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Hora Cero Tamaulipas

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Periódico con las noticias mas relevantes de los sucesos en Tamaulipas

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Volver a vivir la Navidad

13 de diciembre de 2013 por José Manuel Meza

Más allá de ser considerada como una próspera región, en la frontera de Tamaulipas también hay quienes no poseen los medios para tener una vida digna y saludable.
Sin importar que ciudades como Nuevo Laredo, Matamoros o Reynosa sean bastión de importantes fábricas maquiladoras, existe una cantidad numerosa de personas que lejos de salir adelante se estancan.
Es el caso de los Pimentel Aldape, una familia de la colonia Capitán Carlos Cantú, compuesta por cinco hijos. Sus progenitores se dedican a la mecánica y a entregar por la calle folletos de un centro comercial.
Sea la mala suerte, la falta de oportunidades o cualquier otro motivo, ellos tienen más de cuatro años que no festejan la Navidad, mucho menos reciben regalos en esa fecha.
Subsisten debajo de su paupérrima casa, en la que ni siquiera cuentan con servicio de agua ni tampoco drenaje. La cocina es un pequeño cuarto de madera y lámina, por donde se cuela el implacable frío de la frontera.
Mientras tanto el baño es una fosa contaminada, que los mismos integrantes de esta familia ya están cansados de usar, optando mejor por buscar un rincón para hacer sus necesidades.
Dentro de una habitación duermen los siete y se refugian del invierno unos pegados con otros. No tienen otra opción más que resistir las carencias, esperando que los niños crezcan y ayuden con el gasto a sus padres.
Aunque todos asisten a la escuela no hay ninguna seguridad de que podrán seguirlo haciendo, debido a la misma pobreza que se padece en esta casa.

RAYITO DE LUZ
Sin embargo, las tristezas, el malestar y la falta de recursos se les han olvidado un poquito al enterarse que fueron seleccionados por la campaña de Hora Cero “Una Navidad diferente”, la cual hará realidad el sueño de varias familias pobres de
Reynosa que no poseen los medios para adornar su casa, entregarse regalos y pasar una modesta cena de Nochebuena.
Un grupo de publicistas y diseñadores acudieron hasta este hogar para arreglarlo con un pino, series de foquitos, escarcha y preparó su mesa a la espera de la cena de Navidad, que llegará el día 24 con algunos obsequios.
“Me siento muy feliz y contenta, porque mis niños desde hace mucho querían un arbolito (llanto), tenemos cuatro años sin vivir algo como esto”, menciona emocionada la señora Perla Esperanza.
Mientras los voluntarios conectan los focos de colores y acomodan las esferas, los cinco hijos de esta familia se “chivean” ante la cámara. Sueltan nerviosas carcajadas al mismo tiempo que su madre, parece no creer que su casa tenga otra vez un espíritu de Navidad que desde hace mucho se había ido.
Mientras, apenado, su marido apenas se acerca un poco, pero luego se retrae, aunque parece agradarle mucho que alguien se haya fijado en ellos.
Después de enterarse que el equipo de Hora Cero volverá en la Nochebuena, el pesimismo de siempre cambió y las sonrisas se quedaron en este menesteroso hogar de Reynosa.

