
La vida ya era difícil antes del coronavirus, pues el acelerado ritmo diario, las múltiples ocupaciones y el estrés mermaban la salud de las personas; pero con la pandemia, las cosas se complicaron aún más, ocasionando crisis emocionales que han llegado incluso, a poner en riesgo la vida de quienes las padecen.
Protejemos al cuerpo del Covid usando gel antibacterial, cubrebocas, caretas, desinfectantes y aplicando la sana distancia, pero, ¿qué ha pasado con nuestra mente durante esta cuarentena?
El encierro, el aislamiento social, la crisis económica, la pérdida de amigos o familiares, padecer
Covid o el temor a contraerlo, pueden mermar la salud mental y ocasionar ansiedad o estrés.
Gloria Leticia Doria Cobos, epidemióloga de la Jurisdicción Sanitaria No. IV, dijo que, las afectaciones no solamente se deben al virus que es altamente transmisible por medio del contacto directo con personas infectadas, sino que, el encierro ha afectado el aspecto emocional, repercutiendo también en el resto de la familia.
“Los problemas emocionales están afectando a toda la población; uno de los más presentes es el burnout pandémico, que es una enfermedad que se da por la impotencia, por el acoso laboral que nos está afectando a toda la población”, destacó.
Entre los efectos que suelen acompañar este síndrome son: insomnio, ansiedad, conflictos interpersonales, bajo desempeño laboral, menor creatividad, renuncias y enfermedades físicas.
El médico psiquiatra Javier
Alberto Falcón Morales, director del Instituto de Salud Mental de Nuevo León, dijo que “se viven tiempos adversos”, en los que se presentan situaciones críticas que afectan la salud emocional de las personas dentro de sus familias, trabajos y también en el ámbito educativo.
Comentó que, en el 2012, la Organización Mundial de la Salud (OMS) alertó que en el año 2020 los problemas mentales ocuparían el sitio número uno en padecimientos en el mundo, por encima de enfermedades como diabetes, hipertensión o cáncer.
“Llega el 2020 y con él este panorama del que ya se venía hablando y, además, aparece la pandemia del coronavirus, lo cual viene a agravar la situación de la salud mental que ya se tenía”, comentó.
Dijo que esto ha sido complicado para todos, tanto para adultos, como para niños y adolescentes, pues ellos “apenas están estructurando su personalidad” y muchas veces, no saben cómo expresar su malestar emocional.
“En los problemas mentales influye mucho el entorno en el que nos encontramos; también la incertidumbre ante los cambios en el mundo por la pandemia, el miedo al contagio, a morir, a perder a un ser querido”, declaró.
El ocuparse de muchas cosas a la vez y realizar todas las actividades en un mismo lugar, como lo es el hogar, o bien, el cambio de algunos hábitos, afecta a la estabilidad emocional pues, dijo, el ser humano se maneja con rutinas.
“Las costumbres, rutinas y hábitos son un factor de economía emocional, es sano tenerlos de base; una buena parte de nuestra vida la fijamos a través de ciertos hábitos y eso economiza energía mental y muchas no se pueden llevar a cabo, por lo que se genera ansiedad, depresión, tristeza, irritabilidad, ira o desesperación”, apuntó el psicoterapeuta.
Agregó que, como las familias están confinadas, el espacio de movimiento está reducido la mayor parte del tiempo y esto provoca que se generen emociones negativas.
“El estrés y ansiedad generados por la pandemia están ocasionando problemas para dormir, pesadillas, dolores corporales, cambios en el apetito, falta de energía y problemas estomacales; toda una serie de alteraciones”, dijo Falcón Morales.
ENTRE LA CULPA Y EL MIEDO
Sandra González trabaja en el área de atención al cliente en una empresa y acepta que fue muy difícil acostumbrarse a utilizar correctamente el cubrebocas, las molestias eran más que físicas, pues sentía que le provocaba ansiedad.
A finales de junio Sandra y toda su familia enfermaron de Covid, su madre y su tía se pusieron muy graves, ambas fueron internadas y desafortunadamente, su tía falleció.
“Para mí fue demasiado fuerte porque me sentía culpable, ya que nos habíamos visto unas semanas antes y pues no sé si ella trajo la enfermedad o se la llevó de la casa; al mismo tiempo se enfermaron dos compañeros de trabajo, así que a veces pienso que fui yo quien contagió a mi familia”.
Su madre fue dada de alta del hospital, pero Sandra no recobró la tranquilidad, pues mientras ella vivía su propia recuperación siguieron los cuidados en casa para su mamá, pues su salud estaba muy frágil.
Debía utilizar oxígeno para poder respirar y su papá acudía diariamente a rellenar el tanque; en una de esas ocasiones, Sandra se quedó sola en casa con su madre lo que disparó sus niveles de ansiedad ante el miedo de que algo pudiera pasarle y ella no supiera qué hacer.
“De la ansiedad me comenzó a faltar el aire y me dio mucho frío, me bajaba el nivel de oxígeno, mi mamá trataba de calmarme diciéndome que ella ya estaba fuera de peligro que si no, no la hubieran dado de alta; esa vez, mientras ella estaba en una llamada, me fui a otro cuarto y lloré”.
Este no ha sido el único episodio de llanto que ha sufrido Sandra González, pues afirma que le ha sucedido mientras conduce y en el trabajo, al cual volvió padeciendo secuelas del Covid, tales como: dolor de espalda, de articulaciones, cansancio, dificultad para concentrarse, gastritis y colitis.
