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‘Ni somos héroes… ni revivimos muertos’

17 de abril de 2017 por Beatriz Flores

La labor de un paramédico es atender emergencias médicas siguiendo protocolos de intervención internacionalmente revisados, sin embargo, Sofía Hernández quien con 48 años además de fungir como tal y ser coordinadora de socorros de Cruz Roja Mexicana, está consciente de que el revivir a una persona no está dentro de sus posibilidades.

Sofía Hernández fue testigo de la destrucción ocasionada por el sismo de 1985 en la Ciudad de México, donde no solamente se registraron pérdidas materiales, sino también humanas.
Dos minutos bastaron para que el temblor dejara una cifra de muertos que oscila entre los 20 mil y 40 mil personas y más de 30 mil estructuras dañadas, según información del periódico Debate.
“En aquel tiempo era muy joven y cuando fue el terremoto vi mucho personal de Cruz Roja rescatando y atendiendo personas y me emocionó mucho”, mencionó, sin embargo, dijo que por su cabeza nunca pasó la idea de ser paramédica.
Nunca pensó en atender a personas, pues se graduó de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) como Médico Veterinario Zootecnista y cuenta con una especialidad en Búsqueda y Rescate con Animales o Grupos Binomios.
A los 42 años, dijo, la vida le dio la oportunidad de encontrar lo que realmente ama, pues cuando su hija cumplió la mayoría de edad, sintió que había llegado el momento para hacerlo.
Ingresó a la Escuela de Técnicos en Urgencias Médicas (TUM), donde descubrió capacidades que no sabía que tenía, pensó que no lograría concluir sus estudios, sin embargo, puso todo su esfuerzo para lograrlo.
“Todos los alumnos eran muy jóvenes y demandaba mucha energía física, mental y espiritual; éramos 37 compañeros y sólo terminamos ocho”, mencionó.
Inicialmente apoyó en la recaudación de ayuda humanitaria para los afectados de fenómenos meteorológicos en Chiapas y Veracruz durante mes y medio, aproximadamente y después abordó las ambulancias como paramédico. Actualmente se desempeña también en el área de coordinación de paramédicos.

TODA UNA AVENTURA
La entrevistada mencionó que desde el momento en que reciben una llamada solicitando ayuda, hasta que llegan al lugar de los hechos es toda una aventura.
Detalló que, la mayoría de las veces, debido a que las personas que llaman se encuentran emocionalmente inestables no les es posible dar la dirección exacta, o referencias para llegar, además, tienen que lidiar con el que no exista la cultura de cederles el paso a las ambulancias.
“Hemos tenido ambulancias que han chocado por intentar llegar a un servicio y luego la gente se molesta porque llegas tarde y sus familiares están más graves, nosotros debemos lidiar con sus emociones y que te insulten, te agreden porque dicen que es nuestra obligación, pero todavía se desconoce que Cruz Roja es una institución privada, no somos de gobierno, la respuesta inmediata la tendrían que dar las instituciones que sí lo son”, mencionó.
Afirmó que la benemérita institución apoya cuando ellos son rebasados en su capacidad de atención, pero añadió que, atienden casi el 85 por ciento de los servicios solicitados en la ciudad con solamente dos ambulancias, cuatro paramédicos, o a veces seis cuando hay voluntarios.
Con estos recursos, atienden a toda la ciudad de Reynosa y comentó, hacen lo posible para trasladar al o los afectados al hospital.
Ante la pregunta de que si en alguna ocasión su vida ha estado en peligro, respondió que “desde que te subes a la ambulancia ya lo está porque no nos permiten llegar a los lugares, pero hasta el momento no nos ha tocado ninguna situación violenta o agresiva. Nos han respetado”.
Algunas personas que se han visto involucradas en un incidente donde se ha requerido la presencia de la Cruz Roja, afirman que sus pertenencias han desaparecido, y obviamente, las acusaciones recaen sobre los socorristas, por lo que Sofía se pronunció al respecto.
“Nosotros tenemos dentro de nuestros principios bien marcados la responsabilidad, hasta le día de hoy yo no he conocido un paramédico que haya tomado algo”, mencionó.
Además, dijo que hay un documento llamado FRAP (Formato de Registro de Atención Prehospitalaria) donde se hace constancia de las pertenencias que porta una persona, que es recibido y firmado por el área de Trabajo Social en un hospital.
Añadió que, si se sorprende a alguien tomando algo propiedad de una víctima, queda dado de baja de la institución a nivel nacional.

