La primera vez que Mónica Algalicia estuvo cerca de un violín fue cuando su hermana comenzó a tocar. El sonido del fino instrumento de cuerdas la cautivó tanto que ella también quiso aprender a tocarlo, así que la pequeña de diez años acompañó a su hermana mayor hasta el Núcleo Comunitario de Aprendizaje Musical donde recibieron clases de violín completamente gratis.
“Antes ya lo había escuchado, cuando mi papá me llevaba a ver las orquestas y yo quería aprender violín”, recordó la niña.
Mónica, cuya familia es originaria de San Luis Potosí, ya estaba acostumbrada a asistir a los conciertos comunitarios y aunque siempre anheló poder tocar un instrumento musical, las condiciones económicas de su familia no se lo permitían.
Con voz tímida y sosteniendo firmemente su violín, rememoró los sentimientos que tuvo cuando llegó a la escuela musical comunitaria.
“Sentí muy padre cuando llegué a la orquesta y pude tocar, me gustó mucho. Aprendí a leer las notas y a tocar”, dijo.
Aunque no le gusta hablar mucho, Mónica es una de las estudiantes de música más avanzadas en su categoría.
“Mi violín no es tan chico como el de otros niños. Hay quienes tienen un violín más pequeño, depende mucho del largo de los brazos”, explicó.
La pequeña quien vive en la colonia Juárez y estudia el quinto año de primaria, indicó que además de su hermana –que ya regresó a San Luis Potosí– ella es la única en su familia que toca el violín, por lo que sus cuatro hermanos mayores le animan mucho a seguir en la orquesta.
“Mis hermanos me dicen que le eche ganas y que nunca me salga de aquí. A mi papá le gusta mucho escucharme tocar y dice que cuando toco el violín le da mucho orgullo, yo también quiero seguir tocando cuando sea grande”, enunció.
Mónica Algalicia es sólo una de los 300 estudiantes con los que cuenta el Núcleo Comunitario de Aprendizaje Musical de Reynosa, una escuela completamente gratuita para niños y jóvenes de 7 a 17 años, cuya misión es formar una Orquesta Sinfónica Infantil y Juvenil para la ciudad.
El núcleo se formó hace casi un año por iniciativa del Instituto Reynosense para la Cultura y las Artes (IRCA), quienes quisieron abrir una oportunidad para que los niños y jóvenes pudieran aprender un instrumento.
Una vez que quedó conformado el proyecto, maestros e integrantes del organismo cultural se dieron a la tarea de visitar 25 escuelas y secundarias de toda la ciudad invitando a los niños a participar.
La respuesta no se hizo esperar, el día señalado tres mil niños acudieron buscando ser parte de la Orquesta, la cual todavía está en preparación.
“La idea surge de la necesidad de ir formando el talento de los jóvenes habitantes de Reynosa. Los niños de esta ciudad son el fruto del futuro y queremos prepararlos desde ahora para que sean mejores ciudadanos, para que tengan valores y pensamos que a través de la música, ese milagro se puede dar”, comentó Elsa Sánchez, titular del IRCA y una de las precursoras del proyecto.
Trescientos niños se quedaron en el Núcleo Comunitario de Aprendizaje Musical, algunos para tocar un instrumento (el cual fue proporcionado por el instituto) y otros más en el coro.
“Los instrumentos de los cuales disponemos es para una orquesta de 80 personas. Se han estado dotando instrumentos de cuerda, otros de aliento, para que pueda ser más grande, de tal manera que tenemos alrededor de 200 instrumentos y se está trabajando en cómo se organiza una orquesta: la sección de cuerdas, maderas, aliento y percusiones”, explicó Elsa Sánchez.
Y continúo: “Creamos esta oportunidad para brindarle a todos los niños que quisieran luchar y triunfar a través de la música”.
Conscientes de que muchos de los niños tenían talento, mas no los recursos económicos necesarios para una formación musical, el organismo promovió la escuela enfatizando que no tenía costo para los alumnos.
“Ellos vienen de diferentes partes de Reynosa, esa es otra virtud que tiene este agrupamiento musical, donde se logra la cohesión social, la convivencia armónica, pacífica entre niños de diferentes edades, niñas y niños, jóvenes de ambos sexos, que además tienen diferentes circunstancias de vida.
