Es parte de una moda, suplir una necesidad o amor excesivo… El que algunas personas consideren a sus mascotas como un integrante humano de su familia los lleva a tratarlos de forma inadecuada, tanto para ellos, como para los animales.
Un bulldog francés es paseado en una carriola ataviado con un pañal y un gorro y portando además un chupón; después transportado en un portabebé, luego aparece parado en un brincolín y hasta sentado en un asiento especial; esto en un video que circula en Facebook y que tiene ya 71,198 reproducciones.
No es necesario entrar a las redes sociales para darse cuenta que día con día aumenta el número de personas que trata como humanos a sus animales, basta darse una vuelta a los parques, veterinarias o platicar con algún conocido que tenga mascotas.
EL AMOR COMO UNA PATOLOGíA
La licenciada en Psicología, Lorena Muñoz Gómez, mencionó que los animales han formado parte de la vida del ser humano desde siempre, pues desde hace muchos años son animales de compañía y siempre han jugado un papel importante junto al ser humano.
Sin embargo, en la actualidad algunas personas han desbordado su amor llevando al límite considerando a los animales como un familiar mismo, donde, en ocasiones, se está sustituyendo el amor de otros.
No es que amar a los animales sea malo, el problema es cuando el apego es excesivo con los animales, cuando ya puede considerarse una patología, comentó la vicepresidenta de la Asociación de Profesionales Adventistas de la Salud.
“Hay casos en los que existe un deterioro en las relaciones personales de quien tiene esa mascota, cuando la persona en vez de socializar, de salir a pasear, a caminar, lo sustituye por estar todo el tiempo con la mascota, estamos hablando de un deterioro de las relaciones sociales, o las que tiene son de forma inadecuada”, expresó la psicóloga.
Dijo que para que sea considerado una patología debe sumársele el hecho de que la persona regularmente tenga inestabilidad social, ser muy introvertido, inseguro o muy cambiante en sus decisiones.
“También existe mucho drama en su vida personal, una inestabilidad en el manejo de sus emociones, soledad, el no tiene amigos, prefiere estar encerrado, regularmente esas personas tienen mucho amor hacia los animales”, detalló la máster en Educación.
Expresó que es común también que algunas parejas con dificultades de fertilidad, problemas para tener hijos o simplemente que no quieren tenerlos, vuelcan su amor hacia sus mascotas.
“Si analizas a parejas que no tienen hijos por decisión propia o dificultad clínica, la mayoría tienen una mascota; también es común que parejas homosexuales con dificultad de adopción o la tardanza que el trámite implica empiecen a hacerse de mascotas para suplir esa necesidad de apego”, dijo.
También existen casos en los que se presenta la acumulación de animales, que está considerado como un trastorno compulsivo muy fuerte.
“Este amor excesivo por los animales se puede convertir en una compulsión por tener y acumular mascotas, el trastorno es más grave y regularmente son personas que tienen resentimiento hacia la sociedad, que han crecido de manera desfavorable, sin ningún tipo de afecto o sufrieron violencia y regularmente esas personas van acumulando un resentimiento social”, explicó.
Es decir, vuelcan su confianza, amor y apego hacia los animales porque la figura humana les ha representado cosas negativas y para ellos, según la especialista, es más fácil amar a quienes no le van a hacer daño o darles un trato como tipo humano.
Dejó en claro que lo grave no es el amor natural a la mascota, lo negativo es cuando el apego lleva a tratarlos como humanos.
“El problema es que les hablan como humanos, les dan atención médica como humanos, extremado cuidado en su alimentación, e inclusive hay tiendas que venden artículos para las mascotas como si fueran para personas, no es natural, no es instintivo el que el perro sea tratado como un ser humano”, agregó la integrante del Colegio de Psicólogos del Noreste.
DE UN CABLE AMARRADO A UN SUETER EN INVIERNO
“Terry” es un chihuahua de 12 años, café con blanco, ojos saltones y grandes orejas.
Su dueña, Mirtha, lo tiene desde hace 10 años, cuando llegó a su casa tras ser rescatado de las malas condiciones en las que lo tenían sus anteriores dueños.
“Tenía 2 años cuando llegó. Lo tenían en abandono frente a la casa de unos familiares, estaba amarrado con un alambre muy corto que ya tenía casi encajado en el cuello y estaba bien raspadito; además no tenía comida y estaba entre sus necesidades”, relató.
Dijo que se lo llevaron a su casa y le preguntaron si lo quería y aunque se había prometido no tener más animales ya que anteriormente había que tenido que sacrificar a dos perritos por una enfermedad, al saber su historia, se conmovió.
“Me dio tristeza por todo lo que supe y lo recibí, fue una tristeza tremenda; lo trajo mi hijo y lo bañó antes, al principio lo puse en el patio porque no me conocía, se fue hacia atrás y se escondió tras una maceta y no quería salir, yo le llevaba agua y me gruñía le llevaba le platito con comida y seguía igual y hasta a los tres días empezó a salir”, platicó Mirtha.
