
No era poseedor de riquezas económicas ni tampoco gozaba de grandes influencias; realizó diversas ocupaciones y se esforzó para superarse. Con todo ello “Nacho”, como era mejor conocido, siempre se distinguió por ser una persona que ayudaba a los demás.
Simpático, responsable, bromista y comprometido, Ignacio Cedillo Aguilar, quien era originario de Tampico, estaba dedicado a trabajar y apoyar a la gente de la manera que pudiera, gracias a su alegre forma de ser y al gran número de relaciones humanas que logró fuera y mediante el departamento de Cobranza de Grupo Verbo Libre Editores, empresa que produce los periódicos de Hora Cero, Clase y Conexión.
El joven que apenas este mes de septiembre había cumplido 31 años, contrajo nupcias hace tres meses.
Era licenciado en Derecho por la Universidad México Americana del Norte (UMAN). Aquellos que lo conocieron mencionan que a “Nacho” nadie le regaló nada, nunca tuvo problemas con otras personas y siempre se comportó de una forma muy sencilla y respetuosa.
En homenaje, su familia y varios de sus amigos de Hora Cero le dedican unas palabras, mientras que otros, impactados por su partida prefirieron guardar silencio, pero en el mismo espíritu de condolencia.
ARGELIA LLANAS VILLARREAL, PUBLICISTA
“Conocí a Nacho cuando entró a trabajar aquí a la empresa, allá por el año 2004 o 2005. Primero trabajó como el asistente del director general, Heriberto Deándar Robinson, y posteriormente ingresó con nosotros al área de Cobranza.
“Puedo decirte que luchó por superarse, que siempre fue muy servicial y muy agradecido con la gente con quien se encontraba.
“Era una persona muy impecable, atento en su presencia, iba al gimnasio y le gustaba verse bien. Era su forma de ser, siempre con la misma sonrisa y bromeando con todo mundo.
“Le gustaba bastante el deporte; vivía organizando torneos de futbol.
“Lo que más voy a recordar de él es su sonrisa, cómo era, muy respetuoso hacia las mujeres y que siempre enalteció la figura de su madre, por quien luchó mucho.
“Siento mucho cariño por él y es una pérdida muy grande, pero para mí siempre va a ser Nacho con su sonrisa, saludando a todo mundo.
“Conmigo fue una persona maravillosa. De hecho estaba recordando una de las veces que me acompañó por mi niña al colegio. Ella tenía como cuatro años más o menos y empezó a cantar. Entonces Nacho dijo, estoy sorprendido como se sabe todas las canciones.
“Para mí Nacho siempre va a vivir en mi corazón, fue un muy buen amigo y otra cosa, el lunes (un día antes de su fallecimiento) yo hablé con él a las 6:20 de la tarde.
“Y al día siguiente, a la misma hora me hablan para decirme que había fallecido… Yo iba camino al centro. Durante el día me enteré que había habido una explosión, le llamé a su mamá y me dijo que lo traían perdido; Jesús, un amigo mío que trabaja en Pemex, fue el que me confirmó esta triste noticia.
“Era de los pocos amigos que se van de un empleo y regresan a ver a la gente. Venía y nos visitaba a todos los que éramos sus amistades aquí en la empresa.
“Nacho es un ejemplo a seguir: años atrás se le quemó su casa, perdió todo y con esas ganas de luchar salió adelante. Era muy luchón, acababa de cumplir 31 años el pasado 9 de septiembre.
“Pienso que en algún momento nos volveremos a encontrar y donde él está considero que se encuentra mejor que nosotros. Es un ángel que a todas las personas que lo queremos y lo amamos siempre nos va a estar cuidando desde el cielo con esa sonrisa inconfundible que tenía”.
MAYRA ESTHER SEGOVIA MARTINEZ, CONTADORA
“Conocí a Nacho en el trabajo y luego coincidimos en la universidad. El estaba estudiando para abogado y yo para contadora.
“Los dos éramos estudiantes y trabajábamos en Hora Cero. Eso fue por el año 2005.
“Lo voy a recordar como una persona alegre, servicial; siempre procuraba ver por sus amigos. Inclusive, me estaba acordando de una compañera de aquí que se fue para Veracruz y él le ofreció su ayuda allá, recomendándole unos familiares de él para que pudiera conseguir un trabajo.
