Después de dos años de trabajos de construcción el Anzaldúas-Mission, uno de los puentes internacionales más codiciados del norte del país, está por concluirse.
Y más codiciados porque como es bien sabido el tráfico vehicular procedente de Monterrey ya no tendrá que atravesar Reynosa y demorarse demasiado para pasar hacia Estados Unidos.
Ahora será redituable hacerlo desde esta obra que posee cinco kilómetros de longitud hacia ambos lados de la frontera, con la cual también se pretende desahogar presión sobre las actuales arterias que comunican esta ciudad con el vecino país del norte, como el puente Reynosa-Hidalgo y el Reynosa-Pharr.
Los ingenieros que llevan a cabo la construcción informaron que estará concesionada durante 30 años y a partir de entonces pasará a manos del gobierno federal.
“La intención es captar el aforo vehicular procedente del libramiento Monterrey y de la Ribereña”, señaló Miguel Angel Monroy.
Para los automovilistas que viajan en sentido norte se colocaron cuatro casetas de cobro. Entretanto se instalaron 12 mesas de revisión para los autos que provengan de Estados Unidos.
El puente en sí tiene una longitud de 2.54 kilómetros hasta el límite con la Unión Americana. Posee dos carriles de ida y vuelta con 3.63 metros cada uno. Su ancho total es de 18.50 metros y cuenta con una banqueta peatonal protegida por un dique.
“No llevará barrera central. Es a base de concreto armado. Se le colocaron juntas de dilatación cada 90 metros para evitar que se fisure cuando se contraiga con temperaturas extremas”, detalló uno de los encargados.
EL ENSAMBLE
Para unir el puente internacional con la parte estadounidense, se realizó una ceremonia a finales del mes agosto. El tramo común (el último) de este cruce fue adjudicado mediante un concurso a la constructora Marhnos, propietaria de la Concesionaria Internacional Anzaldúas (CIA).
“Ese trecho lo ganó México para hacerlo dentro del límite de Estados Unidos. Como salía más barato construirlo en suelo nacional se le otorgó a nuestro país”, señaló Monroy.
Sobre el río Bravo el nuevo puente alcanza una altura de 13 metros. En tanto, el cordón peatonal que se encuentra del lado izquierdo –rumbo a la Unión Americana– posee 60 centímetros de ancho y bien podría servir para el paso de ciclistas.
“En realidad no sé quién se vaya a aventar cinco kilómetros (que mide sólo el puente) caminando y más con los calores extremos que se sienten aquí en la frontera
Pudiera ser útil para pasar en bicicleta, pero fue más pensado para que la gente camine, aunque repito, no sé quién lo va a transitar porque está larga la tirada”, dijo en tono de broma uno de los trabajadores.
EL PROGRESO DE LA ZONA
Uno de los mayores beneficios que se considera generará este tercer puerto fronterizo en Reynosa entre México y Estados Unidos es el crecimiento económico.
“Esta obra va a detonar muchos comercios en los alrededores del puente desde que comienzan los entronques para accesar con destino al vecino país.
Estamos por construir un PSV, que es un paso superior vehicular y vamos a conectarlo con la avenida Colorines para que todo el desarrollo e infraestructura que hay aquí de casas no se vea obstaculizado por el puente”, dijo el entrevistado.
Los entronques o encadenamientos Tres Ceros, el Seis + 250, el Dos + Cero 50, son los caminos de acceso sur y norte al puente.
El costo de la megaobra, las horas hombre invertidas, así como las toneladas de varilla y cemento que se han empleado hasta el momento no fueron definidas por CIA.