
Miles de migrantes desplazados por el hambre, la violencia y la persecución política que impera en sus naciones de origen sufren la separación de sus familias. Desconcertados, muchos de ellos con niños pequeños, aguardan desde hace meses en la frontera de Tamaulipas con la única esperanza de recibir el anhelado asilo de los Estados Unidos. Así será su Navidad: lejos de casa.
Dalizbet y Luis Anuell comparten varias cosas en común: ambos son originarios de La Habana, Cuba. A sus escasos cuatro y dos años de vida ya saben lo que es atravesar cielos, mares, ríos y selvas, así como padecer recalcitrantes calores, contumaces fríos y, por si fuera poco, tener que lidiar con las enfermedades y la imperiosa necesidad de conseguir cómo alimentarse soportando prolongados viajes escondidos en la oscura caja de un tráiler o en cajuelas.
Al emigrar los pequeños también tuvieron que separarse de sus hermanas mayores y, aún viniendo de una capital tan lejana, sus paralelos caminos parecen destinados a juntarse, después de recorrer de manera involuntaria miles de kilómetros en ocho países y llegar a vivir, incluso, en el mismo albergue Senda de Vida en la fronteriza ciudad de Reynosa, Tamaulipas. Y aún así los dos son tan inocentes por la edad propia de su infancia.
A Dalizbet –al igual que a Luis Anuell– sus padres la trajeron eludiendo toda clase de peligros, sin que ellos pudieran escaparse del terror criminal. Magdiel Reguejo Marticorena, el progenitor de esta menor, no solamente ha sufrido vejaciones y asaltos en el camino, sino que también fue robado y golpeado a tablazos por bandas delincuenciales, por lo cual interpuso denuncias ante el Ministerio Público.
Confiesa que él y su esposa viven todo el tiempo con temor a volver a ser maltratados, plagiados y a que la vida de su pequeña hija Dalizbet siga corriendo peligro.
A pesar de todo eso, cuando les llegó la oportunidad de tener una primera cita con las autoridades migratorias de Estados Unidos (ante la solicitud de un asilo), éstas les devolvieron al territorio mexicano.
Relató que es un momento complicado el que están viviendo los cubanos y centroamericanos. Al partir de su país, el 27 de junio de 2019, todas y cada una de las etapas del recorrido han sido duras, pero la más difícil, afirmó, fue cuando los secuestraron en El Salvador.
“Un coyote nos mantuvo retenidos y nos exigió pagar 500 dólares (alrededor de nueve mil pesos mexicanos) por cada uno para podernos liberar. En total hemos gastado 10 mil (alrededor de 180 mil pesos) para poder llegar hasta Reynosa el mes de julio.
“Para nosotros los cubanos claro que esto es una fortuna. Es una cantidad que he ido reuniendo desde que nací al mundo, con el apoyo de mi papá, de la hija de mi esposa que está en Estados Unidos. Todos juntaron un poquito y reunimos ese dinerito para dar este paso”, describió.
Intentando ser lo suficientemente fuerte, Magdiel se seca rápido las lágrimas para que su hija, Dalizbet no le vea llorar mientras la pequeña sonríe para la cámara y juega con sus muñecas.
NAVIDAD A PEDAZOS
Los Reguejo López se encuentran ahora en un modesto alquiler por el que pagan tres mil pesos mensuales. Magdiel consiguió empleo en una ferretería y la mitad la destina para la renta, mientras que Valia, su mujer, reúne para los alimentos trabajando en un negocio de comida por 100 pesos al día. Viven hacinados y completamente al día.
El lugar es apenas una habitación de tres metros cuadrados con baño, donde apenas y caben dos camas y un refrigerador que, para no variar, está descompuesto. Aquí no hay un pino de Navidad, esferas ni mucho menos luces para celebrar, porque el sufrimiento que están pasando no se los permite ni tampoco su bolsillo.
Se mantienen la mayor parte del tiempo encerrados, porque en el mismo sector donde residen en Reynosa fueron violentados.
“Una noche veníamos del OXXO y varios hombres nos asaltaron. Me golpearon y me aventaron contra la cerca, a mi esposa con la niña la tumbaron, a mí me cogieron por el cuello y nos quitaron el dinero que traíamos encima”, lamentó.
