Transitar por las calles de Reynosa en bicicleta es lo mismo jugarse la vida.
Después de tres meses de usar este medio como transporte habitual, esta reportera pudo constatar las complicaciones y peligros que implican viajar en dos ruedas por esta frontera.
No hay carriles exclusivos para los ciclistas, falta educación vial entre los automovilistas, hay nula seguridad y alumbrado público, entre otros inconvenientes.
Al no contar con un carril exclusivo, los ciclistas circulan por cualquier calle y sentido, por acotamientos de terracería o, en el peor de los casos, por las banquetas, poniendo en riesgo a los peatones.
El reglamento de Tránsito y Vialidad en Reynosa, que fue actualizado en el año 2009, contempla un apartado para los ciclistas. En el artículo 19 se menciona que “los conductores de bicicletas deberán mantenerse a la extrema derecha de la vía sobre la que transiten y procederán con cuidado al rebasar vehículos estacionados; no deberán de hacerlo a lado de otra bicicleta ni sobre las aceras y/o áreas reservadas al uso exclusivo de peatones”.
El artículo 20 especifica que los ciclistas usarán obligatoriamente el casco protector, faros reflectores delanteros y traseros.
Irónicamente en el artículo 21 se lee: “Con objeto de fomentar el uso de la bicicleta, el Ayuntamiento realizará la adaptación de ciclopistas o ciclovías en las arterias públicas que previo estudio determine”. Sin embargo, a cinco años de publicado este artículo, la autoridad municipal no ha construido ninguna obra de este tipo.
Jorge Padilla Fuentes, primer comandante de peritos en la Secretaría de Tránsito y Vialidad, reconoció que los agentes aplican multas a los ciclistas que incurren en faltas al reglamento, así como los automovilistas que violan las disposiciones del Artículo 22.
De acuerdo con la revista Forbes México, tres de cada diez mexicanos tiene una bicicleta y muchos de ellos la utilizan como medio de transporte.
Por su parte, el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (Inegi), reportó que durante el año 2013 y tan sólo en la Ciudad de México, se realizan 100 mil viajes en bicicleta, el 57 por ciento de ellos fueron por motivos de trabajo.
Por desgracia, también existen cifras desalentadoras: cada año ocurren en México cuatro millones de accidentes viales que incluyen a un ciclista; 40 mil de ellos se traducen en algún tipo de discapacidad.
En Reynosa durante 2013 se registraron 20 accidentes viales que involucraron a un ciclista y en uno de ellos una persona resultó muerta.
Lo anterior es resultado de la falta de cultura vial, tanto de los ciclistas como de las automovilistas, quienes no pueden circular por las mismas arterias respetándose unos a otros.
CREANDO CONCIENCIA
Pero no todo son malas noticias, desde hace dos años existe un grupo llamado “Bicicleteando por Tamaulipas”, que está conformado por un grupo de ciclistas que esperan crear conciencia entre la población.
Actualmente el movimiento existe en doce ciudades, donde cientos de personas realizan paseos nocturnos montados en sus bicicletas.
En Reynosa los integrantes del grupo se reúnen los miércoles a las 20:00 horas en la Plaza de la República. Los martes lo hacen en Río Bravo y los sábados en las ciudades del Valle de Texas.
Lina Rodríguez, fundadora del grupo, informó que trazan diferentes rutas para recorrerlas en dos o tres horas, dependiendo de las distancias, las cuales varían desde los 13 hasta los 18 kilómetros.
Durante los recorridos, el contingente se detiene en diversos lugares para poder rehidratarse y continuar con su ruta hasta regresar de nuevo al punto de partida.
Rodríguez mencionó que mientras en el extranjero es común ver ciclistas en las calles desde hace más de veinte años, en nuestro país esto es algo nuevo.
Por ello hizo un llamado a las autoridades para mejorar las condiciones de ese sector de la población.
Añadió que el grupo está conformado por personas de todos los extractos sociales, edades y ocupaciones, quienes desean que la ciudad tenga la seguridad necesaria para los ciclistas.
Rodríguez expresó que la ciudadanía ha acogido con gusto a los integrantes de este movimiento, al grado que al verlos pasar en sus bicicletas, los saludan como si fueran viejos conocidos.
Poco a poco “Bicicleteando por Tamaulipas” han ganado terreno y respeto entre la ciudadanía, con lo que esperan hacer más grande el movimiento.
Cualquier persona interesada en participar puede buscar al grupo en su perfil de Facebook “Bicicletenado por Tamaulipas”, puede escribir al correo electrónico [email protected] o llamar al teléfono 9-20-02- 66.
Jugándose la vida
Esta odisea inició un día cuando, al no tener carro y sí la urgencia de llegar a tiempo a mi trabajo, tomé la bicicleta en lugar de esperar el transporte colectivo.
Mi empleo está relativamente cerca de mi hogar, así que pensé que sería un recorrido fácil, no sabía lo equivocada que estaba.
La primera sorpresa: la frenética persecución de cuatro perros durante al menos dos cuadras. Tuve que pedalear hasta que mis piernas no podían más para poder escapar de los fieros canes que no dejaban de ladrar.
Cuando finalmente lo logré, tuve que detenerme para recuperar el aliento y poder continuar el viaje. Al llegar a una avenida más grande me incorporé al carril de baja velocidad.
Los cláxones de los vehículos que exigían me quitara del pavimento me obligaron a pedalear por la orilla de terracería, en una superficie irregular, vados muy prolongados, agua encharcada y piedras que dificultaban la circulación.
Si la ida fue complicada, el regreso a casa resultó peor. Había más tráfico que en la mañana, estaba oscuro y no sabía por donde podía circular sin afectar a los conductores.
Ante la falta de alumbrado público es casi imposible pedalear en la orilla de la avenida en horas de la noche, además de que las luces de los carros que pasaban a toda velocidad me cegaban.
Para colmo, tenía que volver a pasar junto a mis “amigos”, los perros que me persiguieron esa mañana. Por suerte no me los encontré.
Luego de noventa días de mi experiencia como ciclista, las condiciones hacia el exterior no han cambiado nada. Aunque en lo personal reconozco que he bajado unos kilos, he mejorado mi condición física y tengo nuevos amigos gracias a que cada miércoles asisto a los recurridos de “Bicicleteando por Tamaulipas”.
Además, mi aspecto ha cambiado, hoy ando por la calle con un chaleco fluorescente, y un casco protector lo que me ayuda a, por lo menos, pensar que estoy más segura.