La historia de Ed Mitchell, es el mayor ejemplo de lo que puede ocurrir cuando no se sabe manejar una o varias tarjetas de crédito.
Esta estrella de la televisión británica ahora vive en la calle por sobregirar el límite de sus plásticos. Debía 22 mil 400 euros de su cuenta personal, 46 mil 200 a la hipotecaria Halifax y 42 mil al banco Barclays; no obstante, siguió sumándole a sus 25 tarjetas.
A finales de 2007 se declaró oficialmente en bancarrota con un déficit de 349 mil 762 euros (alrededor de cinco millones 250
mil pesos).
Según comentó el propio Mitchell a la agencia informativa Splash News (que lo captó bajo una frazada resguardándose del intenso frío), “utilizaba una tarjeta para pagar otra y no tenía dificultad para abrir nuevas cuentas gracias al trabajo”, hasta que un día perdió su empleo y se encontró sin una fuente de ingresos que le permitiera seguir en ese círculo infernal en el que entró sin darse cuenta.
De ganar 140 mil euros al año (poco más de dos millones de pesos) Mitchell ahora subsiste con 72 semanales (unos mil 80 pesos) que le da el gobierno por estar desempleado.
“Lo tenía todo: dos vacaciones al año, cenas, fiestas; he viajado por todo el mundo, mis hijos son fantásticos”, recordó apesadumbrado el ex conductor de noticieros de la cadena ITN, quien también perdió a su familia.
Hace dos años su mujer le pidió el divorcio y entonces decidieron vender la casa; ella se compró un departamento y Mitchell acabó en el sofá de sus amigos. Ahí empezó el calvario… Actualmente este comunicador de 54 años duerme en un pequeño parque londinense junto a la que había sido su casa.
HASTA EN LAS MEJORES FAMILIAS
Aunque la historia de Ed Mitchell se ubica en latitudes muy remotas, las dimensiones de este problema son una realidad muy cercana a millones de hogares y en México no se vive la excepción.
Tan sólo en 2007 los bancos aperturaron un promedio de seis mil 600 cuentas crediticias diarias, de las cuales un 40 por ciento se otorgó a personas sin antecedentes fiduciarios.
Al respecto, la Comisión Nacional para la Defensa de los Usuarios de las Instituciones Financieras (Condusef) alerta que de seguirse por ese camino se estaría emulando el principio que desató la reciente crisis hipotecaria en la Unión Americana.
Y es que cada tarjetahabiente promedia 1.5 plásticos y una línea de crédito de 16 mil 200 pesos que en muchas ocasiones rebasa la capacidad de pago de los acreditados.
Esto mismo le ocurrió a Flor Luna Hernández, cliente de Bancomer en Reynosa, quien confesó que por una década estuvo atada a los intereses de sus tarjetas y para librarse se vio envuelta en grandes apuros y vergüenzas.
“Es fácil gastar más dinero del que realmente se tiene y a veces las cosas se escapan de control. Por mucho tiempo duré dando abonos hasta de mil pesos. No veía la hora en que terminaría de pagar.
“Las épocas decembrinas son las más propicias para dilapidar hasta los últimos centavos”, dijo esta profesora luego de efectuar una operación
bancaria.
La entrevistada comentó que un grave error al abrir una cuenta de crédito es dejarse llevar “por una necesidad económica o la vanidad” y no revisar las cláusulas del contrato, cuyas letras son de por sí muy diminutas.
“Para variar en ocasiones lo asentado no corresponde con la realidad y el cliente desde luego lleva las de perder.
“Los atropellos de las instituciones crediticias son diversos, desde intereses inventados como ‘los gravantes’, manejo de cuenta y disposición de efectivo, hasta el cobro de seguros fantasma que difícilmente pueden hacerse válidos en caso de accidente”, evaluó.
Sin embargo, a decir de esta profesionista, cuando se trata de emitir una reclamación los ejecutivos encauzan al usuario a líneas de asistencia, donde los interlocutores desoyen o ignoran sus quejas a petición expresa de los mismos banqueros.
“En ese marco es casi imposible tener una respuesta favorable porque sus políticas son ganar y nunca perder bonos”, reprochó Luna Hernández.
En referencia al hábito de tramitar varias tarjetas de crédito para tapar otros agujeros (al vaciar el dinero de una a otra), esta cuentahabiente señaló que tal alternativa lejos de abatir la deuda la profundiza y no exime al consumidor de su obligación.
“Vivir así es como llevar una loza sobre la espalda; es muy pesado y muchos no han aguantado esa carga. Lo vemos en las noticias cuando alguien se suicida por los adeudos de sus cuentas”, indicó.
Según publica la Condusef, en territorio nacional existen más de 17 millones de tarjetas de crédito repartidas en 16 bancos y con un rango de operaciones de 240 millones de pesos. En tres años el índice de morosidad pasó del 2.8 al 6.4 por ciento.
TURBULENCIA FAMILIAR
Según explicó el subgerente de una sucursal Santander en Reynosa (cuyo nombre dejó bajo reserva), las tarjetas de crédito son un mal necesario porque “pueden sacar a alguien de un apuro, aunque luego lo meten en otro”.
“Es triste decirlo pero así sucede: los bancos viven de los intereses de la gente y el crédito es una las maneras más fáciles de conseguirlo”, dijo.
Entrevistado discrecionalmente para evitarse reprimendas, este hombre de cabello cano y nariz espigada dijo sentirse apenado al atender cotidianamente estos casos y no poder hacer nada para ayudar a la gente.
