
Sábado 3 de julio, ocho de la mañana: el caudal que conecta al río Bravo con el Santa Catarina de la zona metropolitana de Monterrey viene cargado de mucha agua, más de lo común y la corriente también es demasiada, aquí en el pueblo agrícola de Arcabuz, situado a unos 150 kilómetros de Reynosa. Minutos después el rumor llega hasta la última vivienda de esta pequeña comunidad de rancheros, campesinos y pocos comerciantes.
Nueve de la mañana: el paso hacia La Unión, la congregación vecina, ubicada en territorio de Nuevo León está cerrado. El vado que los separa se inundó y los vehículos deben regresarse. El comisario de Arcabuz, Manuel Garza, no sabe si solicitar ayuda, comenzar a evacuar a su gente o tratar de subir sus muebles a un segundo piso.
Diez de la mañana: el pavor se apodera de los cerca de 200 habitantes de este lugar, porque el río San Juan está hasta el copete y en algunos puntos comienza a desbordarse. Fallan las telecomunicaciones y el abastecimiento de energía eléctrica.
Para la señora San Juanita Barrios el dilema de ponerse a salvo o quedarse a ver como se echa a perder su refaccionaria automotriz y las pertenencias de su casa fue un asunto difícil de dirimir. El miedo a la fuerza de la naturaleza tomó su lugar y esta mujer se llevó en una camioneta a su familia, algunos de sus bienes y comida, igual como pasó hace 22 años con el huracán “Gilberto”.
Todos, sin excepción, se resguardaron en la vieja escuela primaria, enclavada en una loma. Los blandos bordes del río San Juan, muy cercanos a las viviendas, se desgajaron preocupantemente.
La incesante lluvia hizo del traslado para estos residentes un momento angustioso. Afortunadamente los que no tenían medio de transporte fueron ayudados por las familias mejor acomodadas.
Grandes y chicos, hombres y mujeres dejaron atrás el pueblo de Arcabuz, cuentan temerosos todavía los pobladores, desanimados y empobrecidos.
El pasado domingo el agua seguía dentro de sus domicilios. Nadie quería bajar por el miedo a los deslaves. La noticia de la situación llegó al presidente municipal de Miguel Alemán, quien acudió a visitarles para evaluar los daños. Dicen que ya no volvió.
Gallinas, borregos y hasta caballos se llevó la corriente. “Había una señora que tenía 127 gallinas y todas las perdió”, precisa San Juanita.
Sucios por tanto lodo, pasando hambre y confundidos, los habitantes de Arcabuz aguardaron a que descendiera el nivel del río.
Hasta la mañana del lunes pudieron regresar a sus casas, con temor aún, por la fuerza del caudal, que sólo decreció unos metros.
DOLOR E IMPOTENCIA
Acusan a las autoridades del vecino Estado de Nuevo León de no haberles avisado que abrirían las compuertas de la presa “El Cuchillo”, cuya agua en demasía provocó que perdieran sus muebles y aparatos electrodomésticos, así como que se dañaran las estructuras de sus hogares.
Refrigeradores, estufas, televisores, colchones y todos los objetos más indispensables quedaron inservibles.
A comenzar de nuevo dice don Heriberto García, quien con su esposa, Manuela Garza, saca el lodo de su domicilio.
Los estragos del meteoro no respetaron sus años, cercanos a los 70. Sin ninguna ayuda los ancianos no han parado después de todo el día limpiando sus cosas.
Pero lo peor aún no ha pasado, aseguran las autoridades que seguirán desfogando los embalses para mitigar el dolor que dejó el meteoro “Alex” en suelo de Nuevo León.
Como consecuencia, algunas comunidades de Tamaulipas pasan zozobra por la posibilidad latente de quedar completamente bajo el agua. Aquí en Arcabuz los pobladores continúan sacando lo que sí les quedó servible y desalojan el área para irse a otros poblados más altos.
Comentan que no desean esperarse a correr más peligro hasta que las presas y ríos del noreste de México desciendan.
Mientras tanto, aquellas personas que por su precaria condición no pueden trasladarse, sólo se quedan a llorar al mirar objetos y recuerdos estropeados, humedecidos, sucios.
Arcabuz es un desastre y nadie llega para ayudar, el río es un foco de peligro y sus pobladores pueden quedar, como ya pasó en el municipio de Hidalgo, Tamaulipas, incomunicados si el panorama ambiental empeora.
CRECE EL RIO
Protección Civil en Reynosa reveló que a las 8:25 horas del 8 de julio, faltaba un metro para que el río Bravo llegara al total de su capacidad por lo que tres sectores ubicados en las riberas de este caudal ya están inundados.
Arturo Maldonado, director de Protección Civil en Reynosa, informó que las zonas afectadas fueron los ejidos 10 de Mayo, Los Patos y 21 de Marzo, mismos que son sectores irregulares y siempre se consideraron en riesgo, pues están a unos metros del río.
“A ellos les comunicamos que estaban en riesgo pero no se quisieron mover, que se iban a ir cuando lo consideraran pertinente, pero esos sectores ya están anegados pues se encuentran a unos metros del río”, expresó.
El funcionario informó que en estos momentos existen 27 personas albergadas en el refugio instalado en la Unidad Deportiva “El Círculo”, que es uno de los cuatro habilitados por el Ayuntamiento.
Sin embargo, reconoció que en estos momentos hay más personas en camino a los albergues, por lo que se les está proporcionado todo el apoyo que necesitan.
El funcionario recordó que existe un bordo que protege a la ciudad pero recalcó a quienes viven en las áreas de alerta a seguir pendientes de los llamados de las autoridades y aplicar el sentido común.
Ante la alerta, residentes cercanos al Puente Internacional Reynosa-Hidalgo colocaron costales con arena para evitar inundarse con el desbordamiento del río Bravo; lo mismo hicieron empleados de negocios.
En cinco horas el afluente del famoso cauce que divide a México de Estados Unidos ya había cubierto los carriles de circulación del puente internacional hacia el lado americano.
Enrique Budillo Hernández, habitante de la colonia Del Prado, aseguró que desde el huracán “Beulah” en el año de 1967 no había tanta expectativa.
Incluso, enfermeras del Hospital del Río, situado a unos cuantos metros del Bravo, realizaron tareas de salvamento, pero de su edificio. Con palas y cubetas arman costales con tierra y los colocan a las entradas del nosocomio.
LA DESINFORMACION
El rumor, la triste realidad que desde hace meses se vive en Reynosa, volvió a provocar estragos entre la población ante la emergencia por la crecida del río Bravo.
Y es que durante todo el 7 de julio, toda clases de versiones falsas espantaron a la ciudad: que si iban a ser cientos de colonias las afectadas, que se iba a cortar el suministro de agua durante tres días y otro tipo de versiones.
Poco importó que las autoridades utilizaran todos los canales de información que tenían disponibles para desmentir los rumores, la gente creyó lo peor.
Incluso, hubo autoridades que colaboraron para que los rumores crecieran. Un oficial de caseta de Caminos y Puentes Federales quien se identificó como José Alfonso, informó que la circulación del Puente Internacional Reynosa-Hidalgo estaba completamente cerrada cuando en realidad no fue así.