Ella lo describe como un perro muy inteligente y recordó que en aquel tiempo se echaba cerca de la ventana de la recámara de su hijo, porque sabía que él lo había llevado.
Después poco a poco se ganaron su confianza y pasó del patio al interior de la casa.
“Como es perro chiquito está adentro, ahora es un amor y aunque lo sacamos un rato y se pone a tomar el sol, quiere estar adentro y todo el día anda detrás de mí”, mencionó.
El chihuahua duerme en la recámara de Mirtha, pero no con ella, sino en una camita aparte, aunque cuando llega su hijo, quizás por el gusto de verlo sí lo sube a la de él y le permite que duerma ahí.
Ella es viuda, vive solamente acompañada por su hijo y considera a Terry como un miembro más de la familia.
“Es parte de mi familia y lo atendemos en todo, en enfermedades le damos la atención adecuada y lo llevamos a sus visitas al veterinario y si no yo aquí le atiendo algún raspón; y lo cargo, sí, por ejemplo, si el estuviera aquí quisiera que lo subiera, si estoy platicando con alguien me está esperando a que lo levante; si estamos muy encariñados con el perrito”, comentó.
A pesar de su inocente apariencia, Terry se convierte en un lobo feroz cuando alguien intenta acercarse a su dueña o agarrarlo a él, pero ella lo justifica explicando que no es agresivo, pues después de que olfateé al invitado, siempre que no se haga un movimiento brusco o se intente agarrarlo, todo estará bien.
“Era el primer día que venía a trabajar conmigo una señora un poco más joven que yo, estaba almorzando y se quiso ahogar, no podía respirar, le di agua y me le regresó, se acercó al lavadero de trastes y empecé yo ¡Ay, diosito santo, ayúdame!, me acuerdo que le puse los brazos en la espalda y el pecho y pudo respirar y después me dijo que el perrito la había mordido, pensó que le estaba atacando, lo bueno es que traía mezclilla, pero yo no me di cuenta”, dijo Mirtha.
A pesar de que representa una carga de trabajo al tener que limpiar los lugares donde se encuentra y las responsabilidades que implica tener una mascota, ella dice que nunca ha pensado en regalarlo o en deshacerse de él, porque lo quiere mucho, aunque dejó en claro que no llegó a suplir ninguna carencia, solamente a hacerle compañía.
“Mi hijo quiere horrores al perro, lo hace repelar mucho pero así lo quiere, es muy cariñoso, estamos ya muy encariñados, son 10 años ya con él”, mencionó, mientras cargaba al pequeño perro que lucía un suéter blanco con estampado invernal en los colores azul y verde y lo llama “bebé”.
MASCOTAS TRATADAS COMO NIÑOS
El médico veterinario zootecnista José Gilberto Aguilar Méndez mencionó que ha recibido la visita a su clínica de personas que tratan a sus animales más que como mascotas, como a sus hijos.
“Me han llegado a consulta diferentes tipos de personas, con diferentes tipos de mascotas, pero la similitud entre éstas es que tratan a sus mascotas como a sus hijos o mejor, los protegen a tal grado que en consulta se nos dificulta el manejo del paciente, la toma de temperatura y la administración de los medicamentos y el cliente se enoja si al gato o al perro le duele la inyección”, mencionó.
Dijo también que incluso hay quienes prefieren que el gato arañe al niño porque se lo buscó y le dan derecho al perro de morder porque el pequeño lo molestó.
Mencionó que mayormente los dueños de perros son los que incurren en estas prácticas, ya que los gatos son más difíciles de moldear.
“A un perrito lo tratan como bebé, le ponen pañal, le ponen chupón, lo traen en carriola, en portabebé y con eso le quitas la esencia al perro, no sabe ni quien es y cuando convive con otro animal va a buscar los brazos del adulto o dueño, porque no sabe comportarse como perro”, explicó el profesional de la salud animal.
Otra de las consecuencias es que estos animales tienen dificultades para convivir con otros perros y en ocasiones son atacados, además, no pueden tolerar ciertos factores climatológicos.
“Las mascotas se pueden mimar, pero no humanizarlos, no hacerlos que pierdan su esencia al grado que el perro presenta enfermedades que antes no se veían, por ejemplo, ansiedad, estrés, ansiedad por separación, puede ser tanta la ansiedad que los perros que tienen una patología cardíaca y llegan a fallecer de un infarto”, explicó Aguilar Méndez.
A pesar de lo difícil que es tratar, tanto con estos animales, como con sus dueños, el especialista en medicina felina dijo que actualmente los médicos veterinarios están aprendiendo y han modificado sus servicios para que esos animales puedan salir adelante de las patologías que presentan.
“Se debe ser consciente de que lo que estás haciendo con tu mascota, muchos perros vienen con esencia de niños y eso no es normal, hay que permitírseles que sigan siendo animales”, agregó.