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La historia en el olvido

1 de marzo de 2016 por Redacción

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Por Rafael Martínez

Los años pasan y en Reynosa muchos de los edificios con historia quedaron en el olvido, mientras que otros simplemente fueron vandalizados por personas que, sin saber, terminaron con el pasado de esta frontera.
El segundo edificio más antiguo en el municipio sigue erguido pero deteriorado por el paso de los años. Aún en sus pasillos la historia se cuenta sola para converger al centro del Mercado Zaragoza.
A pesar de que sufrió una serie de modificaciones a través de los años, la pequeña edificación persiste como una muestra representativa de la arquitectura de piedra y ladrillo regional de la segunda parte del siglo XIX.
El Antropólogo por la universidad de Austin en Texas, Martin Salinas Rivera, explicó que las generaciones pasan y se olvidan de aquellos lugares donde se libraron batallas, zonas donde se generaron intercambios de productos y otras donde diariamente se reunían nuestros antepasados.
A los costados de la presidencia municipal se encuentran edificios que datan del siglo XIX, mismos que con el paso del tiempo fueron remodelados y convertidos en locales comerciales con lo que perdieron su valor histórico.
Por esta razón es necesario mostrar a los jóvenes el valor histórico de las construcciones que aún existen en Reynosa.
“Si no se conocen o se dan a conocer los lugares históricos de Reynosa, lo que se ocasionará es que la gente pierda el interés por descubrir esas muestras arquitectónicas que algún día fueron parte de nuestra historia”, expresó.
El edifico Tiburcio Garza Zamora, la torre de la iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe, la bodega de la antigua Estación del Ferrocarril, son solo algunos de los lugares más emblemáticos de la historia de Reynosa.
El centro de lo que se conoce como el Mercado Zaragoza ya existía a mediados del siglo XIX y era una edificación de madera que frecuentaban los habitantes de la ciudad para hacer sus compras.
El cronista de la ciudad aseguró que de acuerdo a un documento en la sección de Actas de Cabildo que se encuentra en el Archivo Histórico de Reynosa, el alcalde, Juan Bautista Chapa Cavazos, propuso el 12 de marzo de 1881 un proyecto para la construcción de un nuevo edificio para este mercado, argumentando: “La que se haya actualmente… no merece tal nombre sino porque ahí concurren los habitantes por los artículos de primera necesidad”.
A principios de abril de ese mismo año el maestro albañil Juan Ríos presentó los planos de la construcción que incluían adornos con cornisas de ladrillo, piedra y mármol. El proyecto contemplaba un costo para la obra de mil pesos.
Parte de la inversión fue por cooperación de los mismos ciudadanos. En un recuadro de la época, donado por Tiburcio Casas para su colocación en el interior del edificio rezaba: “Patriótica cooperación del pueblo. Abnegada Administración Municipal del año de 1881.”
En la sección de la presidencia del Archivo Histórico de Reynosa se resguarda el libro con los nombres de las personas que voluntariamente contribuyeron a la construcción de este edificio.
Los fondos se recabaron a partir del mes de mayo de ese mismo año de 1881. Entre las 69 personas inscritas en el libro se encuentra el propio alcalde, Juan B. Chapa Cavazos, quien donó 20 pesos, mientras que el resto de los ciudadanos aportaron cinco pesos.
Este ilustre personaje del Porfiriato fue alcalde en repetidas ocasiones a finales del siglo XIX y vivió en el solar que se conoció como Casa Chapeña ubicado a un costado de la antigua iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe.
El alcalde vivió al fondo de la vía, por lo que la calle que hace esquina con la calle Morelos, actualmente lleva su nombre.
El cronista resaltó que uno de los detalles curiosos de esta familia es que el hermano del entonces edil moró en una de las antiguas construcciones que tenían de frente a la Plaza Principal, mismas que fueron derribadas en la década de 1950 para dar paso a lo que fue el Cine Rex, también desaparecido.
Algunos de los personajes de la época que aportaron fondos para este edificio fueron Desiderio Rodríguez, Juan y Florencio Domínguez, Lauro Bolado, Simón González, Vicente Muguerza y muchos más.
La lista incluye también a un número representativo de mexicanos que vivían en Texas, mencionándose los apellidos de Luna, Tijerina, Munguía, Vela, Cantú y Cárdenas, entre otros.
El arraigo que existía de esos paisanos con la Villa de Reynosa era todavía muy fuerte, pues habían pasado tan solo 33 años de la separación y pérdida del territorio de la villa al norte del río Bravo, debido al Tratado de Guadalupe Hidalgo de 1848.
Cabe mencionar a dos contribuyentes de la época asociados con el Charco Escondido (actual Congregación Garza), padre e hijo, conocidos como Mariano Reséndez Vera y Mariano Reséndez Garza.
El padre tuvo una cercana colaboración con el ayuntamiento de Juan B. Chapa; aportó 12 pesos para dicha construcción, mientras que su hijo contribuyó con solamente dos pesos.
Mariano Reséndez Garza tenía 21 años de edad y ya era parte del folcklore de la época en el municipio de Reynosa.
Debido a sus ataduras con el contrabando, éste fue ejecutado unos años después cerca de Cerralvo por tropas de Nuevo León al mando del General Bernardo Reyes, siguiendo órdenes del gobierno de Porfirio Díaz.
La esquela de su fallecimiento se puede consultar en el Archivo Municipal de Reynosa, en la serie de documentos donados por el segundo cronista municipal de Reynosa, César Humberto Isassi Cantú.
A sus 27 años Mariano (hijo) fue sepultado en el panteón de Agualeguas, Nuevo León, mientras que la tumba de su padre puede ser visitada en este municipio en el panteón de Congregación Garza, a 44 kilómetros al sur de Reynosa.
Otras aportaciones para la construcción del edificio del mercado fueron obtenidas de otros ramos por la Tesorería Municipal. Con ese dinero se pagó el trabajo de albañilería, canalones, faroles y madera (cuartones y vigas) para la elaboración del techo, marcos y puertas.

