
La falta de estrategias de enseñanza, falta de vocación, poca paciencia, exceso de alumnos o problemas personales son solo algunos de los factores que pueden provocar que se utilicen los gritos para conducirse ante los alumnos, pero, ¿realmente aprenden cuando se les grita?, ¿qué efectos tiene en ellos?
La labor docente es una de las que más responsabilidades conlleva, pues sin importar el nivel educativo en el que se impartan clases, el maestro debe hacerlo frente a grupos, que en ocasiones están conformados hasta por 40 alumnos, todos con maneras variadas de aprender, así como requerimientos y personalidades diferentes.
Aunque no siempre es posible otorgar a cada uno atención personalizada, lo que sí puede hacerse es implementar estrategias de enseñanza-aprendizaje que sean favorecedoras para todos, entre las que, por supuesto, gritar no está considerado.
Pero, ¿qué pasa cuando un docente basa sus clases en gritos para imponer disciplina, impartir enseñanzas y lograr que los alumnos aprendan?
MÉTODOS, TÉCNICAS
Y ACUERDOS QUE NO SE CUMPLEN
Lograr que los estudiantes adquieran conocimientos no es una labor sencilla por lo que a lo largo del tiempo, han surgido diferentes corrientes educativas basadas en sus necesidades, así como en el desarrollo y cambios en las sociedades.
Aunque mucho del éxito logrado dependerá de la propia labor del alumno al construir su propio conocimiento apoyado y guiado por el docente, como lo dicta la corriente del Constructivismo, el papel del maestro sigue siendo fundamental.
Es por ello que los docentes pueden utilizar diferentes métodos que les permitan alcanzar objetivos contenidos en los planes de estudio, conduciendo el pensamiento de los alumnos; así como técnicas conformadas por diversos pasos o comportamientos para lograr los resultados de aprendizaje esperados, según menciona Imídeo Giuseppe Nérici en su libro “Hacia una didáctica general dinámica”.
Por otra parte, en el Marco para la Excelencia en la Enseñanza y Gestión Escolar Dirigidas al Aprendizaje y el Desarrollo Integral de los Alumnos, emitido por la Secretaría de Educación Pública (SEP), se aborda el perfil docente, directivo y de supervisión que deben cumplir quienes ocupen estos puestos de trabajo.
Con el título “La docencia que queremos”, se habla sobre “los dominios” con los que debe cumplir todo maestro, mencionando en el apartado 2.2.3 lo siguiente: “Apoya a sus alumnos en el desarrollo de la confianza en sí mismos y el reconocimiento de sus motivaciones, de modo que puedan ser responsables de su aprendizaje y disfruten aprender”.
Más adelante, en el 2.3.2, dice que en el aula el maestro “genera interacciones con y entre los alumnos basadas en el respeto mutuo, la confianza y el aprecio por la diversidad”; entonces, ¿los gritos contribuyen al desarrollo en la confianza de los niños, los motivan y son ejemplo de respeto?
Por otra parte, el último viernes de cada mes se lleva a cabo una reunión de Consejo Técnico Escolar, en la que el personal educativo de cada institución se reúne para evaluar el logro de objetivos alcanzados, así como analizar los procesos de enseñanza-aprendizaje aplicados.
Entonces, si los docentes no mantienen una actualización constante (lo cual deberían hacer) estas reuniones grupales permiten realizar mejoras en su dinámica de clase para beneficio de los estudiantes; o al menos, así debería ser.
NO SON DE CRISTAL,
…MERECEN RESPETO
Erika Orozco León es docente de primaria y cuenta con una Maestría en Educación con Orientación en Innovación de las Tecnologías y considera que no se puede enseñar e instruir con gritos, además de que, no es correcto que un maestro se conduzca de esta manera.
Según dijo, las razones por las que un docente termina gritándole a sus alumnos son la falta de estrategias de enseñanza, y/o de vocación, poca paciencia, exceso de alumnos, entre otras.
“Sobre todo es debido a la falta de estrategias diseñadas para las características del grupo, las cuales deben ser identificadas a partir de un diagnóstico y observación del grupo en el transcurso del inicio del ciclo escolar”, expresó.
La psicóloga Arely Martínez Jiménez, especialista en Modificación de Conducta y también docente en las carreras de Psicología y Educación Inicial, consideró que la inteligencia emocional de un docente está ligada a esta práctica, pues contar con ella debe ser parte de la estrategia académica.
