Luego de dos años de luchar contra múltiples deficiencias, la escuela primaria “Cecilio J. Castillo”, ubicada en el Fraccionamiento Riveras del Carmen, y la primaria de Nueva Creación del Fraccionamiento “Las Palmas”, cancelaron su participación en Escuelas de Tiempo Completo en el actual ciclo escolar.
Con ello, 876 estudiantes se quedaron sin la posibilidad de aprovechar la extensión de su horario académico y algunas otras de las bondades de este proyecto, instaurado en el año 2007 por el entonces presidente de la República, Felipe Calderón Hinojosa.
El “tiro de gracia” para estos planteles educativos, fue la suspensión de la partida presupuestal para la compa de los alimentos de los alumnos, la cual dividida por cada estudiante no pasaba de un peso diario. Durante meses y ante al abandono de las autoridades, los padres de familia tenían que aportar los 25 pesos semanales que cuesta darle de comer a sus hijos.
Esta situación alcanzó niveles alarmantes cuando la mayor parte de las familias de la zona padecen pobreza alimentaria, por lo que comer en la escuela significaba una fugaz oportunidad para los niños de nutrirse al menos una vez al día.
Y aunque las autoridades educativas les insistieron que se quedaran dentro del programa, los padres y directivos les recordaron que no cuentan con los recursos e infraestructura adecuada, por lo que el programa no se puede operar y solo representa una pérdida de tiempo y esfuerzo.
DE COMEDOR A SALÓN
A inicios del 2012, el gobernador de Tamaulipas, Egidio Torre Cantú, acompañado del titular de la Secretaría de Educación de Tamaulipas (SET), Diódoro Guerra Rodríguez, inauguraron en la escuela primaria “Cecilio J. Castillo” un comedor para los estudiantes participantes en el programa de Escuelas de Tiempo Completo.
Meses después, ante la faltas de salones y la deserción del programa gubernamental, los padres decidieron utilizar este espacio como aula. Para ello colocaron un pizarrón en la pared y las sillas y mesas en las que antes se colocaban los alimentos, ahora son empleadas por alumnos como pupitres.
Al fondo del salón, en un cuarto interior, permanecen sin uso una estufa tipo industrial conectada a un tanque de gas y diversos enseres utilizados empleados en la elaboración de la comida. Para los estudiantes de apenas 6 años de edad esto es imperceptible, ya que a diferencia de los reducidos salones de madera donde sus otros compañeros toman clases, su “aula” ofrece mayores comodidades.
El director del plantel, Giveric Garza Castillo, expuso que optaron por cambiar el comedor por un salón de clases ante la alta demanda estudiantil de nuevo ingreso.
Explicó que se enlistaron en el programa de Escuelas de Tiempo Completo con el ideal de diversificar la oferta educativa en el sector, sin embargo las carencias los obligaron a abandonar la idea.
“Solicitamos la incorporación a este programa debido que consideramos sus bondades, ya que permite a los niños desarrollar habilidades de todo tipo. En este ciclo dejamos de participar por la falta de maestros y de infraestructura, ya que carecíamos de dos aulas”, dijo.
Explicó que al arranque de este ciclo escolar les confirmaron que el apoyo económico que les otorgaban para la alimentación de los alumnos sería suspendido, por lo que se optó por cancelar la participación en el programa. Tras ser notificados, los padres de familiar aceptaron la decisión, pues saben de las desventajas de no contar con el equipo adecuado en su espacio educativo.
Garza Castillo señala que en el primer año de participación en el proyecto recibieron 52 mil 500 pesos para los gastos de la cocina. El ciclo siguiente la partida descendió a 50 mil 500 pesos y en este se los cancelaron.
“La cuestión de la alimentación es lo que consideramos que es más apremiante, teníamos que inscribirnos en otros tipos de programas para poder solventar la comida de los niños aparte de la colaboración con 25 pesos que se les pide a los padres para poder completar”, enunció.
El director de la primaria expresó que están decididos a regresar al programa siempre y cuando el gobierno estatal y federal solventan las necesidades básicas del plantel, como lo son las aulas y el personal docente.
Y es que un plantel aún cuenta con aulas de madera y con los siete maestros que hay es imposible implementar un programa de esta índole.
ANARQUÍA TOTAL
En las Escuelas de Tiempo Completo el horario es de las 8:00 a las 16:00 horas de lunes a viernes, tiempo que debe ser aprovechado al máximo para instruir a los niños en Cultura y Arte, Desarrollo de Habilidades Digitales, Aprendizaje de Inglés, Recreación y Desarrollo Físico, además del Fortalecimiento de los Aprendizajes.