“Aquí hay niños de todos los niveles socioeconómicos, pero todos somos una gran familia donde todos valen lo mismo. Aunque todos son diferentes, se unen a través de la música y comparten valores de respeto, tolerancia, disciplina y por ello son mejores cada día que vienen a tocar este instrumento”, opinó.
Lo más sorprendente para los iniciadores del proyecto musical, no fue la respuesta a la convocatoria, sino la perseverancia de los estudiantes quienes llegaron de colonias tan distantes como Jarachina Sur y Rancho Grande.
“Perseveran más unos que otros. A veces nos encontramos que los papás no se comprometen como los niños requieren, ellos necesitan el apoyo de sus padres y a veces por cuestiones de trabajo no les es posible traerlos, porque aquí se trabaja doce horas a la semana, todos los días cuatro horas diarias”, abundó Sánchez.
VOCES DE LA ORQUESTA
Agrupados en el patio del Instituto Reynosense para la Cultura y las Artes (IRCA), el nutrido grupo de niños y jóvenes se encuentran atentos a las instrucciones del maestro de ceremonias. Sin importar el sofocante calor del ambiente, los pequeños no prestan atención a otra cosa sino a sus partituras y las indicaciones de su instructor.
La disciplina se esperaría de cualquier orquesta, sin embargo, sorprende la actitud en niños de siete años quienes, ni si quiera hablan entre ellos mientras el director de orquesta pronuncia su instrucción.
Este es otro de los logros que puede presumir la agrupación, el brindar un espacio idóneo para que niños y jóvenes reciban instrucción musical y la disciplina que esto conlleva.
Y no sólo eso, todos los días, maestros y organizadores de la orquesta reciben los comentarios de los niños que se sienten felices de formar parte de la agrupación.
“Al principio, cuando iniciaron a aprender un segundo lenguaje musical, les preguntábamos, qué sentían, cómo se había transformado su vida y definitivamente decían que nada era igual, ahora su vida era mejor.
“Hubo un joven que nos contó que sufría mucho en la secundaria el rechazo de sus compañeros, porque él tenía una sensibilidad que no era compartida, porque no le gustaba el futbol. Cuando sentía eso, el recordaba que aquí había un lugar donde podía expresar su espíritu y desarrollarse y se le olvidaba todo, porque a veces ni si quiera quería ir a la escuela. Hoy me dice que ya no le importa, que ahora sus compañeros y quienes lo rechazaban, lo admiran porque toca un instrumento, ahora es un ejemplo para ellos”, relató Elsa Sánchez.
Agregó: “Otro caso es el de una jovencita que no tiene papás y cuando llegó me dijo que sentía que no era nadie, y ahora dice que ella es alguien porque toca un instrumento, que nadie más puede tocar como ella”.
Estos ejemplos motivan a los maestros e iniciadores del proyecto a seguir adelante en la preparación de la orquesta, que, admiten, todavía no se puede llamar como tal.
“No es una orquesta profesional, pero la estamos formando. Hoy tenemos el lugar más destacado como el núcleo comunitario mejor organizado, el más grande y con más rápido avance”, compartió Sánchez.
Por su parte, los niños no ocultan su entusiasmo y felicidad al ser parte de esta agrupación y al platicar con los estudiantes cada uno admite que siempre estuvo interesado en aprender a tocar un instrumento musical.
La agrupación lleva ya cuatro conciertos e incluso una representación de ellos ya participó en dos Encuentros de Orquestas Sinfónicas y Juveniles, uno en Chihuahua y otro en Querétaro, donde tuvieron una destacada participación.
“Se hizo una selección representativa y fueron alrededor de 27 niños los que participaron. Lo bonito es que ellos se reúnen con otros miembros otras orquestas o de otros núcleos y cuando todos se reúnen, se conforma una orquesta nacional con todos los jóvenes de los Estados”, contó Elsa Sánchez.
El próximo verano la agrupación musical del núcleo espera ser la sede del siguiente Encuentro Nacional de Orquestas, por lo que también trabajan con más ahínco para ser dignos anfitriones del evento, y estar listos para muy pronto ser la primera Orquesta Sinfónica Infantil y Juvenil en la historia de Reynosa.