Aunado a la inseguridad y las carencias, esta familia debe de enfrentar realidad de tener que estar separados de sus seres queridos a los que necesariamente dejaron de ver por tiempo indefinido. Tan sólo por hablar de eso este padre no puede evitar quebrarse en llanto.
“Ahora mismo yo dejé también a mi mamá, a mi papá, a mis hermanos, a mi otra hija Melani de 10 años… Es triste, pero tenemos que hacer todo eso para poder salir del régimen castrista, porque en el país hay mucho sufrimiento, no hay nada de comer y la Policía siempre está arriba de uno. Yo fui varias veces golpeado, me partieron la nariz, el tabique. En otra ocasión me lastimaron la cabeza y fui muy abusado. Si salí de ahí es para poder salvar a mi familia”, comentó pausado por los sentimientos encontrados.
Valia, su esposa, no alcanzó a estar para la entrevista porque todavía no salía de su trabajo, pero Magdiel no se guardó nada y habló de las cosas que les preocupan.
Aseguró que no ronda en su cabeza planear una cena de Nochebuena, porque es la primera vez que esta familia transcurrirá la fecha separada. Si al caso más que celebrar sería un tiempo para meditar.
“Va a ser la Navidad más dolorosa. Nosotros habíamos pensado que al menos el sacrificio valdría la pena para lograr llegar a Estados Unidos esta misma temporada, pero tal parece que no se va a poder. No hemos podido pasar por la Ley del MPP (Migrant Protection Protocols) que pusieron las autoridades americanas, que todas las personas tienen que regresarse a México a esperar ir a la corte. Tenemos miedo de ser deportados a nuestro país”, reiteró.
La pequeña Dalizbet aún no lo comprende, pero en estos meses su padre ha trabajado ya en la construcción, de mecánico, lavando carros, vendiendo agua purificada y de cargando bultos para poder sobrevivir los tres en México.
“Desgraciadamente en todos lados, viendo que eres cubano quieren pagarte la mitad de lo que les dan a otras personas y eso agrava nuestra crisis humanitaria”, expresó.
Es su realidad y la de muchas personas extranjeras que radican en la frontera; sin embargo, este hombre dijo no perder la fe en que su situación mejore de un momento a otro.
“A las familias que se encuentran en estas mismas condiciones les diría que tengan fe en Dios, que Él existe y es grande. Tenemos que echarle para adelante, porque debemos tratar de lograr este sueño.
“A las autoridades les pediría que nos ayuden a todos los inmigrantes que estamos aquí en la frontera, que estamos pasando trabajo. Tratar de ver si se puede quitar el MPP, queremos que nos visiten y vean las condiciones que estamos”, manifestó Magdiel con Dalizbet sentada sobre sus piernas.
EL MISMO CLAMOR
La familia Pérez Acevedo experimenta algo muy parecido a lo que padecen los Reguejo López y muchos de sus compatriotas. Solamente 16 días antes que estos últimos el pequeño Luis Anuell salió de La Habana con sus papás, Jorge Luis y Yessy.
Tras un largo periplo arribaron hasta Reynosa el 10 de julio pasado y, desde entonces, han tenido ya dos citas en la corte de Migración en Estados Unidos, pero aún no les resuelven su estancia legal en ese país e, inclusive, corren el riesgo de ser repatriados a Cuba.
“Es una angustia muy grande la que estamos pasando. Muchas mujeres han sido violadas, muchos niños secuestrados. En el camino hay personas muertas por intentar cruzar ríos y un sin número de violencia para poder llegar hasta aquí y luego que no nos dejen pasar sabiendo y reconociendo cómo es la dictadura resulta muy frustrante”, mencionó la joven madre, que a su vez debió dejar a sus otras hijas Shania y María de Jesús en la patria que les vio nacer.
Desde el régimen de los hermanos Castro a la fecha han fallecido cientos de miles de migrantes en 60 años, intentando huir de la represión. Hubo muchos que buscaron escapar y no pudieron, que fueron asesinados o se ahogaron.
Es por eso que para esta familia el hecho de haber llegado hasta la frontera entre México y Estados Unidos ya es un logro en sí, pero al haber sufrido el intento de secuestro de su hijo el miedo se les apoderó y claman a las autoridades americanas por ayuda.
“Tener que abandonar Cuba es una decisión que implica dejar a nuestros padres, a nuestras hijas, que las dejé con tremendo dolor y es la primera Navidad que la pasaremos sin ellas”, reconoció Jorge Luis.
