esto se va a componer y saldremos adelante muy pronto.
> ¿A la sociedad que le dirías?
–Que espero que esto que me sucedió sirva para que no les tenga que pasar a cada una de las personas. Que no tengan que sentir lo que ahora estoy pasado para observar las cosas desde el nivel o punto donde estoy viendo y viviendo que las cosas son hermosas.
Gracias a que volví a nacer y la oportunidad que me dio Dios es para contar mi experiencia.
> Colombia, como lo dijiste, vivió cosas similares que se padecen ahora en México. ¿Creíste que México pasaría por una situación igual?
–En Colombia teníamos miedo algunas veces, pero cuando vengo a México jamás me imaginé que sucedería algo así. Siempre he sido muy aventada y no le temía a nada, pero me he dado cuenta que el país vive una situación de mucho temor y terrorismo, sin embargo, es muy diferente de verlo solamente a experimentarlo. Ya es otra cosa muy distinta.
> ¿Qué quisieras que tu experiencia dejara como moraleja?
–Quisiera que esto de alguna manera pudiera crear conciencia un poquito en cada una de las personas. Saber que estamos expuestos a situaciones de este tipo a cada instante sin deberla, como en mi caso que me dirigía a mi hogar.
Quiero ofrecer todo el dolor por el que he pasado y que mi familia también está padeciendo para que la población vaya creando conciencia y para que regrese la paz a Reynosa. También para reaccionar y preguntarnos: ¿qué está pasando?, ¿qué estamos haciendo mal?.
Tenemos un paraíso en esta ciudad y mira ahora en lo que se ha convertido; tenemos que hacer algo ya no es posible vivir así con miedo a que suceda algo, cuando somos personas de bien, que trabajamos de forma honrada y que buscamos sacar adelante a nuestras familias.
> ¿Cuándo podrás regresar a trabajar a tu consultorio?
–Los médicos me dicen que afortunadamente mi recuperación ha sido más rápida de lo que ellos pronosticaban, sin embargo, tendrá que seguir con estrictas medidas de alimentación y terapia para recuperarme en aproximadamente tres meses y poder continuar con mis labores profesionales como antes.
Tengo dos hijos que dependen de mí y saldré adelante por ellos.
> ¿Qué piensas de todo lo sucedido?
–Aunque esto se convirtió en un calvario para mí, estos 21 días hospitalizada y lo que falta de la recuperación, sólo Dios sabe lo que he sentido, que no queda ninguna parte de tu piel que no duela. Pero algo debe de tener planeado el Señor para que salga adelante.
DE VUELTA A CASA
Después de permanecer internada en el Hospital Muguerza de Reynosa por tres semanas, el 7 de septiembre Libia Inés fue dada de alta.
Con una inmensa felicidad salió del centro médico acompañada de su familia, sus padres, hijos y amigos.
El próximo 11 de septiembre Libia Inés cumplirá años y dice que será el número uno de su nueva vida.
Como una guerrera luchó por su vida con la atención oportuna y profesional de médicos y enfermeras del nosocomio.
La colombiana asegura que esta dura experiencia le da una segunda oportunidad de vivir, aunque no deja de lamentar que fuera agredida por militares, quienes se supone deben de cumplir su trabajo: cuidar a la sociedad civil.
Según los médicos su recuperación ha sido muy favorable, sin embargo, la vida futura de esta mujer, radicada desde hace más de una década en la frontera de Reynosa, será diferente.