Padres ocupados, niños en casa… ¿cuál es la formula mágica para una crianza segura cuando ambos padres trabajan?. La especialista Zaída Mendoza comparte el impacto psicológico que viven los niños dentro de hogares sin adultos.
En Reynosa, la realidad de muchas parejas, incluidos padres y madres solteros, se ve marcada por los horarios apretados que requieren las jornadas laborales. La búsqueda de estabilidad económica lleva a muchos a doblar turnos y aprovechar horas extra en sus empleos. Sin embargo, esta dedicación laboral, plantea interrogantes sobre el cuidado de los niños mientras los padres están ocupados. Esto abre un debate de equilibrio entre el trabajo y la vida dentro del hogar. ¿Qué pasa con los niños cuando los papás trabajan?
IMPACTO EN LOS NIÑOS
En entrevista, la psicóloga Zaída Mendoza, acreditada en el área de terapia familiar, destaca una preocupante tendencia vista en los hogares donde los padres trabajan largas horas, la dinámica donde los niños asumen el rol de los papás.
La ausencia de adultos y la falta de supervisión durante varias horas del día lleva a que los niños asuman responsabilidades que los papás deberían cubrir. Por ejemplo, el cuidado de sus hermanos menores o las tareas domésticas del hogar como cocinar o limpiar.
“La sociedad lo ve como, ‘es un niño muy maduro para su edad’, pero ya en la etapa adulta como justo desde la niñez se encargaron del cuidado de los demás, son personas que llegan a tener muchas carencias emocionales”, refiere la terapeuta.
Los niños o niñas que se ven obligados a cuidar de otros desde temprana edad, suelen experimentar estrés y manifestar enfermedades somáticas en la edad adulta, manifiesta la especialista.
Otro escenario común es cuando los adultos no están presentes ni física ni emocionalmente en la vida de sus hijos. Esto pasa cuando se sabe que el niño o niña vive en la casa y que ocasionalmente los papás llegan y les dan algo de comer o cenar, de vez en cuando, lo que puede resultar en problemas de introversión en contextos sociales y dificultades en al aprendizaje de los niños.
La terapeuta reconoció que en situaciones donde los niños son dejados en el hogar solos, varios de ellos suelen comprender las situaciones, y en ocasiones, ellos mismos, si bien viven ese rechazo o ausencia, recaban esa parte y buscan tener una compañía autoritaria. Muchos de ellos la encuentran en un algún familiar, vecino o maestro.
También hay un tercer escenario, éste se presenta cuando aunque mamá y papá estén trabajando, en ocasiones es posible turnarse. En el contexto laboral de ciudades como Reynosa, donde una gran parte de trabajadores labora dentro de empresas o maquiladoras, se sabe que está la posibilidad de trabajar en el turno de la mañana, tarde, noche o durante el fin de semana. De esta manera, es posible que los padres organicen una rutina según la comodidad de los horarios de cada uno; si mamá toma el turno de la mañana, habrá alguien que guiará al menor durante la semana, lo acompañará, le dará de comer y se asegurará de que tenga ropa limpia.
Cuando los padres trabajan, un factor que mitigue estos efectos negativos, es cuando existe un tercero, a veces está la abuela, una vecina o una tía, que sí ejerce autoridad y acompaña al menor. Considerando esto, la especialista afirma que existe una apertura al aprendizaje, a la interacción social y la expresión, ya que el menor está más receptivo a compartir sus vivencias.
Sin embargo, una prolongada ausencia de los padres puede influir de manera negativa en cómo los niños perciben y responden al mundo que los rodea.
El psicólogo británico John Bowlby introdujo la teoría del apego, la cual sostiene la crucial importancia del vinculo de los cuidadores y sus hijos desde que nacen. La relación del apego influirá en cómo los progenitores responden a los cuidados y necesidades de los menores, desde lo básico como la alimentación, la seguridad y el afecto.
Cuando los niños se quedan solos en casa, enfrentan la posibilidad de situaciones de riesgo o peligro, de las cuales no podrán responder o tomar acción con la misma efectividad que un adulto, pues siguen siendo menores.
