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Viviendo de la basura

3 de junio de 2015 por Mariel Sánchez

Un basurero ubicado en el Ejido Las Anacuas, al sur de la ciudad, representa una “minita” de oro para cientos de familias, quienes entre desechos encuentran su sustento diario.
Estar en este lugar no es sencillo, los fétidos olores de los residuos se perciben a metros de distancia y las moscas incomodan aún más la labor de los recolectores.
Pero eso no es impedimento para quienes se adentran a las montañas de basura, buscando plástico, madera, cartón, cobre, aluminio o cualquier material reciclable que son un verdadero tesoro para ellos.
Padres e hijos que hicieron de la basura su ocupación, escarban durante extensas jornadas desafiando los olores y la insalubridad.
Cada día quienes se encuentran en este basurero albergan una esperanza: conseguir suficiente mercancía para vender, pues cada bote, lata o cartón, representa la comida del día a día, explicó Roberto Garza, quien se dedica a la recolección por más de 20 años.
Desde hace tiempo ha formado un equipo con su esposa y uno de sus hijos quienes se encargan de recoger productos mientras él los clasifica.
Esa labor que no incluye un salario fijo o días de descanso, la realizan personas de todas las edades que utilizan su habilidad para conseguir lo suficiente para sobrevivir.
Como siempre sucede, hasta entre los recolectores hay niveles, pues mientras hay unos que cuentan con un carretón que les hace más fácil su trabajo, los hay quienes tampoco ni a eso llegan.
Tal es el caso de la familia Garza que a expensas de sus colegas esperan pacientes en la salida del basurero alguien que los acerque a su casa en la colonia 10 de mayo, ubicada a 13 kilómetros de distancia.

ARDUA LABOR
No importa si hay sol, frío o lluvia, los recolectores trabajan sin descanso, pues la basura se genera todos los días.
A las orillas del basurero se ubican pequeños tejabanes que utilizan los trabajadores para tomarse un descanso de su jornada laboral.
“Lo primero que uno hace es encomendarse a Dios, pedirle que nos vaya bien, eso es lo principal”, aseguró Garza.
Aunque los pepenadores no cuentan con un horario establecido, Garza y su familia se han acostumbrado a llegar al tiradero a las 8:00 horas e irse a las 18:00.
Con 63 años a cuestas, Garza ya comienza a verse afectado por los estragos de su edad, pues batalla para caminar, por lo que su única función en el equipo es vigilar a su familia y clasificar lo que recogen.
Una construcción de madera de menos de dos metros cuadrados, es la bodega donde su esposa y su hijo colocan la recolección del día.
“Le voy a ser sincero yo casi no salgo, no quieren que me mueva, entonces yo me quedo aquí”, mencionó.
Ver que cuatro manos son las que deben llevar el alimento a su hogar, lo deprime, pero el trabajo en equipo es lo que los ha sacado adelante.
“Yo casi no los veo, hasta como a las tres o cuatro de la tarde, que es cuando les cala el hambre”, aseguró.
Además de vigilar, debe esperar paciente el regreso de su familia a la pequeña construcción que se encarga de cuidar.

GOLPES DE SUERTE
A esta familia solamente en dos ocasiones la suerte los ha sorprendido con una alegría.
“Una vez mi hijo se encontró 300 pesos, así entre el mugrero y había gente ahí que ni los vio”, recordó Garza.
Posteriormente un diente de oro encontrados en medio de los desperidicios se convertirían en un ingreso extra para su casa.
Recordó que en esa ocasión llevó el diente a una casa de empeño donde le dieron 300 pesos.
En promedio la familia alcanza a recolectar 80 kilos de plástico y algo de cartón y cobre, por lo que generalmente ganan alrededor de 60 pesos diarios, apenas lo suficiente para comprar alimento y un poco de ropa.
“No se gana mucho de verdad, es poco, pero es suficiente, no tiene caso que le diga que ganamos muy bien, si no es verdad.
“Muchos dicen que se saca mucho en este negocio, pero la verdad es que no, o al menos mi familia y yo, no sacamos tanto”, explicó.
Los residentes de la Colonia 10 de mayo de Reynosa, viven de manera humilde, pero honesta.
Cada día piden ayuda para conseguir buenas ganancias y conseguir una buena venta los fines de semana, pues es en esos días, cuando aprovechan para acudir a vender su recolección.
Por lo que al siguiente día, vigilarán como siempre la llegada de los carretoneros para esperar el vaciado y conseguir el sustento de cada día.

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