
Desde que se consolidó la imprenta en México, nunca la industria del libro se había visto tan vulnerada como en la actualidad:
Basta echar un vistazo en las librerías para darse cuenta que la mayoría lucen vacías de clientela y con un mar de ejemplares en anaqueles esperando a que alguien decida
llevárselos.
Esta es la realidad del mercado de los libros, que se resiste a morir sorteando cada vez una nueva dificultad.
La venta de obras de dudosa procedencia pero con grandes similitudes a las legítimas
-piratas-, de literatura con argumentos peyorativos, la difusión en Internet de tomos enteros (sin derecho de autor), y el desinterés por la lectura son los principales factores que están condenando al sector editorial de este país.
Ante la piratería, la batalla parece perdida. Se estima que tan sólo en ferias municipales (no renombradas), el 80 por ciento de los libros ofertados son apócrifos; es decir, que fueron creados irregular y clandestinamente, pero las autoridades locales parecen hacerse de la vista gorda.
De acuerdo a datos del Centro Mexicano de Protección y Fomento de los Derechos de Autor (Cempro), el comercio informal se ha saltado las trancas al no pagar regalías, traductores, correctores de estilo ni tipógrafos. Este sólo copia los libros acabados, yendo en detrimento de quienes viven honestamente de dicho trabajo.
Sin embargo, no se ha podido hacer conciencia de que los ejemplares ilícitos no resultan tan baratos como se cree. En realidad su costo es apenas un 20 por ciento menor a los originales.
Tan sólo en 2007 la Procuraduría General de la República (PGR), decomisó más de un millón de libros que representa un tres por ciento del total de ediciones que circulan en territorio nacional.
Esto es equivalente a más de 120 millones de pesos en pérdidas para una industria que se ha especializado y ofrece una calidad casi idéntica a la del comercio legal.
Y es que, contrario a lo que pudiera pensarse, los piratas no sólo falsifican los “best sellers” (mejor vendidos).
Esto ha suscitado que el 80 por ciento de los libros apócrifos existentes en el mercado sea de interés general y el resto (de texto), se venda durante el período escolar.
Pese a tal adversidad, la reproducción ilegal de material literario en México no es un delito que se persiga de oficio. Requiere una denuncia que en general los autores esquivan por intimidaciones, reveló a medios capitalinos Gerardo Gally, presidente del Cempro.
‘LA LETRA CON SANGRE ENTRA’
No sólo el comercio prohibido de libros aqueja a la industria literaria. Para el escritor Reynaldo Olivares (oriundo de Reynosa), la carencia del hábito por la lectura es parte de esta debacle.
“Lamentablemente nuestra nación ocupa uno de los peores lugares en ese renglón; no obstante, podríamos dividir el grado de afinidad en zonas:
“En promedio, un profesionista mexicano del centro del país lee alrededor de 10 libros anuales. En el norte uno o dos cuando mucho. Y en el sur ni se diga… es raro el interés porque además gran parte de la población ni siquiera habla bien el español y está sumergido en la pobreza”, evaluó Olivares.
En tanto que a decir de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), el porcentaje de libros leídos en este país es de medio libro.
El también contador público por la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL) y quien con sus ocho libros (sobre la historia de su ciudad natal), ha superado las 15 mil unidades vendidas, manifestó que un pueblo bien informado puede tomar mejores
decisiones.
“Pero dicho sarcástica y políticamente a la mayoría de los gobernantes no les conviene que la ciudadanía eleve su cultura, porque entonces no votarán por ellos.
“En otras palabras, si el pueblo se civiliza habría menos margen para efectuar la compra de votos, por citar un ejemplo”, dilucidó el entrevistado.
En ese contexto, Olivares lamentó que no sea México “mata” de escritores: “Los buenos son contados”, dijo.
“Simplemente en esta ciudad ¿cuántas personas nos dedicamos a escribir libros?
“Por supuesto que a nivel nacional hay algunos muy destacados como Carlos Monsiváis, Carlos Fuentes, José Emilio Pacheco y otros que ya murieron; pero aún así son pocos”, abundó este intelectual autonombrado “un apasionado del género novelesco”.
Respecto a la divulgación de libros vía Internet sin el permiso de sus creadores, el escritor definió este medio como un canal donde confluyen infinidad de “historias distorsionadas y verdades a medias”.
Aunque dejó entrever que la red también aporta grandes beneficios a la humanidad, subrayó que jamás podrá reemplazar a los libros.