“Yo soy un empleado más y no puedo cambiar el estado de una cuenta. Creo que llevo más tiempo dando consejos para que los cuenta-habientes no tropiecen con piedra que arreglando sus crisis monetarias”, supuso.
En ese contexto, este directivo citó que los deficitarios suelen recurrir a peripecias para saldar el pasivo de sus plásticos:
“Suena chistoso, pero una vez vino una señora montada en su macho (sic) queriendo cancelar su tarjeta de crédito. Se le informó que debía 10 mil pesos y replicó que era mentira. Entonces fue por su esposo para exigir lo mismo. Los clientes que estaban en la fila nada más se quedaron a la expectativa porque los reclamos subieron
de tono.
“Luego de explicarle mil veces que alguien (uno de sus hijos) usó el plástico sin su permiso, ella admitió que en efecto así había sucedido. Su marido se encolerizó porque lo hizo pasar vergüenzas. Como este tipo de historias hay muchas; desde entonces la señora viene puntual a hacer su pago”, relató.
Asimismo irónicamente este ejecutivo señaló que de ninguna manera puede persuadirse a un empleado bancario a tener movimientos “bajo la mesa”, pues si ese fuera el caso ya habría esfumado las deudas que a él mismo lo aquejan.
“Esa hipótesis está mal fundada. Dentro de un banco la transferencia de dinero tiene que hacerse a la vista, sino no es válida porque las videocámaras para eso están, pillan a los tramposos en flagrancia”, señaló.
Quienes posean tarjetas de crédito, recomendó el oficinista, deben liquidar algo más que la cantidad mínima requerida, la cual abarca los meros intereses. De esa manera podrán salir de sus deudas.
“Además si el cliente no paga a tiempo se le cobra una comisión y si está sobregirado es peor porque en corto tiempo se le cuadruplica su cuenta. Es muy desesperante, yo lo he visto con personas que duran años dando sólo el mínimo. “Lamentablemente se pronostica que esta situación empeorará, debido a la crisis de la economía de Estados Unidos. Esa ola va a arrastrar a los bancos en México, que ya están elevando las tasas de interés”, reveló.
El ejecutivo de Santander también explicó que cuando se registra un adeudo astronómico asociado a la falta de solvencia, el cliente es consignado a la “cartera vencida” para que su saldo no siga incrementándose; enseguida queda fichado en el Buró de Crédito hasta que normalice su situación o se proceda legalmente en su contra.
“Se oye feo pero los bancos interfieren para que una persona no consiga otros créditos, aunque en ocasiones se puede caer en esas instancias por un simple error”, mencionó el
entrevistado.
“NO TODO PINTA MAL”
Pero pese a los grandes dolores de cabeza que produce la tenencia de tarjetas de crédito, existen quienes piensan que éstas pueden ser de mucha utilidad e incluso, generar ganancias.
Juan Cantú Robles, médico estético por la Universidad México Americana del Norte (UMAN), ha sabido sacar provecho a tales instrumentos financieros, aunque admite, en el pasado tuvo sus tropiezos.
“Para salir avante con este tipo de dispositivos se debe tener presente el monto del adeudo y los días de corte para el cliente y para el banco, que son distintos. Si se pone énfasis en esos detalles pueden evitarse un montón de recargos.
“Por lo regular el plazo a pagar es 20 días para quedar exento de intereses. Cuando hay préstamos de por medio también se aconseja abonar anticipadamente porque hay gente que haciendo lo opuesto ha perdido su patrimonio”, comentó.
Este joven cirujano, también subrayó la necesidad de informarse sobre las cuentas con los recargos más bajos.
“Por su polivalencia yo recomiendo la Golden y la Platino de Américan Express. No se requiere ganar mucho para tramitarlas y las tasas de interés son sumamente cómodas.
“De las más convencionales la Banamex resulta ser una de las mejorcitas pues si se rebasa uno o dos días la fecha de corte no pasa nada…”, dijo Cantú Robles.
No obstante, este profesionista criticó las políticas crediticias que imperan en la República Mexicana, al tiempo que sugirió modificaciones a la Ley Federal Bancaria:
“El problema de los bancos en este país (cuyos propietarios en su mayoría son extranjeros) es que únicamente quieren ganar ellos y no le dan la facilidad al cliente para que pueda vivir con su tarjeta, a diferencia de Estados Unidos.
“En el Texas Bank por ejemplo, se maneja una tasa congelada del 1.8 por mes, cuando en México la gente viene pagando un cinco por ciento más otras comisiones”, cotejó.
Otra de las alternativas que Cantú Robles citó para quienes tienen la ventaja de cruzar a la Unión Americana es tramitar un crédito en ese país e invertirlo en una cuenta de ahorros.
“Yo juego así: saco un préstamo de cinco mil dólares (unos 55 mil pesos), los meto en otro banco (también en Estados Unidos) y a la vuelta de dos años me genera alrededor de mil 200 dólares (unos 13 mil 200 pesos).
“Eso me permite recuperar el préstamo y sacar una ganancia, pues los intereses son de 317 dólares congelados (unos tres mil 400 pesos).
Por último, este médico exhortó a quienes viven triangulando recursos a arrastrar las deudas de sus tarjetas de crédito a una sola cuenta.
“Hay clientes que tienen hasta ocho plásticos en un mismo banco. Ese crucigrama puede terminar en un daño patrimonial severo”, concluyó.