Sin embargo en la mayoría de las escuelas participantes no existe el personal suficiente para abordar los rubros exigidos.
Mónica Contreras Ugalde, madre de familia de la escuela primaria “Cecilio J. Castillo”, apoyó la decisión cancelar la participación del plantel en el programa ya que aseguró que los niños no tenían clases en el horario extendido, y solo se dedicaban a jugar, incrementándose los accidentes en la institución.
“La mayoría del tiempo no tenían maestros en la tarde, los niños de sexto cuidaban a los de primero, se metían a darle clase a los de primero. Los niños se salían de los salones, se golpeaban unos con otros, de hecho hubo varios niños que se los llevaron a urgencias porque se descalabraron”, refirió.
Esta madre de familia dijo que durante el tiempo en el que su hijo estuvo enlistado en el programa, notó cambios negativos en su comportamiento, producto de la falta de supervisión durante la jornada extendida.
Otro de los inconvenientes era la comida que ahí se ofrecía.
“A mi niño no le gustaba la comida que le hacían en la escuela y me pedía que le llevara el lonche. Muchos niños se quejaban de que se enfermaban porque la comida no les gustaba, y otros decían que se quedaban con hambre porque era muy poquito lo que les daban”, pronunció.
PLANEACIÓN DESTRUIDA
La directiva y el personal docente de la escuela primaria de Nueva Creación del Fraccionamiento Las Palmas ya habían elaborado sus planes de trabajo para el ciclo escolar 2013-2014 cuando se les informó que tendrían que sufragar ellos mismos los gastos de alimentar a los 326 estudiantes que tiene el plantel.
La decisión de suspender el programa se consultó con los padres de familia quienes tampoco se opusieron, porque estaban conscientes de la deficiente alimentación y formación que estaban recibiendo sus hijos.
Esta escuela, ubicada unos kilómetros más adelante de la primaria “Cecilio J. Castillo” vive la misma situación de su vecina: decenas de alumnos hacinados en reducidos salones construidos con madera con poca ventilación e iluminación.
Margarita Tristán Rojas, directora de la primaria reconoció que tras conocer la decisión, algunos padres decidieron cambiar a sus hijos a otras escuelas.
“Algunos padres que necesitaban el servicio de horario extendido por sus trabajos y decidieron cambiar a sus hijos de plantel, pero otros que vieron cómo batallábamos para alimentar a los niños, que no teníamos espacio para darles la comida y tenían que hacerlo en los patios, lo cual no era higiénico, lo comprendieron”, dijo.
La directora no dudó de la efectividad del programa, pero consideró que aplicarlo en escuelas con deficiencias en su infraestructura prácticamente fue lanzarlo al vacío.
“No se obtienen los resultados que se deben de tener porque influye demasiado la mala infraestructura que hay en nuestra escuela porque no solo carecemos de aulas y maestros sino también de biblioteca y aula de computo”, concluyó.
A LA GUERRA SIN FUSIL
Algunas escuelas han logrado sortear la falta de maestros, comedores y salones, sin embargo lo han hecho mediante modificaciones al programa de Escuelas de Tiempo Completo que impiden detonar el potencial de los alumnos.
En estos lugares es normal observar a un profesor enseñando computación en un pizarrón, o compartiendo su computadora portátil con tres decenas de estudiantes.
Jorge Luis Solís López, director de la escuela primaria “Emiliano Zapata”, ubicada en la colonia Vicente Guerrero, expuso las adversidades a las que se han enfrentado para mantenerse activos en la iniciativa educativa.
De entrada ha enviado cientos de oficios a las autoridades educativas y el ayuntamiento de Reynosa con la finalidad de recibir ayuda para continuar en el programa.
“No es fácil equipar una escuela de la noche a la mañana, es entendible. Sin embargo creo que cuando alguien legisla sobre algún programa educativo debe pensar primeramente en el presupuesto asignado y darse cuenta de cuántas escuelas pueden participar y no mandarnos a la guerra sin fusil”, comentó.
Actualmente, con recursos obtenidos mediante donaciones privadas, se construye un comedor en la parte alta de la sala de computo.
A esta fecha solo se han podido erigir las paredes del mismo, ya que no se han conseguido los 150 mil pesos necesarios para acabar la obra.
