
Desafiando su corta edad, el grupo infantil de charros y escaramuzas “Aztecas” desarrollan el deporte más mexicano como si se tratara de un juego.
Pequeños valientes cuyas edades fluctúan entre los cinco y los 15 años de edad, montan y controlan animales de más de 300 kilos para ejecutar diversas suertes ecuestres.
Con gran gallardía y disciplina, nueve charros y cinco escaramuzas han incursionado poco a poco en este deporte convirtiéndose en el primer grupo de charrería infantil en Reynosa.
Estos pequeños desafían la rudeza de los caballos enfrentándose a golpes y caídas, sin embargo, su perseverancia los lleva a montar nuevamente.
Cynthia Cano Montoya y su esposo, Luis Eduardo Román, son los entrenadores de este equipo. Ambos se sienten orgullosos de ser semilleros de nuevas generaciones que aprenden las destrezas del deporte nacional por excelencia.
“Deseamos rescatar una actividad muy mexicana que lamentablemente tiene poca difusión. Al observar el valor de los niños y niñas que efectúan suertes de alto riesgo, nos compromete aún más a enseñarles con amor y disciplina”, aseveró la entrenadora de las escaramuzas.
“Aztecas” nacen de la pasión por los caballos y el amor por la charrería. Al equipo lo mueve el entusiasmo de mantener vivo un deporte que está en peligro de desaparecer y además de heredarles a sus hijos el amor por esta actividad.
“La idea de crear un grupo de escaramuzas y charros nace por el grupo de equinoterapia, ya que las hermanas y hermanos de los pacientes se contagiaron de la inquietud por aprender montar y poco a poco les creció el gusto”, explicó.
Tanto Cynthia como Luis Eduardo buscan ser un semillero de charros y escaramuzas con estos pequeños de una actividad llena de tradición y cultura mexicana.
“De esta forma aunque avancen las generaciones quedará inculcado en estos niños el respeto por el deporte nacional por excelencia y lo podrán inculcar en las generaciones futuras”, mencionó Cynthia.
Los entrenamientos se desarrollan en un solar baldío adecuado para otorgar diariamente la terapia ecuestre de “Medway” a personas con capacidades diferentes.
El pequeño lienzo, ubicado en la colonia Doctores, está rodeado por casas habitación y además de ser utilizado en las terapias fue adaptado para desarrollar las habilidades ecuestres.
Algunos de los corceles adiestrados, tanto para las terapias como en la charrería, fueron adquiridos y prácticamente rescatados. Estos caballos anteriormente eran utilizados para realizar trabajos pesados, por ejemplo recorriendo las calles de la ciudad jalando carretones de recolección de basura.
La mayoría de las veces, los equinos que llegan a manos “Aztecas” vienen con alto grado de desnutrición, deshidratación, heridas, entre otras enfermedades relacionadas por el arduo trabajo al que son sometidos. Sin embargo, en este lugar les cambia el panorama ya que son rehabilitados, alimentados y sanados para ser entrenados con rienda charra.
Con estos caballos se les enseña a los pequeños jinetes a montar y controlarlos, posteriormente empiezan a entrenar con rutinas sencillas adaptadas para niños y poco a poco las faenas van incrementando el grado de dificultad, dependiendo de las habilidades del menor.
A pesar de los pocos recursos con lo que cuentan los “Aztecas” es mediante esfuerzo y perseverancia que han logrado realizar una actividad costosa, debido a que se deben cumplir con un reglamento para su práctica y la vestimenta.
El charro debe portar el traje nacional de México que es un atuendo que consta de pantalón de corte charro sin bolsas traseras, chaqueta y chaleco en caso de los trajes de gala, pachuqueña (camisa) y corbata de moño, chaparreras de cuero que se colocan por encima del pantalón, sombrero de ancha lorenzana de copa alta con bordado, botín charro y espuelas.
Las escaramuzas portan el traje de Adelita o de ranchera mexicana, con moños para el cabello y botas, además de una silla especial para montar llamada “albarda” de lado al estilo amazona.
