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Guerreras de primera línea

4 de febrero de 2021 por Silvia Cruz

Detrás de la raya roja que divide el pabellón Covid-19 del resto del hospital, los pacientes contagiados libran una batalla por la sobrevivencia. No están solos en su lucha, ángeles de blanco los acompañan, son los trabajadores sanitarios, enfermeras y enfermeros que diariamente exponen su vida para atender a los enfermos del virus SARS-CoV-2.


 
Hace un año fue declarada la epidemia por el virus SARS-CoV-2 que causa la enfermedad denominada Covid-19 (30 de enero del 2020). Un mes antes, el brote había sido notificado por primera vez en Wuhan, China, el 31 de diciembre de 2019. El 11 de marzo la Organización Mundial de la Salud (OMS) comunicó que se trata de una pandemia, por su alcance internacional. Horas después, por aquellos días, el primer paciente positivo de coronavirus se detectó en Reynosa, y a partir de entonces el trabajo que realiza el personal de salud no ha vuelto a ser el mismo.

 En pocos meses se desató el contagio de Covid-19 por la ciudad, al igual que en la entidad, el país y gran parte del mundo, llegando a picos máximo entre los meses de junio y julio del año pasado, así como en este primer mes del 2021.
El virus que puso y sigue poniendo en jaque a la humanidad, ha afectado desde un principio a un sector en particular: los trabajadores de la salud, gremio que enfrenta a una enfermedad contagiosa, aún poco conocida, en la que temen perder la vida de sus pacientes y la propia.
 Esto lo sabe la enfermera Angélica Santiago, subjefa de enfermeras del turno nocturno del Hospital General Regional No. 270, quien hace alusión a las adecuaciones que se realizaron en el inmueble para emprender la lucha contra el Covid-19.
 “Se hicieron modificaciones (en el hospital) a través de los directivos para tratar de atender a toda la población con todo lo que se requería para su atención. Se acondicionaron áreas que no estaban contempladas para esta pandemia y se iniciaron los protocolos para la atención del paciente. En la etapa más crítica todos estábamos uniformados, porque atendíamos pacientes Covid, pero también teníamos pacientes ingresando en otras áreas”, explicó la enfermera.
 Enfrentarse a una pandemia fue un cambio drástico para todos los trabajadores de la salud, particularmente para las enfermeras, quienes tienen el primer contacto con el paciente y se vieron rebasadas por el aumento de enfermos por este mal.
 Dentro del protocolo de salud se utilizó el equipo de protección que consiste en un overol, bata y botas quirúrgicas, tres pares de guantes, lentes, cubre bocas N95, gorro y una careta de protección. Se restringió el contacto de los enfermeros de las diferentes áreas, y a consecuencia del alza de contagios aumentó la carga de trabajo y el estrés laboral de los trabajadores de la salud.

 “Llegamos a tener casi 200 pacientes en el hospital y claro que faltaban manos”, recuerda la enfermera Olga Lidia Herrera, trabajadora de este hospital, quien comenta que no se ha contagiado, pero ha visto a muchos compañeros de batalla infectarse en el cumplimiento de su labor.
 “Fue muy difícil por todos los pacientes que llegaban, algunos eran nuestros compañeros, se sentía muy deprimente”, comenta.
 En esta batalla no hay tiempo de desanimarse o detenerse, la salud de los pacientes los requiere enteros.
 “Para todos ha sido muy pesada
–la carga de trabajo- pero gracias a Dios todos siguen con ánimo. Lo mejor para nosotros como directivos es que nuestro personal, aunque se ha enfermado, ha salido adelante en la mayoría de las veces”, expuso la enfermera, quien se contagió en el punto más agudo de la pandemia, al igual que su esposo y sus tres hijos.
 El personal médico de este hospital se ha enfrentado desde el inicio a un exceso de trabajo, deficiencia en insumos y un temor latente de adquirir el virus y llevarlo a sus familias, como ha ocurrido con algunos de sus compañeros.
 “Si ya nos enfermamos una vez, no estamos exentos de volver a enfermar”, advirtió la jefa de enfermeras Angélica Santiago.
 Mantener alta la moral del personal ha sido otra batalla con la cual siguen enfrentándose, especialmente cuando al salir del hospital después de una larga jornada de trabajo ven que sus esfuerzos no son apreciados por la ciudadanía.
 “Queremos que toda la población realmente tome la conciencia de la importancia del personal médico y de enfermería. Todo el personal multidisciplinario se encuentra cansado y nos desanimamos al ver que seguimos con aumento de pacientes”, comenta la trabajadora de salud.
 “Hacemos un llamado a la gente para cuidarse y usar las medidas de protección. Que se resguarde en casa y protejan a los niños y a los adultos mayores porque una vez que nos hemos enfermado no estamos exentos de volvernos a enfermar”, advierte.
 
