
A la distancia se divisa su enorme figura en forma de un pastel de colores, junto a una laguna “La Escondida” que ahora se asoma y llama la atención de la ciudadanía. Hace un par de años este mismo sitio estaba en un completo descuido y hoy, quienes pasan por el lugar no pueden creer que semejante obra arquitectónica sea parte de Reynosa, una ciudad rigurosamente criticada por ser “fea” y por no tener suficientes opciones para ir de paseo.
Después de limpiarse un poco los ojos y de pellizcarse para comprobar que no es un sueño, los residentes de esta frontera se encuentran con que el nuevo Parque Cultural es ya el mayor atractivo del municipio y quienes conocen sus instalaciones aseguran que se sienten invitados en volver a recorrerlas.
Probablemente la gestión del gobernador, Eugenio Hernández Flores, será recordada por haber conseguido un espacio para que los ciudadanos de Reynosa puedan encontrar un escape y “sazón a la vida”, después de permanecer encajonados en un ambiente industrial y poco sociable.
Padres que van con sus hijos, estudiantes que acuden en grupos, parejas de novios tomándose fotos; personas en bicicleta, en patines, corriendo y caminando; abuelitos descansando en las bancas, asando carne, leyendo o platicando, son imágenes que pueden mirarse multiplicadas tan sólo en los jardines del complejo social, que acaba de ser sede del Festival Internacional Tamaulipas (FIT).
Sin embargo, este cuento de hadas podría convertirse en una película de horror, porque a pesar de que diariamente recibe grandes cantidades de visitantes, el Parque Cultural Reynosa ya comienza a ser víctima de la imprudencia y la contaminación.
¿Cómo imaginar que un lugar creado para cultivar el arte, las buenas costumbres, el civismo, el recreo, la comunión y el aprendizaje, sea maltratado por la misma población? Es cuestión de valores quizá.
Por ello para los administradores esto provoca malestar, como vergüenza produce tener que pedirle a la gente que cuide lo que se supone es suyo y que por criterio y sentido común no debería destruir.
La directora de este lugar, Leticia Terán de Robinson, declaró a la prensa que es una grande responsabilidad mantener en pie y bien cuidadas estas instalaciones, por ello, anunció que solicitaría más personal para atender todas las áreas, puesto que sólo tienen para ese fin 35 trabajadores.
EL COMIENZO
El primer antecedente negativo registrado en el inmueble de la colonia La Laguna fue el ultraje al reloj de sol que se encuentra justo en la entrada al costado derecho. A este artefacto le dañaron unas letras y lo rayaron con un marcador. La escalera en forma de pirámide –ubicada en la parte posterior– también presenta leyendas a mano y firmas del público que lo visita.
Pero esto no es todo, las orillas de la laguna se han convertido en un lugar preferido para arrojar vasos de unicel, botellas de plástico y bolsas de frituras, aún cuando existen suficientes cestos de basura por todas partes.
El parque cuenta con elementos de policía que se desplazan en vehículos ligeros, quienes acuden directamente a exhortar a los visitantes a que no dejen sus desechos donde les dé la gana ni que vacíen el agua de las fuentes.
Sin embargo, los llamados de atención no son suficientes. Parece imposible tener ojos vigías en las 32 hectáreas que posee este terreno, pues la gente como quiera hace de las suyas.
Hora Cero recorrió los rincones del Parque Cultural Reynosa (en el exterior) para comprobar que lo dicho por algunos ciudadanos molestos con el daño a este patrimonio era cierto.
Sólo se pudieron observar algunos puntos con basura, personas jugando con los chorros de agua y las mencionadas marcas con plumón. En general las instalaciones se mantienen en forma, aunque los pequeños agravios son un aviso.
MAS VALE PREVENIR QUE LAMENTAR
Lo cierto es que una de las misiones primordiales de este parque ya se cumplió: tenerlo y ahora lo que sigue es preservarlo, según comentó uno de los agentes municipales que se encuentran en el acceso.
Otro de los trabajadores del lugar admitió que no toda la población ha cooperado en proteger todas las áreas, por eso recomendó denunciar a aquellos ciudadanos inconscientes que estén arrojando basura en lugares inapropiados o causando cualquier destrozo al parque.
De todas maneras las campañas en los medios de comunicación no deben dejar de realizarse ni dejar que el problema se profundice.
Por lo pronto, la celebración del Festival Internacional Tamaulipas fue una buena oportunidad para cambiarle un poco la cara a esta frontera y demostrar que el parque no es para acabárselo en la primera oportunidad, porque de lo contrario difícilmente habrá nuevos espacios de entretenimiento para esta ciudad. Por desgracia, los hábitos aprendidos en casa se reflejan en la calle.