Durante la parte más dramática de la pandemia por Covid-19 en la que murieron súbitamente miles de personas y sus familiares tuvieron la imposibilidad de despedirse, la labor del tanatólogo cobró relevancia, entendiendo que no siempre una pérdida es algo que pueda superarse solo.
La Comisión de Gobernación y Población de la LXV Legislatura, de la Cámara de Diputados, aprobó que se designara el 3 de noviembre como “Día de la Tanatología”, conmemorándose por primera vez este 2022; pero, ¿qué es la tanatología?, ¿por qué merece que se le dedique un día a nivel nacional?
Hacía apenas unos pocos días que en todo México se honraba a los que ya no están, pues el 1 de noviembre es el “Día de Todos los Santos”, correspondiente a los que murieron siendo niños.
Posteriormente, el 2 de noviembre se conmemora el “Día de Muertos”, dedicado a todos los difuntos.
En ambas celebraciones las personas recuerdan a sus muertos, celebran su paso por la vida, esperando que los visiten y disfruten los platillos que eran de su agrado y que ahora, los esperan cada año sobre un altar de muertos.
La tanatología es precisamente el estudio de la muerte y la vida; además, aunque en el siglo pasado se dedicaba al apoyo de las personas que estaban a punto de morir, o bien, a las familias de los recién fallecidos para ser una guía en su proceso de recuperación y aceptación, ahora se pueden incluir en todo tipo de pérdidas, como por ejemplo, una ruptura amorosa, una económica, de un miembro, etc.
La psicóloga clínica y máster en Tanatología, Astrid Zapata Espinosa, dijo que esta disciplina científica atiende todo lo que involucra a las emociones, así como pensamientos y conducta de las personas.
“Los tanatólogos somos los profesionales de la salud que nos encargamos de acompañar a quienes requieren apoyo en el proceso de duelo; todos lo vivimos, pero lo realizamos de manera diferente, algunos no lo llevan de forma tan saludable y requieren acompañamiento”.
EL DUELO
La también especialista en adicciones explicó que en el proceso de duelo hay varias etapas, siendo la primera de ellas la negación; en la que se experimenta una resistencia a la situación; esto como una especie de mecanismo en la mente, el cual busca hacerle frente a la crisis.
Posteriormente viene la ira, en la que hay mucho enojo y malestar, experimentándose también impotencia y frustración ante la pérdida.
La tercera etapa corresponde a la negociación, en ella, la persona alberga la esperanza de que nada cambie, y creen que ellos pueden lograr algunas acciones en la situación.
La depresión es la cuarta fase, aquí se asume la pérdida y se acepta el hecho; aparecen sentimientos de desesperanza y tristeza; la persona se enfrenta a la muerte, sin embargo, los sentimientos depresivos son normales y parte del proceso.
Finalmente viene la aceptación, ésta es la última etapa; aparece la calma, la comprensión del proceso, y se acepta a la muerte como una parte del ciclo de la vida.
“Con la aceptación viene también la resiliencia, que es la capacidad de sobreponerse a la adversidad, e incluso, salir fortalecidos de ella; nosotros como tanatólogos los ayudamos en ese proceso de acompañamiento para que vivan una vida con calidad”, expresó la psicóloga.
CUÁNDO VISITAR
AL TANATÓLOGO
Estar triste es normal, sin embargo, existen algunos factores que pueden ser indicadores de que el duelo no se está llevando de la mejor manera, siendo necesaria la asistencia de un profesional.
“Se debe buscar ayuda cuando ya está impactando en el funcionamiento de cualquiera de las áreas de la vida: el trabajo, la pareja,
socialización, economía; cuando una persona ya no pueda estar operando de manera cotidiana, con poco rendimiento laboral, que esté gastando mucho, o consumiendo alcohol u otras sustancias”, manifestó Zapata Espinosa.