Tras mucho sufrir, tendrán su Nochebuena

Por Paola Almaraz Ochoa

Mes y medio antes de la Navidad la tragedia invadió a la familia López Valle, ya que David López Sánchez falleció dejando desprotegidos su esposa y nueve hijos.
La Nochebuena será triste para María de Jesús, de 36 años, y sus hijos Miguel, Rosario, Irma, José, Jorge, César, Evelyn, Karla y David, porque además de perder a su padre fueron desalojados de su humilde hogar al no poder pagar la renta.
Las preocupaciones invadían a la mujer. Sumado a su desgracia, no contaba con dinero para atender a una de sus hijas hospitalizada ni para sepultar a su marido, y además ya no tenían un techo.
Ante el incesante frío de esas fechas, María no tuvo más alternativa que refugiarse en el albergue municipal instalado en el gimnasio de la UAT.
Después de permanecer en el lugar y al mejorar las condiciones climatológicas, la mujer y sus hijos regresaron a la colonia Ernesto Zedillo para buscar un lugar donde hospedarse. Afortunadamente los vecinos del sector los acogieron algunos días.
No obstante, la única alternativa era guarecerse en una construcción compuesta por dos cuartos en obra negra, misma que se convirtió en su casa.
Con la ayuda de conocidos y autoridades municipales, los nueve lograron obtener un par de colchones, cobijas, ropa y despensas.
Su nuevo hogar, sin puertas ni ventanas, pero con un techo de concreto y paredes con un sinnúmero de grafitis, actualmente es el refugio ideal que los protege del intenso frío.
Con la idea de mitigar las bajas temperaturas, colocaron hojas de triplay y algunas colchas que les han regalado, pero evidentemente no es suficiente para soportar los dos grados Celsius que marca el termómetro en la madrugada.
En el lugar que habitan no cuentan con luz ni agua. Las noches son invadidas por la obscuridad y el ambiente casi congelante. Sin embargo, es lo único que la madre puede ofrecer en este momento a sus niños.
“Les pido el apoyo a quienes me escuchan. Estoy necesitada, no tengo dónde cocinar; me quedé desamparada y en la calle, por eso requiero de la ayuda”, indicó.
La mujer señaló que su esposo era su apoyo incondicional: “Me apoyaba en todo con los niños y en Navidad les regalaba algún obsequio modesto, además de que les compraba pollo para cenar y ahora ya no estará”.
“Estamos pasando cosas muy difíciles, mis hijos extrañan a su papá y me preguntan por él. Yo nada más les digo que va a venir y que anda trabajando en el otro lado (Estados Unidos) para traerles sus regalos en Navidad”, dijo.
Los más pequeños de la familia se divierten con juguetes viejos portando apenas una playera o pantalón cuando la sensación térmica es de seis grados Celsius, mientras que la bebé de un año atraviesa el patio con solamente el pañal y sin ninguna otra protección para el frío.
“Dios mueve corazones y sé que algunas personas les van a enviar sus regalos o ropa para alegrarles estas fechas”, expresó.
Para sepultar a su esposo, la señora María de Jesús tuvo que solicitar un préstamo que aún debe, y aunque sus hijos mayores, de 19 y 17 años, trabajan eventualmente, es insuficiente para alimentar y vestir al resto de la familia.
“Ahorita debo un dinero a una señora y no le he acabado de pagar. No tengo trabajo ni nada qué vender ahorita porque la ropa que me han regalado alguna la vendí para sacar unos centavos: 10, 20 o hasta 50 pesos y así traer unos huevos, aceite o tortillas”, explicó.
María de Jesús aún no supera haber perdido a su marido pero desea trabajar a fin de sacar a sus hijos adelante. Algunas veces hace el aseo en una casa para obtener dinero que invierte en alimentos.

NAVIDADES MODESTAS PERO UNIDOS
La mujer originaria de Tamazunchale, San Luis Potosí, recordó que sus festividades decembrinas siempre fueron celebradas de forma muy humilde.
Sus hijos en navidades pasadas no tenían nada, mucho menos pino y foquitos. La familia prescindía de adornos ya que el costo de la electricidad se elevaría, lujo que su situación económica no les permitía darse.
“A veces no teníamos ni de cenar y solamente mirábamos que los vecinos estaban comiendo pollo asado, y le decía a mi esposo e hijos que olía bien sabroso y deseaba ir a ver si me invitan, y él me decía: ‘cómo vas a ir, deja nada más que tenga trabajo también y vamos a asar carne’”, narró la señora.
Y añadió: “En fin de año, igual, solamente escuchábamos que otros estaban con su música bien alta y festejando. Mi cumpleaños es el 1 de enero y la pasábamos bien tristes. Solamente guisaba unos frijolitos, comíamos y a dormir. Aunque no teníamos nada de carne ni fiesta estábamos unidos, buenos y sanos. Eso era suficiente”.

UNA NAVIDAD DIFERENTE
Este año las fiestas de diciembre serán diferentes. La vieja construcción del Callejón 5, marcada con el número 406, de la colonia ubicada al oriente de la ciudad fue iluminada con luces, y con un pino adornado con esferas, moños y campanas que alegraron el día de los más pequeños.
Para sorpresa de la humilde familia, esta Navidad será distinta gracias a que integrantes del área Comercial de Hora Cero llevaron a su hogar el espíritu que distingue esta temporada.
En la mirada de los niños reflejaba la ilusión, y se entusiasmaban al sacar de las bolsas los objetos que minutos más tarde colocaban sobre el pino.
Ubicar un lugar para instalarlo fue complicado por el reducido espacio del cuarto que con dificultad concentra dos camas unidas donde duermen los niños más pequeños, con una diminuta televisión que los entretiene.
Sorprendidos contemplaban las figuras del Nacimiento y cuestionaban quienes lo integraban, mientras que buscaban el lugar más adecuado para colocarlo.
La transformación de ese lugar ocupó 45 minutos, sin embargo, esa decoración alegró el triste escenario de los menores. Además, el 24 de diciembre disfrutarán de una cena navideña y los menores recibirán regalos.
“Si Dios lo permite vamos a tener una cena de verdad. Estoy muy agradecida por las personas que nos apoyan con estas bendiciones”, finalizó la mujer.

