
Aunque a la joven empresaria Lilí Corona no le tocó presenciar la balacera que cobró la vida de varias personas junto a su local comercial, ubicado sobre el bulevar Del Maestro, otra desgracia la persigue: la pérdida de sus pertenencias.
Propietaria de la florería Concepto Floral, esta mujer de cabello corto y gafas no sabe a quién reclamarle porque cientos de proyectiles acabaron con su único patrimonio y el sustento de su familia.
“¿Qué puede uno hacer?, es increíble que de la noche a la mañana pierda uno todo. Ya fui al municipio porque no es justo, tiene alguien que ayudarnos a reparar esto, pues es demasiado el daño”, manifestó desilusionada.
Entre el cerro de vidrios que quedaron a la entrada de su local, Lilí se abre camino y reflexiona lo que le hubiera ocurrido de haber estado durante la intensa refriega en la que se utilizaron armas de diversos calibres.
“Cuando el tiroteo se desató yo venía de Río Bravo y tuve que regresarme. Mi empleado al oír las primeras detonaciones salió corriendo y por fortuna salvó la vida, porque aquí adentro no hubo un lugar que no resultara rociado por las balas y donde él estuviera seguro”, refirió.
Más ahora la nueva realidad de esta comerciante es saber cómo levantará de los escombros su negocio.
“Es pérdida total, de un día a otro mi local quedó totalmente destruido y no sé qué hacer porque acabaron con el patrimonio de una familia. Estoy en quiebra y espero que tomen en cuenta que nosotros no tenemos nada que ver con esta situación que está pasando”, dijo la entrevistada.
TERROR CRIMINAL
Como Lilí otros vecinos y comerciantes rescatan los objetos que quedaron en pie y con temor se pasean en sus castigadas propiedades, las cuales se convirtieron en un campo de batalla.
Para la señora Gabriela Pérez, quien por centímetros, afirma, soslayó las balas que entraron a su domicilio, sus plegarias elevadas al cielo minutos antes del enfrentamiento marcaron la diferencia:
“Jamás había visto la muerte tan cerca. Yo me encontraba precisamente con unas señoras en una reunión de oración cuando inició todo este problema.
“De inmediato nos arrastramos hacia el baño y ahí permanecimos apiladas durante más de una hora. Quizá nunca le habíamos pedido a Dios con tanta vehemencia, porque realmente estábamos en un infierno”, relató atemorizada.
Cuando la aparente paz regresó al hogar de Gabriela, sitiado por agentes federales, comenzó el recuento de los múltiples daños, los cuales hasta el cierre de esta edición desconoce quien cubrirá.
“Lo importante fue que salvamos la vida, pero es indudable que tuvimos muchas cosas afectadas por los proyectiles. Nuestros coches, casi todas las ventanas y hasta mis matas quedaron destrozadas”, ilustró la entrevistada.
ACECHO MENTAL
Y es que las escenas de miedo, peligro y neurosis que se vivieron no dejan de asediar la mente de personas como Braulio Dávila, supervisor de la zona escolar número 29, quien ese instante –con el sonido local– les ordenó a sus alumnos que se mantuvieran en el piso.
Sin embargo, la preocupación de los padres de familia complicó su tarea, además de que pudo haber provocado una desgracia mayor.
“Muchos papás nos obedecieron, pero hubo algunos quienes se arriesgaron aún a sabiendas de que sus hijos estaban en riesgo”, dijo.
El catedrático aclaró que no hubo niños muertos ni heridos como se manejó en algunos medios. Mencionó que el aparatoso suceso ocurrió media hora antes del recreo, de lo contrario otra historia peor hubiera acontecido.
“Nada más de pensar qué habría sido de nosotros y de nuestros niños si el recibidor hubiera estado lleno de gente. Por cuestión de minutos salvamos el pellejo”, admitió.
De todas formas, para evitar secuelas en los estudiantes de este plantel, Dávila anticipó que se les hará un profundo perfil psicológico, aunque sabe que haber presenciado una lluvia de disparos es un hecho que nunca se olvida.
“Vamos a necesitar ayuda profesional para apoyar con terapias a nuestros alumnos y así superen este problema inédito que se vivió de manera muy clara”, agregó.
Y mientras los padres de familia comienzan a llevar de nueva cuenta a sus hijos a la escuela, seguramente la tranquilidad tardará en regresar a los habitantes de esta comunidad.