Explicó que el proceso puede ser diferente para cada individuo, según las herramientas con las que cuenta, habilidades, incluso, por el grado de apego, vínculo o relación existente: “la frecuencia, intensidad y la disfuncionalidad nos marcarán la pauta sobre si la persona requiere o no ayuda”.
“Tú puedes tener mayores dificultades que tu hermano, tu vecino o tu papá; vamos a ir trabajando ese vínculo para que te empieces a recuperar, para gozar de la salud y calidad de vida que tu ser amado hubiera querido si estuviera aquí”.
El tiempo de duración también es importante, y la experta perteneciente al International Mental Group consideró que, si ya pasó un año y la persona está teniendo dificultades para continuar con sus actividades, requiere atención especializada.
Astrid Zapata Espinosa dijo que inicialmente se realiza una entrevista exploratoria en la que se habla sobre su situación, síntomas, cómo ha sido impactada su vida, con qué está batallando, etc.
SUMANDO APOYO
Además de la labor del tanatólogo, la de familiares y amigos cercanos también es muy importante, por lo que la entrevistada sugiere acercarse a quienes más confianza se tenga.
“Hablar es de gran ayuda, hay que acudir a personas cercanas, a esa persona especial a quien yo sé que le puedo contar mis cosas y hablar con sinceridad; no me hace débil llorar o hablar sobre mi dolor”, apuntó.
A ellos les recomendó ser empáticos con el doliente, ser solidario y hablarle con un tono de voz amable y relajado; pero nunca como de compasión.
“Evitemos frases como ‘ya no llores’ o ‘ya déjalo descansar’; no es que seamos débiles, esos son mitos, es normal sentir”.
Dijo que invitar a las personas a salir y a realizar actividades de su agrado pueden ser de gran apoyo.
LOS NIÑOS Y LA MUERTE
Hablarles a los niños sobre la muerte puede ser complicado para algunos, sobre todo porque se considera un tema tabú, sin embargo, la experta considera que hay que hacerlo, siempre de una manera que ellos puedan entenderlo acorde a su edad.
“Antes de los seis años el concepto de muerte no lo comprenden aún, porque no tienen la madurez para ello, es parte de un proceso neurológico; es entre los seis y los ocho que ya se dan cuenta de que esa persona no va a regresar”, comentó.
Dijo que los padres se pueden apoyar en comparativas para hacerlo, por ejemplo, cuando un árbol que está verde y frondoso durante el otoño se seca y se le caen las hojas, al llegar el invierno se muere totalmente y debe ser cortado.
“La muerte de una mascota es algo a lo que la mayoría de los niños deben enfrentarse; ahí podemos aprovechar para explicarles y decirles que, así como ellos, los humanos tenemos un tiempo de vida y por eso hay que cuidar nuestra salud física y emocional, y enseñarles la importancia de la vida”, manifestó.
Involucrar a los niños en rituales funerarios también es importante, siempre y cuando ellos así lo quieran.
“Hay que preguntarles si quieren verlo por última vez y despedirse de esa persona especial; a veces los padres por evitarles un dolor los aislamos, pero con ello solo generamos más y eso permanecerá”.
Zapata Espinosa refiere que el niño llevará el duelo de la mejor manera al contar con el apoyo de su familia y seres queridos.
La tanatóloga destacó la importancia de quitar todos los mitos que existen alrededor de la muerte: “a veces no queremos afrontarlo porque no sabemos cómo manejarlo, pero es importante hablar sobre ella porque somos seres finitos, tenemos un tiempo de vida solamente, aunque no nos agrade; es un proceso natural y hay que prepararnos para ello”.
De esta manera es que en la tanatología se puede encontrar el apoyo cuando la desesperanza se ha hecho presente, cuando ya no se tienen ganas de vivir, o no es posible reponerse ante una pérdida.
Entendiendo que el dolor es algo natural en el ser humano y está bien sentirlo, pero también que hay que avanzar y trascender, así como esa persona especial lo hubiera querido.