La única alegría que por ahora tienen es el que su niño recibió la Navidad adelantada: una bicicleta que llegó a él gracias a la ayuda humanitaria que desde el estado de Florida trajo la organización Somos + al albergue Senda de Vida de Reynosa, donde las familias en el exilio pudieron recibir abrigos, despensas y juguetes que las comunidades de Miami, Tampa y Orlando recolectaron durante una campaña. Un poco de alivio en una época difícil.
La fotografía de Luis Anuell se hizo viral en algunas páginas donde posa con su regalo; no obstante, sus padres no pueden sentirse tan confiados de llevarlo a jugar por las calles de Reynosa, que de acuerdo con datos oficiales es uno de los municipios más peligrosos de la República Mexicana.
“Claro que tenemos miedo, hemos pasado por cosas terribles. No solamente las hemos visto, sino que las hemos vivido en carne propia cuando nos intentaron robar al niño. Nos golpearon el 15 de julio. La segunda vez fue el 26 de noviembre. De una camioneta se bajaron tres hombres, nos empezaron a golpear. Tuvimos que solicitar ayuda y fue cuando el pastor de Senda de Vida nos recogió, nos llevó para la iglesia y le llamaron a la Cruz Roja. Salimos con miedo, para poder cubrir nuestras necesidades, comprar el jabón, la comida”, relató Yessy.
SU ÚLTIMA ESPERANZA
Ahora, a este matrimonio le resta esperar con su pequeño hijo hasta que les brinden la tercera cita y tratar de convencer al servicio de inmigración estadounidense en brindarles el tan ansiado asilo.
Por lo pronto, se mantienen dentro de un pequeño cuarto que pudieron conseguir arrendado, desde donde a la distancia pidieron la palabra para poder expresarse.
“Si tuviera frente a mí a los Castro y Díaz Canel les gritaría todas sus verdades y que nuestro pueblo ya no les quiere y no estamos de acuerdo en recibir un salario de 30 dólares al mes, por eso queremos que tumben la dictadura.
“Al presidente Donald Trump, de los Estados Unidos, le expresaría que nos permita entrar. Que él conoce como son las cosas en Cuba. Que abra su corazón… y a las familias que todavía vienen en camino, que sigan luchando por llegar a la tierra de libertad”, argumentó de manera categórica la madre con estudios en gastronomía turística.
Dijeron estar conscientes de que si la Unión Americana no les recibe y los manda a México de manera definitiva o a Cuba podrían ser secuestrados, encarcelados o asesinados.
Por su parte, Jorge Luis, quien es enfermero, refirió que necesitan el asilo, ya que en México no ha podido conseguir un empleo. Viven en el encierro por temor y para sobrevivir dependen de otras personas.
“La familia nos ayuda de vez en cuando, que ya nos da hasta pena molestarlos, por estarnos ayudando por tanto tiempo. No es tan simple conseguir un trabajo en México.
“A donde quiera que voy me dicen que tengo el papel que me dio migración por muy poco tiempo y que así no puede ser. Nos piden una serie de requisitos que ignoramos como tramitarlos”, ilustró.
Mientras que Yessi aseguró que el niño, por haberlo tenido en condiciones de Zica, requiere de una asistencia médica que los seguros populares no le cubren.
“Lo dije en mi corte cuando fui. Debe tener tratamiento hasta los 5 años de vida, ultrasonido, fisioterapias; todavía no habla y su cabecita se le puede poner más grande o más pequeña. No contamos con acceso a un sistema médico especializado.
“Así con todo eso yo de la Navidad no quiero ni hablar, porque para mí no va a ser una Navidad ni un Año Nuevo feliz. Es la primera vez que la vamos a pasar sin nuestra familia, los seres que amamos, nuestros amigos a los que dejamos atrás con nuestras raíces, pero si regresamos pueden hasta matarnos, por eso hemos llorado mucho”, relató la mujer quien, así como 21 mil paisanos suyos (sin considerar centroamericanos, sudamericanos y gente de otras latitudes), enfrenta un futuro incierto para ella, para su esposo y para su hijo.
Y es que Luis Anuell no solamente es uno de los migrantes cubanos más pequeños en el exilio, sino también una víctima de una crisis humanitaria de dantescas proporciones y al igual que él Dalizbet y muchos niños más a los que la Navidad les sobreviene en tierras extrañas y distantes.