
Son las 12 del día y Rosa María Zamora Arellano almacena agua del canal Anzaldúas para que llenar unos recipientes que tiene listos a la entrada de su hogar y de esta manera no les falte este líquido.
Así como ella, muchas familias hacen lo mismo para soportar el calor que apenas comienza a presentarse en la ciudad.
“Esta agua nos alcanza unos días, de aquí a que se llega el viernes o el jueves ya no tengo”, asegura la mujer que con dificultar baja al canal para llenar su pequeña cubeta.
Lesionada de su rodilla derecha a consecuencia de un accidente que sufrió hace algunos años al intentar sacar agua del Anzaldúas, Rosa María llena como puede unos cilindros grandes para abastecerse y evitar acercarse constantemente al canal.
“Cuando ya no nos alcanza corremos al canal”, dice.
Con lo que deposita en estos tambos (como ella los llama) hace un sinfín de actividades.
“Esta agua la utilizo para el baño, lavar la ropa, trastes y también la junto para tomar… pero ahorita no nos acercamos porque el canal está demasiado lleno y peligroso”, precisó.
Pese a provenir de un cuerpo de agua donde cualquier persona puede arrojar deshechos, esta familia utiliza el líquido para beber.
“Nos salen puros granos nada más, hasta ahorita no provocado otra enfermedad más que eso que te comento”, dice la mujer de manera despreocupada.
EN RIESGO LATENTE
El problema no es la condición en la que viven, sino las consecuencias que se originan al no tener agua potable y luz eléctrica.
La pobreza a la que se enfrentan las familias de esta colonia se agudiza cuando la temperatura sobre pasa los 35 grados Celsius, pues el calor es tanto que no sólo se tienen que salir de sus casas para tomar un poco de aire, sino que también los animales salen de sus guaridas y ponen en riesgo a la gente.
La plaga de zancudos tiene sin cuidado a los moradores de La Nopalera, lo que realmente les quita el sueño son las víboras, las cuales salen de su escondite y buscan lugares donde puedan estar aclimatadas.
Desafortunadamente muchos de estos reptiles invaden las viviendas de las personas, quienes constantemente están en riesgo de ser atacadas por estas serpientes.
La mujer que vive en una humilde casa de madera asegura que es muy difícil vivir entre canales por el sinnúmero de animales peligrosos que merodean el lugar.
“Hay mucha víbora allá abajo, se vienen del canalito y se meten a la casa, hace unos días se metió una al pozo del baño y fue difícil deshacernos de ella”.
Y agregó: “hasta que le dije a mi chamaco métele un palo y sácala, pero antes le echamos bastante cloro y fue como la sacamos”, contó.
“SI ME DICEN QUE ME CAMBIE, LO HAGO”
Pese al miedo de ser mordidos por una serpiente, los habitantes del sector tienen que aguantar esta situación, ya que no tienen la solvencia económica para comprar un terreno que esté mejor ubicado y que cuente con todos los servicios.
Mientras tanto, al ver las necesidades de estas personas, integrantes de una iglesia de Estados Unidos les instaló unas llaves con las que les suministra este vital líquido varios días a la semana.
“El agua nos la traen los hermanos americanos, nos pusieron unas llaves y nos traen el agua los lunes, los miércoles y los viernes, también viene la pipa pero a veces tarda hasta 15 días en traernos el agua”, dice Rosa María.
Pero esta no es la única ayuda que les dan estas personas, también los apoyan con alimento.
“Casi vivimos al día, te puedo decir que tenemos mandando por los americanos que nos surten las despensas cada quince días, y nos dura casi un mes y así la vamos pasando”.
Y continúa: “Nos dan mucho frijol, arroz, aceite, azúcar, latas de atún, sopas y pues así nos alivianamos mucho”.
A veces, cuando se le termina el gas para cocinar, la mujer se ve en la necesidad de utilizar unos blocks que usa como chimenea para preparar los alimentos; afortunadamente no han sufrido ningún percance.
“El gas está muy caro, oiga, y pues a veces le echo cincuenta pesos, porque no me alcanza para más, batallo mucho para juntarlo, a veces se me dificulta para juntar hasta para las tortillas porque todo está bien caro”, señaló.
Dentro de la triste vida que lleva la familia de Rosa María, vive la esperanza de tener un mejor hogar para ella y sus hijos; lo único que les falta es la solvencia económica para hacer realidad su sueño.
Con una sonrisa ingenua asegura que si las autoridades la apoyan con una vivienda sin pensarlo dos veces se cambiaría de lugar, pues primero está el bienestar de sus hijos.
“Esta es la casa en la que me tocó vivir, pero si me dice el gobierno municipal que me cambie y me ayuda con una casita, claro que le digo que sí, inmediatamente”, precisó.
Pero mientras esto puede suceder o no, ellos seguirán viviendo en este casi insalubre lugar.
PRECIADO LIQUIDO
Mauricio Zúñiga Reyes, es el responsable de llevar agua a cada uno de los hogares de esta colonia.
Entrevistado mientras entrega este vital líquido, el hombre aseguró que este apoyo proviene de unas iglesias establecidas en Austin, Texas, quienes se dieron cuenta de la condición en la que vivían estas personas y decidieron crear este proyecto de ayuda.
“Es un grupo de hermanos de una iglesia de Austin que crearon este proyecto, porque las pipas tardaban mucho en venir, decidieron unirse y darle agua a esta comunidad”, indicó.
De acuerdo al programa que se maneja, cada día se les da agua a cien familias y de esta manera se va cubriendo al número de viviendas que hay en el sector.
De acuerdo a cifras oficiales de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) en 2010, 52 millones de personas vivían en condición de pobreza, donde los niños constituían casi la mitad de los pobres.