Muchos coinciden en que, antes, los maestros eran muy estrictos, que algunos recurrían a los gritos e incluso a castigos corporales para “enseñar,” y que “no pasaba nada”; sin embargo, diversos estudios han demostrado que lejos de tener un efecto positivo ocurre lo contrario, además, va en contra de los derechos de los estudiantes, pues se está cometiendo abuso de autoridad y acoso escolar, que es como se le conoce al bullying ejercido por un maestro hacia un estudiante.
Incluso, hay quienes consideran que alumnos de ahora forman parte de una “generación de cristal” o que son excesivamente sensibles, sobre lo cual Orozco León menciona que no se deben escudar en ello para mantener esta práctica y por el contrario, se debe reflexionar sobre las condiciones anteriores y la situación actual.
“Se deben buscar los mecanismos que permitan encontrar estrategias más adecuadas a partir de las condiciones existentes, con el fin de que los alumnos aprovechen los beneficios de la modernidad”, externó.
Sobre esto, Martínez Jiménez agregó que por ello es fundamental tener conocimiento de la cátedra y unificarlo con estrategias psicopedagógicas que complementen el pensamiento, razonamiento y aprendizaje del alumno.
Por si fuera poco, la mala conducta del docente puede provocar que niños y jóvenes pierdan el interés por asistir a clases y afectarlos de manera negativa, sobre todo en su autoestima.
“De los seis a los 12 años los menores se encuentran vulnerables: a los seis están atravesando cambios importantes ya que es su ingreso a la primaria (pasan de un ambiente lúdico a uno con mayores actividades académicas), y a los 12 es la pre adolescencia”, dijo Erika Orozco.
Los gritos, además son una forma de violencia verbal y pueden provocar “miedos, inseguridades, nerviosismo, tristeza, culpa, enojo, rabia, impotencia, resentimiento, estrés, baja autoestima”, entre otras cosas, según la piscóloga.
PADRES EN ALERTA
Una buena comunicación entre padres e hijos es fundamental, y aunque ésta depende mucho de la dinámica de cada familia, es necesario que estén presentes y atentos a las conductas manifestadas; el problema es cuando los papás se muestran ausentes, algo que es muy común el día de hoy, comentó la docente de primaria.
Por otro lado, Martínez Jiménez destacó la importancia de demostrarle confianza a los hijos: “Siempre hay que creerles, por muy fantasioso que parezca algo nos quieren decir”.
Recomendó también cuestionarles sobre lo vivido en su día escolar.
“Siempre preguntarles qué fue lo mejor y lo no tan bueno del día en la escuela, preguntar sobre sus compañeros y sus comportamientos, sobre su maestro, si se enojó, si estaba feliz, si felicitó o regañó a alguien, a quién y por qué; se deben establecer temas de conversación en referencia a su aprendizaje y la relación con su maestro, entre otras cosas”, dijo.
Lo ideal es que los gritos y la violencia verbal no estén presentes en las aulas, sin embargo es algo que sucede con frecuencia, por lo que la profesora dijo que se debe trabajar desde temprana edad la seguridad en los hijos.
“Que se haga énfasis en sus fortalezas y habilidades, así como el trabajar la tolerancia y frustración; serán herramientas personales que los apoye a enfrentar frustraciones y dificultades, pero sobre todo, a saber denunciar algo cuando ellos no se sientan seguros”, externó.
La psicóloga agregó la importancia de que los estudiantes sepan que el origen de los gritos puede ser con diferente finalidad, tales como, expresar emoción, para imponer, ordenar, insultar, etc.
“Que sepan diferenciar ese tipo de emociones y cambios de humor; que aprendan a distinguir entre algo correcto en el comportamiento de los otros y algo incorrecto”, apuntó.
A los docentes, Martínez Jiménez les recomendó esclarecer puntos básicos como criterios de evaluación, horario de clase, permisos para ir al baño, el respeto de docente- alumno y de alumno-docente, con la finalidad de evitar incidentes y mantener el orden, además de buscar apoyo en caso de necesitarlo.
“Si lo consideran necesario, pedir orientación, ya sea para el manejo del temperamento, o actualizaciones en las estrategias de enseñanza”, manifestó.