Un ejemplo trágico ocurrió en Reynosa, cuando un incendio en el interior de un domicilio en la calle Puerta de Hierro, de la colonia Puerta Grande, cobró la vida de cuatro hermanos que fallecieron mientras sus padres estaban fuera del hogar. Lo que se sabe es que el papá trabajaba como chofer de tráiler y su madre había salido de la casa. Y aunque la hermana mayor tenía 12 años de edad, ésta no pudo reaccionar ante la situación de emergencia que corrieron él y sus hermanos, incluso, los vecinos intervinieron rompiendo ventanas y paredes para rescatarlos.
Bowlbly, quien desarrolló su estudio durante la Segunda Guerra Mundial, observó que los niños buscan el contacto físico, la seguridad y el consuelo de sus figuras superiores, esto para restaurar su sensación de seguridad. Esto implica un desarrollo significativo en el sentido de cómo los niños interactúan en el mundo, ya sea desde un apego seguro o inseguro. Esta teoría plantea que es dentro del hogar y desde las figuras que representan los cuidadores, sea mamá o papá o algún tutor, donde los niños aprenden a forjar su carácter. Los cuatro tipos de apego que existen son: seguro, evitativo, ambivalente y desorganizado.
CALIDAD A CANTIDAD DE TIEMPO
Entre los padres que pasan la mayor parte del día dentro de una oficina, una maquiladora o quienes están enfocados en sus negocios, existe la frase: “es mejor brindar calidad a cantidad de tiempo”. Ese pensamiento surge desde la idea de que sacrificar el tiempo de convivencia es una necesidad que se debe considerar para poder llevar más dinero a la casa.
Para especialistas en el área de la salud, es preocupante que los padres no consideren lo esencial que es brindar un espacio al acompañamiento y la educación emocional de quienes los esperan en el hogar, que son sus hijos.
Zaída Mendoza, quien también cursa la maestría en Psicología Clínica y de la Salud, indicó que como papás, muchas veces no se logra comunicar el afecto desde el amor, incluso compartió que cuando se ha cuestionado directamente a los padres sobre las necesidades de sus hijos, éstos responden: ‘le demuestro a mis hijos que los quiero porque les compro cosas’.
“Respecto a que es mejor la calidad que la cantidad de tiempo que se comparte con los hijos, tiene que existir un balance. No podemos darle todo el crédito a la calidad, porque si bien es cierto que es indispensable brindar lo básico y necesario, en la medida de lo posible también es importante ir gestionando un mayor tiempo de acompañamiento que complemente la calidad”, reveló.
Según lo indica, es fundamental reconocer la importancia de cultivar la expresión emocional desde el afecto y el amor, más allá de las preocupaciones económicas.
Cada padre tiene su propio ritmo de vida y actúa según sus posibilidades, por lo cual, también es primordial humanizar y valorar su esfuerzo.
Ser padre no siempre es indicativo de que ya se sabe todo, en ese sentido, también implica estar dispuesto a aprender y desaprender conductas y contextos pasados.
“Como papás, vemos reflejados en nuestros hijos actitudes que nosotros mismos les heredamos; también a veces por eso chocamos con sus personalidades; sin embargo, también adaptan su propia esencia, emociones y comportamientos”, puntualizó Mendoza.
En ese sentido, desde la perspectiva psicológica es esencial abrazar la autenticidad de los hijos y fomentar su inteligencia emocional desde temprana edad, lo que incluye enseñar a reconocer, expresar y entender las emociones.
-Como psicóloga, ¿qué consejo le daría a todos esos padres que lidian con esta situación?
“Ser padre siempre representa un reto. Para los padres que trabajan, es necesario que establezcan un balance, los niños tienen que estar acompañados por una figura que esté a cargo. Lo que les recomiendo, es que sigan aprendiendo, que conozcan a sus hijos y disfruten de ellos, darles un espacio para convivir con ellos, pero convivir no de la forma que de adultos lo necesitaron, sino desde las necesidades de los menores, de esa manera se aprende a conectar. Les recomiendo que sigan aprendiendo, que si es necesario busquen acompañamiento psicológico, o si prefieren el espiritual; porque gran parte de lo que les enseñamos a los niños desde la infancia puede ser favorable o negativo en la adultez”, respondió la entrevistada.