
Cansados de que Petróleos Mexicanos (Pemex) ignore su clamor de ayuda para encontrar a sus familiares desaparecidos tras la explosión en el Centro Receptor de Gas de la Región Burgos del pasado 18 de septiembre, familiares de Bruno Ulises Avendaño Rojas se dieron a la tarea de buscarlo por su cuenta.
La búsqueda de esta familia inició desde las primeras horas posteriores al estallido, tras recorrer hospitales, oficinas gubernamentales y hasta el Servicio Médico Forense sin que nadie pudiera darles información respecto a Bruno Ulises.
Erick García Rojas, hermano de Bruno Ulises y su padre, Cicerón Avendaño Pérez, relataron que han sido días de angustia para toda la familia pues nadie les ha dado información sobre el paradero del joven padre de un niño de apenas unos cuantos años de edad.
Explicaron que en su peregrinar no han encontrado más que indiferencia oficial, pues cuando alguna autoridad llega a decirles algo es que no tienen registro de su ser querido.
Por ello la familia se ha visto en la necesidad de utilizar las redes sociales para pedir el apoyo de la ciudadanía en la localización de su pariente.
Padre e hijo criticaron la actitud de Petróleos Mexicanos que está cerrado a informarles sobre la identidad de las personas que perdieron la vida o el estado de salud de los heridos.
Incluso, indicó Cicerón, ya acudió a las instalaciones de la Procuraduría General de la República (PGR) donde levantó una denuncia por la desaparición de su hijo y le tomaron una muestra de ADN, cuyos resultados –le dijeron– no estarán disponibles sino en cuatro semanas.
Sin embargo, relató, no desea esperar tanto tiempo, pues tiene la esperanza de que Bruno Ulises aún esté lesionado en alguna brecha aledaña al Centro Receptor de Gas, pues sabe que muchos trabajadores (incluso algunos con lesiones) corrieron hacia el monte al momento de la explosión buscando salvar su vida.
Además, no ha perdido la esperanza pues cuando acudió a la PGR le mostraron fotografías y objetos personales de los que fallecieron en el accidente y en ellos no reconoció nada que perteneciera a su hijo.
Por su parte Erick expresó que acompañado por familiares y amigos, ya recorrió los alrededores de la planta de Pemex buscando a su hermano. El problema es que las pesquisas son limitadas pues no tiene acceso a muchas brechas que están controladas por Pemex por medio de puertas cerradas con candado.
Ante ello solicitó el apoyo de la paraestatal u otra autoridad para poder ingresar a esas zonas y realizar una búsqueda más amplia que podría hacerse, inclusive, desde el aire, pues Pemex tiene helicópteros que usa para transportar a sus directivos.
De hecho la familia de Bruno Ulises no es la única que ha decidido entrar a las brechas a buscar a su pariente desaparecido.
Varias personas se han unido a ellos, y diariamente recorren las brechas aledañas al Centro Receptor de Gas en sus vehículos personales y algunos que les han prestado compañías que trabajan para Pemex.
Sin embargo, consideraron que esta labor es insuficiente, por lo que el pasado sábado 22 de septiembre, 24 horas antes de que Petróleos Mexicanos (Pemex) y Protección Civil del Gobierno del Estado facilitaran los helicópteros para que los familiares de los petroleros desaparecidos en la explosión del pasado 18 de septiembre realizaran un publicitado sobrevuelo en los alrededores del Centro Receptor de Gas en Reynosa; Alejandro García, hermano de Bruno Ulises Avendaño Rojas, se subió a una pequeña avioneta prestada para buscar a su pariente.
Alex, como gusta que le llamen, voló solo, pues nadie en Pemex o la administración estatal hizo gestión alguna para que esta mañana pudiera subirse a la pequeña avioneta de dos plazas propiedad de la empresa AeroRex, cuyos directivos aceptaron proporcionar de manera gratuita al enterarse de la desesperación de las familias por no encontrar a sus seres queridos.
Sin más compañía que el piloto de la aeronave, y sin más apoyo que unos binoculares (prestados); Alejandro sobrevoló durante casi una hora los alrededores del Centro Receptor de Gas a una altura de mil pies (304 metros) a una velocidad de 90 millas por hora (150 kilómetros por hora).
Su esperanza era encontrar algún indicio entre los mezquites y las brechas de que alguien pasó por ahí o, mejor aún, el cuerpo de su hermano.
Mientras Alejandro surcó el cielo, decenas de familiares de los petroleros desaparecidos recorrían las brechas alrededor de la planta de gas, esperando, desde tierra, encontrar algún indicio.
Tras peinar el área la pequeña nave aterriza en el hangar de AeroRex y sin poder ocultar su decepción, Alejandro reconoce no pudo encontrar nada.
“Movimiento no se ve… se ve como si no hubiese pasado nada en los alrededores, no hay ramas quebradas, no se alcanza a distinguir con los binoculares o sea, sí ves, pero no se ve nada fuera de lo normal”, expresó.
24 horas después de este sobrevuelo y tras varios días de reclamos de las familias de los trabajadores petroleros desaparecidos, Pemex y el gobierno del Estado finalmente aceptaron prestar los helicópteros que normalmente utilizan para transportar a sus altos directivos, para que por un par de horas sirvieran en las labores de búsqueda.
Estas familias no se desaniman ni siquiera con las declaraciones de Carlos Morales Gil, director de Pemex Exploración y Producción, quien días después de la tragedia expresó que la cifra de siete trabajadores petroleros que inicialmente habían sido calificados como “desaparecidos”, en realidad corresponde a cadáveres sin identificar.
En declaraciones emitidas a Milenio Televisión, Morales Gil expresó que aún no se sabe con exactitud la identidad de estos cuerpos, y como legalmente no se les puede considerar como muertos, entonces se les calificó como “desaparecidos”.
“No hay personas desaparecidas, es un término que se usó debido a que hay personas de cuyos cuerpos no han sido identificados y no se pueden dar como fallecidos desde el punto legal, su identificación es un proceso muy delicado, por eso se dan como desaparecidos”, dijo.
Indicó que hasta estos momentos hay 30 víctimas mortales de la explosión y no se espera que la cifra aumente.
“Hasta el día de hoy tenemos un total de 30 personas fallecidas, es una cifra de acuerdo a los hospitales, que esperamos ya no siga aumentando”, sentenció.
Sobre las causas del accidente, el funcionario dijo que aún no se puede determinar con exactitud qué fue lo que lo provocó.
El pasado 26 de septiembre la familia recibió una llamada que no quería escuchar: tenían que acudir al Semefo a recoger los restos de Bruno Ulises. Con dudas sobre la identidad del cuerpo que les han dado, por lo menos hoy tienen algo a que llorarle.