Ocurrió en el rancho hace mucho tiempo. Heriberto no precisa el año, pero lo que sí recuerda es que acompañaba a su padre en el instante mismo en que el ocaso asomaba en el horizonte.
Era la puesta de sol. La delgada línea que separa el día de la noche. Justo el principio y el fin.
“Mi padre me dijo: ‘Mira, ésa es la hora cero’. Nunca la olvidé y siempre que regresaba al rancho buscaba disfrutar ese momento: la hora cero”.
Hoy, Heriberto Deándar Robinson conmemora una década de editar su periódico Hora Cero y está seguro de contribuir –sin olvidar sus raíces– al legado periodístico de su familia, donde el ejemplo de su abuelo, don Heriberto Deándar Amador, es el manto de inspiración principal para todos.
“Pero especialmente para mí”, dice.
Sus primeros pasos como editor los dio al crear el suplemento juvenil Nosotros, en El Mañana de Reynosa, pero un buen día tomó la decisión de dejar atrás su figura de “junior” para convertirse en capitán de su propio barco.
Muchos creían que era sólo una “chiflazón” del hijo de don Beto, por eso tenía el doble compromiso de no fracasar; algunos no le daban al periódico Hora Cero más de seis meses de vida.
Admite que tuvo miedo, pero asegura que lo importante fue aprender a dominarlo.
A diez años de distancia reitera que el mayor capital de su periódico es la credibilidad y que, por encima del negocio, están los lectores.
Está seguro de que Hora Cero aporta su granito de arena a la democracia y es un creyente fiel de que las relaciones entre la prensa y el gobierno no deben ser tersas sino tensas “como las cuerdas del violín”.
A lo largo de esta conversación, Heriberto revela cómo su familia fue el motor fundamental en la lucha que libró contra el alcoholismo y, ya vencedor, se declara listo para encarar retos profesionales todavía más grandes que Hora Cero.
Descarta ambiciones de poder, pero es preciso al señalar que un buen periódico siempre actúa como contra poder de los poderosos que se convierten en lacra social.
Refrenda, además, el compromiso de que Hora Cero continuará siendo zona de debate y eje de apoyo para el desarrollo de esta comunidad.
Un periódico malo… ¡ni gratis!
> Llegar al décimo aniversario ¿es un buen momento para renovar los votos?
-Definitivo. Nosotros no somos dueños del periódico, nosotros somos usufructuarios y los auténticos dueños son los lectores. Los que se toman la molestia de llevar el periódico a casa y leerlo, por eso no podemos fallar. Cuando un periódico engaña, la gente no lo quiere… ¡ni gratis!
“Tenemos un compromiso histórico desde mi abuelo y en la familia Deándar somos fieles a esa filosofía”.
> ¿Cuál es la aportación esencial de Hora Cero como periódico?
-Soy un convencido de que, cuando los medios de comunicación abren zonas de debate, contribuyen directamente al desarrollo de su pueblo.
“Los pueblos que no disponen de zonas de debate viven en la fricción porque no encuentran puntos de acuerdo entre sí. El debate es piedra angular del desarrollo; hay que aprender a debatir y a respetar la opinión de los demás, aun en medio de las discrepancias.
“El debate, el amor a la verdad y el respeto son la esencia de un periódico. Hay periódicos que no funcionan porque la gente sabe que son malos y aquí no hay más que dos tipos de periódicos: los que funcionan y los que no funcionan… y eso depende directamente del instinto social”.
> ¿Cuál dirías que es el capital principal de Hora Cero?
-La credibilidad. No tenemos otra cosa más que eso.
> ¿Cómo fue aquél primer día de Hora Cero?
-Ese día convoqué a un grupo de amigos y sugerí que hiciéramos un periódico mensual donde pudiéramos exponer temas diversos a través de una plataforma para debatir.
“Tomamos los primeros acuerdos verbalmente y así concebimos el primer número. Fue todo un proceso que inició como un gran rompecabezas. Lo fuimos armando poco a poco y ahora tenemos la virtud de contar una historia de éxito.
“Ocho de cada diez empresas que inician el camino naufragan y nosotros tenemos la dicha de haber tenido éxito.
“Hemos encarado muchas adversidades y limitaciones, pero con un gran deseo y energía de triunfar. Después se fueron agregando piezas al rompecabezas y una de las piezas fundamentales fue nuestro director editorial, Héctor Hugo Jiménez”.