Un bálsamo de armonía y tranquilidad

Por José Manuel Meza

Hay quienes piensan que las malas rachas se rompen con las buenas y una joven mujer trabajadora –originaria del municipio de Río Bravo, pero avecindada en Reynosa desde hace 15 años– aboga porque así lo sea.
De entrada, sacar adelante sola a una familia, sin la mayor ayuda que la del esfuerzo de sus propias manos, ya es una proeza para Sandra Isabel Hernández Ramírez, que por las noches labora en una planta maquiladora de autopartes, mientras sus tres hijos se quedan encargados con unos vecinos, porque de lo contrario no tendría los medios para llevarles de comer.
Sin poder contener las lágrimas, esta madre manifiesta que el camino recorrido “ha sido muy difícil”; sin embargo, considera que “todo pasará” y ya sus hijos “crecerán y tendrán un mejor futuro”.
Su hogar es una pequeña casa de interés social situada sobre la calle Burgos del fraccionamiento El Campanario, cuyas endebles paredes no parecen mitigar lo suficiente el áspero frío de diciembre en la frontera tamaulipeca.
Aquí no hay tregua ni descanso, pues desde que sus niños se quedaron sin el sustento de un padre, Sandra Isabel ha debido privarse de cualquier recreo y concentrarse completamente en el trabajo. Víctor y Debani maduran a fuerza para ayudar a su madre con su hermana menor, que todavía no camina.
Durante el día su progenitora está al pendiente de atenderlos y llevarlos a la escuela, porque dice considerar que algún día eso dará buenos frutos.
Basta dar unos cuantos pasos para atravesar la minúscula vivienda y observar el nivel de precariedad con el que esta familia subsiste, con apenas lo necesario para empezar un nuevo día.
En la cocina no hay la suficiente comida para que esta mujer se encuentre tranquila, empero prefiere quitarse el bocado de la boca para repartirlo.

NAVEGAR CONTRACORRIENTE
En este sitio los juguetes son inalcanzables y la única distracción es un televisor que con enormes sacrificios Sandra Isabel ha podido conseguir. Admite que si no existe la seguridad de tener el dinero para medio llenar el carrito del mandado, mucho menos la posibilidad de darse una Navidad con regalos.
A decir de esta madre ni siquiera había pasado por su mente preparar una cena de Nochebuena, porque desde hace cinco años que en su casa no se festeja nada de eso.
Pero Sandra Isabel acepta que para sus niños esta temporada no pasa desapercibida, porque ha visto que en otras casas se encienden focos de colores y la gente las adorna con arreglos decembrinos.
Cuenta que el año pasado ella y sus tres hijos pasaron el día 24 en la casa de una amistad, pero al final no pudieron disimular la tristeza de no poder abrir ni un obsequio.
“Esa vez estuvimos con unos amigos que nos invitaron con la mejor de las intenciones. Los niños de mi amiga sí recibieron regalos, pero mis hijos sólo se quedaron viendo cómo los otros niños abrieron los suyos y pues, están chiquitos, ellos desean, piden y uno siente dolor de no poderles comprar…”, relata.
Este 2013 tampoco había pintado nada bien para esta humilde familia. De hecho, el 13 de octubre pasado, mientras Sandra Isabel se dirigía a su trabajo –donde se encarga de revisar el proceso de construcción de las partes inferiores de un vehículo, como tubos, bujes y mofles–, fue atropellada, sufriendo serios golpes en la cabeza.
“No podía mover el cuello ni la mano, me pusieron en una silla de ruedas, y lo primero que pasó por mi mente cuando me accidenté fueron mis hijos, porque en un principio no sabía qué tan grave eran las lesiones.
“Gracias a Dios no me fracturé, pero como quedé hinchada, donde me suturaron a veces tengo molestias. Cuando ellos se enteraron se espantaron con la noticia”, describe.

