Aunque diversas autoridades apoyaron a la familia del alumno de bachillerato Sergio De María Jiménez, de 15 años, quien murió a causa de una descarga eléctrica -por un cable caído de la CFE en Reynosa-, no hay nadie que se responsabilice de su terrible fallecimiento. Su padre asegura que hubo un reporte ciudadano para advertir de este peligro, pero lo ignoraron.
Veladoras, unas flores y una prenda de vestir señalan el lugar donde la tarde del pasado lunes 5 de septiembre un alumno de la preparatoria Francisco J. Múgica perdió la vida de una manera trágica en la colonia Aztlán de esta ciudad fronteriza.
Cuando caminaba por la banqueta trasera del plantel educativo, localizada en la calle Río Frío, el joven se electrocutó con un cable de alta tensión de la Comisión Federal de Electricidad que colgaba de la red de suministro y murió de manera instantánea.
Paradójicamente el alumno acababa de pasar junto al logo “Escuela Segura” de la Secretaría de Educación de Tamaulipas (SET), pintado en la barda de su escuela, pero unos pasos más adelante encontró la muerte.
De acuerdo con algunos relatos iba al teléfono conversando con su madre, quien ya lo esperaba a la vuelta de la esquina para dirigirse a su domicilio, como todos los días de clases; sin embargo, el cotidiano encuentro nunca llegó.
Instantes después fueron sus propios progenitores quienes, visiblemente desconcertados, hallaron al estudiante tendido sobre el suelo húmedo y enseguida, vinieron el caos y los desgarradores lamentos.
Al lugar arribaron los servicios de emergencia, pero nada pudieron hacer para salvarle la vida. Era demasiado tarde. Por la descarga eléctrica, el muchacho presentó quemaduras en una mano, pie y lesiones internas. Parte de su ropa quedó carbonizada.
Como quedó constancia en las notas periodísticas que se divulgaron el mismo día del accidente, la zona fue acordonada por personal de la Fiscalía General de Justicia del Estado (FGJE) para realizar las diligencias de campo, mientras sus padres abrazaban a Sergio desconsoladamente.
Los trabajadores de la Comisión también llegaron y fue entonces cuando su mamá les reclamó de una forma airada.
Más tarde se supo que desde hace días el cable suelto había sido reportado por algunas personas que viven o circulan por el sector a la dependencia federal, pero la reparación fue hecha cuando el niño ya había muerto, inmediatamente después de la desgracia ocurrida en este sector de la ciudad, lo cual causó un malestar generalizado.
Los vecinos, espantados, lamentaron el incidente, que pudo haberse evitado o también ocurrido a cualquiera de ellos.
LUTO Y TRISTEZA
En el sitio de la tragedia, ahora se observa es un altar en dedicado a Sergio.
Y es que aquel fatídico lunes fue un día gris, un día de lluvia y de dolor. Un día ensombrecido a causa del desafortunado suceso que ha provocado un gran impacto en Reynosa.
Una vez que fueron retirados los sellos rojos de contención que los Servicios Periciales colocaron, en memoria de lo ahí ocurrido la gente encendió unas veladoras. La llovizna las apagó casi todas, solamente una se mantuvo encendida la de enfrente.
Incluso, para personas ajenas, la muerte de Sergio es un caso difícil de comprender. La gente pasa y le parece difícil aceptar que en ese lugar un ser humano perdió la vida.
Algunos esbozan un gesto de admiración o se tocan el rostro, también el pecho y se asoman sin bajarse de sus vehículos.
Las lesiones más comunes producidas por la electricidad son generalmente de tipo accidental, pero pueden prevenirse. En algunos casos están relacionadas con la actividad profesional y en otras de manera aleatoria.
De acuerdo con los especialistas el efecto directo de una descarga alcanza a producir una herida de entrada y otra de salida, como le pasó a Sergio.
Del mismo modo la energía térmica origina quemaduras en todo el cuerpo, como la piel y los órganos, comprometiendo su funcionamiento.
Durante un evento de esta naturaleza también puede incendiarse la ropa que la persona lleva puesta.
En las necropsias de ley que son practicadas pueden encontrarse también contracturas y hasta fracturas óseas o traumatismos craneoencefálicos.
Cuando el alto voltaje fluye a través del cuerpo de la manera en que causa la muerte se pueden llegar a producir hasta 100 mil voltios, que son los que tienen las líneas de alta tensión de la CFE.
La electrocución, según las definiciones médicas, causa un paro cardiorrespiratorio, que también puede ser producido por toques eléctricos de menor escala, a base de arritmias cardiacas que finalmente derivan en la falla sistémica del corazón.