LÍNEA DEL PELIGRO
Toda lucha tiene un frente de guerra y el pabellón Covid lo es para las enfermeras y enfermeros. Al igual que en la batalla, para ir al frente cada uno debe estar preparado con el equipo de seguridad bien colocado, y mentalmente preparados para una jornada de ocho o más horas, donde además de hacer su trabajo diario, forzarán a su cuerpo a resistir el calor, la sed y en ocasiones hasta la necesidad de evacuar, pues al salir al baño tienen que repetir todo el protocolo de desinfección y usar el equipo completo.
 Algunos prefieren dejar la comida para el fin de turno. Mejor aguantar el hambre que arriesgarse a un contagio.
 En cada turno es el mismo procedimiento, pero en esta ocasión el personal que labora de noche abrió sus filas a quien esto escribe para visualizar la rutina de desinfección, siempre y cuando sea sólo hasta ciertas áreas.
 El personal de enfermería del turno nocturno suma 40 personas; cada una se reporta con su superior para recibir la asignación de trabajo diario. No todos van al pabellón Covid, pero quienes lo hacen llegan más temprano por su equipo de protección.
 “Muchos han tenido miedo de entrar, pero cuando va pasando el tiempo se va aminorando”, comenta la jefa Angélica mientras designa el trabajo a los enfermeros.
 “Pero no descartamos el riesgo de enfermar, a lo mejor es un poco menor porque antes no sabíamos nada de esta enfermedad”, dice la sanitaria mientras camina hacia el pabellón Covid.
La plática incluye un recorrido que nos lleva hacia el vestidor de enfermería donde por cambio de turno hay más tráfico de enfermeros. En un pasillo en particular hay una línea roja en el piso, la enfermera se detiene a unos metros y señala: “estos son los límites, aquí no podemos entrar sin el uniforme de protección”.
 El área permitida para este reportaje sólo se extiende hasta el vestidor, donde el personal se prepara para entrar y salir de su turno laboral.
 Una enfermera joven con el cabello largo y empapado pasa por el sitio y la jefa la usa como prototipo: “así
salimos del área Covid”.
 La sanitaria, una joven veinteañera se muestra risueña al ser usada como ejemolo, y aún con la cara marcada por el cubre bocas se detiene un poco para explicar cómo se trabaja con el equipo de protección.
 “Batallas mucho con los guantes, los lentes, la careta… es difícil, más el calor del traje (que se usa siempre sobre el uniforme completo de enfermería) aún en tiempo de frío sigue haciendo mucho calor, te lo quitas y el cambio de temperatura también te afecta, corre uno más riesgo todavía”, comparte la joven enfermera.
 El calor es la queja que se repite cuando se les pregunta por el traje. Y es que hay que recordar que en los meses de verano, el punto más agudo de la pandemia, la sensación térmica en la ciudad ronda los 40 grados centígrados. Aunado a esto, en algunas áreas del hospital regional de especialidades no funciona el aire acondicionado.
 La enfermera Angélica Santiago comenta que sus compañeros salían de las áreas de Covid empapados, llenos de sudor, incluso algunas veces deshidratados.
 A pesar de la difícil situación, ninguna de las enfermeras entrevistadas pensó en retirarse. Algunas de ellas, como la jefa Angélica incluso después de enfermarse de Covid regresaron a trabajar una vez recuperadas, la vocación de servir es más fuerte que el miedo a la enfermedad.
 Y no importa si el servicio no es apreciado por los derechohabientes, que según las sanitarias, además de la pandemia lidiaron con el enojo e incluso agresiones de familiares de pacientes infectados por el SARS-CoV-2.
 “A veces cuando se les menciona que su paciente tiene Covid-19 agreden al personal de salud. Tratamos de hablar con ellos –los familiares- y que hagan conciencia de la importancia de cuidarse. Los familiares tienen un período de negación ante la enfermedad, no aceptan que su familiar se enfermó y es casi increíble que a estas alturas algunos crean que el Covid no existe”, platicó la enfermera Angélica.
 
CELEBRACIÓN SIN FIESTA
El 6 de enero se conmemora en México desde 1931 el Día de la Enfermera, pero este año pasó sin celebración, no sólo por la pandemia, las autoridades decidieron cambiar la fecha al 12 de mayo Día Internacional de las y los enfermeros.
 Luego de un 2020 que exigió un esfuerzo extra de cada una de ellas, su día se quedó sin celebrarse hasta nuevo aviso. Pero eso no merma el ánimo de las sanitarias quienes dicen entre bromas que para ellas siempre será el 6 de enero.
 A lo largo de la pandemia se ha pedido reconocer la labor de las y los trabajadores de la salud. En el cabildo reynosense el regidor Diego Quezada pidió el reconocimiento al personal médico nombrando a una de las calles de esta ciudad “Héroes de la salud”.
 Sin embargo, las sanitarias entrevistadas no piden mas que la población guarde los protocolos de salud y esto ayude a mermar los contagios que han venido a la alza en Reynosa. 
 La enfermera Verónica Guajardo recuerda que al principio veía que la gente aún en su automóvil usaba el cubrebocas, pero últimamente percibe que la gente ya no lo toma tan en serio.
 “Les pedimos que se cuiden, que se laven las manos, usen su cubrebocas, que hagan todo eso para que no vayan a parar a un hospital”, expresó.
 En el mismo sentir la enfermera Angélica Santiago agrega:
 “Como regalo del Día de la Enfermera, por favor cuídense. Todos quisiéramos tener un ambiente hospitalario más tranquilo, queremos volver a la normalidad que teníamos antes. No terminamos de adaptarnos a la nueva normalidad de usar cubrebocas y caretas; sobre todo el personal que al entrar al área de Covid tiene que utilizar otro tipo de uniforme para protegernos más. Solamente pedimos que la población se cuide, para que nos cuiden a nosotros”, refiere Angélica Santiago, subjefa de enfermería.

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