> ¿De dónde viene ese vínculo con Hugo?
-Yo buscaba un editor de deportes para El Mañana; Hugo acababa de regresar de Europa, donde fue corresponsal, y un profesor de nombre José Luis Esquivel nos puso en contacto.
“Desde que lo conocí supe que tenía ‘zancada’ o ‘pierna de jinete’. Me di cuenta que no era el momento de traerlo a El Mañana. Tiempo después, con el proyecto Hora Cero en marcha, el periódico carecía de personalidad y fue precisamente Hugo quien contribuyó con su experiencia a sacar la publicación de la crisis en la que estaba atrapada; entonces Hora Cero adoptó una nueva personalidad, que se ha consolidado con el tiempo”.
> ¿Cómo fueron los primeros tiempos?
-Cuando logramos meter el barco al río empezamos a remar todos. Todos hicimos algo, nos metimos de choferes, nos preocupamos por la circulación y la puntualidad en la entrega.
“Apretamos el área de prensistas, foto-mecánica y hasta los que diseñaban páginas. Es mucha la gente que tiene que ver con la manufactura de un periódico.
> ¿Cómo surge el nombre de Hora Cero? Pareciera que cuando referimos la “hora cero” es el final de alguien o algo.
“La “hora cero” es el final de algo, pero también el inicio. Este nombre tiene que ver con la raíz periodística Deándar: existe El Mañana, que se refiere a un tiempo. La Tarde es otro tiempo… entonces Hora Cero también es un tiempo que puede ser el principio y el fin. Uno no puede rehuir sus orígenes”.
> Además de esto ¿tiene alguna implicación especial para ti?
-Cuando era niño, mi padre me llevaba al rancho y cuando caía la tarde, justo en el ocaso del día, varias veces me dijo: mira, ésta es la “hora cero”.
“Recuerdo que es el momento, el instante en que apenas empieza a cubrir la noche y empieza a desaparecer el día. Es una mezcla de luces y sombras muy especial que apenas dura un instante.
“Ese es un recuerdo que siempre guardo y que me impactó. A partir de entonces siempre ejercité con el concepto “hora-cero”. Me gustó desde entonces”.
> Ya que hablas de orígenes; todo tiene un principio, una raíz ¿cuándo empezó este sueño?
-Creo que desde niño. Siempre quise ser lo que ahora soy. Otros niños sueñan con ser bomberos, policías, médicos, ingenieros, arquitectos; yo no.
“A mí me apasionó la vida de mi padre, de mis tíos y, sobre todo, la imagen de mi abuelo (don Heriberto Deándar Amador), a quien no conocí pero es un gran manto de inspiración para mí.
“Desde niño me gustó contar historias, cuentos, cantar corridos de la época y noté que tenía cierta capacidad de comunicación para llamar la atención de las personas”.
> ¿Cómo integras a ese sueño tu inclinación por el periodismo escrito?
-Mi familia tiene un negocio que todo mundo conoce: El periódico El Mañana. Es un patrimonio de tradición… vamos, generacional. Ahí, mi padre y mi tío (Orlando) disponen cada uno del 50 por ciento.
“Yo pude ir a El Mañana y desempeñarme bien, pero aquí hablamos de la necesidad propia de exteriorizar la forma de ser personal y hacer las cosas como uno cree que deben hacerse. Para lograrlo tienes que ser capitán porque los barcos no tienen dos capitanes.
“Entonces… yo quería tener mi propio barco. Pues El Mañana tiene su propio capitán y yo no iba a llegar a ser capitán porque ‘donde manda capitán no gobierna marinero’.
“Ahí es donde se funden mi sueño y el periodismo: yo salgo de la estructura de El Mañana para concretar mi propio sueño. Ya sabía que, independientemente de que mis padre y mi tío hacían las cosas bien, había otras formas de hacer periodismo”.
> Pero tus primeros pasos como editor fueron en otra esfera; creaste el suplemento Nosotros ¿Sabías que ésa sólo sería la plataforma de lanzamiento?
-Yo requería un campo de entrenamiento y no resultó mal; el suplemento fue, y es, todo un éxito.
“Cuando decides hacer las cosas por ti mismo requieres de un campo de entrenamiento y yo sabía que eso era el suplemento Nosotros para mí, pero llegó el momento de salir para hacer un planteamiento personal de mi oficio.
