Desolada por la inseguridad que persiste en la zona y aquejada por la parálisis económica que se ha agravado en los municipios que la componen, la llamada “frontera chica de Tamaulipas” –conformada por cinco municipios ubicados en las riberas del río Bravo– está en decadencia, y sus habitantes, quienes alguna vez tuvieron una vida próspera en esta región, ahora claman por oportunidades a los tres órdenes de gobierno, para salir del foso en el que permanecen desesperanzados.
Antaño, la Ribereña, como también se le conoce a esta cadena conformada por los municipios de Guerrero, Mier, Miguel Alemán, Camargo y Díaz Ordaz, era sinónimo de prosperidad, es cierto, existía pobreza y problemáticas de índole económica, pero no en comparación con lo que actualmente se padece.
Y es que las familias que pertenecen a la clase baja cayeron a la nada, la clase media ha descendido drásticamente de nivel y lo que queda de la clase alta está a punto de desplomarse si no se aplican las políticas públicas que se requieren para erradicar esta situación.
En los más de 5 mil kilómetros que en conjunto abarcan estas ciudades, se perciben los estragos de la pobreza que por diversos factores se ha reproducido aceleradamente tanto en las áreas urbanas como en las rurales.
Una de las principales causas es la falta de empleo por lo que es imposible para los habitantes de estas ciudades cubrir su alimentación. Lo peor es que están impedidos de ayudarse entre ellos, la tortilla que le falta a una familia es la misma que se ha ausentado del hogar del vecino.
El panorama alcanza tintes críticos cuando se pueden observar casas de fachadas lujosas, construidas en la época de bonanza, con interiores vacíos porque sus propietarios han tenido la necesidad de empeñar muebles y aparatos electrodomésticos por unos cuantos pesos para adquirir alimentos.
Los días pasan y para los pobladores de estos municipios es complicado imaginar que a corto plazo el infierno deje de ser grande en esta Frontera Chica que progresaba armoniosamente pero que desde hace algunos años no ha logrado liberarse del infortunio.
“ANTES HABiA TRABAJO, ERAMOS RICOS”
A finales del año pasado comenzaron a surgir las demandas de apoyo por parte de estas comunidades. Familias del área rural y urbana iniciaron un desfilar en cantidades considerables por las cabeceras municipales pidiendo ingresar a programas de asistencia social.
La calle Río Soto La Marina del Fraccionamiento Río Bravo, en el municipio de Miguel Alemán, es tan sólo uno de los miles de ejemplos tendidos en el territorio de la Ribereña.
A simple vista su puede observar un conjunto habitacional con un alto grado de desarrollo. Calles pavimentadas, alumbrado público, energía eléctrica, agua y drenaje, son parte de la infraestructura del sector.
Sus habitantes moran en casas edificadas con concreto, equiparadas con cuartos de amplio espacio que incentivan la comodidad. Dotadas de los servicios básicos, parece que no carecen de nada, más al adentrarse en ellas se constata el vacío y la desesperación asfixiante que se vive bajo techo y entre paredes.
José María Herrera Vázquez, habitante de la referida zona del municipio, regresaba del Ayuntamiento a donde había acudido para solicitar informes sobre el programa “Empleo Temporal” cuando accedió a exponer en entrevista la situación por la que atraviesa desde hace algunos meses.
“Antes éramos ‘ricos’, trabajo había toda la semana de domingo a domingo, ahora ya no. Estos primeros meses del año han sido duros, vengo de la presidencia y me dijeron que me esperara para ver si puedo entrar a Empleo Temporal”, comenta este hombre, originario de Miguel Alemán y padre de familia de tres menores de edad.
El entrevistado, de 35 años de edad y quien se desempeña en diversos oficios, enuncia que ni cuando recrudeció la violencia abandonó la localidad, sin embargo, desde ese 2010 en adelante ha padecido con sus hijos y esposa la falta de trabajo y la dificultad para adquirir alimento.
El último trabajo que tuvo fue antes de que sus hijos retornaran a la escuela después del período de Semana Santa, con lo que ganó pudo comprar alimentos para su familia pero
sólo por un par de semanas.
Para él, que ha pasado hasta un mes sin empleo y que en ocasiones llega a obtener 600 pesos por semana trabajando lavando autos, pintando casas y en la albañilería, le causa impotencia la situación que habita en la Ribereña y que ha impedido su progreso.