Los trastornos del sueño han estado presentes desde que enfermó y hasta el día de hoy.
“Cuando estaba enferma no podía dormir, aunque todos me decían que así me recuperaría más rápido, yo tenía miedo a hacerlo, porque pensaba que tal vez ya no iba a despertar”, expresó.
Este proceso ha estado lleno de altibajos emocionales, pues se define como una persona muy aprensiva, lo que sin duda, se ha agravado durante la pandemia.
“Te enfrentas al miedo a lo desconocido y a la enfermedad; a la muerte, al encierro, a dar un abrazo a tu familia, un beso a tu mamá, porque sabes que quizás, eso puede ser el final; porque no sabes ni cómo entra la enfermedad a la casa; actualmente, estoy tratando de dormir más temprano, comenzar a hacer ejercicio y dejar las cosas que le hacen daño a mi cuerpo y a mi mente”.
LA DEPRESIÓN CASI ACABA CON SU VIDA
Situaciones familiares complicadas, la actividad estudiantil y la cuarentena, causaron estragos en la salud mental de Alejandro Juárez, quien afirma que este tiempo “no ha sido fácil”.
Comía muy poco, sus horarios de sueño se modificaron y cada vez dormía más; experimentó cansancio y dijo sentirse “desganado”, además, su concentración durante las clases en línea se vio afectada.
El joven universitario padece depresión desde hace algún tiempo y se agravó a tal punto que, pudo tener un desenlace fatal.
“Mi depresión empeoró e incluso hubo una situación en la que si no fuera por mis grandes amigos, los cuales admiro mucho, probablemente no seguiría vivo”.
La intervención de quienes lo rodean, el desarrollo de actividades recreativas, la conciencia de su enfermedad y la adopción de una mascota, han logrado una mejoría en Alejandro.
“Desde que llegó este perrito a mi vida me ha traído pequeños momentos de felicidad y aunque también hace alguna que otra travesura, es lindo tenerlo cerca y pasar el tiempo con él”, expresó.
CUIDADOR SUGESTIONADO
La pareja de Santos Salinas fue diagnosticada con Covid, lo que le generó mucho estrés, pero debió luchar en su contra para poder aplicar sus conocimientos como enfermero y atenderlo.
Una de las secuelas fue una neumonía severa y fue tan grave su estado de salud que, Santos empezó a sugestionarse a tal grado que desarrolló algunos de los síntomas del Covid, los cuales desaparecieron tras una semana, pero no el temor a la enfermedad, pues afirma que, cuando escucha decir a alguien que tiene manifestaciones del coronavirus, siente una opresión en el pecho, dificultad para respirar y cambio en su temperatura corporal.
“Debemos pensar que es ya un padecimiento común y qué todo estará mejor siempre y cuando hagamos correcciones en estilo de vida y hábitos alimenticios”, dijo Santos.
COMO ‘UN GLOBO A PUNTO DE EXPLOTAR’
Actualmente Diego Martínez cursa sus estudios universitarios, pero afirma que los últimos dos meses de preparatoria, cuando la pandemia por Covid-19 se encontraba en su peor momento fueron “una bomba” para él.
“Los maestros encargaban bastante tarea para entregar ese mismo día, me la pasaba pegado a la computadora por todas las actividades que tenía que enviar y tomaba muy pocos descansos, solo para desayunar, comer, cenar o cuando ya me empezaba a doler la parte baja de la espalda, me sentía como un globo a punto de explotar”.
Reconoció que se sentía triste y enojado, al grado de que no se le podía hablar porque reaccionaba violentamente y, en ocasiones, era tal su malestar emocional que terminaba llorando, pues sentía que las presiones escolares lo ahogaban.
“Me sentía como basura, es decir, que no servía para nada y nunca lograría mis metas; llegué a pensar en dejarlo todo, aunque reprobara”, mencionó Diego.
Gracias al apoyo de su familia, que mantuvo una buena comunicación con el estudiante, le hicieron ver que no debía perder la calma y que su salud emocional era lo más importante.
“Ellos platicaron conmigo, me hicieron entender que no debo de estresarme y mucho menos alterarme, que todos tenemos días buenos al igual que malos, que debía tranquilizarme y ser como un reloj, dejando que todo pase a su tiempo”, apuntó el joven.
LO QUE NOS ENSEÑA ESTA PANDEMIA
El psiquiatra Javier Alberto Falcón Morales, quien también es miembro del Colegio de Psiquiatría y Psicofarmacología de Nuevo León, dijo que, a pesar de todo lo negativo, la contingencia por Covid-19 ha dejado un aprendizaje.
“La pandemia nos está enseñando varias cosas, lo primero es que, debemos tener una clara consciencia de que estamos, como seres humanos en nuestro planeta, a merced de muchas contingencias, hay muchas cosas que no se pueden controlar; no tenemos poder sobre todo”.
Dijo también que para enfrentar problemas de este tipo, lo mejor es actuar comunitariamente, de manera cooperativa.
Para tratar de evitar en la medida de lo posible situaciones de estrés cuando se realiza home office o home school, lo más recomendable es crear agendas en las que se asignen tiempos destinados a cada una de las diferentes ocupaciones, los cuales deberán respetarse para que este método tenga efectividad.
De cualquier forma, ante los primeros síntomas de problemas emocionales, lo mejor es buscar ayuda profesional y no subestimar ninguna de sus manifestaciones.