UNA LUZ DE ESPERANZA
A pesar de todas las adversidades que les han tocado sufrir, Sandra Isabel y sus tres hijos vivirán una “Una Navidad diferente”, ya que fueron propuestos por alguien que miró su necesidad durante esta campaña promovida por el periódico Hora Cero, la cual hará realidad el sueño de varias familias de escasos recursos que no poseen los medios para adornar su casa, darse obsequios y pasar una modesta cena de Nochebuena juntos.
Un grupo de reporteros tocó a su puerta para arreglar la vivienda con un pino, series de foquitos, escarcha y preparó su mesa a la espera de la cena de Navidad, que llegará el día 24 con todo y regalos.
Mientras Debani y Víctor se llenan de alegría, contenta, Sandra Isabel no esconde su emoción y suelta las lágrimas.
“Nos hace sentirnos muy bien, y les damos las gracias por este hermoso regalo. Es un bonito detalle y más en estas fechas, que estas personas se preocupen por las familias, me parece una muy padre idea que nos traigan una cena”, comenta.
Con el mantel, los platos, las velas y las servilletas preparadas, esta señora dice lo que para ella significa la Navidad.
“Pasarla en familia y tratarse de olvidar un poco de la preocupación del trabajo y del estrés de la vida. Esta vez me ha tocado trabajar muchos días para poder descansar. Estamos trabajando de domingo a domingo, para poder tener semana y media de descanso, a partir del día 22”, añade.
Sus hijos tienen el anhelo de recibir como regalo una muñeca, una computadora y ella “algo que no es material, pero se intenta…, aunque insiste que este detalle ya ha valido la pena”.
Al final Sandra Isabel le manda como mensaje a las familias que por pobreza o diferentes motivos no van a poder tener la Navidad que desean, que “no se rindan y que luchando sale uno adelante”, finaliza.

Tras cinco años de penurias regresó la Navidad

Por Abraham Pineda

Después de un lustro de haberse esfumado de sus vidas, el Espíritu de la Navidad regresó al hogar de la familia López López, colándose por la ventana de la fachada principal de la vivienda de madera y alumbrando con su corazón de esfera a una madre soltera y sus dos hijos quienes desde hace algunos años no sentían sobre ellos una escarcha de felicidad.
Y es que la familia integrada por Mayra Jesica López Maldonado, de 29 años de edad, y los pequeños Evelyn Anahid y Juan Francisco López López, de 10 y 8 años de edad respectivamente, casi olvidaba las sensaciones que emergen con la temporada decembrina y que como el ponche, endulzan la vida.
No ha sido fácil para ellos salir adelante, han pasado por montañas de problemas, de carencias, pero es la unión que los ha mantenido en la lid del existir para completar las 24 horas del día y continuar el camino.
Radican en la colonia 5 de Diciembre y paradójicamente es el mes decembrino cuando les pesa aún más la vida, pues no queda un peso para un pino navideño, ni para un pavo, menos para regalos, cosas tan comunes en la época para algunas familias pero que constituyen un vacío para otras.
La casa de madera en la que viven tiene sendos espacios libres, son pocos los muebles y casi no hay luz, solo la de sus sonrisas que alumbran los cuartos de esta vivienda que años atrás fue el punto de reunión de abuelos, primos y hermanos.
Ahora ya es vieja, el tiempo la ha deteriorado, ha entristecido su aspecto, el patio cobijado por un gran nogal tiene un aspecto melancólico que añora el tiempo pasado cuando fue pista de baile y celebración en esas fechas.
Pero la situación ha comenzado a cambiar, a ser diferente, la Navidad ha retornado al hogar de esta familia dándoles algo de esperanza, algo de luz, pero sobre todo arropando con su manto majestuoso de guirnaldas y campanas su inquebrantable unión.

NADA COMO CELEBRAR EN CASA
Tiene algunos años que Mayra, Eveleyn y “Paco”, no pasan una Nochebuena en su mesa, ni despiertan una Navidad en su cama y no es porque no quieran, es porque no cuentan con los recursos para poder hacerlo y por ello tienen que recurrir a sus familiares para poder festejar.
“La pasamos en familia, no me quejo de eso, pero yo quiero estar aquí en mi casa con mis hijos y no andar que con mi hermana o con mi prima. Quisiera que mis hijos pasaran una Navidad bien porque ya van algunos años que no reciben regalos”, dice Mayra.
Mayra refiere –sin quejarse– que las cosas se han tornado complicadas, está desempleada, apenas puede alimentar y dar educación a sus hijos, no hay para más. La casa que le heredó su abuela donde ha vivido por 29 años no cuenta con el servicio de agua potable ya que se lo suspendieron por adeudamiento.
Trescientos pesos semanales que obtiene por limpiar un hogar no es suficiente para atender las necesidades de su casa, menos para estrenar ropa en Navidad, tener una cena aceptable y darles algunos obsequios a las dos personas que le dan fortaleza en este mundo: sus hijos.
“Sí hay momentos en que me deprimo mucho pero pienso que no puedo dejarme caer por ellos, ellos hacen que yo en lugar de irme para abajo le siga adelante”, afirma la entrevistada.
Ese amor tan grande que les tiene ella es similar al apoyo que le dan ellos, mientras trabaja se hacen responsables de sus actividades académicas y de las labores del hogar, en especial Evelyn que comparte su niñez con la madurez de hacerse cargo del hogar.
“Son muy buenos estudiantes y pues le digo, la niña me apoya mucho en cosas que no tiene que estar pasando, ella tiene que estar en lo que es su niñez y no es así”, dice.
Evelyn y Paco regresaban de la escuela cuando encontraron que dentro de su hogar estaban unas personas para ellos desconocidos que traían consigo envuelto el Espíritu de la Navidad en una caja café y una bolsa de plástico grande.
Eran los empleados de Hora Cero quienes estaban ahí, esperando que los menores llegaran para compartir “Una Navidad Diferente”. Los chiquillos abrieron sus corazones y recibieron esa pizca de alegría que se les estaba dando ya por la tarde de ese día.
De pronto la vivienda volvió a ser el eco de muchas voces y risas, de gente caminando de un lado a otro, iluminando diciembre con extensiones de focos parpadeantes al sonido de canciones de la temporada que alegran el oído y el alma.
Los niños, penosos ante la cámara, tímidos a las entrevistas, participaron enjundiosos sin reservas en la colocación del pino navideño junto con esos desconocidos que ahora ya eran parte de la familia, como si se conocieran de años.
Sobre uno de los sillones los niños y su madre ponían el hilo a las esferas mientras los empleados de Hora Cero extendían las ramas del árbol artificial que causó más de una emoción natural.
El pino fue colocado en una esquina de la casa, frente a una ventana contigua a la puerta donde antes estaba un viejo televisor que fue removido a otro punto del hogar.
Cuando la infancia es ligera cualquier situación causa asombro y gracia, pero cuando es áspera se necesita de un pino adornado con esferas, luces, escarcha y un moño rojo en la punta, para que renazca la esperanza.
Eso fue lo que sucedió, el pino se encendió y el corazón de los niños también, con el de todos los presentes y comenzó a revolotear la alegría dando pauta a una Navidad que años atrás no se vivía.

