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Nunca es tarde para aprender

14 de marzo de 2014 por Paola Almaraz

Aunque a sus 75 años su capacidad de retención y habilidad para escribir son más lentas, las ganas de entrar al mundo del conocimiento son muchas y motivan a Paula Vélez Leija a aprender a escribir sus primeras palabras.
Paula, comenzó a estudiar a través de la Fundación “Corazones Jóvenes de Reynosa” en el programa de alfabetización del Instituto Tamaulipeco de Educación para los Adultos (ITEA).
Ella, junto con un grupo de 75 personas de la tercera edad, son un claro ejemplo de que nunca es tarde para aprender, ya que desde hace un año realizan diversas actividades con la finalidad de educarse.
Después de que en la agrupación se detectó que un alto porcentaje de los adultos mayores eran analfabetas, los responsables del club determinaron encargarles tareas para conocer su interés de aprender.
Ante la buena respuesta y el avance que han tenido, estos adultos mayores de entre los 60 y 80 años de edad decidieron buscar los círculos de estudio del ITEA para comenzar a estudiar.
Paula recordó que en la década de los cuarenta no había gran oportunidad de estudiar, por lo que solamente logró terminar el segundo año de primaria.
“En esos años no había dinero para ir a la escuela. Teníamos que ayudar a nuestros padres a sacar para la comida, por eso no estudiamos. No se pudo, tuvimos que trabajar, además de que antes no les importaba a los padres el estudio, siempre te decían: ¿para qué quiere ir a la escuela?”, expuso.
Paula fue la quinta de seis hermanos que crecieron entre los cultivos del Estado de San Luis Potosí y a su edad es la única que se ha dado la oportunidad de aprender, ya que sus hermanos no saben ni escribir su nombre.
“Mi hermanos no saben nada, yo por lo menos ya se escribir mi nombre y muchas palabras que me ponen en las clases y con las tareas. Me siento muy motivada. Siempre hago mi tarea y nunca falto”, dijo.
Cada martes, entre pupitres viejos de un salón prestado por la parroquia de San Pedro y San Pablo, ubicada en la colonia Pedro J. Méndez, este grupo de alrededor de 20 adultos mayores escriben sus primeras palabras.
“Pienso que si tuviera la primaria y secundaria los trabajos que me tocaron no hubieran sido tan difíciles y pesados. Para mantener a mis hijos trabajé muchos años lavando y planchando ropa ajena, con estudios la situación hubiese sido diferente”, expresó.
La mujer que habita en ese sector, dijo que algunas veces anda apurada pero siempre trata de cumplir con sus tareas para seguir aprendiendo.
“Me emociona mucho porque cuando voy a misa puedo leer algunos párrafos. Estoy muy orgullosa de mis avances ya puedo escribir mi nombre, varias palabras como mamá, casa, carro, oso y otras, con las que hago varias oraciones”, señaló.
Los integrantes de la asociación los citan una vez a la semana para revisar las tareas y darles nuevos trabajos.
La mujer de 75 años dijo estar entusiasmada ya que ahora tienen un profesor nuevo que con los libros del ITEA les brinda un método de aprendizaje más rápido.
“Después de lavar la ropa y los trastes, me apuro para hacer la tarea o hago otro quehacer y vuelvo a comenzar las planas”, describió.
La idea de la Asociación “Corazones Jóvenes” es que en el mes de agosto concluyan su educación primaria para entregarles su certificado y hacerles una graduación.
“Estaré muy contenta por recibir mi diploma y terminar mis estudios de la primaria y si hay oportunidad me gustaría seguir aprendiendo para terminar la secundaria”, resaltó.
La mujer mencionó que sus hijos y nietos la animan para que siga avanzando en sus estudios.
“De mis cuatro hijos dos estudiaron hasta la secundaria, la muchacha acabó su academia y el otro no quiso estudiar. Ya tengo seis nietos y seis bisnietos por eso me apura terminar mis estudios, quiero ser un ejemplo para ellos y que se sientan orgullosos”, externó.

