Para muchos hogares mexicanos el mes de diciembre es significado de paz, armonía, solidaridad y de otros buenos sentimientos que en estas fechas se traducen en luces parpadeantes, festejos coloridos y risas compartidas; sin embargo, existe un lado poco contado: el de aquellas familias que en esta época, lejos de disfrutar, sufren el dolor y la impotencia por la desaparición forzada de sus seres queridos. Son las víctimas de la delincuencia.
Para una gran mayoría la Navidad simboliza el espíritu de la felicidad. Las calles se iluminan con decoraciones festivas, la gente compra sus regalos, se apresura para preparar su cena y se respira un ambiente de celebración.
Aunque por algunas circunstancias no todos festejan. Más allá de quienes sufren alguna enfermedad o carencia, hay quienes transcurren esta fecha como un desafío emocional de lidiar con el pensamiento angustiante en cuestionarse si sus familiares regresarán a casa para compartir la alegría de la temporada o dónde estarán.
Son los deudos de personas desaparecidas en Reynosa, municipio que representa la mayor cantidad de casos en el estado de Tamaulipas. Con base a las estadísticas de mayo de 2023 ésta se mantiene como la localidad con más reportes, con un total de dos mil 413.
Nuevo Laredo y Matamoros tienen números muy cercanos con dos mil 395 y dos mil 352 respectivamente, según cifras aproximadas de la página oficial de RedLupa, colaboración que incursiona el seguimiento y vigilancia de la Ley General en Materia de Desaparición Forzada y Cometida por Particulares.
En los tribunales cada expediente tiene nombre y apellido. Para las autoridades pueden ser una estadística, pero los documentos archivados dan rostro a personas que alguna vez tuvieron una vida normal, que fueron llevadas a la escuela, que recibieron regalos, cuyos padres vieron crecer, que seguramente disfrutaron momentos cálidos en familia y que ya no están porque fueron secuestradas y muy posiblemente asesinadas.
En el año 2019 Azael Treviño, de quince años, se aventuraba en la búsqueda de su almuerzo, sin esperar que esto terminara en una amarga atrocidad. Originario de Río Bravo, se encontraba en casa de su hermana, como era su tradición durante la temporada vacacional.
“Yo vivía en Reynosa y él con mi madre, a lo que acostumbrábamos que viniera en su tiempo libre para compartir momentos de calidad. Hablábamos, lo orientaba porque tenía quince años, la edad en la que traía mucha inquietud, como dicen, quería comerse el mundo”, en un recordar, fueron las palabras de su hermana.
Edith, comenta haber salido para ir a trabajar. A temprana hora del 28 de marzo el joven riobravense se encontraba aún conciliando el sueño, por lo que ella, sin ningún mal presentimiento y como cualquier día normal, decidió no despertarlo y dejarlo durmiendo cómodamente.
A eso del mediodía fue que se levantó y con la esperanza de satisfacer su apetito, como cualquier persona al comenzar la rutina, optó por comprar comida preparada y fue que se dirigió hacia un puesto de tacos cercano a su vivienda en la Puerta Sur.
La propietaria del negocio, quien más tarde rindió su declaración en las pesquisas, detalló que el muchacho al aproximarse presentó un billete de grande denominación.
Lo peculiar de esta situación se develó cuando el adolescente decidió retirarse con la intención de feriar efectivo en una tienda de autoservicio cercana, la cual según se expresó, se encontraba ubicada en contraesquina del establecimiento de comida.
Según el vivo relato de su hermana, quien compartió abiertamente parte de la impotencia que experimentó desde aquel día, se detalló que nadie lo vio regresar de la tienda de conveniencia, convirtiéndose en el último paradero en el cual se supo de él.
SIN DEJAR RASTRO
Este desgarrador acontecimiento se tornó más desesperante cuando Edith volvió del trabajo y tras horas y horas de espera, llamadas no atendidas y mensajes sin respuesta, el desconocimiento abundó hasta altas horas de la noche, cuando la situación se volvió insoportable, al no ser un chico que acostumbrara llegar tarde a casa.
Fue previo a esto que inmediatamente no dudó en presentar una denuncia, ante el Ministerio Público asentada en el expediente 484/DS/FC/2019, con información que se había obtenido mediante vecinos y personas allegadas a los hechos anteriormente mencionados, cuestionando datos con relación al paradero del para ese entonces ya desaparecido.
La situación se dejó entrever entre quienes se sumergieron en la investigación del incidente, ya que en la experiencia de la entrevistada, las autoridades no dieron un seguimiento inmediato al caso como verdaderamente había solicitado.
“Para ellos es trabajo, ellos cumplen con su jornada laboral y se van. Pero para nosotros es familia, para mí es mi hermano, para ella es un hijo, para él es su papá”, agregó desde una postura de impotencia, “Se te va la vida pensando en cuándo volverá y la falta de acción de las autoridades al no saberte explicar, no saberte orientar. Incluso muchas veces se les da la información completa de dónde y quién pero no se actúa de manera rápida como la ley marca”, refirió Edith.
Desde entonces ha emprendido una incansable búsqueda que la llevó a conformar el colectivo Amor por los Desaparecidos de Tamaulipas, A. C. A la fecha su trabajo como activista social le ha permitido encontrar decenas de cuerpos de personas fallecidas de manera violenta, en parajes desolados de Reynosa y fosas clandestinas, mas no ha podido todavía dar con el paradero de Azael.