MESA PARA TRES
Esta vez la familia tendrá mesa para tres, un pavo y un mantel, solos, acompañándose como lo han hecho a lo largo de este año de pruebas de las que han salido libres debido a la unidad que existe entre ellos.
El mantel ya está puesto, los platos, los vasos y un par de velas, madre e hijos se toman de las manos y sonríen, aguardarán a que este 25 de diciembre una cena sea colocada sobre esa mesa redonda de sillas frágiles.
“Estamos felices, los niños se miran felices poniendo el árbol y decorando todo. Esta es la primera vez que estaremos solos, va estar bonito, va estar padre estar sola con ellos”, dice Mayra.
Sentados en la mesa, Evelyn y Paco hablan sobre los regalos que quieren, ella quiere una computadora portátil, él un carro control remoto que ha visto mil veces anunciado en la televisión.
Siguen admirando el pino de Navidad, el máximo atractivo del hogar, esa casa a la que le faltan muchas cosas, que tiene pocos enseres, pero que es el refugio de tres personas carismáticas que día con día luchan contra la adversidad.
Mayra cuenta que este año no habrá cabida para la nostalgia, desde que murió su abuela ha sufrido su ausencia además que significó la coyuntura para que las reuniones que se hacían en ese hogar ya no se llevaran a cabo.
Refiere que antes se bailaba, se cantaba, se hacía una verdadera celebración en el amplio patio, pero las cosas cambian y ya no es así, con el tiempo se apagó la llama familiar y solo quedan tres fragmentos: ella y sus hijos juntos a toda costa.
Los tres saben que ese 25 de diciembre será distinto, ya lo esperan y lo ansían, tienen algunas visualizaciones, tal vez esté fresco ese día y permanezcan dentro de la casa de madera resguardándose y saboreando un jugoso pavo.
Y es que diciembre es el mes de los sueños, es la tela donde descansan los deseos que tarde o temprano se harán realidad, como en esta ocasión en que la familia López López ha comenzado a vivir
con emoción.