“Se siente uno muy impotente, escasea el trabajo y la comida, nos hemos quedado sin comer. A veces empeño cosas, pero ya muchas las he perdido porque no tengo dinero para recuperarlas”, comenta.
SI LAS CASAS SE PUDIERAN COMER
Más adelante, a cinco casas, Alondra Herrera Vázquez, viuda y madre de familia también de tres menores de edad, sobrevive con alrededor de 400 pesos semanales que obtiene colocando uñas y la ayuda de sus padres.
Asegura que es poco lo que le queda ya, que ha ido empeñando aparatos electrodomésticos y muebles; sólo posee una recámara, los sillones que tiene dentro de su vivienda son de su hermana con la que comparte el domicilio.
La casa de la familia Herrera Vázquez fue construida a base de concreto pero cuando escasea el alimento de nada sirve porque no pueden ‘echar’ mordidas a las paredes.
“Esta casa la construyó mi marido, no le podemos echar mordidas cuando falta la comida. No hay trabajo y como está la situación es aún más difícil”, sentencia.
Las familias que habitan en esta zona se apoyan en las pequeñas tiendas de abarrotes que les fían comestibles y que pagan cuando reciben una remuneración por cualquier labor que logren desarrollar.
Ha solicitado el apoyo del Programa “Oportunidades” con la finalidad de contar con un ingreso fijo que le permita solventar la alimentación y educación de sus tres hijos, dos de ellos estudiantes en la escuela primaria “Benito Juárez”.
“Este año ha sido más difícil que nunca, está todo bien caro y no hay trabajo. A como podemos vamos saliendo adelante”, dice la entrevistada de 35 años de edad.
DESESPERANZA: LA UNICA BONANZA
Son pocas las esperanzas que hay actualmente en ese barrio en relación a un mejor futuro para la Frontera Chica. La incertidumbre se mezcla con la imposibilidad de marcharse del lugar, es como una condena para los habitantes que no tienen a dónde ir, y padecen éstas y otras problemáticas sociales.
-¿Ya no hay nada que hacer aquí?-, pregunta el reportero.
-Pues no, pero qué vamos hacer, tenemos que seguir adelante a como haya lugar, si Dios nos ayuda-, responde doña María Agustina Salazar Espinoza, habitante de la calle Río Soto La Marina.
A diferencia de los otros casos, María Agustina sí cuenta con un trabajo fijo pero su esposo no, ya que se dedica a la construcción y en estos momentos el ramo está detenido. Ella recibe mil 200 por quincena con lo cual le es imposible cubrir los gastos que genera un hogar integrado por 5 personas.
Comenta que la única esperanza que les queda es que se “compongan” las cosas, tal vez que a corto plazo la inseguridad se desvanezca hasta que sólo quede un breve recuerdo del largo desosiego que han vivido y regresen las empresas y el turismo que antes fluía como el caudal del Río Bravo con el que colindan.
-¿Tienen alguna esperanza de que mejore la situación en la región?-, se le pregunta.
-Yo creo que no, no creo que haya más, solamente que al rato se compongan las cosas y haya más trabajo, pero a cómo vamos no sé ve que vayamos a salir adelante, ¡Dios quiera y sí!-, responde la entrevistada quien invita a pasar a su hogar para que se constate que aunque habiten en vivienda digna están en la calle porque han estado perdiendo sus propiedades.
SE DESAYUNA POBREZA Y SE CENA TRISTEZA
A sus 60 años de edad, Adelgisa Castillo, quien funge como enlace municipal del Programa “Oportunidades” en Miguel Alemán, jamás había presenciado una situación similar como la que actualmente se vive en este municipio de la Ribereña.
Cuenta que todos los días acuden familias a pedir informes sobre apoyos gubernamentales tanto del Estado como federales. Señala que a veces sólo llegan a la presidencia para solicitar una bolsa de lentejas para poder comer.
“Nosotros estamos viendo y nos da tristeza porque es demasiada la demanda que tenemos en Miguel Alemán, no únicamente en lo que es el Programa Oportunidades sino en trabajos temporales, despensas, es triste y crítico”, dice la entrevistada.
Adelgisa asegura que en cualquier punto de la ciudad de Miguel Alemán se pueden observar los estragos de la carencia, la necesidad que sin distinciones se ha adentrado en los hogares de las familias de la localidad.
Pronuncia que el Ayuntamiento ha sido rebasado por la demanda de la población, no se cuenta con los recursos suficientes para atenderlos, por lo que sólo resta esperar que el gobierno estatal y federal, despliegue acciones para procurar el desarrollo de las familias.
