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Los viejos panteones

2 de abril de 2016 por Redacción

Por Rafael Martínez

En la época colonial la doctrina Católica y sus enseñanzas inculcaban que la vida era un lugar de tránsito y la muerte era necesaria para la purificación, por esta razón el lugar de entierro tenía una consideración especial.
Los pobladores novohispanos utilizaban el interior y el atrio (patio) de los templos como el lugar donde esperaban el juicio y la resurrección de los cuerpos. En la iglesia de Reynosa no fue la excepción.
De acuerdo al cronista de la ciudad, Martín Salinas Rivera, el 25 de agosto de 1802 por recomendaciones del virreinato, las autoridades locales solicitaron incluir un solar para la construcción de una iglesia dentro de la traza de la naciente población bajo los reglamentos de Leyes de Recopilación de Indias.
Se cuenta con información de por lo menos dos construcciones de bajareque y techo de paja que existieron en este solar y que funcionaron como templos, antes de la terminación de la primera etapa del edificio de cal y canto que se proyectó desde 1810.
Antes de que concluyera la fase primaria del primer templo, también se rentó un local fuera de este sitio para oficiar misa. En diciembre de 1835 se terminó e inauguró la primera construcción formal de cal y canto del antiguo templo de Nuestra Señora de Guadalupe.
Esta primera iglesia de materiales sólidos sería derruida a principios de los años de 1950, para dar paso a la construcción del moderno templo.
En sus publicaciones, el primer cronista de Reynosa, Donato Palacios, cuenta del hallazgo de “los restos de unas veinte personas
cuando se hicieron las excavaciones en el año de 1947, para la cimentación de la que habría de ser la nueva edificación de la Iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe.”
Las excavaciones para las bases del nuevo templo se hicieron por el costado norte de la antigua parroquia.
El primer cronista de Reynosa narra que: “Este hallazgo de despojos humanos causó alarma en ciertas personas y hasta se llegó a pensar en olvidados sucesos anormales; el párroco de la Iglesia en esas fechas señor presbítero y licenciado don Antonio Mares Torres comunicó a las autoridades en forma oficial sobre los hechos (sic.)”.
Lo que después se supo es que las excavaciones descubrieron el primer lugar donde los reynosenses sepultaron a sus fallecidos en la nueva villa, recién trasladada de las Lomas de San Antonio, 22 kilómetros río arriba, donde actualmente se encuentra el ejido Reynosa Díaz.
La construcción más antigua que permanece en pie en la ciudad de Reynosa es la torre del campanario de la iglesia, que fue construida en diferentes etapas. La primera fue terminada en 1835 junto con la nave de la iglesia, después, en 1863, se le agregó otro cuerpo.
Gran parte de la edificación se levantó en el mismo año de su inauguración, en 1835, sin embargo se tienen datos de que se empezaron a recolectar materiales desde 1810, como lo confirma las inscripciones en la viga de sabino que se encuentra en el Museo Histórico Reynosa y que fue usada como el primer escalón para subir al altar de la antigua parroquia.
La obra fue concluida en su totalidad hasta 1898. En esta última fase se le preparó la parte superior para albergar un reloj que había sido donado por la ciudad de Matamoros y su presidente municipal, Juan Bautista Chapa.
Según la documentación de tesorería del Archivo Municipal de Reynosa, el reloj del campanario había sido traído por ferrocarril y llegó a la ciudad el 4 de abril de 1894.
El patio de la iglesia se utilizó como camposanto durante 31 años y hasta 1833, fecha en la que el entonces gobernador de Tamaulipas, Francisco Vital Fernández, expidió un decreto ordenando que no se hicieran inhumaciones en terrenos de las iglesias del Estado para evitar la propagación de la peste del cólera morbo que abatía la zona costera de Tamaulipas.
Salinas Rivera precisó que es probable que no se haya enterrado a ningún reynosense dentro del templo, ya que la iglesia fue construida en los años que siguieron.

VICTIMAS DEL COLERA
Entre 1833 y 1861 se abrió el segundo panteón en Reynosa, para dar sepultura a las primeras víctimas del cólera.
El camposanto se ubicó en un sitio que en ese entonces se encontraba distante de la villa por lo que es ahora la calle Aldama, en un terreno donde actualmente se encuentra la Escuela Club de Leones Número 1.
En este lugar los reynosense enterraron a sus difuntos durante 28 años. El lugar sobresalía por las altas bardas que lo rodeaban y al igual que otros edificios de la época, las protecciones fueron hechas con sillar.
Las epidemias de cólera a mediados del siglo XIX saturaron rápidamente este panteón. Algunos restos óseos se han encontrado durante excavaciones de reconstrucción y mantenimiento del plantel escolar que data de 1968.

BAJO LA CLINICA DEL ISSSTE
Sobre la calle Nicolás Bravo con López Mateos, a espaldas de la vía del ferrocarril y a un costado del paso a desnivel Número 1, se tienen registros del panteón que ha durado más tiempo en Reynosa y que se ubicó en los terrenos que ocupa el Hospital del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE).
Se estima que este lugar funcionó por 93 años hasta que su cupo se agotó en el año de 1954. Durante los meses de mayo de 1965 se iniciaron los trabajos de desalojo de los restos de los antiguos reynosenses, pero se dice que quedaron algunos sin inhumar.
Desde inicios de la década de los sesenta, la reconocida antropóloga Antonieta Espejo instaló las oficinas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) Noreste, en la planta alta del edificio Tiburcio Garza Zamora.
Una de sus tantas tareas por estos fue rescatar la información antropológica de la necrópolis antes de que fuera desocupada pues entre los primeros planes para el terreno se pensó en la construcción del Museo de INAH del Noreste de México (mismo que nunca se edificó) y una gran biblioteca.
La antropóloga Espejo utilizó la azotea del edificio Garza Zamora como laboratorio arqueológico para la investigación de los materiales óseos y culturales de dicho panteón.
En ese camposanto se hizo un estudio a 54 personajes que estuvieron relacionados con importantes eventos de la villa, durante Intervención Francesa y la Revolución Mexicana.
En 1947 comenzó sus operaciones el Panteón de Guadalupe, mismo que fue edificado con capital privado, mientras que en 1949 comenzó a funcionar el Panteón Municipal “Sagrado Corazón”. Ambos están juntos en un predio ubicado sobre el Bulevar Miguel Hidalgo.

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