Una guerrera resguarda a sus dos princesas

Por Paola Almaraz Ochoa

Dos princesas son protegidas en Reynosa por una verdadera guerrera: su mamá.
Esthela de 9 y Elizabeth 5 años, respectivamente, habitan en un palacio lleno de amor y lucha, que se sitúa en un rincón la calle J.B. Chapa, en el centro de la ciudad.
Para llegar a este lugar es necesario atravesar un laberinto obscuro, sin embargo al ingresar se respira un ambiente de paz y armonía, a pesar de las humildes condiciones.
Una cama ocupa la mayor parte del espacio en el minúsculo cuarto donde habitan, además de una pequeña televisión, una vieja alacena vacía, la estufa y un diminuto refrigerador.
Es en este reino imaginario en el que las dos niñas y su madre pasan los días rezando a la Virgen de Guadalupe por la cura para Esthela que padece leucemia tipo 1.
El regalo que más desea Esthela para esta Navidad es que un milagro de la morenita del Tepeyac le regrese la salud para que su mamá ya no llore.
“Quiero que Dios y la Virgen de Guadalupe me regalen la cura de mi enfermedad porque mi mamá llora y no me gusta verla así”, dijo la niña entre sollozos.
Los dolores de huesos a causa de este padecimiento mantienen a la niña despierta en las madrugadas, algunas veces son tan intensos que grita y llora.
“Tengo mucha fe en Jesucristo y mi Virgencita Guadalupana van a curar a mi hija. No pierdo la fe porque el día que suceda todo se irá para abajo”, externó su madre.
A pesar de su tratamiento médico que le brinda el Seguro Popular, el estado de salud de Esthela es delicado por lo que su madre se mantiene al pendiente de que la niña no disminuya su peso y mantenga el nivel de sus plaquetas.
Cada dos meses deben de ahorrar mil 800 pesos para que le sean aplicadas plaquetas a fin de mantenerla estable, por lo que su mamá consigue dos trabajos para reunir esa cantidad.
El “callejón del olvido”, un pasillo largo, sinuoso y frío, esconde el modesto refugio de estas dos princesas, que es solventado económicamente con mucho sacrificio por una madre soltera dedicada al aseo de casas.
Sus corazones más grandes, como ella misma las llama son su razón de existir y de luchar por sobresalir a pesar de las carencias.
“Es complicado y pesado, porque para salir a trabajar tengo que dejar a mis hijas solas o encargadas. Ellas son mi luz y guía para salir adelante. No hay cansancio solamente ganas de sobresalir y mucho amor por ellas”, expresó.
El padre de Esthela abandonó a su madre a los 6 meses de embarazo por lo que desde hace más de nueve años ha sido papá y mamá para su hija.
“Muchas veces hasta me siento impotente ya que creo que hace falta más atención de mi parte, en las noches llora porque le duelen sus huesitos y eso me hace sentir muy mal, quisiera hacer más por ella”, mencionó entre lágrimas.
A causa de su enfermedad Esthela sufrió bullying en escuela, ya que por los tratamientos médicos comenzó a perder el cabello.
“Mi hija cayó en depresión por las burlas de sus compañeros e incluyo llegó a decirle a su madre que deseaba morirse. Afortunadamente con ayuda de algunos maestros logró superarlo”, recordó.
La situación económica es tan precaria que algunas veces no cuentan con recursos para comer, por lo que solamente alimenta a sus niñas aunque ella no pruebe bocado en el día.
“Mis niñas se preocupan pero yo les digo que soy una guerrera porque lucho por ustedes dos cada día y siempre voy a luchar por ellas hasta que Dios me lo permita”, aseguró.

MILAGRO NAVIDEÑO

Un pino navideño de apenas 30 centímetros y sus luces alumbran la habitación de las pequeñas. El ornato está decorado con unos ángeles, regalo de la mamá Esthela.
Conforme han pasado los años han adquirido más querubines que alegran su entorno.
Como los milagros existen y más en esta época navideña su pino creció y se llenó de adornos gracias a que el equipo de Radio y Televisión de Hora Cero cambió el panorama con diversos adornos alusivos a las fechas decembrinas.
El “callejón del olvido” se convirtió en el “callejón de los milagros” debido a que su minúsculo hogar se llenó de esperanzas.
La emoción de ambas al participar en la instalación del pino se reflejaba en sus rostros, entusiasmadas abrían cada uno de los paquetes de esferas, campañas y tambores a los que colocaban listones para colocarlos en su nuevo árbol que tuvo que ser reducido a fin de que tuviera un espacio en su hogar.
Este año las princesas y su guerrera madre tendrán una Navidad mágica y diferente ya que podrán disfrutar por primera vez de tener una cena con el tradicional pavo y muchos regalos.
“Me siento muy feliz porque no había tenido un piño así de grande y bonito”, mencionó.
La más pequeña, Elizabeth dijo que el único deseo que tiene para esta Navidad es que su hermanita se cure y que este feliz porque la quiere mucho.

