Son originarios de distintas partes de la República Mexicana, sus edades también difieren y de ninguna manera comparten lazos sanguíneos, pero aún así mantienen algo en común: nacieron prematuramente.
Se trata de Aldieri, Nisi, Héctor y Erica, quienes estuvieron a un instante de morir y hoy gozan de salud y una vida plena.
Según relatan, los médicos ya daban por perdidos sus casos, pero nunca se dieron por vencidos.
Aldieri es el de menor edad: tiene cinco años y juega, ríe y aprende como cualquier otro niño (nació a los seis meses). Nisi también llegó al mundo en ese mismo lapso y a sus siete años es una de las alumnas más destacadas de su escuela.
Héctor cumplió los 22 y es diseñador gráfico (nació a los ocho meses). Erica por su lado, llega a 33 años y labora en un periódico como correctora de estilo (nació a los seis meses).
Aunque han pasado ya muchos días desde su alumbramiento, en sus mentes y en las de sus familiares sigue presente el hecho de haber titubeado entre la vida y la muerte.
Greidi Acosta Bonilla, madre de Aldieri describió el modo en que afrontó tal experiencia:
“Por momentos llegué a sentir que se me iba mi hijo; primero cuando lo llevaba en mi vientre y luego cuando se me enfermó recién nacido. Esa sensación fue espantosa”, relató esta mujer de menudo aspecto.
Y es que su criatura tuvo una germinación muy inestable, lo que apresuró su nacimiento.
“Cuando cumplí cuatro meses de embarazo empecé con los problemas, porque se me quería romper la fuente y por eso mismo fui internada poco después. Tuve muchos dolores y mi matriz ya no pudo retenerlo”, abundó.
Esta madre de familia, quien es oriunda de Papantla, Veracruz, agregó que en vísperas de aliviarse temió que muriera su bebé, dadas las condiciones que le sobrevinieron.
“Los médicos me pusieron varias inyecciones para acelerar el proceso del parto. Batallaron mucho porque yo tenía la cadera lastimada y aunque no recurrieron a la cesárea el nacimiento se prolongó hasta tres horas, pero gracias a Dios pasó su primera prueba”, dijo.
Greidi comentó que posteriormente su criatura fue puesta en incubadora, donde estuvo bajo observación. Así transcurrió un mes cuando de repente la salud de Aldieri comenzó a mermar.
“Dejaron de pasarle los alimentos. Así como ingería devolvía la comida con diarrea y vómito. Su estomaguito no recibía la comida.
“En ese momento los doctores me decían que su estado de prematurez era el causante de que sus órganos intestinales no maduraran adecuadamente”, recordó.
Por tal motivo, el menor debió soportar la colocación de sondas a nivel intestinal para mejorar su proceso digestivo.
“Lo estabilizaron por medio de unos catéteres que le fueron metiendo, con los cuales le lavaron las tripitas por donde pasan el alimento y la pipi.
“Sentía horrible verlo sufriendo con un montón de agujas y luchando por su vida”, indicó anonadada Greidi, como si ese instante hubiera ocurrido ayer.
Aldieri permaneció hospitalizado hasta que cumplió los nueve meses de edad.
“Afortunadamente salió de la crisis, pero cuando cumplió tres meses luego del alta médica volvió a recaer porque su organismo no aceptaba la leche, tenía muy bajas defensas y cualquier enfermedad me lo debilitaba.
“Se necesitaron demasiados cuidados y cariño para sacarlo adelante. Hubo momentos en que llegué a cuestionar a Dios por el inconstante estado de salud de mi bebé”, dijo apenada esta madre.
Greidi señaló que en la actualidad su hijo se encuentra saludable, y con ello valora el tiempo que permanece a su lado.
Asimismo recomendó que las madres de familia procuren embarazarse cuando su cuerpo se encuentre en estado óptimo. Este, dijo, puede ser un factor esencial durante el parto.
“Sobretodo nunca pierdan la fe. En una situación como la que yo viví debe haber mucha unión de familia.
“Mi esposo y yo nos turnábamos para cuidar a Aldieri. Hoy es un niño normal que va al kínder y ha salido muy bueno para los estudios”, apreció.
NACIMIENTO MILAGROSO
Para Misael Sánchez y Socorro Salinas, progenitores de Nisi, tener a su hija viva no es más que un milagro de Dios.
Como el caso de Aldieri, este matrimonio puso a prueba su fe durante varios meses.
“Si no fuera por El quién sabe qué hubiera sido de mi niña, porque antes de dar a luz empecé a sufrir amenazas de aborto.
“A los cinco meses tuve que guardar reposo absoluto, pero sólo pude soportar un mes más, porque se me rompió la fuente. Mi hija ya estaba decidida a nacer pronto”, comentó esbozando una ligera sonrisa esta madre de familia.
