Una madre y su hijo de Ucrania que había sido rechazada en Texas tuvieron que viajar hasta el extremo noroccidental del país para poder ingresar a los Estados Unidos (vía California). En entrevista con Hora Cero comparten algunas de sus adversidades, porque más que un pesado camino llevan sobre sí las cargas de la guerra.
El pasado 24 de abril el gobierno de los Estados Unidos estableció una nueva disposición que está afectando a muchos de los ucranianos que huyen de las hostilidades de Rusia.
Desde que comenzó la invasión del Ejército de Putin, miles de ellos han utilizado la frontera mexicana para llegar a Norteamérica, después de un largo recorrido de más de 11 mil kilómetros, transbordando por diferentes naciones.
Algunos estuvieron ingresando por ciudades como Hidalgo, Laredo, Eagle Pass, Del Rio y El Paso, Texas, pero esta opción por ahora llegó a su fin.
El único puerto autorizado por la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, por sus siglas en inglés) es el puente Cross Border Xpress que se encuentra conectado con el Aeropuerto Internacional de Tijuana, Baja California.
Esta nueva regla tomó por sorpresa a Denis y a su madre (quien prefirió omitir su nombre).
Ellos son originarios de Kharkiv, una de las ciudades más afectadas por la destrucción que han causado los militares rusos.
Denis habla algo de inglés. Cuentan que los hogares son saqueados, sus mujeres violadas. Predominan el espanto y la desolación.
Desde el inicio de esta guerra muchos de sus habitantes han tenido que desplazarse a otros territorios porque los bombardeos no cesan de día ni de noche.
Esa región se encuentra a unos 32 kilómetros de la frontera rusa, por lo que en esa zona gran parte de los pobladores ucranianos también hablan dicho idioma, como Denis, quien a pesar de ser muy joven, se ve muy pensativo y no es para menos, pues ha sido testigo de un escenario de devastación y muerte.
“Es una aterradora situación y estoy muy preocupado porque gran parte de mi familia permanece en Ucrania. -Estamos aquí porque mi mamá quiere que estemos a salvo, –cuenta mientras se toma un largo respiro para continuar.
“Ahora que estoy aquí me siento bien, pero también me siento muy cansado por esta situación, fueron muchos viajes, un camino demasiado largo para poder llegar hasta aquí. Los agentes fronterizos de los Estados Unidos nos dicen que no podemos pedir asilo en Texas, así que ahora debemos ir hasta Tijuana”, relata al reportero de Hora Cero.
PERSEGUIDOS POR EL MIEDO
Denis y su madre son amables, en sus ojos azules brilla la esperanza por mantenerse vivos de este lado del planeta, de conseguir los medios para pronto poder reunir a toda su familia, pero tienen temor. Les han contado que la frontera mexicana tampoco es un lugar seguro.
Un tanto decepcionados, porque ahora tendrán que seguir viajando y regresarse a la Ciudad de México, para de ahí poder transbordar hacia Tijuana, ambos empujan su equipaje. Necesitan descansar, han dormido poco y preguntan qué tan lejos es su nuevo destino y en cuánto tiempo podrán llegar ahí…
Afuera del puente internacional Reynosa-Hidalgo esperan a un contacto seguro que los trasladará al aeropuerto local para continuar
con su camino.
Nada de esto fuera necesario, sino es porque el dictador, Vladimir Putin, ha invadido su hogar, su patrimonio y sus vidas dejando huellas para siempre. Esto es lo primero que, dijo, le viene en mente.
“El enemigo empezó como loco, no estábamos preparados para nada. Todo empezó muy de repente. Hasta hace poco, no creíamos que esto sucedería, que tuviéramos que abandonar nuestro país y a nuestros seres queridos.
“Fue muy aterrador. Nos quedamos sin hogar, sin amigos y sin nuestra familia. Mis abuelos y mi padre permanecen en Ucrania, tienen que esconderse constantemente en sótanos y refugios antiaéreos. Realmente me solidarizo con las personas que perdieron a sus seres queridos en esta guerra”, expresó.
Sin embargo, el muchacho ucraniano no es optimista por ahora. Las hostilidades lejos de calmarse se recrudecen.
“No parece que esto vaya a terminar pronto, pero realmente esperamos que así sea. La situación es muy difícil, todo el mundo debería saberlo”, contó Denis, luego de cinco días de haber arribado a México.
Esbozó una sonrisa y agradeció la hospitalidad que le han dado a su paso por este país, al que describió como un lugar muy “verde” por su gran vegetación y por el carisma de la gente que constantemente le saluda en señal de apoyo.
Ucrania es hoy una zona de guerra, pero Denis y su mamá, aunque han logrado salir sanos y salvos, siguen sufriendo por sus familiares y compatriotas. Saben que las posibilidades de morir son muy altas y eso no les deja permanecer tranquilos. v