Pasarán la Navidad sin sus padres

Por: Gerardo Ramos Minor

De pronto la vida les cambió a los hermanos Vargas Chávez. Como un cuento sin final feliz, estos seis hermanos se encuentran ante su primer Navidad solos, sin el resguardo de sus padres.
Y es que hace unos meses Sandra Anete, la madre del clan, falleció a causa de una enfermedad, dejando solos a Luis Yaced de 21 años, Vanya Fernanda de 14, Alexandra Naomi de 13, Ernesto Tadeo de cuatro y las gemelas Anete y Alison de siete.
A partir de entonces Luis Yaced tuvo que convertirse en la cabeza del hogar, con la misión de sacar adelante a sus cinco hermanos en una situación que muy pocos jóvenes deberían de enfrentar.
Sentado en la sala de la casa de una tía materna, quien aceptó ofrecerles un hogar en la colonia Petrolera de Reynosa, Luis Yaced reconoció que apenas está empezando a asimilar lo que es su nueva vida.
“Obviamente es algo que uno no espera para nada. Al comienzo uno no sabe qué hacer, se le nubla mucho la visión y el panorama de para dónde va a ir, pero somos hermanos y al final de cuentas eso es lo que te motiva a ser tal vez no el jefe de familia, pero sí alguien que ve por ellos en la mayoría de los aspectos posibles”, expresó.
Para este joven quien aspira a un día trascender con su banda de música, los cambios no han sido sencillos, pues el ritmo de vida al que se había acostumbrado tuvo que cambiar tras el fallecimiento de su madre.
“Al principio no sabía qué hacer. Cada quien tenía acostumbrado su ritmo, sus cosas, a hacer cada quien sus cosas. Pero ya poco a poco con el tiempo se me fue despejando un poco la cabeza y ya platicando con mis familiares, con amigos, me di cuenta de que era cuestión de tener orden en las cosas”, indicó.
Luis Yaced, quien gracias al apoyo que le dieron unas amistades obtuvo un empleo en el Ayuntamiento de Reynosa como funcionario en el Departamento de Obras Públicas, expresó que entre las primeras cosas que tuvo que aprender, fue a contender la necesidad de ser sobreprotector con sus hermanos, además de conocer con más detalle sus necesidades, defectos y virtudes.
“Alison es muy sensible y es muy tierna también. Tadeo es un comediante andando, es un torbellino, nada más que sí a veces le cuesta un poco de trabajo la obediencia, pero es un buen niño. Vanya es la que más me apoya, cocina muy rico. Naomi es muy inteligente, tiene muchas ideas, es muy ocurrente. Cada quien tiene sus defectos y virtudes”, apuntó.
En este proceso, Luis Yaced
encontró que también ha aprendido cosas de sí mismo.
“Voy a hacer como una referencia a una canción que tenemos en el grupo que dice: ‘Aún puedo reír…’. Creo que aprendí que tengo la capacidad de salir adelante. Antes tenía una actitud muy derrotista, decía ¿para qué me levanto? y ahora si se ocupa algo con los niños, pues vamos a buscar la manera de hacerlo. Aprendí que puedo salir adelante y no derrotarme tan fácil. Ellos me han demostrado que pueden y pues yo también. Me agarro de sus energías para seguir”, sentenció.
Reconoció que en esta labor cuenta con el invaluable apoyo de su tía y abuela maternos, además de sus dos hermanas mayores.
“La persona obviamente encargada de ello ya no está y ahora yo asumí ese cargo de apoyarlos con las tareas. Debo decir que mis hermanas me ayudan mucho para las cuestiones de los quehaceres del hogar, y la comida. Y poco a poco tratar de darles educación.
“Mi rutina diaria ahora es levantarme a las siete de la mañana para prepararme para ir a trabajar, estoy ahí de las ocho de la mañana a las cuatro de la tarde, luego voy por mis hermanos a la escuela, después la comida, para que se alimenten, luego las tareas, que se den un baño, que jueguen un rato y al final del día que se preparen para dormir. Así es casi todos los días”, relató.
El joven indicó que aunque en lo personal está a cargo de la mayor parte de las necesidades de sus cinco hermanos, su tía y su abuela han sido un apoyo invaluable, pues además de ofrecerles un techo sobre sus cabezas, los apoyan emocionalmente.
“Son como nuestras segundas mamás. Nos apoyan tanto emocionalmente, como económicamente y no nos dejan desprotegidos, son quienes más nos han ayudado”, indicó.
Además está la otra familia, la de los amigos, que son bastantes y han hecho lo posible por ayudarlos a no pasarla tan mal en estos
momentos tan complicados para todos los Vargas Chávez.
“No puedo mencionarlos a todos porque puede que se me salga uno de la lista, pero el apoyo ha sido incondicional. A veces uno no espera este tipo de ayuda, no sabe que tiene tanto apoyo de sus amistades por lo mismo que uno anda en mil y una cosas y ya en las situaciones difíciles, en las buenas y en las malas, como quien dice, te das cuenta de quienes en realidad te apoyan. Y si, he tenido apoyo de mis amigos, de mi familia, afortunadamente”, indicó.

