La familia Birnkerhoff, originaria del norte de California, en Estados Unidos, llegó a Reynosa a finales del 2012, huyendo de la policía de su país que los perseguía por ejercer la mendicidad en diversos puntos de la Unión Americana.
Aunque lograron evadir la justicia refugiándose en el norte de Tamaulipas, no pudieron sortear la mala fortuna que los seguía y que terminó desintegrándolos.
A la fecha Jeremy Dean, jefe de esta familia, está muerto; Cristina, su esposa, vive perdida en el consumo de “crack” (cocaína en piedra); y sus hijos gemelos: Aramonie y Geremon, quedaron bajo la custodia del Departamento de Servicio para la Familia y Protección de Texas.
El último capítulo de la trágica historia de los Birnkerhoff en Reynosa quedó escrito en el Puente Internacional Reynosa-Hidalgo, con la repatriación de los gemelos, quienes tras la muerte de su padre en las celdas de barandilla de la cárcel municipal, estuvieron al cuidado de la Casa Hogar del Sistema DIF Reynosa por más de una semana, de donde salieron el 22 de octubre para ser entregados a las autoridades de su país.
Los Birnkerhoff siempre tuvieron una vida errada, de mendicidad, fragmentada por el abuso del aguardiente en ayunas y diversas drogas potentes.
Un vecindario ubicado en la colonia Las Cumbres fue testigo presencial del decadente episodio del matrimonio extranjero, quienes no pasan de los 35 años de edad, sostuvo por algunos meses en ese lugar a raíz de sus adicciones, las cuales ahogaron el núcleo familiar y originaron una separación entre ambos.
Las nociones en el barrio sobre esta familia son escasas, algunas personas la recuerdan confusamente y otras desconocen los motivos que originaron su estadía en la ciudad.
Como los Birnkerhoff solo hablaban inglés, nadie pudo ahondar en sus vidas, ni saber sus orígenes; a señas es como construyeron el entendimiento con ellos y en base a algunos hechos que se suscitaron pudieron conocerlos.
En el vecindario desconocían que Jeremy Dean había muerto, la noticia que “el gringo”, como le llamaban, ya no existiese los tomó por sorpresa, pues apenas una semana antes de su fallecimiento lo vieron pasar por las calles contiguas del barrio acompañado de los gemelos sin saber que sería la última vez que se cruzaría por sus vidas.
EN ESPIRAL
A mediados del mes de octubre de 2012, el matrimonio arribó a la colonia Las Cumbres, en donde habitaron en unos departamentos para iniciar así una nueva etapa en sus vidas que lejos de significar un cambio, resultó ser el tramo final de la unidad que a tropezones conservaba la familia.
Lo más valioso que traían en su equipaje eran dos hermosas joyas que pronto conquistaron al vecindario: los gemelos Aramonie y Geremon, de apenas 9 años de edad, quienes lograron sobrevivir a las adicciones de sus padres y los embates violentos por parte de la madre.
El rentero recuerda que los norteamericanos llegaron al lugar a bordo de una camioneta que era conducida por un hombre el cual descendió de ella y le entregó mil pesos para cubrir el primer mes de alquiler, dejando a los Birnkerhoff a su suerte porque jamás regreso al sector a visitarlos.
Durante los primeros meses, Jeremy Dean no salía de la vivienda, por lo que algunos vecinos llegaron a pensar que estaba muerto. Fue su esposa quien logró comunicarles en un español casi inentendible que padecía cáncer y que era adicto a la mariguana para calmar los dolores que le provocaba el padecimiento.
De poco en poco fueron cayendo en un espiral de adicciones de las cuales ya no pudieron salir, comenzaron a desayunar alcohol y antepusieron sus excesos al cuidado de los gemelos, que encontraron apoyo en una familia tabasqueña que los alimentaba diariamente.
Al igual que en Estados Unidos, los niños no acudían a alguna escuela de la ciudad porque acompañaban a sus padres a pedir limosna en un tianguis ubicado en el Boulevard Hidalgo, precisamente en el puente peatonal de ese lugar.
EN EL FONDO
Durante los cuatro meses que estuvieron viviendo en Las Cumbres, Jeremy Dean y Cristina tocaron fondo, principalmente ella a quien las adicciones la transformaron en una persona irritante y conflictiva, que descargaba su ira en los gemelos a quienes sometía a maltrato físico.
“La señora (Cristina) estaba muy limpia, era muy simpática pero luego se tiró al vicio del huachicol (aguardiente)”, comenta el rentero quien también es propietario de una tienda ubicada en ese sector.
Algunos grupos religiosos trataron de apoyarlos buscando rescatarlos de la situación en la que se encontraban, sin embargo, nada pudieron hacer.
