Con 14 años de servicio trabajando en Correos de México, Hugo Fernando Mejía López tiene sólo 33 años de edad y espera cumplir tres décadas en el oficio de cartero.
Hugo Fernando Mejía López, originario del Estado de México llegó a Reynosa en el 2003 y casi de manera inmediata comenzó a laborar para el entonces Servicio Postal Mexicano, un familiar de la localidad ya trabajaba ahí y fue quien lo llevó por primera vez al lugar que ya no abandonaría.
“Como eran familiares los que estaban ahí trabajando empecé con el afán de entrar, para saber como era el modo de laborar en un servicio postal mexicano y el procedimiento de la correspondencia”, comentó Mejía López.
Fue su cuñado quien trabajaba de cartero quien lo alentó para que siguiera sus pasos y ahora Hugo Fernando Mejía López desea poder cumplir 30 años al servicio de Correos de México.
“Me gustaría llegar a los 30 años de servicio, sólo me falta la mitad, porque el próximo año cumplo 15 y se me han hecho pocos, el tiempo pasa rápido. Me acuerdo cuando recién llegue aquí de cartero y pues ya pasaron 14, es algo que me gusta mucho”, detalló.
Aseguró que la correspondencia no ha variado mucho, solo ha disminuido la cantidad de cartas, aún entregan notificaciones, paquetes y estados de cuenta y reconoció que pese a que ha avanzado la tecnología aún siguen estando activos.
“Es bonito ser cartero, conoces muchas cosas, gente y las personas también te reconocen y respetan; pues cuando oyen el silbato de un cartero, recuerdan cuando les llegaba el correo y era más conocido este servicio; no como ahora que ya todo es por teléfono o mensajes”, recordó.
PREPARACIÓN
El cartero Hugo Fernando Mejía López puntualizó que se realizan diversos exámenes para desempeñarse como carteros, por ejemplo: reconocer el acomodo correcto de la correspondencia, la manera idónea para entregarlas y una capacitación en recorridos.
“Nos dan un croquis para poder entregarlas, una practica para realizar un reparto en la calle, nos enseñan como recorrer una manzana pero recorrerla completa y llegar al punto de inicio. La intención es saber si uno esta realmente capacitado y tiene noción para poder salir al reparto”, explicó el también padre de familia.
ENTREGAS, ANÉCDOTAS Y REGALOS
La entrega diaria promedio de un cartero es superior a las 350, llegando a veces hasta las 400; es decir, sólo lo que pueda cargar dentro de la valija; diariamente recorren al menos 21 calles a la redonda.
Reconoció que no todo es “miel sobre hojuelas” para los repartidores del correo, pues a veces cuando entrega malas noticias los receptores se enojan y les lanzan insultos, pero dijo nunca responden una agresión porque ello también es parte de su trabajo.
“Hemos entregado correspondencia con noticias como el fallecimiento de un familiar o que hay algún problema con alguien y pues si nos damos cuenta que llevamos malas noticias; pues también nos entristece, a veces nos toca ver que nos esperan con ansia, porque quieren recibir la correspondencia con buenas nuevas”, señaló.
Su eterna complicación, los perros, siempre los siguen y algunos hasta agresiones caninas han padecido al realizar su labor, reciben mordidas en las extremidades y ni eso los desmotiva a trabajar.
“Todavía nos persiguen los perros, esos no nos los han cambiado; varias veces me ha mordido un perro, la mayoría porque el buzón está por dentro de la reja de la casa y metemos la mano para dejarla y saltan o sacan la cabeza para la mordida”, aclaró.
Subrayó que la gente se molesta porque meten la mano y el perro los muerde, pero añadió que esa es la única manera de entregar correctamente la correspondencia si la persona no esta en el domicilio.
“Sólo le pedimos a la gente que se acuerde de nosotros, y que amarren a sus perros porque luego nos andan correteando. Y pongan en un lugar accesible su buzón, para que no haya ningún problema con su correspondencia eso nos ayuda a hacer nuestro trabajo más fácil y mejor”, pidió el cartero.
Por otra parte aseveró que lo mejor que le ha pasado es que cada 12 de Noviembre que se festeja su oficio, la gente se acuerda de ellos y les da un incentivo que les hace saber que están presentes en la sociedad.
Lo mejor es que en su día los usuarios les obsequian perfumes, camisas y hasta un muñeco de foami y fieltro sobre una moto y tapado como viste cuando entrega la correspondencia, le regalaron a Hugo Fernando Mejía López.
“Siempre le vemos el lado divertido a nuestro trabajo, vemos cosas, platicamos con mucha gente que nos cuenta anécdotas y hasta sus historias”, agregó.
OFICIO QUE SE NIEGA A DESAPARECER
Antes todo se realizaba con una máquina de escribir; ahora la papelería se captura por computadora, luego se escanea antes de salir de la oficina y al momento de la entrega nuevamente pasa por un escáner que lleva colgado en el cuello el cartero para evitar cualquier reclamo.
“Esperamos que no desaparezca nunca nuestro oficio, ya que es el sustento de la familia, a pesar de que la tecnología va avanzando, esperamos que no nos rebase nunca”, confió el cartero.
Por otro lado contó que cuando un domicilio no tiene buzón, la correspondencia se pone debajo de la puerta o atorada en la reja, porque no tiene autorización para entrar a ningún hogar, por ello solicito la gente tener su buzón al exterior.
“Ojalá y sigamos entregando la correspondencia de la gente, porque hay muchos abuelitos que recuerdan cartas de amor que les mandaban, pues el mensaje quedaba plasmado en una hoja; ahora todo es por teléfono, aunque se guarden los mensajes si se descompone el aparato se pierden y ya no queda nada, no hay modo de recuperarlos”, sentenció.
LA FAMILIA UN APOYO
En casa de la familia Mejía López siempre festejan “El Día del Cartero” (12 de noviembre), además del convivio que les realiza Correos de México, posteriormente pasan la tarde con la familia, pues tienen día libre.
“A mi familia que gusta que trabaje aquí y a mi también, porque la verdad es que si nos pagan bien, además conozco cosas que me sirven para ayudarle a mi hijo con su tarea.
Le agradezco a mi familia el estar conmigo a pesar de que a veces llego cansado y no puedo darles el tiempo que ellos quieren y que sigan dando la oportunidad de estar con ellos”, pidió.
Dijo que no importa el frío, nieve, lluvia o calor, el trabajo puede ser desgastante, pero siempre sale a la calle y hay gente que los ayuda con agua o dinero para un refresco.
“Nos podemos mojar nosotros, pero su correspondencia siempre va a llegar intacta, seca y en buenas condiciones, hasta cuando nieva salimos a trabajar”, finalizó.