
En una época en la que cada vez es más difícil encontrar personas que presten ayuda humanitaria y de manera desinteresada, hay alguien que ha llamando la atención no solamente por su vocación de servicio, sino también por su temprana edad.
Se trata de José Ramón Solís Zúñiga, quien cursa el sexto grado de la escuela primaria Emiliano Zapata en el turno matutino y es hijo del paramédico y rescatista Juan Ramón Solís Vega (que tiene 14 años de Servicio en Protección Civil y 24 años como voluntario de la Cruz Roja Mexicana).
A sus 11 años está siguiendo los mismos pasos de su padre, al ser el miembro más joven que realiza tareas de rescate para las corporaciones del Ayuntamiento de Reynosa.
Sin importar su edad, las labores de socorro de este niño han sido fundamentales en diferentes eventos de salvamento, algo que lo hace ver más meritorio, aunque al final el trabajo, afirma, sigue siendo un logro de equipo.
José Ramón es tímido ante las cámaras y, si bien ya lo han entrevistado en anteriores ocasiones, reconoce que aún no está acostumbrado.
Después de bajarse de la ambulancia, tras regresar al cuartel proveniente de un llamado de emergencia, se dice muy satisfecho de la ayuda que presta en el Departamento de Protección Civil y Bomberos local, donde ha sido arropado por todos los elementos y reconoce que se siente orgulloso de trabajar con su padre.
“Disfruto mucho estar aquí y cuando sea grande pienso ser un paramédico. No me da miedo la sangre, me gusta ayudar a la gente y creo que esa ha sido mi mayor satisfacción”, señala.
Vestido con su indumentaria como rescatista y su chaleco de color naranja fluorescente, José Ramón –quien es el único varón de cuatro hermanos– expresa que en cuatro años desde que acompaña a su papá en este trabajo, le ha tocado experimentar diversidad de vivencias y que sus ojos han visto muchas cosas para un menor de su edad. Dice que especialmente le impresionan los partos.
“En mi escuela los compañeros me preguntan cómo es esta labor y les llama la atención que a veces hasta he salido en la tele”, menciona y esboza una sonrisa.
VIENE DE HERENCIA
Cuenta su progenitor, que este gusto por asistir a los demás surgió primero con su madre, la abuelita de José Ramón.
“Ella me inculcó a mí primero ayudar a mis semejantes y después se arrepentía, porque le dedicaba más tiempo a la Cruz Roja que a la casa. En mi caso estuve casi 10 años alejado de mis seres queridos por estar atento a las emergencias de la ciudad.
“Por eso yo a mis hijos siempre los he impulsado a ayudar a las demás personas, porque es una muy bonita labor, asistir sin intención alguna a quienes están pasando por alguna desgracia. Es un trabajo que tiene sus satisfacciones, el ‘gracias’, ‘que Dios lo cuide’, ‘vamos a rezar por ustedes para que sigan ayudando’, esa es la alegría tan grande y la mejor recompensa de nuestro trabajo”, manifiesta Juan Ramón.
Este padre ilustra que son tantas las vivencias que permite esta profesión, tanto positivas como negativas.
“Buenas cuando ayudas a traer un bebé al mundo y malas cuando desgraciadamente por las lesiones graves de nuestros pacientes estos mueren en nuestras unidades”, relata.
Y esto es algo que su hijo ha aprendido a entender, pero añade que en José Ramón ha visto vocación y anhelo de servir a la población en las buenas y las malas.
“El desde los siete años me ha acompañado. Le ha gustado este ámbito, hasta la fecha anda conmigo en la unidad médica del Departamento Protección Civil y Bomberos. No en todas las emergencias, pero sí nos acompaña”, indica.
Aunque a su esposa, admite, no siempre le agrada que al niño le guste ser paramédico, pues detalla Juan Ramón que está contenta, pero al mismo tiempo tiene miedo que le pase algo, por la inseguridad y peligros que hay en las calles de Reynosa.
UN EJEMPLO A SEGUIR
Mencionan los compañeros paramédicos que el niño aprende rápido y ha ido madurando de una forma muy especial.
“Yo me quedo sorprendido de sus capacidades, pero siempre he dicho que tiene que superar al maestro, ese es el objetivo”, dice su padre.