“Puedes ir despacio, puedes ir de prisa y eso no altera la llegada a la meta. Lo que altera es perder el rumbo. Este periódico tiene una meta, tiene mística… este periódico tiene filosofía y tiene una misión y en base a todo ello no perdemos el rumbo y por eso hemos llegado a cada meta que nos hemos trazado en los diez años. Incluso algunas las hemos superado”.
> Y llegó el momento de dejar de ser un “junior” ¿no?
-Es correcto; yo tenía que tener mi propia empresa. Este no es un negocio fácil y yo tenía apenas 26 años, tenía que ganar el respeto de los demás y el respeto no se decreta ni se hereda ni se confiere. Mi padre no puede heredarme el respeto; eso se gana, se conquista.
> En Hora Cero quién manda ¿don Heriberto o tú?
-Este tipo de empresas son como los barcos y los barcos nada más tienen un capitán y en este barco nada más mando yo.
“Siempre estoy abierto a las opiniones de mi familia, pero las decisiones, para bien y para mal, siempre las tomo yo ¡y eso me lo enseñó mi padre!
“El poder no se comparte. El poder es para ejercerlo y si tú entras en esta dinámica es para ejercer”.
> ¿Aspiras a ser un gran editor o buscas ser un hombre poderoso?
-En realidad la prensa no es un poder; hay una mala percepción de la prensa. Nosotros debemos ser un contra poder.
“Se parecen mucho el poder y el contra poder, pueden ser primos hermanos, pero hay diferencias. Nosotros tenemos que ser el fiel de la balanza.
“No podemos negar que a veces conquistamos algunos espacios, es cierto, pero no debemos aspirar al poder… por lo menos no a ese tipo de poder. En todo caso, debemos contribuir con ese halo de poder que se nos otorga para lograr que las cosas se hagan bien. Eso sí”.
> ¿Cuál es la aportación de Hora Cero a la democracia?
-Tenemos una democracia muy primitiva y los medios tenemos la responsabilidad de cuidarla; somos algo así como guardianes de la democracia, debemos ser salvaguarda de las instituciones y plataforma de todos los partidos políticos.
> ¿Cómo valoras la relación prensa-gobierno?
-Si las relaciones entre prensa y gobierno son totalmente buenas, buenas, buenas… entonces algo anda mal.
“La relación prensa-gobierno deben ser como cuerdas de violín: siempre tensas ¡no tersas! cuando esto no ocurre, las cosas se pueden descomponer para mal de todos”.
> ¿Y la relación con los partidos?
-La prensa no debe ser activo de nadie, ni del PRI, ni del PAN, ni del PRD; de ninguno.
“Nosotros, por lo menos en Hora Cero, somos un activo social. Somos una herramienta de la sociedad para debatir y conseguir un mejor desarrollo”.
> Es decir, ¿primero la sociedad y después el negocio?
-Por supuesto; es que si no hay sociedad no hay negocio. Primero es el periodismo y luego el negocio y cuando haces bien el periodismo haces buen negocio.
> ¿Ha habido momentos complicados?
-Sí, hemos vivido varios momentos turbios donde tuvimos que aplicar toda la fuerza profesional para quitar lacras, y ha sido complicado porque hemos subido todas nuestras fichas a la mesa, pero por fortuna siempre nos ha ido muy bien.
> ¿Has tenido miedo en algún momento?
-A mí me da miedo no saber dominar el miedo. Hemos tenido confrontaciones muy graves y hemos subido todo a la mesa y hemos salido avantes.
“Particularmente creo que en ningún pleito sales completamente limpio, siempre en el camino van quedando efectos adversos.
“Creo que el miedo es algo natural. Hay que dominar los miedos para que aflore la inteligencia y así tomar las mejores decisiones”.
> ¿Has dudado en algún momento?
-No. He sido fiel a lo que creo, me siento cuajado. Yo no soy de los que dicen una cosa y hacen otra, tengo amor propio. Así me formaron.
“Tuve padres extraordinarios, ellos me enseñaron a respetar a los demás y a hacerme respetar. La vergüenza es un valor universal y los periódicos deben regirse por valores universales”.
> Otro ejercicio de memoria ¿cuál fue tu sentir hace diez años, cuando tuviste el primer ejemplar de Hora Cero en tus manos?