“En la escuela recuerdo que lo veía ocasionalmente en el receso y siempre lo veía muy amiguero.
“También le gustaba mucho el deporte y hacer ejercicio. Andaba siempre a la moda, bien arreglado, te recomendaba un buen perfume, una marca de ropa para un buen regalo. Te daba muchos consejos.
“Cuando hablaron de la explosión nunca me imaginé que él estuviera ahí, porque siempre estaba en pozo. Cuando supe la noticia sí lo sentí por todas las familias que había ahí, pero nunca me imaginé que hubiera estado él ahí y menos morir de esa manera.
“Siempre lo vamos a llevar en nuestro corazón, lo queremos mucho y sólo deseo que descanse en paz”.
VIOLETA JIMENEZ HERNANDEZ, ADMINISTRADORA
“Nachito era mi compañero del departamento de Cobranza. El estaba en Cobranza y yo en Administración, fue aquí donde lo conocí.
“Convivíamos con él los momentos que estaba aquí en la oficina todos los días. Después de los fines de semana, ya saben, comentábamos cómo nos había ido.
“Sí, la verdad es muy difícil creer esto que pasó. Yo la verdad lo recuerdo y pienso que está bien. Es muy difícil asimilar esto que está pasando, si nosotros estamos mal no sé como estará su familia, es algo que no he podido creer todavía.
“Algo que me llamó la atención es que siempre fue una buena persona y nunca dio una mala cara y estuvo siempre a la disposición de los amigos.
“Era muy querido aquí en Hora Cero, creo que todos lo queríamos mucho y siempre lo vimos con cariño. Cuando yo entré aquí el ya tenía mucho tiempo, duró varios años trabajando para la empresa.
“Lo voy a recordar como una persona que siempre estuvo a disposición de los amigos, que siempre quiso ayudar a los demás y como un hombre muy trabajador, inteligente, amigable, responsable. Así lo voy a recordar siempre con esa sonrisa, siempre feliz, porque la verdad nunca lo conocí molesto ni nada; siempre estaba feliz y preocupado por sus amigos, por su mamá que era todo para él”.
JESUS MARTIN RAYON COVARRUBIAS, COBRANZA
“Yo conocí a Nacho por medio de una tía que se casó con su hermano.
“Fue más que un amigo, era como un hermano, un tío, un primo. Fue por medio de él que yo me encuentro en este trabajo, y me siento muy agradecido.
“Era a todo dar, muy bromista, relajiento, tenía muchos amigos, le gustaba mucho jugar futbol. En México le iba a los Pumas y en Europa su equipo favorito era el Barcelona de Lionel Messi.
“Cuando él dejó la empresa me dijo que en Hora Cero estaban necesitando una persona de confianza y pues pensó en mí, algo que habla muy bien de él y por ello no le fallaría en nada a Nacho, porque siempre fue muy leal conmigo.
“Y ahora que me siento en el mismo lugar que él ocupaba es un privilegio estar aquí.
“Me ha tomado de sorpresa la noticia de su fallecimiento, porque lo conocía desde hace muchos años, antes de que entrara aquí, ya se imaginarán cómo nos sentimos. Lo queremos mucho.
“Fue un excelente amigo que nunca se olvidó de la raza. Es una lástima, porque se encontraba en una etapa de su vida muy buena.
HECTOR HUGO JIMENEZ, DIRECTOR EDITORIAL HORA CERO
“Había pasado la Navidad y entraba 2010 cuando Nacho vino un día a mi oficina a despedirse porque se iba a trabajar a Petróleos Mexicanos donde había obtenido una plaza. Se escuchó un “gracias por todo”, frase que uno no quisiera oír, porque era un buen trabajador y compañero.
“Llegó a Hora Cero cinco años antes, cuando tendría 23 o 24 años, como asistente personal y chofer del dueño de la empresa. Meses después se convirtió en el jefe de cobranza y se daba órdenes él mismo, bromeaba.
“Bajo de estatura, blanco, muy sonriente y ponchado cuando empezó a ir al gimnasio, Nacho se empezó a ganar la amistad y la confianza del personal del periódico. Y no daba lata. A lo más era mal hablado, pero quién no.
“Gustaba de estirar su salario para andar siempre a la moda, con sus playeras pegadas a sus músculos que ya se empezaban a notar. Un diciembre le regalé una Banana Republic y cuando la estrenó vino a mostrármela.