El pequeño José Ramón, sin que sus 11 años sean un impedimento, ya sabe actuar en una situación de emergencia, como eventos de trauma con atropellados, ahogados, quemados, electrocutados y pacientes clínicos.
“Nos ayuda a tomar los signos vitales, llenar nuestro formato de reporte, ahí va poco a poco aprendiendo. Ahí lo vamos a ir capacitando y ya posteriormente, que tenga la edad acorde, entraría a la escuela de Técnicos y Ciencias Médicas de la Cruz Roja Mexicana”, declara su progenitor, quien insiste que el niño también “tiene que echarle ganas a la escuela” y por eso, a excepción de las vacaciones, en temporada normal, sólo apoya al Departamento los fines de semana, para no interferir con sus estudios y tareas.
“La gratificación es que me acompaña en mi trabajo y lo quieren mucho los compañeros, que se quedan admirados de sus alcances”, abunda Juan Ramón.
Y es que no porque la gente lo vea chiquito significa que no pueda prestar ayuda. El apoyo de José Ramón es valioso para el Departamento.
“En uno de los accidentes donde nos hemos quedado sorprendidos fue en un atropellamiento múltiple afuera de un centro comercial en la localidad, ocurrido a principios del año pasado.
“Fueron como seis personas lesionadas quienes se admiraron al ver cómo él bajaba todo el equipo, porque sabe mis indicaciones y ya con las señas nos entendemos”, narra.
LE DICEN ‘EL PARAMEDIQUITO’
En este ambiente José Ramón es conocido por los periodistas de la fuente policiaca como el “paramediquito” y siempre dicen que es curioso encontrarse con una historia como ésta.
“Muchas veces por cuestiones de seguridad no lo traemos a bordo de la ambulancia. Algunas ocasiones nos ayuda en la cobertura de eventos y la gente que lo ve se queda sorprendida de que él anda ahí entre nosotros, pero no en todos los accidentes.
“Maneja la radiocomunicación, se sabe las claves básicas del Departamento de Bomberos. Está en un proceso de aprendizaje. En cuestión de incendios ya sabe tirar una manguera y enroscarla”, describe su papá.
Acerca de cómo se dio la coyuntura para integrar al niño a la corporación, Juan Ramón asegura que fue por ser su hijo, pero que está completamente bajo su responsabilidad y resguardo.
Además este padre paramédico subraya su deseo de que los jóvenes ocupen su tiempo en actividades como ésta y señala que en la Cruz Roja Mexicana, delegación Reynosa, existe el Comité de Juventud, donde van muchos chicos a aprender primeros auxilios.
“Por su protección no los hacen abordar a las unidades médicas, pero sí hay actividades donde pueden ocupar su mente en algo constructivo para la comunidad.
“La ayuda nunca va a ser demasiada, siempre va a faltar apoyo en caso de un siniestro. Desde ahí se vienen formando los paramédicos o médicos del futuro. Yo tengo varios amigos que empezaron en este nivel y ahorita son buenos médicos aquí en Reynosa. Por decir nombres, José Antonio Mata, Edison López, Erandi López, de ahí salieron”, destaca Juan Ramón, quien acepta que el caso de su hijo José Ramón también es un buen aliciente para invitar a la población infantil y juvenil a involucrarse.
“Hasta los pacientitos enfermos se sonríen con él, porque nunca piensan que un niño los pueda atender”, comenta.
Por su parte, José Ramón, se siente visiblemente orgulloso de formar parte del equipo de salvamento de Protección Civil y Bomberos de Reynosa.
Los eventos que, confiesa, más le llaman la atención son los choques y volcaduras, porque le dan la oportunidad de ir aplicando sus destrezas.
> ¿Cuáles son las cosas que has aprendido como paramédico?
“Primero que nada la solidaridad con mis semejantes y a nivel técnico, practicar RCP (Reanimación Cardiopulmonar), canalizar, poner una férula, collarín y contener una hemorragia”, explica José Ramón, quien pese a su corta edad ha distinguido muy bien la importancia que es ayudar a otros y colaborar con sus compañeros para salvar vidas.