Su historia es todo un ejemplo de superación y de “querer es poder”, pues Leticia Figueroa Sevilla nunca dejó atrás sus sueños, y con dedicación y esfuerzo luchó hasta lograr graduarse como abogada y hoy a los 71 es toda una profesionista exitosa.
Inició muy joven en la vida laboral, pues a los 14 años de edad ya se encontraba trabajando y a los 45, cuando se jubilaba de Petróleos Mexicanos (Pemex) y cualquiera podría pensar que se dedicaría a descansar, ella se embarcó en la aventura de retomar sus estudios hasta egresar de un posgrado y ejercer con gran satisfacción la abogacía.
Leticia Figueroa Sevilla nació en Córdoba, Veracruz, pero toda su niñez transcurrió en un pueblo llamado Fortín de las Flores; hasta los 12 años de edad que arribó a la ciudad de Reynosa, en la frontera tamaulipeca.
Recordó que su primer trabajo fue en Pemex como mensajera, en donde su labor era llevar papelería de un departamento a otro, y con el tiempo y buen desempeño fue ascendiendo hasta ser promovida al Departamento de Personal, que ahora es Recursos Humanos.
Ahí tenía la encomienda de realizar contratos, de las nóminas de los trabajadores, y dijo, tuvo la suerte de encargarse de la mesa de contratación definitiva.
“Después de ahí me encargó mi jefe, el señor Israel Martínez Rodríguez a los movilizados; en esa época muchos se iban hacia el sur a diferentes ciudades como, Villahermosa, Comalcalco; ahí estuve bastante tiempo, fui transitoria por 17 años y afortunadamente me llegó mi puesto base y me enviaron a Cerro Azul, en Veracruz”, comentó.
La siguiente parada fue en Monterrey, Nuevo León, donde vivió y trabajó, y por siete años, ocupó la gerencia de Ductos del Norte, y posteriormente, trabajando en el área de Jefe de Contratos, en donde se jubiló en el año de 1997, calificándolo como un trabajo maravilloso, por la gran cercanía y el servicio otorgado a los trabajadores.
A CONQUISTAR SU SUEÑO
Tampoco en esta ocasión, cuando concluyó su ciclo laboral lo tomó como un retiro, pues nuevamente comenzó un nuevo trabajo,
pero ahora no solamente sería eso, sino que iría tras algo más: cumplir con lo que siempre había soñado.
“Cuando me llegó mi jubilación me regresé a Reynosa y empecé a trabajar en el Colegio Tamaulipas y fue ahí cuando me decidí a estudiar porque mi deseo desde niña siempre fue estudiar Derecho y convertirme en abogada”, compartió la entrevistada.
Dijo que siempre le llamó la atención cuando decían sobre alguien “es abogado”, porque sentía que era algo muy grande.
Comentó que cuando laboraba en Recursos Humanos y ayudaba a los trabajadores a que se resolvieran sus problemas sentía una gran satisfacción, pero cuando leyó el Contrato Colectivo de Trabajo y la Constitución le nació el amor por la carrera.
Fue así que empezó el camino escolar e
ingresó a estudiar la preparatoria en la
Universidad Tamaulipeca, y continuó en él al inscribirse en la Universidad del Valle del Bravo (ahora Universidad Valle de México), donde finalmente se convirtió en una alumna de Derecho, hasta egresar en el 2004.
Sin embargo, antes de ello, empezó a trabajar con la licenciada Alicia Martínez Heredia, quien comentó, tenía su despacho en la colonia Aztlán, lo que le permitió adquirir experiencia en su carrera.
“Una buena amiga me trajo a una sobrina para que yo me encargara de un embargo de pensión alimenticia y cuando tuve el oficio para entregarlo y que se embargara el sueldo al demandado lo sentí como un milagro, lloré de felicidad, yo creo que un día entero; ese fue mi primer trabajo”, recordó.
META LOGRADA
Tras egresar con la experiencia adquirida, fundó su despacho sobre la Calle Victoria, enfrente del Mercado Guadalupano, en el centro de la ciudad y tras un buen tiempo ejerciendo en esa dirección, decidió moverse a una nueva sede.
“Mi hija Arely Cárdenas Figueroa me hizo un despacho en mi casa y aquí tengo ya 13 años trabajando, y ella es mi socia y colega”, platicó.
Pero la licenciada Leticia sabe que no basta con estudiar una carrera para ser un buen profesionista y que la especialización es muy importante, por lo que estudió la Maestría en Procuración de Justicia, además, se ha especializado en materia familiar.
“Cuando terminé mi maestría me sentí muy satisfecha, y orgullosa conmigo misma; tuve una cuñada que me motivó mucho, así como ella muchas personas me han dado su cariño y respeto”, apuntó.
Actualmente goza de una muy buena cartera de clientes, por lo que agradece a Dios el que le haya dado la oportunidad de cumplir su sueño de ser abogada y gozar de un buen crédito profesional, el cual desempeña con mucho orgullo.
“Yo soy de una cuna muy humilde y el que me pagaran muy bien por este trabajo me dio las ganas de seguir adelante”, mencionó.
ENFRENTANDO DESAFÍOS
Aunque esta abogada ahora disfruta de lo que ha logrado, no fue un camino fácil, por el contrario, hubo muchas dificultades en él.
Cuando decidió retomar sus estudios y empezar la preparatoria fue criticada por varios miembros de su familia, pues consideraban que por su faceta como madre, su edad, y el ser una mujer divorciada, no era correcto.
“Para esa fecha yo ya tenía nietos y me encontré mucho con la incomprensión de mi propia familia, cuando entré a estudiar algunos me tachaban de loca, de ridícula; me decían que me quedara a cuidar a mis nietos, pero yo siempre he sido muy determinada y mi hija me decía que hiciera lo que quisiera hacer”, externó.
Como estudiante todo fue diferente, en los diferentes niveles cursados recibió el apoyo de todos sus compañeros, incluso llegó a convertirse en la amiga, la confidente y líder de grupo para muchos de ellos; también como una madre que los cuidaba y aconsejaba, reuniéndose incluso en su casa para estudiar para los exámenes o hacer trabajos.
El ser una madre trabajadora también supuso una serie de desafíos y recordó que, cuando sus dos hijos, Aracely y Roberto eran pequeños no había guarderías en Pemex, por lo que varias personas le apoyaron con su cuidado.
Para Leticia el tiempo en el que era juzgada y criticada ha quedado atrás, pues ahora es hasta una referencia a seguir.
“Antes para algunas personas era yo hasta ridícula, ahora soy el ejemplo de la familia; más que nada yo tenía un compromiso conmigo misma y el que se haya realizado mi sueño es maravilloso”, externó.
Ahora con 71 años, ejerciendo la carrera de sus sueños, con una especialización, en un despacho fundado junto a su hija quien también es su socia, Leticia da gracias a Dios diariamente por ser una mujer productiva, realizada y feliz.