-Una combinación de alegría, emoción y temor. Temor al fracaso: me atemoriza mucho el fracaso.
Al mismo tiempo un impulso; me decía ‘ya arranqué y no puedo parar’.
“Siempre se hicieron muchas apuestas. Decían que era una ‘chiflazón’ del hijo de don Beto, y algunas personas le daban apenas seis meses de vida a Hora Cero, pero yo quería ganarme el respeto de todos, empezando por la gente de El Mañana y mis socios, a quienes respeto profundamente.
> Después de una década, ¿sigues leyendo tu periódico?
-Sí, me apasiona mucho leerlo. Me apasiona ver los temas densos que tratamos y el contribuir con nuestras investigaciones a descubrir tropelías.
“Creo que los periódicos deben ser elaborados por periodistas y yo respeto mucho a mi personal; me gusta poner a cada quien en el lugar que debe estar”.
> ¿Te habría gustado que tu abuelo leyera un ejemplar de Hora Cero?
-¡Cómo no!
> ¿Crees que honras el oficio que él sembró en la familia?
-Yo lo trato de hacer. No puedo decir si lo honro o no, eso le tocará a la historia. Estoy seguro que a todos nos espera un tribunal en un juicio final y social. Nadie nos vamos a escapar de eso. Como hayas actuado en tu vida es como serás recordado.
> Eso sería trascender
-Así es. Yo tengo ganas de trascender. Mi abuelo logró la trascendencia.
> Y tu abuelita, doña Ninfa ¿alguna vez le viste hojear el Hora Cero?
-Varias veces. Casi te puedo asegurar que tenía una especie de orgullo silencioso, y es que en mi familia casi nadie nos decimos ‘haces bien las cosas’. En mi familia hacer las cosas bien es una obligación y no nos aplaudimos nunca.
> ¿Y cuando algo sale mal?
-Nos recriminamos con una gran furia. Somos una familia que nació con obligaciones, no con derechos.
> ¿Ocurría lo mismo con doña Minita, tu mamá?
-Yo creo que mi mamá estaba muy orgullosa, definitivamente ella es parte fundamental de mi desarrollo, me acrisoló.
“Mi mamá venía de una familia ‘bien’. Era una señora de una gran sensibilidad, más de la que uno pudiera creer y además ejercía un gran poder en el seno familiar. Era la columna vertebral de mi familia.
“Tenía una gran formación de valores; su padre era un caballero y su madre una dama”.
> ¿De qué manera te marcó la influencia de don Beto, tu papá?
-Con la ‘garra’ que le distingue. Creo que la influencia de mi madre y la ‘garra’ de mi padre fueron factores esenciales en mi formación.
“Mi padre tiene un gran arrojo. Yo se lo reconozco porque es una gente de mucha valía porque es un hombre que se muere en la raya. No le tiene mucho cariño al bienestar material, le tiene mas cariño al respeto por su persona.
“Casi casi nos dio un trato militarizado, muy enérgico. Nunca flaqueó con nosotros. Yo soy resultado de esa mezcla”.
> ¿Cuál dirías que fue la enseñanza más importante de tu padre?
-Nos enseñó a hacernos respetar; siempre nos dijo que no hay dinero que pague una vergüenza, así que no hiciéramos cosas que nos pudieran avergonzar.
> ¿Cómo evalúas la aportación de Ximena, Mariana y Valentina, tus hijas, en el éxito de Hora Cero?
-Ellas son mi fuerza motriz. Creo que lo mejor que puedes hacer es profesar con los ejemplos. Es ahí donde resulta determinante la presencia de ellas.
“Hace tiempo tuve que enfrentar una dura lucha contra el alcohol y entendí que, por mi familia, era necesario dejar de beber.
“Lo digo con gran solvencia: Decidí que era hora de terminar con el alcohol porque yo no quería que mis hijas vieran eso; yo quería darles un mejor ejemplo y son retos difíciles porque mi problema era muy serio.
“Yo quería que mis hijas me vieran salir al periódico y dedicarme por entero a hacerlo crecer”.
> Entonces ¿estás totalmente satisfecho con estos primeros diez años?
-Sin lugar a dudas.
> ¿Y estás listo para dirigir El Mañana?
-Me encantaría. Esa es harina de otro costal, hay familia y socios que deben definir el rumbo del periódico, pero definitivamente yo sí me declaro listo… ¡completamente listo!