“Todo esto nos saca de presupuesto pero con el apoyo de los padres de familia hacemos actividades para mantenernos y poco a poco adquirir la indumentaria”, indicó.
El grupo de charros y escaramuzas “Aztecas” no cuentan con los recursos para adquirir todo lo que necesitan para practicar este deporte, por lo que gran parte del equipo y vestimenta se consigue por medio de actividades o de su bolsillo, todo por el gusto de continuar con la tradición.
“Todavía nos faltan muchas cosas de la indumentaria pero poco a poco vamos formando con el gusto y respeto a las tradiciones, lamentablemente no contamos con el apoyo ni patrocinio de nadie, por eso es más difícil pero no imposible”, dijo Cynthia.
Por su parte, Luis Eduardo Román, entrenador de los charros, señaló que a pesar de que no cuentan con recursos suficientes siguen adelante para mantener vigente el gusto por la charrería en los niños.
“El problema en esta instalación es la falta de espacio ya que no contamos con las medidas de un lienzo para poder ejecutar más destrezas. Esperamos pronto conseguir un padrino para practicar en un lienzo profesional o más adelante tener nuestro propio lienzo y así poder practicar suertes como el coleadero de toros y los piales que nos hace falta por la condición actual de las instalaciones”, indicó.
Señaló que desean conseguir más ejemplares que estén entrenados en charrería, ya que se requieren caballos con rienda charra y que sean adecuados para llevar a cabo el deporte.
Esta pareja de entrenadores trabajan al máximo con las escaramuzas y charros ya que desean demostrar que, a pesar de contar con pocos recursos, se puede hacer mucho.
Con su trabajo desean conseguir apoyo para entrar a un lienzo con dimensiones reglamentarias y así registrarse el próximo año ante la Federación Mexicana de Charrería con la finalidad de participar en competencias estatales y nacionales.
Luis Eduardo explicó que la charrería es complicada ya que para practicar este deporte primeramente se debe de tener el valor, el gusto y la habilidad para realizarlo.
“Los entrenamientos se realizan pero muchas veces si alguno de los pequeños no tiene el suficiente arrojo para hacer las suertes se complican las cosas, es cuestión de valor; por eso estamos orgullos de nuestros pequeños y de fomentar el deporte charro porque muy pocas veces se les inculca las nuevas generaciones”, dijo.
Observar a los niños que entran al ruedo denota su valentía por lo que es muy aplaudible que también se animen a entrenar las suertes como la equitación, manejo de soga, cala de caballo, paso de la muerte, manganas a pie y a caballo, monta de yegua, entre otras.
Cada uno de ellos realiza suertes charras adecuadas a su edad y habilidades.
Este deporte no es fácil, ya que subirse a un caballo de 300 a 400 kilogramos, controlarlo y en el caso de las escaramuzas montar de lado demuestra la gran gallardía de estos pequeños.
“Se necesita mucho valor tanto de las pequeñas como de los padres de familia que estén decididos a apoyar a sus hijas. Los niños y niñas se han caído varias veces, a pesar del miedo y llanto vuelven a intentar para continuar aprendiendo”, indicó.
“Principalmente es por amor a la charrería”, dijo Luis Eduardo, quien también es terapista físico y agregó: “De ser un centro de equinoterapia pasamos a entrenar el deporte de la charrería, empezamos a desarrollarlo porque los hermanos de nuestros pacientes de equinoterapia se interesaron por la equitación”.
La pasión de ambos por la charrería generó la curiosidad en ellos que se fueron enamorando de este deporte mexicano, así formaron el equipo de charros.
“Es un satisfacción enorme y la alegría de ver a estos pequeños desarrollando el deporte que se está quedan prácticamente extinto por la falta de espacios para mantener a los equinos, el poco fomento al deporte y lo costoso para mantener un lienzo son situaciones que nos estaban dejando en el olvido”, indicó.
Estos niños a su corta edad ejecutan con amor y disciplina la charrería, en sus faenas demuestran destreza, dedicación y arduos entrenamientos convirtiéndose en una nueva generación de charros y escaramuzas hechos en Reynosa.