Las dudas y la incertidumbre la afligen, más cuando se conmemoran fechas importantes, como los cumpleaños o la época de Navidad, cuando solían pasar tiempo en familia, abrir los regalos junto al pino y celebraban en la armonía de su hogar en la compañía de su madre.
Ahora la tristeza embarga el domicilio de esta familia. Ni Edith ni su mamá festejan. La Navidad se convirtió en un acto opaco, hueco, porque no hay muchos motivos para festejar.
Los recuerdos predominan en sus memorias. Si en las paredes aún se observan algunos retratos y en el cuarto varias de las pertenencias del joven, diciembre se convierte en una época de reflexión, que los transporta a los momentos que pasaron juntos en armonía, de lo que fue, ya no es, ni será.
DIFÍCIL TAREA
Pero el caso de Azael solamente es la punta del iceberg. Desde hace 15 años esta ciudad fronteriza y en general el estado de Tamaulipas padece el lastre de la delincuencia.
Para los médicos forenses los avances de la tecnología son una luz de esperanza, para brindar un poco de tranquilidad a las personas que padecen la desaparición de sus seres queridos, cuando el perfil genético de un hallazgo coincide con el de algún familiar.
Sin embargo, hay quienes no han tenido la remota oportunidad de dar con sus víctimas, vivas o muertas, porque muchos secretos fueron llevados a la tumba.
Y es que en una urbe con pasado violento también existe un fenómeno delincuencial que entorpece las investigaciones en materia de búsqueda, pues un porcentaje de personas inmiscuidas en crímenes de inocentes también han sido asesinadas.
Por ende recopilar información es intentar armar un rompecabezas que tiene piezas perdidas, pero eso no detiene el espíritu de amor de una hermana, de un padre o una madre.
Fue en 2012 cuando se presentó el caso de una muchacha de 23 años de nombre Ana Karen, quien presuntamente terminó vinculándose con un delincuente y en consecuencia, lleva una década extraviada.
Maurilia Ruiz, su madre, platica que cuatro años después de presentar el informe de desaparición ante la Fiscalía General de Justicia del Estado (FGJE) con las evidencias que se contaban en ese momento y no obtener un seguimiento deseado, encontraron una pista que aparentemente ayudaría a encontrarla.
“En ese momento fue como un aliento que nos concedió la vida”, remarcó. La hermana de la joven desaparecida, en conjunto de sus compañeros de escuela, dieron con una nota publicada en un portal periodístico la cual contenía una foto donde se podía divisar a un grupo de chicas retenidas aparentemente en un bar, en compañía de hombres encapuchados y entre ellas, lograron distinguir el perfil de una persona similar al de Ana Karen.
La familia pensaba que fue una señal puesta en su camino, en cuestión de meses que se recibió toda la evidencia actualizada.
“Yo realmente me confíe pensando que de verdad se iba a hacer una investigación como hubiera querido que fuera, pero en poco tiempo resulta que destituyeron del cargo a quien me atendió y quien tomó nuevamente el caso no tenía información alguna de Ana Karen”, narró.
“Había una foto, me preguntaba quién la había fotografiado, la incapacidad de conocer quién había escrito esa nota”, fueron tres de muchas preguntas a las que se enfrentó la señora Maurilia, al no recibir una buena gestión por parte del Ministerio Público y quien a pesar de eso, la esperanza y fe es lo único que hasta la fecha permanecen en ella.
“La realidad es que no podemos esperar nada de ellos, su mundo gira al rededor de la papelería pero en verdad no hay investigaciones”, reiteró, esperanzada de que su amada hija aún permanezca con vida.
Asimismo, van cuatro años en los que Edith González desconoce el paradero de su hermano, quien al día de hoy tendría 19 años de edad. Por su parte, el último dato que se reveló sobre él fue por medio de vecinos cercanos a la localidad donde fue visto por ultima vez, quienes comentan que tentativamente se presentaron hombres armados y estos mismos fueron los causantes de su desaparición.
“No sé si es porque él era de Río Bravo y lo vieron como alguien nuevo en la ciudad”, expresó quien diariamente lidia con desconocer lo que en verdad sucedió.
A pesar de reportar los nuevos testimonios para el expediente del caso, de igual manera no se le ha dado un monitoreo continuo.
“Para quienes sufrimos la pérdida de un ser querido las navidades y los años nuevos jamás van a sentirse iguales”, enfatizó Edith, quien hoy en nombre de aquellos casos perdidos entre mil documentos sin resolución y que sufrió en carne propia la deficiencia sistemática, participa en el colectivo de búsqueda de personas desaparecidas en la ciudad de Reynosa, Tamaulipas.
La historia de aquellos que aguardan el regreso de sus seres queridos, como la madre que presentó reportes de su hija sin recibir una adecuada respuesta por parte de las autoridades es uno de los tantos casos que se viven no solamente a nivel estatal sino en el resto de la República Mexicana.
Víctimas de la delincuencia y de la injusticia del Poder Judicial, estas familias hacen visible sus historias para que el mundo sepa que mientras los demás celebran, ellas han pasado año tras año las navidades tristes.