“Necesitamos el espacio, las computadoras para que cada niño se siente frente a una de ellas y pueda trabajar en las habilidades. Actualmente lo estamos haciendo con muchas limitantes, estamos trabajando en pizarrones o habilitando las computadoras de los maestros”, reveló.
Una de las formas con las que han sorteado las carencias es el programa “Escuelas de Calidad” donde obtuvieron 25 mil pesos que emplearán para comprar 13 computadoras, suficientes para atender a dos alumnos por equipo.
Será en la biblioteca donde provisionalmente se coloquen estas computadoras necesarias en la clase de “Habilidades Digitales”.
Pero no todos los problemas pueden ser solucionados por los padres y los maestros, otros sólo lo pueden hacer las autoridades.
Por ejemplo, el pago de maestros que atienden las cuatro horas después de la jornada normal tiene retrasos, lo que produce desánimo entre los profesores quienes renuncian y prefieren buscar un empleo que les ofrezca estabilidad financiera.
Estos maestros solo reciben alrededor de 1750 pesos por quincena, además de que no tienen los derechos de un maestro con plaza. De hecho, lo que reciben ni siquiera es un sueldo, sino una “compensación” por sus servicios.
Solís López refiere que en el ciclo pasado se retuvo el pago de los maestros por tres meses, lo que causó descontento entre los empleados y originó la renuncia de tres profesores.
“Eso te crea un problema porque un grupo se queda solo y cómo se hace para cubrirlo y cumplir con los niños”, señaló.
Aún y con los problemas no pierde la esperanza, porque a pesar de las carencias, se han logrado cambios en el comportamientos de los niños, su aprendizajes y el desenvolvimiento en la comunidad.
“Han sido ciclos escolares complicados, pesados, difíciles, pero estamos convencidos que esto va a funcionar y una vez que comience a funcionar como debe serlo vamos a tener los frutos que deseamos”, sentenció.
Autoridades piden tiempo
El coordinador de Seguridad Escolar y Participación Ciudadana en el Centro Regional de Desarrollo Educativo, Martin Gil Escobedo Carmona, acepta que el gobierno no han podido con la carga que representa equiparar a las instituciones educativas.
Informa que desde hace dos ciclos escolares se comenzó a trabajar en el proyecto de Escuelas de Tiempo Completo con 14 instituciones y a la fecha 30 más se han sumado, las cuales todas tienen necesidades.
El entrevistado reconoció que apenas se está realizando un diagnóstico para conocer con exactitud qué hace falta en las Escuelas de la localidad.
Por ello pidió paciencia, ya que aseguró, paulatinamente se efectuarán los cambios requeridos para la correcta operación del programa.
“Aprovecho para decirle a la comunidad, a los maestros, a los padres de familia, que tengan confianza, que si bien las escuelas están comenzando con algunos tropiezos estamos seguros que al paso de los meses esto se va a ordenar”, expresó.
Escobedo Carmona confió en que los Congresos Federal y Estatal aprobarán un presupuesto para atender las demandas del sistema educativo.
Mientras tanto es posible que el próximo ciclo escolar al menos 100 escuelas de Reynosa pertenezcan al programa Escuelas de Tiempo Completo, siempre y cuando los gobiernos cumplan con sus aportaciones económicas.
‘Es injusto comer así’
Arely Alejos Castro, madre de familia de la escuela Emiliano Zapata, es una de las cuatro voluntarias en la cocina donde se preparan los alimentos de los niños. Su jornada comienza a las 8:00 horas y termina en la tarde.
Participa pues en la escuela está una de sus hijas y aunque es una satisfacción observar que se ha cumplido con el objetivo del día, le resulta injusto ver lo que comen los estudiantes.
La cocina es pequeña, lo que obliga a los niños a comer parados, entre el polvo y las moscas.
“Necesitamos un espacio donde los niños se puedan sentar a comer, no tanto por nosotros, que podemos seguir cocinando en así, no es justo que el ratio que tienen para comer estén parados. A veces comen entre la lluvia, la tierra y no están augustos los niños”, señala.
Comentó que a los niños se les otorga la alimentación que está al alcance del presupuesto, ya que menú que les propone el programa es una fantasía para la partida presupuestal que se les entrega.
De hecho no hay estabilidad en las raciones alimenticias, un día se les puede dar un platillo completo espagueti, verduras y pollo y otro solo alcanza para dos tostadas con frijoles, lechuga y queso, con un vaso de agua de sabor.