“Las casas editoriales, sobre todo enfocadas a la impresión y distribución de material enciclopédico, han sido las más golpeadas.
“La razón es que los padres de familia prefieren que sus hijos obtengan la información de las tareas en la red, que en tomos de tinta y papel. En ese sentido sí resulta una desleal competencia para la industria del libro”, indicó Olivares.
Y para darse una idea del rezago intelectual que en este país persiste, en una calle de Barcelona, España, hay más librerías que en todo México, según examinó el insigne y fallecido escritor tampiqueño Rafael Ramírez Heredia.
BRUJERIA GANA TERRENO
Mientras por un lado la oferta legítima (inclusive de clásicos), de la literatura mexicana y universal en este país parece ir encaminada hacia una crisis, hay un tema que discretamente por su despunte comercial se ha colocado en los primeros lugares de ventas: la
brujería.
¿Verdad o mito? las obras que manejan como línea la hechicería son las que mayor demanda tienen en librerías populares, sobre todo en el norte de México, donde se venera con fuerza la imagen de la Santa Muerte.
Rubén Rodríguez Guajardo, empleado de la casa de libros La Española (localizada junto a la Preparatoria José de Escandón), afirmó a Hora Cero que las ediciones preferidas por sus clientes en edad adulta tienen que ver con dicha temática; además del naturismo y diversos pensamientos, en segundo plano.
En tanto que los jóvenes procuran las novelas de Gabriel García Márquez y Carlos Cuauhtémoc Sánchez, y el esoterismo en menor escala.
Pero María Sabeos, expendedora desde hace 32 años en la librería La Principal (ubicada sobre la peatonal Hidalgo), opina
distinto:
“¿Quieres saber en realidad cuál es la literatura que más buscan los estudiantes? la relacionada a la brujería.
“Entre las dos y tres de la tarde los muchachos de 15 años en adelante se la pasan viendo esta clase de libros”, comentó tras un viejo mostrador la entrevistada.
Para esta mujer de acento norteño las obras de la británica J. K. Rowling, que hicieron famoso el “mágico” personaje de Harry Potter -convertido en “best seller” a finales del Siglo XX gracias también a las películas-, se quedan cortas a las solicitadas por algunos consumidores de La Principal.
Arguye que otros libros como “Los poderes ocultos de la noche”, “La magia de las hadas” y “La magia de la bruja moderna”, entre otros, sí abordan la hechicería en su máxima expresión.
Sabeos agregó que las ediciones históricas, la novela clásica y las crónicas de acción le representan a su empresa el segundo sitio en ventas, aunque admitió que “en los últimos meses éstas se han desplomado”.
Por su lado, Rodríguez Guajardo explicó que “la temporada mala” para el libro en México es la decembrina, dado que la gente está más gastada.
“Para que se imagine, hay días que ni un cliente nos visita”, ilustró.
Cual sea el tema, el también estudiante de bachillerato exhorta al público a visitar su librería más cercana:
“Yo le recomiendo a la gente y en especial a los jóvenes que se den la oportunidad de leer un libro para que abran su mente, tengan mayor cultura y aprendan cosas nuevas.
“Desgraciadamente no nos han enseñado a ser buenos lectores, lo que paralelamente nos afecta en la educación, porque está demostrado que nuestro nivel académico no es muy bueno; no obstante, la literatura es un mundo de información interminable.
“Uno se encuentra con cosas que nunca se imagina que existen, mismas que son útiles para saberse expresar ante la gente y no decir cualquier barbaridad”, aseguró el joven.
De tener en sus manos la oportunidad de mejorar el trance comercial que atraviesan cientos de librerías mexicanas, este empleado manifestó que restringiría la venta de libros de texto a planteles escolares.
La razón es que estos últimos representan otro importante escollo para su mercado, al despacharle directamente las obras a los alumnos.
“Ese es un problema al que nos debemos enfrentar porque las escuelas hacen su agosto y a nosotros nos sacan de la jugada. Los libros más afectados son los de matemáticas, ingeniería industrial y electrónica”, fustigó.
Por último, Rodríguez Guajardo dijo que los precios de los ejemplares en general oscilan entre 30 y 300 pesos, por lo cual no hay pretexto para hacer a un lado la lectura.
“Los invitamos a que vengan a visitarnos y si tienen que hacer un regalo, mejor regalen cultura”, recomendó. ..