El entrevistado dice que a Cristina se la llevaron a Estados Unidos ya que su estado de salud era deplorable. Su hermano y su padre, a quien identifican como pedigüeño en McAllen, vinieron por ella para trasladarla hacia algún punto del Valle de Texas.
A mediados de febrero del presente año, una persona identificada como miembro de un templo religioso acudió por Jeremy Dean y los gemelos para llevárselos a vivir a la colonia Tecnológico.
Esa noche una camioneta llegó por ellos y un hombre le dio al rentero dos mil pesos para tratar de cubrir el servicio habitacional que no habían pagado desde su llegada al vecindario, debido a que no contaban con un empleo formal y lo que recababan pidiendo limosna lo gastaban en alcohol y drogas.
En el vecindario volvieron a saber de ellos cuando una semana antes de la muerte de Jeremy Dean, los observaron pasar por el barrio sin detenerse, días después falleció el jefe de la familia y los menores quedaron en completo abandono parental.
EL DESENLACE
Jeremy Dean Brinkerhoff fue detenido por la Policía Preventiva de Reynosa el pasado 13 de octubre, acusado de estar en estado de embriaguez en la vía pública. 24 horas mas tarde moriría en las instalaciones de la Secretaría de Seguridad Pública donde permanecía detenido, quedando sus hijos al cuidado de la Casa Hogar del DIF en Reynosa.
Jorge Sánchez Fernández, Agente Tercero del Ministerio Público, fue el encargado de realizar los trámites ante el Consulado de los Estados Unidos en Matamoros para hacer la entrega del cuerpo que permaneció resguardado en el Servicio Médico Forense (Semefo) de Reynosa.
El deceso de Jeremy Dean fue repentino, las autoridades aseguraron que de pronto cayó inconsciente en la celda donde estaba y en ese lapso comenzó a convulsionarse. Un infractor que en ese momento purgaba su condena junto con el extranjero pidió ayuda inmediatamente pero ya no se pudo hacer nada más: la muerte liberó al “gringo” de la vida caótica en la que permanecía preso.
Sánchez Fernández informa que el lunes 14 de octubre recibieron un llamado de las instalaciones de Seguridad Pública avisando sobre el fallecimiento del estadounidense.
El entrevistado externa que es probable que la muerte del extranjero fuera por el cáncer y otras enfermedades que lo aquejaban desde años atrás, descartando que haya sido por violencia ya que al dar fe del cadáver no se encontró ningún indicio relacionado con este acto.
El pasado 19 de octubre, funcionarios del consulado estadounidense arribaron a Reynosa para trasladar el cuerpo a California, desde donde estaba siendo reclamado por una hermana de Jeremy Dean.
Consultados por este medio, las autoridades consulares emitieron un escueto comunicado sobre el caso.
Ante una petición de entrevista sobre este tema, Patrick Tanimura, jefe de la Sección Consular escribió:
“Podemos confirmar que el ciudadano estadounidense Jeremy Dean Brinkerhoff murió en México el 14 de octubre.
Extendemos nuestras condolencias a su familia y amigos por su pérdida.
Estamos en contacto con los familiares del señor Brinkerhoff y estamos ofreciendo toda la asistencia consular apropiada.
Estamos trabajando con las autoridades locales para indagar más acerca del caso.
Por consideración a la privacidad de la familia, no tenemos nada más que agregar”, concluye el comunicado.
En tanto, los gemelos Aramonie y Geremon, fueron puestos en custodia de las autoridades norteamericanas, con la condición de que no fueran entregados a su madre, quien es acusada de maltratarlos.
De hecho, la mamá de los menores contactó al DIF para solicitar la custodia de los niños, sin embargo, estas autoridades no accedieron a entregarlos por los testimonios que recabaron y con los que demostraron los abusos de los que eran víctimas.
Si bien, en la Casa Hogar encontraron un hogar digno y todas las atenciones que un menor de edad requiere para su sano desarrollo, al Sistema DIF no le restó más que comenzar los trámites para repatriarlos, asegurándose que quedaran bajo la custodia de la autoridad para que ésta llevara a cabo las indagaciones correspondientes y determinara el destino de los gemelos.
El día que fueron entregados los menores la tristeza invadió la Casa Hogar, bastaron unos días para que se consolidara un fuerte vínculo entre los empleados del lugar y los gemelos a quienes se les amaba por los raudales de carisma que desbordaban.
Antes de partir, a Aramonie y Geremon se les notificó la muerte de su padre, lo cual desconocían. Día con día, los gemelos esperaban que su padre llegara a la Casa Hogar por ellos, los abrazara y se los llevara a algún punto de la ciudad, del país o de Estados Unidos.