CAL Y CANTO
La tradición arquitectónica de cal y canto (sillares de caliche, ladrillos y cal) apareció en Reynosa desde la década de 1820.
Para la segunda parte del siglo XIX, las construcciones incluían techos altos con pilastras aparentes y cornisas escalonadas superiores, algunas veces rematadas con adornos denticulados.
Los vanos incluían marcos de madera donde se les incluían puertas para cerrarlos. Las construcciones no incluían ventanas ya que las propias puertas servían de ventilación para los cuartos.
Se utilizaba la madera de sabino para los marcos y de mezquite para las puertas. Durante la segunda parte del siglo XIX, los techos se construían con vigas de madera de pino del Misisipi traídas de Estados Unidos y los aplanados se hacían con mortero preparado con cal viva elaborada en la propia Villa.
Durante ese siglo, la cal de las lomas de San Antonio fue comercializada y enviada a Matamoros y a varias comunidades al otro lado del río.
La ceremonia para la colocación de la primera piedra de la edificación se llevó a cabo el 7 de septiembre de ese año de 1881.
Este edificio, conocido como Mercado Público o Parián, fue inaugurado en el día del aniversario LXXII de la Independencia Nacional, el 16 de septiembre de 1882.
En la junta previa, el cabildo nombró padrinos para el realce del evento a los señores Florencio Domínguez, Desiderio Rodríguez, Vicente Muguerza, Juan Domínguez, Gregorio Rodríguez y Ramón Cavazos.

PERDIDOS EN EL TIEMPO
A través del tiempo el pequeño edificio del Parián ha tenido diferentes funciones tanto comerciales como de servicios públicos. Se le recuerda como carnicería, frutería, tienda de abarrotes y joyería.
Alguna vez este espacio se utilizó como salón de clases de la escuela primaria Miguel Hidalgo. Ahí, el doctor, Luis Mazzotti Galindo organizó durante su estancia en Reynosa entre 1928 y 1933 la primera clínica infantil para niños cuyos padres carecían de recursos económicos.
Como un icono del inicio del comercio, el antiguo edificio del parían permanece en pie después de 133 años.
Como dato curioso, la palabra “parián” significa mercado chino en el idioma nacional filipino conocido como tagalo.
En el Zócalo de la ciudad de México existió un mercado bajo ese nombre desde la segunda parte del siglo XVII hasta finales de la Independencia de México.
Éste era parte del comercio de la ruta de la ceda de China que incluía a Manila, Acapulco, México, Veracruz y Sevilla. Por ese lugar se les nombró Parián a los mercados de la provincia.

LA TORRE DE LA IGLESIA
Construida en 1835, la torre de la Iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe es de las más antiguas de la ciudad y ahora únicamente quedan los relatos que se pasaron de generación en generación sobre la importancia de este lugar.
“En la calle Morelos vemos una serie de edificios, entre ellos la panadería De la India, fue una de las primeras Aduanas de Tamaulipas y al frente una de las caballerizas de la aduana”, dijo el cronista.
También encontramos la bodega de la zona del ferrocarril que originalmente es de 1883 lo que es el primer ferrocarril de vía angosta.
“Se instala una estación de madera que se quema en 1913, cuando vienen los carrancistas a tomar Reynosa y 1928 es sustituida quedando únicamente la bodega de ferrocarriles”, precisó el historiador.
El antropólogo por la Universidad de Austin en Texas lamentó que esto sea lo que quedó de una gran historia, ya que es una zona antigua donde se presentaron cientos de acontecimientos.
“Es importante conservarla y tenerla en mantenimiento para que la gente conozca el pasado de lo que fue Reynosa”, sentenció.
Indicó que hay que darle a conocer las fechas de edición para que se les valore, pero sobre todo que se les cuide como algo propio, algo de la identidad de los reynosenses.
Incluso se podrían reconstruir algunos edificios y lugares a fin de que entren en las zonas turísticas de Reynosa y se puedan ofrecer a todas aquellas personas extranjeras que pisan esta frontera.
De hecho se han hecho intentos, pero se necesita reconocer por la gente y el municipio para que se declaren como históricos.

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