“Era de esas personas sencillas que tienen tatuada una sonrisa en su rostro; vivía con su madre y seguido hablaba de ella. Recuerdo estas horas cuando un día se le incendió la casa que habitaban… fue algo muy triste.
“Su trabajo era recorrer tras el volante de un Tsuru blanco las calles de Reynosa para cobrar a los clientes de nuestros periódicos, y cuando era necesario venía a mi oficina para pedirme el favor de hablarle a uno que otro incumplido.
“Descanse en paz Ignacio Cedillo Aguilar”.
JIHAN LILIBETH GONZALEZ MONTORO, ESPOSA DE NACHO
“Nos casamos el 23 de junio de este año, luego de una relación de noviazgo duradera. Hasta este año decidimos dar el siguiente paso para formar una familia, siempre apoyándonos los dos mutuamente hasta el último momento.
“El ya tenía casi tres años trabajando en Pemex. Teníamos muchos planes y cosas qué hacer para estas próximas vacaciones. El estaba muy contento por tomarlas. Hace aproximadamente dos meses fuimos a San Antonio, Texas, y teníamos pensado regresar para noviembre o diciembre, para visitar a la familia e irnos de compras.
“Un fin de semana anterior… le comentaba que ya deberíamos tomar un descanso, porque desde que nos casamos siempre era fin de semana que teníamos evento, fiesta tras fiesta. Un fin anterior festejamos su cumpleaños número 31.
“Hasta el último momento que lo tuvimos entre nosotros siempre nos divertíamos mucho, estando alegres, contentos, bromeando, como era su forma de ser y sé que aunque estuvo poco tiempo con nosotros, le agradezco verdaderamente a Dios que lo haya puesto en mi camino, que nos haya dado tantas cosas buenas.
“Tuvo una vida mucho muy feliz, definitivamente. Tenía un sentido del humor muy grandísimo y yo a veces le comentaba: ‘Nacho, no todo lo tomes en broma, en juego’ y me decía: ‘pues es que para qué me preocupo, para qué me desgasto’.
“Después de llegar del trabajo lo suyo éramos su familia, el gimnasio, el futbol, los amigos, siempre estando al pendiente de todo, de mi suegra, de su hermano cuando salía de viaje. La verdad él sí fue muy feliz y contento. Día tras día coincidíamos a la hora de la comida.
“Este pasado 23 de septiembre íbamos a cumplir tres meses de casados, pero yo de conocerlo tenía entre 11 ó 12 años. Tuvimos un noviazgo como de nueve o 10 años. La verdad era una persona muy querida y le gustaba mucho convivir con la gente.
“Todo mundo decía que era puro juego, pero bien responsable. Tanta energía y actividades que hacía diario y si teníamos un compromiso no dejaba de asistir, independientemente de que estuviera cansado, siempre tenía un plus de energía y vivió la vida muy intensamente.
“Todos coincidimos en que tenía mucha energía, era muy luchón, bien trabajador, honesto, muy leal y cada uno de sus amigos decía que tenía algo especial, que hacía que pudieran estar siempre juntos; él era como el eslabón.
“Siempre le gustó que la gente estuviera unida y cada fin de semana lo disfrutaba mucho.
“Aunque todavía no encargábamos familia, él estaba muy contento porque decía que íbamos a tener puros hombres, porque íbamos a hacer un equipo de futbol. Y si llegan a ser niñas, me decía: las mando para McAllen, porque ahí las motivan mucho en el deporte.
“Hasta el último momento nos procuró y sus amigos me dicen que ha de tener una fiesta en el Cielo. Donde quiera que esté Nacho nos va a abrir las puertas del Cielo el día que a nosotros nos llegue el llamado”.
LETICIA AGUILAR ALVAREZ, MAMA DE NACHO
“¿Qué puedo decir?, no encuentro las palabras, porque para mí siempre fue mi niño, como muchas veces le decía: mi niño, mi bebé, mis perritos de mami a los dos. Ellos fueron todo para mí desde que su padre faltó y siempre procuré que no les faltara nada a ninguno de los dos. Y a luchar por ellos y a darles lo mejor de lo que yo tuve.
“Su papá, Ignacio Cedillo García (†), tuvo un accidente en 1985, Nacho era todavía un bebé. El trabajaba en la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y falleció el 16 de julio de 1985.