Y es que a pesar de todas las desgracias que pudieron haber vivido a su lado lo amaban por sobre todas las cosas porque de alguna manera los protegió, porque solo la muerte pudo hacer que los abandonara arrancándolo de su lado.
Finalmente, la mañana del 22 de octubre Aramonie y Geremon fueron entregados a mediación del Puente Internacional Reynosa-Hidalgo culminando así su permanencia en un país en el que decían, les gustaba vivir y del cual se despidieron con la mirada en el suelo.
Los ‘güeritos’
En entrevista con Hora Cero, los pequeños Aramonie y Geremon dan algunos detalles de lo difícil que ha sido su vida los últimos años, en los que han viajado miles de kilómetros en compañía de sus padres pidiendo limosna. Aunque apenas tienen nueve años, muestran una madurez que obliga a reflexionar sobre lo que ha sido su existencia.
Por Gerardo Ramos Minor
En la Casa Hogar del Niño es casi imposible no voltear a ver a Aramonie y Geremon, los pequeños cuatitos de origen norteamericano quienes, durante poco más de una semana, llamaron “hogar” a este refugio a cargo del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia de Reynosa.
Sus rubias cabelleras, su enormes ojos azules y su evidente inteligencia adquirida de años de sortear todo tipo de peligros en las calles, hacen que estos dos niños sobresalgan del resto.
A nadie pareció importarle que estos pequeños apenas hablaran un par de palabras en español. Todos querían abrazarlos, atenderlos, hacerlos sentir a gusto pues, después de todo, durante su estancia en este refugio no sabían que su padre había muerto.
Es de mañana en la Casa Hogar. Los niños que ahí se encuentran toman sus clases o juegan en el patio. Aramonie y Geremon, por su parte, llegan al vestíbulo del lugar y se acomodan en un enorme sillón.
La niña es quien más habla. Aunque tienen la misma edad ella parece muchos años mayor.
Nerviosa, juega constantemente con sus pies, observa el piso y sólo levanta su mirada, para clavar sus enormes ojos azules a su interlocutor, cuando quiere aclarar algo o en los momentos en que corrige un comentario de su hermano.
La pequeña asegura que son originarios de un pueblo al norte de California y que tienen cuatro años viajando por todo Estados Unidos. De hecho, presume que sólo les falta conocer Alaska, Hawaii y Colorado.
“Hemos estado por todo el mundo”, agrega su hermanito, quien juega con los rubios rizos de su cabello mientras descansa casi acostado en el gastado sillón del vestíbulo de la casa hogar.
De inmediato Aramonie lo corrige: “No hemos estado por todo el mundo… nunca hemos ido a China. Nadie puede haber estado en todo el mundo…”.
De pronto, la pequeña cambia la conversación y asegura que un día le gustaría viajar a París. Aramonie hace eso muy seguido. Está hablando de un tema y de pronto comienza a hablar de otra cosa. En ocasiones pareciera que está ocultando algo.
“Quiero ir a París pues me gusta que hay mucho café. Todo mundo ama el café. Creo que soy alguien a quien no le gusta estar en un solo lugar”, asegura.
> ¿Qué hacían para vivir, trabajaban?
–Todo el tiempo…
Tras responder, la pequeña voltea hacia el piso y vuelve a cambiar de tema. Comienza a hablar de Cristal, una amiga de sus papás a quien recuerdan les presentó un tal Mario.
La pequeña asegura que Cristal usa droga, “crack”, al igual que su mamá y por ello siempre quiere quitarles sus cosas.
Cuando se le pregunta en dónde vivían, Aramonie asegura que en un departamento pequeño y sin muchas comodidades. Recuerda un colchón donde dormían y un ventilador, que siempre era acaparado por su hermano, quien siempre se quejaba que hacía mucho calor.
Quienes la ven, no pueden evitar darse cuenta lo delgadita que es la niña, por lo que es obvio preguntarle si comían. La respuesta es otro cambio de tema.
“Me encantan las cerezas y la comida italiana ¡pizza y espagueti!”, dice.
Durante la entrevista Aramonie siempre encuentra la manera de desviar el tema sobre sus padres y el hecho de que han estado viajando los últimos cuatro años de su vida.
Lo que sí dice es que ninguno de los dos quieren estar con su mamá pues “consume crack”.
También asegura que México le ha gustado bastante, promete que va a aprender español y agradece los cuidados que le han dado.
Sin embargo, todo esto quedó un planes, pues una mañana de octubre, los dos cuatitos salieron de la casa hogar y fueron entregados a unos funcionarios norteamericanos, quienes serán los encargados de planear su futuro.