NO SON HEROES
Un paramédico debe estar preparado para actuar y brindar ayuda humanitaria, tanto en tiempo de paz, como en cualquier conflicto al ser imparciales, ya que dice, son la institución más confiable en diversas situaciones.
Comentó que regularmente cuando van a un llamado la gente los ve y dicen: “ya llegaron los de Cruz Roja, ellos lo van a solucionar, y a veces, hasta piensan que pueden revivir a una persona que ya no tiene signos vitales, y lamentablemente, no es así.
Sofía Hernández platicó que lo más difícil de trabajar ahí es aprender a contener sus emociones.
“Mucha gente nos dice que somos héroes, pero no es así, sólo somos seres humanos que tenemos sensaciones, una familia y en cada accidente vemos a nuestra madre, padre, hijos o hermanos, porque tampoco ellos están exentos de sufrir algo así, y eso es muy complicado”, detalló.
Explicó que cuentan con apoyo psicológico para enfrentar y superar situaciones de este tipo y que juntos han aprendido a manejar emociones e identificar cuando un compañero está deprimido o muy estresado para apoyarlo.
Comentó que en ocasiones, hay quienes les han dicho que son muy fríos o distantes con las personas que atienden, pero ella se justifica afirmando que su prioridad es salvar sus vidas.
“¿Te imaginas si me pongo a llorar con ellos?¡pues no voy a hacer nada!, no la voy a salvar, por eso nos concentramos en nuestro trabajo y ya después en nuestra área de descanso exponemos nuestro sentir con los compañeros”, comentó.
Una de las principales preocupaciones de la institución es la preparación, capacitación y concientización de los ciudadanos para que puedan responder ante cualquier eventualidad de forma correcta, porque una respuesta inmediata puede ser la diferencia entre la vida y la muerte.
“Nosotros no salvamos vidas, apoyamos en la medida de nuestras posibilidades, de nuestros conocimientos, los que realmente salvan vidas son quienes están en el momento con la persona que se infarta o con la que sufre una crisis convulsiva, por eso nuestro interés en preparar a los ciudadanos”, expuso.

IMAGENES QUE SE QUEDAN
En reiteradas ocasiones Sofía comentó que de las primeras cosas que te enseñan en Cruz Roja es el desprenderse de emociones, y conforme avanza el tiempo lo hacen “casi, casi” en automático.
Aceptó que durante tres meses fue imposible sacar de su mente las imágenes del primer servicio que atendió.
“Durante tres meses me persiguió la imagen de una persona de sexo masculino que atropellaron por el área de las maquiladoras, cuando llegamos estaba todavía consciente y me decía: ‘ayúdame… dile a mi familia que la amo’, y yo para reconfortarlo que todo iba a estar bien”, detalló.
A los dos días, Sofía ve una nota en el periódico donde se afirma que el hombre murió en el hospital, y el recordar que ella había hablado antes con él la afectaba muchísimo.
Otro acontecimiento que la marcó sucedió en la carretera a Río Bravo, cerca del ejido Palo Blanco, fue un accidente automovilístico donde una profesora perdió la vida.
“He ido a muchos servicios donde he visto mucha sangre o cosas que te podrían sorprender, pero eso me tiene impactada hasta el día de hoy, ella falleció al instante, no había sangre, pero cuando ingresé al
carro a cubrir su cuerpo vi en la parte de atrás leche, huevos, pan… tal vez iba a su casa, a lo mejor sus niños la estaban esperando porque iban a cenar juntos y todo se suspendió en un instante, son cosas que no superas”, respondió.
Tan es así que, aceptó, hasta el día de hoy le cuesta muchísimo trabajo ir a Río Bravo, pues la sola idea de pasar por el lugar la pone mal, pues piensa, a ella le pasará lo mismo.
“Si me mandas a Río Bravo yo le pienso, nada más por eso, sólo al pasar pienso que me voy a voltear, que yo también me voy a matar ahí, hay cosas que nos persiguen por siempre, el ver su despensa me impactó demasiado”, dijo.
Pese a lo que pudiera pensarse, su condición de mujer no la hace más vulnerable a estas situaciones, al contrario, afecta a todos por igual, sin importar su género.
Mencionó que en Cruz Roja, hombres y mujeres son iguales, ambos son vulnerables y las situaciones de impacto son generales y aunque todos en determinado momento se han derrumbado, el apoyo incondicional y la preparación los han ayudado a salir adelante.

ENTRE CRUZ ROJA Y SU VIDA PERSONAL
La socorrista aceptó que su desempeño en Cruz Roja sí ha interferido en su vida personal, y le ha ocasionado algunos problemas y desencuentros con sus familiares.
“La familia te reclama las fechas importantes, vacaciones, celebraciones, sí hay conflictos y si eres casada más; yo dejé de hacer muchas cosas desde que nació mi hija hasta que cumplió su mayoría de edad, yo quería ser Biólogo Marino y no pude, la sociedad te juzga: debes ser una buena esposa, buena hija, casi casi vivir al lado de tu mamá”, evidenció la entrevistada.
Comentó que su horario administrativo es de 9 de la mañana a 5 de la tarde, los 365 días del año, aunque a veces le dan las 7 y sigue ahí, pero si se va a las 5, continúa coordinando los servicios vía telefónica, a veces, dos o tres horas más.
Recordó que en el incendio suscitado hace algunos meses en Almacenes Ibarra estuvieron tres días seguidos y aunque ellos no apagan fuego, sí apoyan a los bomberos en lo que haga falta.
Hernández es Médico Veterinario Zootecnista y atiende en su consultorio tras salir de Cruz Roja, es decir, de 5 a 9, 10 u 11 de la noche.
“Mis clientes se acostumbraron y me esperan, lo cual les agradezco mucho y así como yo, hay compañeros que trabajan o estudian”, apuntó.
Muy orgullosa dijo sentirse afortunada de desempeñarse en lo que le gusta, porque no toda la gente tiene la suerte o la oportunidad de hacerlo.
“Es una vocación que se te mete en la sangre y no importa que día sea, tu estás aquí, toda la vida, amo a mi familia pero también a mí misma y esto me hace feliz; quisiera tener menos años porque ya voy a cumplir 48, quisiera tener más energía porque hay muchas cosas para hacer”, finalizó Sofía quien en agosto cumplirá cinco años dentro de la benemérita institución.

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