Por Pedro Ortiz
Su único error fue abrirle las puertas de su casa a un desconocido quien resultó ser un joven violento que, al final, les quitó la vida.
Todo comenzó la tarde del martes 7 de junio, en una inocente convivencia entre “conocidos”. Jesús Salas García de 37 años de edad y su pareja, Trinidad Sequera Barreto de 45, decidieron organizar una reunión donde habría comida y cerveza.
Jamás se imaginaron que esa sería la última fiesta entre amigos que tendrían en su vida.
Fatigados por una larga jornada laboral en la maquiladora Black and Decker, Jesús y Trinidad llegaron a su casa ubicada en la calle San Antonio número 222 de la colonia San Marcos, en donde se suponía, habría una velada especial.
“Vente para la casa, aquí tenemos unas cervezas”, le dijo Jesús a un amigo llamado Abraham, quien contestó que demoraría algunas horas para llegar al domicilio.
“No importa, te esperamos aquí”, respondió el anfitrión de la casa.
Pasó el tiempo y alrededor de las 00:30 horas del miércoles 8 de junio, llegó Abraham junto con una persona de nombre Juan Antonio Licea Clef. Para entonces Jesús ya estaba muy tomado y esperaba sentado en el patio frontal de su casa.
“Qué onda, ¿cómo estás?, ¿cómo te va?; ya andas bien arreglado”, preguntó Abraham, y antes que Jesús contestara le dijo: “Viene un amigo de la cuadra”.
Jesús asintó con la cabeza en señal de aceptación y prosiguieron a seguir embriagándose.
Habrían pasado algunas dos horas cuando Abraham se quedó completamente dormido en una banca del domicilio, mientras tanto Jesús seguía tomando con Juan.
“Todo comenzó con una discusión de borrachos, él (Jesús) me amenazaba con mandarme golpear y después desaparecerme, por eso mi reacción”, indicó Juan Antonio en su declaración ante el Agente Primero del Ministerio Público Investigador, ante quien se entregó voluntariamente días después del homicidio.
Tras las amenazas de Jesús, Juan Antonio aseguró que trató de dejar el domicilio, sin embargo fue agredido por su víctima.
Debido a que Juan Antonio es practicante del boxeo, no le fue difícil someter a Jesús, mismo al que dejó en el suelo después de propinarle varios golpes.
Confiado de que ya no habría trifulca, Juan Antonio entra al domicilio para tomar más cervezas del refrigerador, pero de pronto le salió al paso Jesús con un cuchillo en la mano.
“Se me vino encima y tiraba los manotazos con el cuchillo, lo que hice fue desarmarlo y llevarlo a su cuarto, fue ahí cuando decidí asfixiarlo con una almohada”, relató el asesino.
Mientras le quitaba la vida a su rival, llegó a la habitación Trinidad, quien también agredió al asesino.
“Sentí que alguien me golpeó como con un palo, cuando volteé la cabeza vi que era la mujer de Jesús, me estaba agrediendo con una escoba o trapeador”, precisó.
Según Juan Antonio, la mujer le dijo que se fuera de la casa, que no iba a decir nada pues le había quitado un gran peso de encima, ya que Jesús constantemente le pegaba.
“Ella (Trinidad) me dijo que me fuera, que no iba a decirle nada a la policía, pero no le creí y decidí asfixiarla”, relató.
No bastó con sólo eso, sino que le dio varias cuchilladas en el cuello para terminar de rematarla.
Después de ver que aquella pareja yacía sin vida dentro del domicilio, Juan Antonio salió para despertar a su amigo Abraham: “Despierta, vámonos tu amigo ya se durmió”.
Abraham en su declaración coincidió en la parte cuando Juan Antonio lo despertó: “Andaba muy tomado, sólo recuerdo que Juan me despertó y me dijo que nos fuéramos, lo que hice fue abrir la puerta y gritar que me iba, era una despedida”.
Pasaron los días y nadie sabía nada de la pareja, fue entonces que a los familiares y amigos del barrio les pareció extraño, pues cada mañana salían a laborar en la maquiladora, sin embargo eso ya no sucedía.
Fue hasta el viernes 10 de junio cuando unos amigos de trabajo fueron a buscarlos, la sorpresa fue encontrar dos cuerpos en descomposición, mismos que fueron identificados por Mildred Salas Cárdenas, sobrina de Jesús.
Cuadras más delante, un señor de avanzada edad encontró ropa ensangrentada en el cuarto de su sobrino (Juan Antonio), de inmediato acudió a la Procuraduría General de Justicia, porque al enterarse de la tragedia intuyó algo malo y no quería problemas.
“Aquí llegó un señor quien dijo ser tío de Juan Antonio entregó la ropa y dijo que no quería problemas con la justicia, posteriormente se puso en contacto con el homicida y él se presentó voluntariamente”, indicó el agente primero del Ministerio Público, Pedro Gabriel Ramírez.
El agente refirió que debido a la confesión, se solicitó una orden de auto formal prisión para Licea Clef, quien purgará una larga condena en el penal de Reynosa.
“Juan Antonio Licea hizo su declaración e hicimos los trámites correspondientes para que un juez girara la orden de auto formal prisión, el juez determinará lo que procede”, precisó el agente.
Mientras tanto los cuerpos de Jesús Salas García y Trinidad Sequera Barreto fueron entregados a sus familiares y posteriormente trasladados al Estado de Veracruz, de donde eran originarios.