UNA TEMPORADA DIFICIL
Para Yaced y sus hermanos, todos los días tienen un momento difícil cuando recuerdan el cariño de su madre y los detalles que tenía con ellos, sin embargo, se han dado cuenta que es en esta temporada decembrina cuando estos momentos se repiten con mucha más frecuencia.
“Obviamente la nostalgia siempre está latente y tratamos de recordar a nuestra madre como quien fue, o sea, una buena madre. Sí nos hace mucha falta pero sabemos que ella nos dejó algo, que nos inculcó una buena educación y valores que son los que tratamos de llevar día a día para poder salir adelante.
“Vienen las vísperas de Navidad y de Año Nuevo y pretendemos pasarlos en familia y más unidos que antes”, dijo.
Incluso, Luis Yaced considera que estas fiestas serán más especiales, pues hoy se siente más cercano a sus hermanos que lo que en alguna vez haya estado en su vida.
“A lo mejor antes no tenía la oportunidad de estar tan junto con ellos, pero afortunadamente ya los conozco más, ya me acerqué más con ellos, y de esa manera pues es como siento que vamos a estar más unidos”, dijo.
Entre las cosas que más le han sorprendido, se encuentra la fortaleza que han mostrado sus hermanos más pequeños, que han sabido lidiar con la falta de su progenitora, lo que no quiere decir que no hay momentos en que los invade la melancolía.
“Han sido muy fuertes –creo que más que yo–, en esta cuestión de sobrellevar la situación, pero creo que los más pequeños a veces pues recuerdan más. Uno a lo mejor como que aprieta el corazón o algo así, pero ellos son los que sienten más y dicen las cosas tal cual y es cuando uno se da cuenta de que fueron los que lo sintieron más. Sin dejar de lado que obviamente a mi también me afectó bastante”, dijo.
Aún así Luis Yaced y sus hermanos han hecho todo lo posible por intentar tener una temporada decembrina lo más feliz posible, y para ello su tía y su abuela han tenido el tino de decorar la casa con luces multicolores y un pino de Navidad.
“Es como una tradición. Siempre ponemos el pinito, las lucecitas y cosas así. Y eso no se pierde, digamos que las personas que mueren se llevan en la mente, en el corazón, y es donde más las recordamos, por eso las tradiciones hay que mantenerlas vivas, así como a ella (su mamá) le hubiera gustado”, sentenció.

BUSCAR EL EQUILIBRIO
Cuando se le escucha hablar uno no pierde de vista que Luis Yaced es un joven de 21 años que además de luchar por sacar adelante a sus cinco hermanos, también tiene que encontrar la manera de satisfacer las necesidades de un joven de su edad.
Esta labor no es nada sencilla, pues aunque ha tenido que poner en pausa muchos de los planes que tenía trazados, espera que un día pueda llevarlos a cabo.
“Trato de mantener un equilibrio que es algo muy difícil, porque hay necesidades aquí en la casa pero también tengo necesidades personales, también tengo a mi novia, proyectos que quiero emprender, tengo un grupo de música y varias ideas que pretendo echar a andar. Necesito mantener un equilibrio y sobre todo no caer en un caos de ¿ahora qué voy a hacer? o algo así. Pretendo seguir con todo lo que tenía planeado e ir llevando las cosas paso a paso”, dijo.
Este mismo dilema lo vive con sus hermanas, quienes ya son unas adolescentes y también quieren empezar a vivir sus vidas.
“Mis hermanas que ya son ya adolescentes también me piden permiso para salir con sus amigos, ir a pijamadas o las quinceañeras o cosas así. Creo que lo importante es tratar de que todo lleve su curso.
Todos salimos y hacemos nuestras cosas pero entre semana estoy aquí con ellos, y ya el fin de semana lo aprovechamos para divertirnos o hacer otras cosas que me incumben de manera personal”, sentenció.
Sin embargo, uno de los temas más complicados en esta relación ha sido la aplicación de la disciplina, pues los niños no pueden dejar de ver a Luis Yaced como su hermano.
“Mi tía nos apoya en eso de llamarles la atención pues la ven más como una persona más grande. Yo soy joven, sigo siendo su hermano y voy a ser su hermano siempre. Por eso de repente si batallo en esa cuestión de la obediencia”, dijo.

SUS DESEOS
Aunque su empleo en el Ayuntamiento de Reynosa ofrece estabilidad a esta familia, en ocasiones el dinero no es suficiente para que puedan tener todas las cosas que desean, lo que no impide que Luis Yaced pueda soñar.
“Los cuartos son algo pequeños y las camas ya están algo viejitas, los colchones en donde dormimos pues ya están un poquito deteriorados. Eso es algo con lo que batallamos.
“En cuanto a la Navidad, pues los niños están acostumbrados no a lujos, pero si a detallitos y sobre todo en esta época. A lo mejor no se les puede comprar juguetes o ropa en el transcurso del año, pero es bonito darles un detallito. Por ejemplo ahorita que hace mucho frío yo andaba consiguiéndoles ropa de frío y algunos juguetitos de esos que les gustan a los niños. Esas son las cosas que les agradarían”, finalizó.

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