ESTUDIAR LEYES
A sus 74 años, Florencio Hernández Aguilar sigue soñando con estudiar leyes. Su inquietud de aprender lo motiva a hacer los ejercicios que los maestros le indican.
“Actualmente estoy como los niños haciendo planas de bolitas y palitos, los números y letras para ir avanzando mientras llegan los libros”, indicó.
Habitante de la colonia Voluntad y Trabajo, donde se reúne otro de los círculos de estudio, dijo que tiene el deseo de saber leer y escribir porque quiere entender la Constitución Política y Código de Procedimientos Penales, libros que protege como un tesoro en su humilde casa.
“Siempre tuve ganas de estudiar para saber más cosas porque durante muchos años me han gustado las leyes, incluso hace muchos años me regalaron unos libros que cuido mucho. Pero resulta que solamente observo las letras que componen los artículos pero no tengo idea que dicen”, señaló.
Durante la entrevista, mencionó que a lo largo de los años pudo memorizar varios artículos solamente escuchando ya que no sabe leer sus libros.
“En Veracruz y aquí en Reynosa en tiempo de campañas me gustaba ir a los mítines para oír a los candidatos, iba a las reuniones y cursos que me invitaban, aunque no sabía leer ni escribir poniendo atención se me quedaban varias cosas por eso aprendí.
“Es bueno aprender y saber para que nadie te engañe. Se algunos artículos de memoria porque los escuchaba pero para todo se necesita tener conocimiento, cuando pagas algo, para subirte al transporte y defenderte”, comentó.
Cada miércoles se reúnen en la construcción de la capilla de Nuestra Señora de Guadalupe. Ahí les prestan un pequeño salón donde hacen sus trabajos.
Originario de San Luis Potosí a los nueve años quedó huérfano lo que imposibilitó que fuera a la escuela ya que había que buscar para comer, esa era la prioridad. “Me crié como el animalito comiendo entre la basura pero bendito Dios aquí ando dando guerra.
“Somos muchas personas mayores que no sabemos leer ni escribir ya que por falta de recursos económicos no tuvimos la oportunidad de ir a la escuela”, dijo.
Aunque fue padre de 13 hijos actualmente vive solo. Para sobrevivir y obtener un poco de dinero, Florencio recorre las calles buscando entre la basura para recolectar aluminio y cartón.
“De niño sufrí mucho porque quede huérfano y no pude estudiar. Ahora de viejo también ya que me quedé viudo y mis hijos vienen a verme muy poco. Además a esta edad nadie te da trabajo pero tengo que buscarle”, expresó.
Relató que a pesar de que fue iletrado trabajó en el Hospital General de Ciudad Valles, San Luis Potosí y aprendió solamente de observar. Años después se trasladó al puerto de Veracruz donde los oficios fueron el trabajo que le dio de comer.
“Ahí veíamos muchas cosas, aprendí a componer torceduras y hasta partero me tocó ser. Sin embargo lo principal que me faltó fue el estudio y por eso me voy a esforzar para saber y poder leer mis libros”, finalizó.

‘BOLITAS Y PALITOS’
Porfiria Islas Garza tiene 58 años y recuerda que en los años sesenta la situación económica de su familia era complicada y aunque ingresó a la primaria solamente logró cursar el primer año. El motivo que la obligó a abandonar la escuela fue que su madre no podía mantener sus estudios, por lo que tuvo que empezar a trabajar.
“Estuve en la escuela pero no era constante porque fue complicado ya que no había dinero. A veces teníamos para comprar los útiles y cuadernos, en otras ocasiones no teníamos dinero ni para el traslado”, comentó.
Gracias a una amiga supo del club de “Corazones Jóvenes” por lo que se decidió a asistir a las reuniones. Tiempo después comenzaron a dar clases y se inscribió.
“Empecé a estudiar pero siento que soy de cabeza muy dura porque algunas veces no se me quedan las palabras. Aunque después de varios meses ya se escribir mi nombre y otros datos, antes ni siquiera podía”, recordó.
Sentada en un pupitre, comentó que hace planas de bolitas y palitos para soltar la mano.
“Desde hace diez meses que tengo de venir he aprendido muchas cosas. Ya hasta me acabe una libreta y voy avanzada en la segunda”, refirió.
La mujer habitante de la colonia Ampliación Pedro J. Méndez dijo sentirse entusiasmada de saber que tendrán libros y un maestro del ITEA que los ayude a salir adelante.
“De unos meses para acá ya puedo hacer más cosas y escribir más palabras que antes no sabía. Me gustaría que todas las personas que no saben leer ni escribir que aprendan, es muy bonito”, agregó.
Dedicada al hogar, su deseo es prepararse para dedicarse a otra actividad.
“Simplemente para subirse al transporte
tengo que andar preguntando si es la que va a mi colonia. Ya una vez me perdí por no saber leer y no quiero que me vuelva a pasar”, comentó.
Porfiria tiene una hija que la anima para cumplir con sus tareas y a que no falte a las clases. Aunque ella no quiso estudiar la secundaria, si sabe leer y escribir.
“A mi hija también la animaba para que no se quedará burra como yo pero ya tiene hijos y no se ha dado el tiempo para estudiar. Aquí entre todas hemos ido aprendiendo, además de que convivimos mucho y nos distraemos”, mencionó.