Misael y Socorro recordaron que los diagnósticos eran muy
desalentadores y por lo mismo sufrieron momentos angustiantes. A ello se sumó que radicaban en un lugar remoto de la civilización moderna.
“Nosotros estábamos de misioneros en lo más alto de la sierra Mazateca entre Puebla y Oaxaca, y ahí no había más que un médico quien sugirió que se me atendiera fuera de ahí, si quería seguir viva, pues la bebé ya no registraba movimientos en mi vientre”, dijo.
Luego de 14 horas de camino este matrimonio arribó al Hospital Regional de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas; no obstante tuvo que aguardar a que la hemoglobina de Socorro se normalizara, pues en esas circunstancias no se le podía practicar una cesárea.
Finalmente Nisi nació un 28 de enero a las 19:00 horas y pesó un kilo 250 gramos.
“Gracias a Dios se logró. A la niña se le dio tratamiento para que maduraran sus pulmones. Estaba tan chiquita que cabía en mis manos”, memoró emocionado Misael.
Entrevistada junto a la menor
-en su vivienda de la colonia Las Cumbres-, esta pareja añadió que tras el nacimiento de su hija faltaba saber cómo se adaptaría al medio ambiente.
“Un neuropediatra nos llegó a decir que mi niña tenía un retraso sicomotor (de movimiento) que también amenazaba con perjudicar su salud mental y óptica.
“Pero creo que nuestra fe en Dios y el cariño que le imprimimos permitió que saliera adelante. Eso mismo recomiendan los especialistas, porque un niño por muy joven que sea percibe los cuidados de sus familiares”, explicó.
Actualmente Nisi tiene uno de los promedios más elevados de su salón de clases y su desarrollo físico es de por sí formidable.
CON PRONOSTICO RESERVADO
Por su lado, Erica también comentó sobre el trance en el que su madre entró para poder traerla al mundo, un siete de abril de 1974.
Debido a los efectos de la preeclampsia (enfermedad relacionada a la hipertensión arterial) que la aquejaba, el nacimiento se redujo a seis meses.
Cuenta: “Los doctores pronosticaron lo peor, pero aún así pude mantenerme viva. Me metieron a una incubadora como un mes y medio.
“33 años después, al reflexionar sobre las adversas condiciones a las que estuve expuesta sigo creyendo que estoy viva de milagro”.
Luego de ser dada de alta, Erica tuvo que estar bajo rigurosas atenciones. Su madre la alimentaba con fórmulas lácteas especiales, mencionó.
“Aunque fui un poco enfermiza de las vías respiratorias, no creo que el haber sido prematura tenga que ver con tal padecimiento.
“Hoy en día me siento físicamente bien, por ello pienso que los niños con nacimiento precoz pueden salir adelante si son bien protegidos”, consideró esta mujer de aperlada piel y quebrada cabellera.
QUISTE OVARICO
Mientras tanto, Héctor, otra las personas que vieron la luz antes de lo habitual, comentó que un problema ovárico fue la causa que aceleró su proceso de gestación.
“A pesar de que mi madre había sido programada para tenerme a los nueve meses, las contracciones se anticiparon.
“Afortunadamente una vecina escuchó sus gritos y la trasladó al Hospital General Alfredo Pumarejo Lafaurie, de Matamoros. Nací la madrugada del 21 de octubre de 1985”, dijo.
Héctor manifestó que su familia continuó mortificada, dados los riesgos que implicaba su corta edad; sin embargo; se sosegaron al notar que pudo aclimatarse sin ningún obstáculo.
“Le doy gracias a Dios porque nunca he padecido enfermedades. Pienso que soy una persona como cualquier otra que haya nacido a los nueve meses. Aliviarse prematuramente es más común de lo que se creé”, abundó el diseñador
gráfico.
PREMATUROS, EL PAN DE CADA DIA…
En la actualidad lograr que un bebé atraviese la barrera de la vida se ha convertido en una de las labores más trascendentales de la medicina moderna.
Lo es por el simple hecho de que cada vez son más las mujeres que dan luz en etapa prematura, poniendo en riesgo su vida y la del producto.
Tan sólo en el Hospital José Zertuche Ibarra, del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), el 67 por ciento de los bebés traídos al mundo no cumple los nueve meses en el útero de sus madres, lo que representa un 10 por ciento en la tasa de mortandad.
Para Marco Antonio Sánchez de la Rosa, jefe del área de Pediatría del Instituto, éste es un fenómeno multifactorial que obedece en gran medida a los malos hábitos de vida de las pacientes.
“Si bien en los últimos años se ha incrementado el padrón de afiliaciones, la prematurez se atribuye en mayor escala a la vida social actual de las mujeres integradas al campo laboral.