“Si el gobernador y el presidente de la República no ponen los ojos en la región cada día vamos a ser más pobres, ojalá no esperen que nos muramos de hambre porque si yo soy pobre y no tengo una tortilla y mi vecina tampoco la tiene, no podemos hacer nada”, refiere.
La entrevistada pronuncia que esperan una respuesta integral por parte de la autoridad, ya que no es suficiente con otorgar apoyos alimenticios, sino que es menester reactivar la economía devolverle lo atractivo que era esta región antes de que se convirtiera un territorio estéril.
NO ES UNA FANTASiA
Las familias de Mier, ungido hace unos años como “Pueblo Mágico”, padecen una realidad nada fantástica, ya que las que no han emigrado están soportando las circunstancias adversas que aquejan a la región.
Unos kilómetros más adelante, Nueva Ciudad Guerrero también colinda con la misma situación de los otros municipios que conforman la denominada Frontera Chica que
alguna vez fue próspera.
El responsable de atención del Programa “Oportunidades” en la Ribereña, Eleazar García Ríos, atestiguó la crisis que se ha gestado en estas ciudades al momento de recorrerlas para aplicar las encuestas que se tienen que realizar para definir a los beneficiarios.
Expone que en Mier recorrieron la localidad casa por casa, entrevistando a las familias que aun viven ahí, ya que hay calles completas donde se encuentran viviendas abandonadas por sus propietarios a raíz de la inseguridad y el desempleo que actualmente existe.
Enuncia que a 250 familias de esa localidad se les aplicó la herramienta para documentar sus condiciones de vida, las cuales no corresponden a un pueblo mágico como se promociona por los diferentes canales gubernamentales.
“Llegamos a una casa grande donde una familia vivía en un solo cuarto porque no tenían para pagar la energía eléctrica, no les alcanza para mantener la casa”, comenta el entrevistado.
Señala que se apoyan a 266 familias, sin embargo, los apoyos podrían duplicarse, aunque eso es decisión del gobierno federal que al evaluar las entrevistas define la cantidad de familias asistidas mediante “Oportunidades”.
Comenta que en Nueva Ciudad Guerrero también se hizo un intenso recorrido por las colonias y áreas rurales, ya que en esta ciudad es más intensa la necesidad de apoyo que tienen los habitantes pues la mayoría solo vive de la pesca y no ha sido una época positiva para ellos.
En este lugar se realizaron 596 encuestas, producto de la demanda que existe de recursos para subsistir.
Añade que han notado que las familias han optado por migrar hacia otros lugares dentro y fuera del Estado, mas no ha sido un movimiento considerable porque la gente se resiste volver a dejar sus hogares como ya lo hicieron en una ocasión.
“La migración no ha sido fuerte, hemos notado que son pocas las familias que por falta de empleo han decido migrar a Nuevo Laredo o Monterrey, otras a los Estados Unidos”, comenta el funcionario.
EL GOBIERNO RESPONDERA
El delegado federal del Programa “Oportunidades” en Tamaulipas, Miguel Cavazos Guerrero, asegura que el gobierno está realizando el esfuerzo para responder a las demandas de apoyo provenientes de las familias que habita en La Ribereña.
Expone que ya se están valorando las entrevistas que se aplicaron y en las que participó para constatar las problemáticas que han oscurecido a esta región que hasta hace unos años se encontraba en su máximo esplendor.
“Sabemos que gran parte de los problemas nacionales se combaten cuando la gente deja de tener o deja de necesitar lo mínimo indispensable para su alimentación”, dice.
Hasta el momento alrededor de 2 mil familias de la Ribereña reciben ayuda del Gobierno Federal mediante este programa, sin embargo, hay 5 mil 496 familias esperando que se les notifique si están en condiciones de recibir apoyo.
Explica que posiblemente para mitad del mes de junio se cuente con respuesta por parte del gobierno federal sobre el número de personas que estará asistiendo con recursos que oscilan entre los 450 pesos y los novecientos pesos mensuales.
Agrega que hace unas semanas se enlistaron a 230 familias de la Frontera Chica en el Programa Alimentario, pero estiman que aumenta la beneficencia en las etapas posteriores de la iniciativa.
Cavazos Guerrero asegura que estarán al pendiente de la evolución de la región afectada por distintos fenómenos sociales, vigilando que los recursos sean entregados a los beneficiarios y orientando a las familias que requieran apoyo para superar la situación de desempleo y pobreza que ha emergido en La Ribereña.