¡QUE PENA NO SABER!
Con lápiz y cuaderno en mano, Josefina Puente Quiroz a sus 66 años se siente motivada ya que aprenderá a firmar y escribir su nombre.
“Quiero aprender y solita me doy ánimos, ya que al lugar donde vas algunas veces tienes que firmar documentos y la verdad me da vergüenza no poder hacerlo por no saber escribir”, señaló.
Trabajó durante ocho años en una maquiladora, aunque no necesitó de conocimientos se sentía apenada cuando tenia que firmar los recibos de nómina.
Recordó que en aquellos años solamente hacía un garabato y que sentía mucha vergüenza de no saber como hacerlo.
Originaria de Reynosa compartió que en su casa fueron trece hermanos y que carecían de recursos económicos para estudiar.
“Desde pequeños tuvimos que trabajar en las casas o nos llevaban a la pizca de algodón en Matamoros y Valle Hermoso”, dijo.
Josefina mencionó que aprendió a leer, viendo los periódicos y revistas relacionando las fotografías con las palabras.
“Viendo y comprendiendo es como aprendí un poco pero de escribir no tengo idea como acomodar las letras ni hacer oraciones”, indicó.
Desde hace un año inició en el club y mediante los ejercicios aprendió a escribir algunas palabras. Constantemente practica con los trabajos que les encargan.
“Antes estaba cerrada y solamente decía que no sabía, pero ahora que tenemos la oportunidad de aprender con el maestro del ITEA va a ser mucho mejor. Todo es cuestión que la persona se decida a aprender y sí se puede, solamente es de querer”, comentó.
Josefina vive sola, pero ella misma se da
ánimos para seguir adelante. Relató que los primeros días de escuela le generaban fuertes dolores de cabeza y desesperación.
“Me estresaba, además forzaba la vista pero ahora ya me siento mejor y más confiada para hacer las tareas que nos piden. Creo que ahora es el tiempo. Nunca es tarde para aprender cosas nuevas y lo voy a lograr”, añadió.
Confesó que algunas veces olvida hacer la tarea. “Tengo que andar a la carrera haciéndola un día antes de venir a clases”.
Actualmente se dedica al hogar y a la venta de comida, además de ofrecer ropa de segunda mano y otros artículos para vender.
Dijo sentirse entusiasmada por aprender y concluir pronto el curso para tener su fiesta.
“Estoy muy animada con el programa para que nos den nuestro certificado de primaria y quiero aprender más, incluso hasta me gustaría estudiar la secundaria”, indicó.
La señora de 66 años dijo sentirse gustosa de aprender palabras nuevas, además de convivir y conocer a más personas.
“Es muy bonito aprender porque antes agarraba los libros y pues solamente los veía, sin sabía ni que decían. Ahora a esta edad que no tenemos preocupaciones es el tiempo para aprender. Ya estoy aprendiendo a leer la Biblia y me llena mucho de alegría”, expresó.

La edad no importa

Al respecto del programa de alfabetización, la presidenta de la Asociación “Corazones Jóvenes de Reynosa”, Juana Alicia Sánchez Jiménez, señaló que la idea nació al detectar un alto porcentaje de los adultos mayores que no sabía leer ni escribir.
“Al darnos cuenta de esta problemática nos dimos a la tarea de platicar con ellos para conocer su interés de aprender. Semanalmente se les encargan tareas para que sea más fácil para los maestros del ITEA trabajar con ellos”, apuntó.
En la agrupación ayudaron a 75 abuelitos a llenar los formatos del ITEA para inscribirlos en el programa. La idea era darle formalidad al circulo de estudio del adulto mayor.
“Tuvimos muy buena respuesta y avances en los adultos mayores, sus edades oscilan entre los 60 y 80 años, sin embargo eso no es impedimento para que se decidan y aprendan”, agregó.
Algunas de las personas que no tienen recursos para comprar cuadernos y los útiles escolares son apoyados con el material por parte de la fundación.
“Desde hace un año en la agrupación les brindamos clases básicas y ejercicios para que agilizarán su brazo y la mano. El objetivo es que los abuelitos se vayan acostumbrando a estudiar”, precisó.
Resaltó que con el programa del ITEA les dan la educación por medio de módulos, mientras que los maestros capacitados les brindan la instrucción formal con libros, trabajos y tareas para que en seis meses hagan su examen y de aprobarlo reciban su certificado de estudios.
Sánchez Jiménez exhortó a la comunidad para que apoye a los adultos mayores a través de la asociación con útiles escolares o en su graduación.
“Si alguna persona desea apadrinarlos y premiar todo su dedicación puede acudir a la dirección de la asociación en la calle Emiliano Zapata 305 de la colonia Bella Vista o comunicarse al teléfono 9226788. La idea es organizarles un festejo tipo graduación con baile de gala cuando concluyan su curso, queremos motivarlos y premiar su esfuerzo al concluir su primaria”, puntualizó.

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