“Antes era el papá quien trabajaba y la mamá desarrollaba actividades meramente domésticas, pero hoy en día, dadas las condiciones del poder adquisitivo de nuestra moneda, la mujer se ve forzada a trabajar y permanecer de pie por tiempos prolongados o exponerse a materiales que afectan el proceso de gestación”,
explicó.
Este especialista egresado de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), dijo que de ahí deriva la importancia de llevar un control prenatal.
“En la actualidad tenemos
un promedio de 600 niños ingresados anualmente, de los cuales 400 son prematuros ¡una cifra muy elevada!
“Creemos que la actividad física es un patrón común en estas pacientes, que no tienen conciencia de la repercusión que puede generar el no acudir a sus revisiones. De por sí existen riesgos en el embarazo, más aún cuando no se toman ciertas precauciones”, evaluó el pediatra.
FALTA DE HIGIENE
Según detalló Sánchez de la Rosa, otra de las causas que pueden precipitar un parto es la infección de las vías urinarias o vaginales.
El especialista comentó que las bacterias no tratadas “pueden alterar la cubierta miótica y provocar una ruptura en la membrana” poniendo en riesgo tanto la vida de la madre como la de su bebé.
Desde el punto de vista técnico, un niño prematuro es el que nace antes de las 37 semanas de edad fetacional (ocho meses
y medio).
“Es importante señalar que muchos salen adelante y, de forma lamentable, otros no porque pesa mucho el factor genético hereditario de cómo reacciona ese niño al medio ambiente.
“Nuestro hospital es uno de los que ha mejorado considerablemente en ese renglón. Nos encontramos por debajo de la media nacional (del 12 por ciento de mortalidad) y eso se debe al esfuerzo para traer tecnología y manejar a niños de muy bajo peso.
“Aquí hemos tenido casos de bebés de 400 gramos (tan pequeños que caben en una caja de zapatos); en el sentido estricto de la palabra, estamos hablando de medio kilo de carne, por así decirlo”, ejemplificó el médico.
En esa secuencia, Sánchez de
la Rosa añadió que en el IMSS
de Reynosa el tratamiento para todos los menores “es básicamente similar”.
Y también catalogó como un mito que los bebés nacidos a los ocho meses corren mayores riesgos de muerte.
“Desde luego, depende de las circunstancias: cuando el organismo de una mujer está expuesto a un elevado grado de estrés libera sustancias llamadas esteroides, las cuales hacen que maduren más rápido los pulmones del recién nacido.
“Esta es la primer patología por lo que se mueren los prematuros, ya que el aparato respiratorio es el último órgano vital en desarrollarse. O viceversa, esa tensión le inyecta al bebé cierta vitalidad porque en cualquier momento puede nacer”, ilustró.
OJO CON LA DESNUTRICION
El profesionista explicó que otro aspecto a considerar es la alimentación que deben mantener las mujeres encintas, la cual debe ser rica en vitaminas.
“Definitivamente la desnutrición del producto puede jugar un factor crucial a la hora del parto precoz”, señaló el entrevistado, quien frecuentemente atiende casos de niños con un peso de nacimiento no mayor a 500 gramos, de 26 semanas de gestación.
“Los bebés en esas circunstancias están aquí uno o dos meses y sacarlos adelante, por supuesto, nos da mucha satisfacción. Es cuando reconsideramos las cosas nobles de esta institución”, destacó Sánchez de la Rosa.
Y es que para éste médico con 16 años de servicio no hay mejor pago que salvar una vida.
“Mirar a una madre que se lleva a su bebé a casa, después de haber estado muy grave, no tiene precio. Desgraciadamente la medicina está tan globalizada que esa esencia tiende a perderse”, lamentó.
Por último, este profesionista instó a las madres de familia a tener muy en cuenta que estar embarazadas “es una gran responsabilidad que requiere una enorme atención y cuidados”, con los cuales puede dilatarse el parto a un período normal.
VER PARA CREER
Una de las historias de supervivencia más célebres es la de Amilia Taylor, una niña estadounidense nacida con apenas 21 semanas de gestación (alrededor de cuatro meses y medio).
Según rotularon algunos medios internacionales, se convirtió en la primer bebé en el mundo en salir a flote en condiciones tan adversas.
Nacida en octubre de 2006 en Miami, Florida, la menor midió apenas 24 centímetros y pesó 283 gramos (algo así como una lata de refresco a medio llenar), aspecto que durante semanas mantuvo su salud bajo pronóstico reservado.
Su madre fue sometida a una cesárea, entonces los especialistas le dieron escasas probabilidades de vida, pero uno a uno fue superando los obstáculos.
Actualmente Amilia tiene un año con cinco meses y su desarrollo es satisfactorio.