
El recalcitrante calor del verano en la frontera noreste del país no da tregua. Miles de vehículos aguardan estoicos sobre el ardiente pavimento que da entrada a Estados Unidos.
Los coches avanzan a vuelta de rueda, tortuosos desde las instalaciones de la Aduana de México que se encuentran frente a la ciudad de Mission, asiento del más reciente puente internacional entre Tamaulipas y Texas.
A menos de un año de que este camino fue puesto en funcionamiento, la operación de la parte americana ya es motivo de dudas y quejas de los automovilistas, quienes duran más en pasar hacia el vecino país que el tiempo tardado en venir, incluso, desde otras ciudades de la República.
El de Juan Rodríguez Alejo es un caso de tantos que se repiten: Aprovechó el asueto vacacional de los “festejos de la Independencia” para viajar junto con su familia a McAllen sin imaginar que perdería gran parte del día intentando cruzar a la Unión Americana.
Tardó exactamente tres horas con 50 minutos, dice, atorado entre el intenso tráfico y, como se le hizo de tarde, él y sus acompañantes se irritaron por el hambre que les dio en el trayecto. Asegura que para la próxima no volverá por el puente Anzaldúas porque “no era lo que esperaba”.
Graciela Hernández también vivió una experiencia similar. Al estar cerrada la autopista que conduce hacia Matamoros (su lugar de origen), el plan era viajar por el “otro lado” del río Bravo, llegar hasta Brownsville y entonces regresar hacia México.
Pero no tuvo en cuenta que antes de eso quedaría atascada en una interminable emparrillada de vehículos. Es la primera vez que sufre este problema, relata.
“Lo que hice fue quedarme paciente, pero por momentos era muy difícil. Como ya había estado esperando bastante tiempo, preferí continuar en la fila. La gente que llevaba a su familia y no tenía aire acondicionado la pasó mal, porque hacía mucho calor y había bastantes zancudos.
“Me tocó ver que los automovilistas se bajaban para estirarse. También una mujer embarazada se salió de su carro porque ya no aguantaba la espalda, se puso a caminar. Yo leí un chorro de revistas que tenía en el coche y hablé con personas que tenía mucho tiempo sin saludar para matar el tiempo”, explica.
A medida que transcurrían los minutos mayor era la desesperación de estar atrapada en el tráfico. Graciela cuenta que empezó en la fila cerca de las seis de la tarde y la visa se la pidieron hasta las 10 de la noche.
“Ya casi para arribar al puente las personas se bajaban para ir al baño, eran muchas”, añade.
A SACARLE LA VUELTA
Aunque el cruce en mención registra usuarios de distintas regiones de México, la mayor parte procede de Monterrey y sus alrededores. El valle del Sur de Texas se ha vuelto para ellos en un destino atractivo para hacer sus compras y hasta realizar inversiones. El tránsito entre estos dos puntos año con año es más intenso.
Sin embargo, la falta de suficientes casillas de revisión en el lado estadounidense a menudo se convierte en un dolor de cabeza para los viajeros internacionales, quienes hasta se pelean para que no les ganen su lugar.
De acuerdo a datos otorgados por el Comité de Administración en el puente Reynosa-Mission, como también es conocido, por este lugar ingresan un promedio de dos mil 100 vehículos diarios, lo cual representa una cifra cercana a los 65 mil coches mensuales; no obstante, solamente existen tres casetas de inspección del Servicio de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos y el acceso es muy prolongado.
Esta casa editora intentó concertar una entrevista con Richard Cortés, alcalde de McAllen y también presidente de la Mesa Directiva del cruce Anzaldúas, para preguntarle si planean ampliar su capacidad, pero al cierre de esta edición no hubo respuesta.
Los horarios pico son durante el mediodía y el atardecer, aunque pueden resultar impredecibles durante el fin de semana y días feriados.
¿EL “PUENTE DEL FUTURO”?
En la inauguración oficial de esta obra –a comienzos de 2010– los funcionarios y altos diplomáticos de ambos países alardearon de la conclusión de la misma y la catalogaron como una joya de la ingeniería.
Afirmaron que la apertura era “un paso más en el fortalecimiento de la competitividad bilateral de la región y un símbolo del entendimiento de la cooperación que existe entre dos naciones vecinas, amigas y socias”.
Patricia Espinosa, secretaria de Relaciones Exteriores, destacó que “en la frontera se realizan cerca de un millón de cruces de personas diarias en ambas direcciones, (y un tránsito de) casi 300 mil vehículos”. Recalcó que esta franja limítrofe es la más dinámica del mundo e indicó que la región fronteriza “comprende el 40 por ciento de la superficie del país y es una zona en la que habitan 18.2 millones de mexicanos (casi el 20 por ciento de la población)”.
La canciller manifestó que con el puerto internacional Anzaldúas, llamado a ser el “Puente del futuro”, se fomentaría el que las familias de ambos lados “interactúen, dialoguen y compartan sus valores y su cultura”.
Por su lado, Richard Cortés recomendó: “Ahora tenemos este valioso activo. No lo desperdiciemos sub utilizándolo para que podamos continuar con la economía global que necesita nuestra región”.
El mayor comentó en su comparecencia –en la que también estuvo presente el presidente de México, Felipe Calderón Hinojosa y Ronald Kirk, representante comercial de la Unión Americana–, que “la congestión de los camiones y tráileres comerciales necesita desarrollarse y evitarse para tener un comercio eficiente y efectivo”.
Dijo: “Tenemos una enorme oportunidad aquí para que estos puentes sean un modelo”.
Pero aún cuando el comercio entre ambos países es de mil millones de dólares anuales, lo cierto es que en el caso particular del Puente Internacional Anzaldúas no se ha entendido la idea de darle fluidez a las miles de personas que se dirigen al Valle de Texas a gastar su dinero. Por lo tanto, después de casi un año operando, los automovilistas hastiados se preguntan ¿hasta cuándo abrirán más carriles?