“Desde que tuvo uso de razón y que se fue formando como un hombrecito, decía: ‘hay que echarle ganas mami. Yo quiero estudiar y ser una persona grande, porque te quiero dar todo. Te voy a hacer una casa grande y te voy a comprar siete carros para la semana y todos te los voy a lavar yo’.
“Me decía, gordita, hay que ver lo bueno de la vida, como tú nos lo has enseñado. Nunca fue un niño envidioso ni egoísta; ambicioso como cualquier ser humano, pero siempre muy alegre.
“Cuando nació su primer sobrino él se volvía loco con el niño, Brunito era como su hijo y estaba preocupado porque no le faltara nada, que no se enfermara, que no llorara, porque nos regañaba a todos.
“Siempre muy alegre, con su segundo sobrinito también, con Angelito. Los quería mucho a los dos. A mi nuera Ada le decía que era su cuñada preferida, pues sí, dijo, porque nada más tienes una (risas). A su hermano lo adoraba y él también a Nacho.
“Nacho siempre se abrió muchas puertas. Decía que había que gozar la vida y como en todas sus fotos, siempre era el eje de sus amigos y por años los llevaba a la casa. Se les hacía de noche y les decía: ‘no te vayas aquí quédate’. A veces abría la recámara y tres, cuatro amigos dormidos en su cama y él en el piso.
“Pues ahora este dolor que tenemos y más esta larga agonía de que no nos lo entregan, pero sigue juntando gente. Aquí en la casa desde el primer día han estado muchas personas apoyándonos, estando con nosotros de alguna manera u otra. Ha unido todavía a mucha gente más”.
JUAN BRUNO CEDILLO AGUILAR, HERMANO DE NACHO
“Hace unos tres años en la colonia Bermúdez hubo un accidente, un corto circuito, yo fui de volada y afuera estaba mi mamá y mi hermano y fue pérdida total.
“Aún así salimos juntos adelante. Amigos comunes de él y míos nos echaron la mano, nos consiguieron una casa y Nacho decía que tenía que salir adelante.
“A él le gustaba andar siempre bien vestido, no le gustaba andar fachoso.
“Siempre nos juntábamos los fines de semana. Ibamos al gimnasio juntos y salíamos él con su novia y yo con mi esposa. A mi hermano lo amaba.
“Siempre lo defendí y de grandes me pedía consejos.
“Cuando entró a Pemex yo lo alerté. Le dije: ‘Ponte bien buzo, porque la raza es bien dada a llevarse y yo sé que eres bien carrillero, pero mucha gente aquí no aguanta’. Y se empezó a desenvolver más en el ámbito petrolero y comenzó a desenvolverse también en la casa.
“Me decían: ¿a poco el güero es tu hermano? Fíjate que es una persona bien agradable.
“De hecho, el personal del Departamento de Transportes, todos lo conocían como Brunito y me decían: ‘es igual que tú, nomás que revolucionado mil veces más (risas). Ahí se los encargo, les decía yo’.
“En la infancia era súper travieso. Teníamos un amigo que era más grande que nosotros y que nos molestaba y otro amigo que era de Michoacán, llamado Saúl, cuyo papá era encargado del Puente Tampico en aquellos años. Lo vimos que iba saliendo muy bien arreglado de la agencia Chevrolet.
“Estaba parado en la esquina y nosotros arriba de un árbol. Exactamente donde estaba él habíamos agarrado huevos de codorniz, Saúl tenía un criadero, y se los aventamos con globos llenos de agua y lo bañamos totalmente (risas). Nos bajó de ahí a los tres, nos encueró y gritaba –¡tú!, ¡tú!, ¡pin… Nachito!, ¡vas a ver!– porque Nacho se lo aventó en la mera cara (risas). Noooo, mi hermano era bien tremendo.
“Si algo tenía era que capitaneaba e iba por delante, era súper inquieto, era un torbellino. De hecho, mi hermano peleaba mucho con mi hijo el más chico y yo le decía que para qué se peleaba si él así era de hostigoso a esa edad. Y no le podíamos decir que no, porque hacía su coraje y eso sí: que no le tocaran su soda Peñafiel y sus Cheetos, ¡wow!, eso no lo compartía con nadie, tampoco conmigo, (risas).
“Y lo que me queda por decir es que nunca lo voy a olvidar, siempre va a estar conmigo…”.